Para Victoria Inés Barbagelata, Gerente Ejecutiva de Haciendo Caminos, ONG que trabaja para erradicar la desnutrición infantil en Chaco y Santiago del Estero, abordar integralmente la problemática de la pobreza es un desafío permanente.
Con la misión de mejorar la calidad de vida de niños y familias en situación de vulnerabilidad, la ONG Haciendo Camino trabaja desde 2006 en ciudades de Chaco y Santiago del Estero a través de un abordaje integral de la pobreza que centraliza su acción en la problemática de la desnutrición infantil y la atención de las madres de estos niños. En sus seis centros ubicados en Añatuya, Santiago del Estero capital, Monte Quemado, Colonia Dora y Suncho Herrera, la organización acciona a través de la metodología de la Fundación Cooperadora para la Nutrición Infantil (Conin), que ha sistematizado, con dos décadas ya de historia, un abordaje completo del problema que pone el foco directamente en la problemática social que lo origina. En ese sentido, como explicará la Gerente Ejecutiva de Haciendo Camino, en cada “centro de prevención de desnutrición infantil y promoción humana”, la institución aporta un tratamiento integrado entre hijo y madre, que incluye desde el restablecimiento nutricional hasta cursos de educación sexual y aprendizaje de oficios, para que así la recuperación sea definitiva.
¿Qué siente que tiene esta ONG como para ser elegida por las empresas que donan con más regularidad?
Cada empresa tiene un enfoque sobre la RSE, sobre todo con el crecimiento de los departamentos del área, que hicieron que todo se profesionalizara mucho y se volviera más riguroso. Entonces, hay compañías que deciden trabajar en temáticas de salud y educación, otras escogen la inserción laboral. Como esos enfoques están bien determinados, nosotros aplicamos o no en ellos. Y nuestra temática, al ser de salud y trabajo, hace que entremos en varios tipos de miradas. Además, he venido observando que muchas compañías buscan generar apoyos específicos en los lugares donde están instaladas sus filiales. Intentan colaborar localmente con esa población y tratan de darles beneficios a los empleados que tienen allí, sobre todo si están en situación de vulnerabilidad. Si hay empresas que se ubican en Santiago del Estero o en Chaco, donde tenemos presencia, queremos ser parte de esas ayudas a la comunidad.
¿Qué es lo primero que habla con las empresas de las que buscan apoyo?
Lo primero que cuento es que trabajamos en desnutrición infantil. Y explicamos lo que impacta en la vida de una persona. El período inicial de desarrollo es el lapso de crecimiento del cerebro. Es un tiempo crítico para que después esa persona tenga todas sus capacidades naturales al ciento por ciento, para poder aprender, crecer e insertarse en un trabajo. Entonces, si uno descuida los dos primeros años, en realidad todo lo que se haga después, en mayor o menor medida, se pierde, porque las consecuencias son irreversibles. Lo que hay que asegurarle a ese bebé en crecimiento es una buena nutrición y que esté estimulado.
Entonces ustedes trabajan tanto con los niños como con las madres…
Exactamente. Trabajamos con niños de hasta cinco años, que llegan a los centros en estado o riesgo de desnutrición. Y mientras a los chiquitos se les da el tratamiento de recuperación nutricional, la mamá recibe charlas de educación para la salud y talleres de capacitación en oficios. Es un tratamiento integrado entre el hijo y la madre, de quien depende que esa recuperación sea definitiva. Se necesita una madre fuerte, que esté en condiciones de llevar adelante la vida del chico, que entienda el problema que tiene, que sepa lo que le debe dar de comer, las condiciones en las que tiene que vivir, su necesidad de ser atendido y que juegue con él. Son muchas cosas que pueden parecer obvias, pero que para muchas mamás no lo son. Y como ellas son las únicas que pueden lograr la recuperación del niño, trabajamos mucho también con su persona.
¿Cómo se llega al conocimiento de cómo ayudar de manera integral?
Nosotros empezamos a trabajar en Añatuya, Santiago del Estero, en el año 2006. Y esto fue porque Catalina Hornos, la Presidenta de la organización, viajó a dar orientación vocacional a chicas jóvenes, se enamoró del lugar y se comprometió con su realidad. Gracias a ese compromiso y al de muchos de sus amigos, que se sumaron para cambiar esa situación, nació Abriendo Caminos. Al ir conociendo mejor la realidad del lugar, dimos con la temática de la desnutrición. Muchos tenían problemas de crecimiento. Y no se alcanzaba a entender aún cómo un chiquito al que se lo estaba acompañando, se le daba de comer correctamente y se lo mandaba a la escuela, no tenía las mismas capacidades que cualquier otro. Ahí conocimos la metodología Conin y nos formamos en Mendoza. “Si para educar necesitás un chico que esté bien nutrido –dijimos al abrir por entonces el primer centro–, tenemos que trabajar desde temprano”.
Fueron a la base del problema.
Sí, por eso nuestro trabajo central fue la desnutrición infantil, la base para tener luego posibilidades de vivir una buena educación. Queremos asegurarnos cerebros bien nutridos, para que esos chicos, cuando estén en edad escolar, puedan aprender correctamente. Y cuando estén en edad laboral, puedan trabajar. Este no es un problema que sea fácilmente detectable, porque no se da siempre la imagen que se tiene a partir de la divulgación de fotos de la desnutrición en África. A veces se trata de chicos con talla menor al promedio de su edad. Te puede pasar que creías que un niño tenía ocho años cuando en realidad tenía doce.
¿Qué es lo que más los ha sorprendido en el trabajo de campo?
A mí me sorprende lo difícil que es medir la verdadera dimensión de muchas situaciones. Porque uno visita un lugar que es vulnerable e inmediatamente percibe que no se desarrollan en las mejores condiciones, no tienen cloacas o viven en una casa sin espacio para la privacidad, o no cuentan con agua potable. Ese tipo de cosas las puede advertir cualquier persona que posee todas sus necesidades básicas satisfechas, pero hay situaciones mucho más impactantes. Tenemos un programa para mujeres embarazadas en situación de riesgo social, a las que acompañamos para que tengan un embarazo sano. Y una vez una mujer llegó a nuestro centro y le dijo a una de las profesionales del lugar que estaba embarazada, pero que no sabía quién era el papá. Al comenzar el taller, donde las primeras charlas son de orientación sexual, contó que no sabía que los chicos venían después de tener relaciones. Eso me impactó muchísimo. Y concienticé la cuestión de que hay cosas que entendí ahora, con estos casos. Hay que estar en el lugar para entender situaciones como estas. La falta de educación se ve en muchos planos.
¿Cómo se trabaja entonces con tantos planos a la vez? ¿Se asocian con otras ONG?
La verdad es que se trata de un desafío permanente. Los que están en el campo siempre traen esa problemática. Hace unas semanas, por inundaciones, familias de Santiago perdieron todo lo que tenían. Y uno de los chicos que trabaja allá decía que teníamos que conseguir muchas más cosas que las leches y pañales que entregamos dentro del programa Nutrición. Pero no puedo salir a pedir camas y colchones, porque el camión que llevamos hasta allá lo pagamos nosotros y tiene que llevar elementos que son para nuestra tarea. Antes recibíamos un transporte donado, por lo que podíamos ser más abarcativos, pero ahora debemos filtrar algunas donaciones. Y para conseguir todo lo que precisan, tenemos que articular el trabajo con otras instituciones. No podemos salir a pedir las cosas con las que no trabajamos. Pero entiendo que puedo decir esto porque no estoy ahí.
Es que ayudar requiere una precisión técnica, ¿no?
Sí, porque si te abrís a todos los frentes, no vas a poder hacer bien lo que hacés. Yo debo tener una mirada criteriosa. Y hay otro punto muy importante: no hacemos asistencialismo, sino que trabajamos en educación. Intentamos no dar nada gratis. Si una mamá viene con una situación de no contar con nada de comer en su casa o no tener un colchón, la hacemos limpiar el centro o realizar otro trabajo que se esté necesitando. O si es un hombre, le damos alguna tarea de mantenimiento. Cuando recibíamos ropa donada, le poníamos un precio representativo y hacíamos ferias locales. Está integrado así el valor que significa para una persona esforzarse en conseguir las cosas. Cuando se dieron las inundaciones, articulamos una tarea conjunta con el Banco de Alimentos y otras fundaciones en Santiago, para cubrir el tema de alimentación y otras necesidades básicas.
¿Cómo se trabaja con el sistema de voluntariado?
Nosotros tenemos una casilla (voluntariado@haciendocamino.org.ar) donde recibimos consultas de gente que quiere ayudar. Le hacemos completar un formulario, para transmitir un poco el criterio y percibir si esa persona quiere trabajar en serio, porque a veces se trata más de la ilusión de ayudar que de la capacidad para hacerlo. Así vemos el perfil de persona y qué tipo de interés tiene. Si lo que propone es algo que estamos necesitando, quien coordina el voluntariado la deriva directamente al responsable del área específica, para que vea cómo se puede organizar la tarea con esa persona. Tenemos profesionales de lujo dentro de nuestros voluntarios. Contamos también con muchos otros más eventuales, para cubrir campañas o eventos precisos. Otros tantos viajan mensualmente a Añatuya. Alentamos mucho a que viajen y conozcan lo que hacemos, para que entiendan desde el lugar mismo a qué nos dedicamos, vean cuál es nuestra misión, antes de que decidan si se pueden quedar. Pero que alguien se sume sin una actividad concreta ni saber bien lo que se hace no es lo ideal.
¿Qué es lo que más necesitan?
Lo que más necesitamos son padrinos particulares, que son amigos que hacen un aporte mensual, de 260 pesos, para acompañar alguno de nuestros programas, desde el tratamiento de recuperación de un chiquito hasta la educación en oficios de una mamá. Todo el tiempo estamos precisando de estas ayudas. Muchos padrinos se vuelven amigos de la organización, porque viajan a nuestros centros, algunas veces traen propuestas o nos conectan con la empresa en la que trabajan. Con cada padrino que se suma pueden ocurrir muchas cosas, incluyendo la llegada de más voluntarios, nuevos padrinos o inesperadas donaciones. En cuanto a materiales, lo que siempre precisamos es leche y pañales. Es nuestra necesidad fundamental.
¿Qué balance hace hasta ahora de lo que han logrado como institución?
Estoy muy orgullosa de Haciendo Camino. Yo ingresé en 2011, cuando había tres centros. Hoy tenemos seis y hay proyección de abrir dos más este año. La gente de la organización está muy involucrada, con la realidad del lugar, con las familias con las que trabajamos, con lo que proyectamos hacer. Estamos todos unidos para que el cambio sea definitivo. Eso me parece maravilloso. Siempre he estado en contacto con formas de ayuda más esporádicas, inmediatas, pero este tipo de tarea continua, que busca transformaciones radicales de la realidad, me parece de un profesionalismo muy grande. Y esto es lo que va a cambiar la vida de tanta gente. Eso me da paz, en lo personal, porque no me gusta que haya personas que sufran. Acá estamos todo el tiempo aprendiendo, de cada caso, de cada mamá que cambia su actitud con el niño, que empieza a cuidarlo y jugar con él. Hemos visto virajes positivos en tantos niños que vienen de situaciones familiares muy conflictivas, llegan a los hogares y terminan siendo personas más afectivas, atentas. Esos cambios son increíbles, es algo espectacular. Acá hay mucho amor en juego. Y todos vivimos con mucha felicidad, sentimos que nuestra labor tiene trascendencia.
¿Cómo se siente ocupar este puesto gerencial en una ONG como esta?
Creo que uno puede dar lo mejor de sí y trabajar para los demás, haga lo que haga. No es que sienta que ahora soy mejor persona porque estoy trabajando en el tercer sector si me comparo con mi situación anterior, cuando trabajaba en el sector privado. Sin embargo, es cierto que vivo con una riqueza muy grande y me da mucha gratitud poder trabajar de manera permanente para los otros. Antes de estar acá, más de cuatro años atrás, desarrollaba tareas solidarias en mi tiempo libre, en cada ratito que tenía me dedicaba a hacer algo para ayudar, porque me enriquecía personalmente. Y ahora, poder hacerlo de 9 a 18 es algo totalmente nuevo que vivo como un privilegio. He crecido muchísimo. Puedo seguir dando lo mejor de mí y crecer profesionalmente, y, al mismo tiempo, desarrollar una parte personal, por el contexto en el que trabajo.
Percepción RSE
“Desde el punto de vista del sector corporativo en sí, creo que hay un compromiso mucho más fuerte con la RSE, que se fue tomando con el tiempo. Y ese rol es cada vez más fuerte. Da gusto que sea así, porque ya forma parte de una estructura, se lo tiene en cuenta y está creciendo. Incluso veo, en los mismos departamentos de RS, cómo se van agrandando, profesionalizando, cómo la persona a cargo va tomando mucha más importancia para la empresa”, asegura la Gerente Ejecutiva de Haciendo Camino, y agrega: “Después, a nivel personal, en cada departamento habrá quien lo tome más en serio y quien no, eso varía, pero es muy interesante este tiempo donde se percibe un compromiso real, porque si bien la economía tiene sus complicaciones, las empresas se mantienen firmes junto a nosotros”.
Cómo es cada centro
En cada centro de Haciendo Camino trabaja un equipo interdisciplinario formado por un director, un trabajador social, un nutricionista, un educador sanitario, una estimuladora temprana, una maestra jardinera y profesoras de oficios. Además del tratamiento de recuperación nutricional y estimulación temprana en bebés y nenes de hasta cinco años, las madres cuentan con charlas de educación para la salud. Hay apoyo escolar a los adultos, talleres de capacitación en oficios y formación como emprendedores sociales. El área de la salud está cubierta por médicos de diferentes especialidades que viajan regularmente a los centros para detectar enfermedades y tratarlas.
Para ser padrino
Con menos de $7 por día, podés ayudar a la ONG a recuperar a un niño de la desnutrición, sumándote como padrino, a través de este link: https://www.donaronline.org/haciendo-camino-asociacion-civil/sumate-como-padrino-de-haciendo-camino–3
* Entrevista publicada en la edición 30 de PRESENTE (mayo/junio).