Florencia Benedicto es la Directora de GEA Sustentable, una empresa que brinda servicios de recolección y tratamiento de materiales reciclables a grandes generadores de residuos. Además, es representante exclusiva de HomeBiogas, un novedoso biodigestor hogareño.
Desde agosto de 2015, GEA Sustentable viene siendo la opción para empresas que son grandes generadoras de residuos. Con un programa específicamente pensado para cada cliente, se encarga del retiro, la clasificación y el reciclaje del material que luego reinserta en la industria del reciclado. Desde allí, trabaja por la sustentabilidad y en la asesoría e implementación de distintos programas de RSE.
Antes de constituirse en referente ambiental, Florencia Benedicto –directora y una de las socias fundadoras junto con Ciro Panizo, su primo, y Nicolás Benedicto, su hermano– pasó por su propio reciclaje profesional. Aunque desde la infancia se había interesado por la ecología, estudió Abogacía y ejerció en estudios jurídicos y en el Poder Judicial de la Nación. Hasta que entendió que las leyes no eran lo suyo y pasó a trabajar en el armado de un área de prevención de medio ambiente en una empresa petrolera. Pero el proyecto no avanzó y tomó una decisión que le cambiaría el escenario: viajó a Barcelona e hizo un máster en Derecho de la Empresa y de los Negocios, y un posgrado en Dirección y Gestión Ambiental. Al volver al país, ingresó en Medio Ambiente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en el área de Reciclado. Llegó con muchas ideas, pero en medio de intereses cruzados, no pudo verlas prosperar. Entonces implementó un sistema de gestión integral de residuos en el negocio de su familia, Haras La Pasión, y dio charlas a los empleados. Fue cuando Ciro Panizo le planteó asociarse para hacer de la basura un recurso. Junto con su hermano, Nicolás, socio inversor, armaron Recyclart S.A. y luego desarrollaron la marca GEA Sustentable. Benedicto había advertido que en las empresas existía la necesidad de comenzar a implementar el reciclado, ya que la normativa vigente obliga a los grandes generadores de residuos a separar la basura del material reciclable y a darle un destino: “Como la empresa tiene que pagarle al Ceamse por disponer la basura, y ese servicio se cobra por toneladas, si lográs separar y reciclar, estarás reciclando y pagando menos por el servicio de disposición final de la basura. El material que retiramos tiene un valor y está bien que así sea, de eso se trata la economía circular”, explica.
La economía circular es fundamental para lograr ser sustentable.
Sí, exactamente. Lo sustentable siempre es ambiental, social y económico.
¿Encontraron buena recepción de parte de las empresas?
Sí, porque hay un cambio de conciencia en la sociedad y un cambio de normativa. Pero las empresas venían con la problemática de hacer el proceso interno y luego chocarse con que no era bueno el servicio de recolección del material reciclable, por lo que se trababa todo el esfuerzo anterior. Nosotros nos propusimos dar un servicio completo y a medida: desde la capacitación del personal hasta el retiro del material reciclable en tiempo y forma, que después destinamos a un centro de clasificación propio, donde se acondiciona y se reintroduce en las industrias. Trabajamos con hoteles cinco estrellas, shoppings, laboratorios, oficinas, industrias de todo tipo.
¿Qué valor tiene la innovación cuando el objetivo es lograr dar un servicio personalizado?
Mucho, la innovación y la creatividad. Por ejemplo, ahora implementamos un programa de reciclado de papel de una empresa que tiene 25 plazas ubicadas desde Misiones hasta Ushuaia. La industria del reciclado depende de dónde estén las plantas recicladoras, y hoy hay en Buenos Aires, Rosario y Córdoba. Entonces ahí es donde usamos la creatividad y la innovación, y tratamos de resolver todo con las pocas organizaciones de la zona o usamos logística inversa: si la empresa tiene su propio transporte, después de entregar en un lugar, aprovechamos que vuelve el camión vacío para hacer la carga del material reciclable. Le encontramos la vuelta.
¿Cuál es el cambio cultural que falta?
Hay que romper el mito de “No quiero guardar basura”, porque cuando separás, no guardás basura, sino materiales: cartón, vidrio, papel, entre otras cosas. Si acopiás lo suficiente, el flete deja de ser caro. Además aconsejamos empezar por el material que se recicla en la zona. En Olavarría, por ejemplo, implementamos la separación de residuos y solo separamos lo que se recicla allí: papel y cartón, latas de aluminio y botellas PET. Otro ejemplo de innovación es el de un cliente de Rosario al que le armamos un ecopunto dentro de la empresa, que es muy grande y dispone de espacio. Todo lo que se separa va ahí, tenemos dos personas trabajando que hacen la clasificación, pusimos una máquina compactadora, armamos los fardos y, por último, los destinamos a las industrias recicladoras de Rosario. Que el empleado vea todo el proceso potencia los buenos resultados. De hecho es uno de nuestros mejores clientes en cuanto a cómo separan los residuos.
¿Es importante ver el resultado para entender el sentido de reciclar?
Claro, cuando ves lo que pasa con lo que separás, adquiere un sentido. Lo notamos cuando vamos a recapacitar, porque siempre damos un seguimiento, y nos encontramos con que muchas veces discontinúan el hábito de separar. Ahí tenés que insistir y estar encima, llevarlos a nuestra planta para que vean que está todo separado. También hay que pensar que atrás de la clasificación hay personas trabajando, y no es lo mismo cuando separás un material reciclable que hacerlo cuando está todo mezclado y es basura*.
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