Hay una línea que conecta los paseos familiares en bici por los bosques de City Bell en su infancia, el amor por la naturaleza que surgió a raíz del contacto con aquel entorno, la proliferación de plantas en la primera casa en la que vivió solo, ya de adulto, y el espíritu emprendedor que lo llevó a explorar variantes de negocios hasta encontrar el que encaja exactamente con su esencia. Cuando Gabriel Muñoz fundó EMOV no solo dio origen a una compañía, sino que, en el mismo acto, unió los puntos que recorrió durante su vida para que tomara forma la imagen que de ellos se desprendía.
“Crecí en un departamento en Villa Elisa, pero iba a un colegio en el bosque. En familia íbamos todos los fines de semana a andar en bici ahí, y fue mi primer nexo con la naturaleza. Dos años antes de lanzar el primer negocio de vehículos que tuve, descubrí lo que es vivir solo y tener contacto con las plantas. Me mudé a una casa que tenía una sola planta y hoy parece un microbosque, con más de 300 plantas, peces en un estanque, de todo. Creo que vivir en un departamento es una necesidad, y tiene que ver con la realidad económica de cada familia, pero es un hecho bastante artificial. Cuando pude elegir, elegí estar en contacto con la naturaleza. Todo eso en algún lugar queda y, cuando me dediqué a hacer un negocio, busqué lo que me gustara. No es casual”, explica Gabriel.

EMOV desarrolla y comercializa bicicletas eléctricas, y se erige como pionera de la movilidad sustentable en el país y la región. Con más de quince años de presencia en el mercado, impulsa un sector que, aunque encuentra oportunidades, todavía es de nicho y sigue a la espera de que se consoliden procesos que le permitan instalarse definitivamente en la sociedad. La sustentabilidad ganó terreno en los últimos años, y el conocimiento hacia la movilidad eléctrica fue de la mano con la expansión de esa noción.
“Fundé EMOV hace 15 años y todos los pronósticos que se hacían en esa época iban de la mano con el crecimiento que se veía en el resto del mundo. Contamos con todas las condiciones para llegar a grandes números, en la medida en que la economía vaya mejorando. Tiene que haber un cambio cultural. Aún creemos que los estados, las instituciones, deben hacer un trabajo para ello. Nosotros como empresa tratamos de hacerlo, pero no es lo mismo educar a la gente en ese camino desde el Estado que desde una empresa, con un poder de incidencia mínimo”, afirma Gabriel.
¿Hubo alguna especie de balance del recorrido realizado al llegar a los 15 años?
Sí. Logramos mejorar mucho nuestros productos desde el lanzamiento de la Brina1, que fue la primera bicicleta eléctrica hecha en Latinoamérica, con un 70 por ciento de fabricación nacional. Brina2 fue nuestro producto estrella. Con ella tuvimos que irnos a fabricar el core del producto –el cuadro de fibra de carbono– a China, para estar al nivel del lanzamiento internacional que habíamos hecho en 2018. Para poder competir con empresas de calibre internacional que fabrican también en el oriente, había que estar en ese contexto industrial para lograr el precio y la calidad necesarios. Crecimos un montón y vimos cómo cambió la cultura, por más que ahora esté estancado, por problemas argentinos, básicamente. Uruguay, con tres millones de habitantes, importa el doble de bicicletas eléctricas que la Argentina, por ejemplo. En Chile importan 45 veces más que acá, lo mismo que en Colombia y Brasil. Es un letargo bastante inexplicable, raro, porque están dadas las condiciones: tenemos megaciudades colapsadas que necesitan bicicletas.
Eso lo identificaste desde tu emprendimiento previo a EMOV, ¿cierto?
Sí, nosotros antes convertíamos bicicletas comunes en eléctricas, instalándoles los motores. La gente se sorprendía, no entendía nada. Hoy salís con una bici eléctrica y la gente ya sabe qué es. La contra que tenemos es que los productos en dólares valen lo mismo que afuera, pero el poder adquisitivo de las personas se fue haciendo cada vez más chico. La clase media, que es la que potencialmente podría comprar, se achicó. En Europa se vende lo que se vende porque una bici eléctrica vale lo que un sueldo en euros, y acá tendría que ser la misma ecuación.
Más allá de que su mercado principal sea la Argentina, venden al exterior…
Sí, empezamos en la Argentina. Abrimos en 2018 la empresa en los Estados Unidos y lanzamos a nivel internacional el negocio desde los dos lugares a otros países. Lanzamos la Brina2 en simultáneo a todo el mundo a través de una plataforma de financiamiento colectivo que se llama Indiegogo, donde se presentan proyectos de innovación, y la gente, mediante el micromecenazgo, te dona plata o te precompra el producto. Nosotros nos financiamos de esa forma y nos compraron personas de Japón, Suiza, Alemania, España, México, Estados Unidos. Ahí pusimos un piecito en cada uno de esos países, al menos en la venta minorista. Después surgió la oportunidad de comenzar con España, con unos empresarios que tenían presencia allá en otros negocios. EMOV Málaga está comenzando.

¿Podrías contar más al respecto?
Sí, es lo más nuevo que concretamos, recién hace seis meses. Ya está la empresa y en España esperan recibir nuestros productos en los próximos meses. Unos empresarios argentinos y españoles, colegas, que tenían algún tipo de vínculo de proveedores con nosotros, se enamoraron del proyecto y, estudiando el mercado español, el potencial que tiene y las inquietudes medioambientales de los gobiernos en estas ciudades, sobre todo en Málaga, y el apoyo que hay a las empresas verdes, vimos que era una gran oportunidad. Si bien ya hay productos EMOV en Europa, se verá una presencia más fuerte, al menos en España, con la intención de poder expandir a Europa desde allí.
¿Cómo se conforma actualmente el equipo de EMOV?
Yo lo fundé y, desde siempre, junto a mí trabajó mi esposa. Somos un negocio familiar. Después, tenemos un equipo en la parte administrativa, otro en posventa, uno de service. Y hay equipos tercerizados. Cuando aparece la necesidad de lanzar un nuevo producto, se suma gente al staff para trabajar de lleno en eso, y así fue como desarrollamos los productos. Yo estoy a la cabeza como Director de Diseño, pero incorporamos personas que colaboran en Investigación y Desarrollo. En City Bell tenemos un taller chico, pero con el espacio suficiente para vender lo que estamos vendiendo hoy.
Respecto al usuario, ¿cuáles son las consultas más frecuentes que suelen recibir de parte de potenciales compradores o gente interesada?
Lo primero que me preguntan es el precio. Las inquietudes también van en torno a cuánto dura la batería en distancia, para ver si les sirve para el uso habitual que le van a dar, la potencia y el tipo de asistencia si la quieren usar en montaña. Tenemos varios productos y gamas, cada persona es un mundo y la usa para lo que necesita. Hay gente que pregunta cómo funciona. Le explicamos que tiene un motor propulsado por la energía que le da la batería. Cómo se carga es otra pregunta frecuente, y es por un cargador, como una notebook.
En cuanto al consumo, ¿cargarlo consume como qué otro electrodoméstico?
Son datos que en general damos o publicitamos tanto en la página como en los anuncios. No va a ser un problema a final de mes. Nosotros decimos cuánto consume y en cuánto se traduce eso al mes. Tenemos cuadros comparativos entre la bicicleta, la moto y el auto.
¿Cuáles son los objetivos de la compañía para este año?
Poder incrementar las ventas. Finalizar un proyecto de mejora de Brina2, que ya tenemos prácticamente terminado. Le incorporamos luces nuevas, proyectivas, con mucha potencia y un nuevo diseño. Va a estar lista en la primavera. También queremos tener mucha más existencia de productos, más oferta y salida, vender mucho más, incrementar la publicidad.