1.500 escuelas rurales dan clases gracias a la ayuda de terceros

Las escuelas pueden dictar clases y ofrecerles a los chicos de zonas carenciadas un espacio educativo basado en tres pilares fundamentales: padrinazgo, proyectos edilicios y productivos y becas escolares. En los últimos años la demanda de inclusión en estos programas creció considerablemente, lo que obliga a buscar el apoyo de más empresas y aportantes. Vanish, Carrefour, son algunos ejemplos de empresas involucradas con estas escuelas.

Según el último relevamiento del Ministerio de Educación,  hay más de 15 mil escuelas rurales en todo el país.  La mayoría no posee agua potable, sanitarios ni electricidad y la matrícula de estas escuelas oscila entre 10 a 150 alumnos. Muchas de ellas funcionan con el sistema de plurigrado, donde un solo docente imparte la enseñanza a todos los niveles y áreas.

La situación económica de las familias de estas escuelas depende totalmente de las posibilidades laborales de la zona donde viven. Éstas fluctúan de acuerdo a las economías regionales, trabajos estacionales, política, inclemencias climatológicas, etc. Muchas de estas familias dependen de un plan social como único ingreso desde hace años. Es fundamental para ellos contar con apoyo y de esta manera garantizarles a sus hijos el acceso a uno de los derechos fundamentales del niño: la educación.

En este contexto, la Asociación Civil Padrinos de Alumnos y Escuelas Rurales (APAER), cuyo foco está puesto en el futuro de los chicos, trabaja con socios y donantes con cuyo aporte monetario se sustentan los distintos programas. La ONG realiza esta tarea desde hace 35 años, con mayor influencia en las zonas de NEA, NOA y Mesopotamia.

Parte de sus esfuerzos están puestos en la entrega de becas que le da la oportunidad a muchos chicos de estudiar regularmente y completar su escolarización. Actualmente, APAER cuentan con más de 500 becas para diversas escuelas rurales, gracias a la ayuda de donantes particulares, fundaciones y fundamentalmente de empresas privadas, como es el caso de la cadena de supermercados Carrefour.

Si bien casi todos los becarios llegan al programa cuando están cursando sus últimos grados de primaria, la beca les permite continuar sus estudios secundarios. Por lo que no es solo una ayuda sino también un incentivo y reconocimiento al esfuerzo.

“En los últimos años tuvimos la satisfacción de seguir acompañando a los alumnos en carreras terciarias y universitarias. Este año tendremos nuestra primera egresada universitaria, una alumna de la provincia de San Juan, quien junto a sus hermanos recorrían 18kms a caballo para poder tomar el micro escolar y quedarse toda la semana en la escuela. Ingresó a nuestro programa en el año 2006 y hoy está completando sus estudios universitarios en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de San Juan”, relata Silvia Treglia, una de las voluntarias de APAER.

Muchos son los proyectos que se pudieron realizar gracias al aporte de empresas privadas: construcción de escuelas a nuevo, aulas, reemplazo de letrinas por sanitarios, provisión de agua, instalaciones eléctricas, talleres de panadería, carpintería, huertas, invernaderos, etc.

 Un claro ejemplo es la escuela albergue N°196 de Loma Larga, en el departamento de Tilcara (Jujuy). Tenían serios problemas con los vegetales ya que no resistían las 11 horas de viaje en mula que hace su maestra para llegar a la escuela, cada 15 días. Al pedir ayuda a APAER, la ONG no sólo le asignó un grupo de padrinos que los acompañan y ayudan en sus necesidades básicas, sino que realizó obras de refacción y hasta financió la construcción de un invernadero para que los alumnos pudieran cultivar y comer sus alimentos frescos.

 Aunque los programas de ayuda son variados, todos tienen un propósito común: empoderar la educación y el futuro de la población rural.

 

Skip to content