La Fundación Tzedaká ofrece programas de asistencia que van de la ayuda económica a la capacitación laboral. Patricia Kahane, Directora Ejecutiva de la organización, cuenta una historia de valores cruzada por una realidad pendular.
¿Cuál es el significado de tzedaká?
Tzedaká es una palabra de origen hebreo cuyo significado es “justicia social”. Tiene poco que ver con el asistencialismo y la caridad, y es un concepto profundamente judío relacionado con que el acto de ayudar al semejante es una obligación –no una opción– y un acto de justicia. Hubo un pensador, filósofo y maestro judío muy importante, Maimónides, que tiene un tratado sobre la tzedaká con preceptos muy famosos. Y fue tomado de ahí porque es algo profundamente arraigado en la tradición judía. La obligación de dar tzedaká se parece muy poco al concepto de caridad.
¿Cuándo y por qué fue creada la fundación?
En 1992, y bajo una problemática muy específica que fue adaptándose a los tiempos, y en función de eso cambió de tamaño. Fue creada bajo el diagnóstico de que había una cantidad importante de chicos que concurría a escuelas de la red escolar judía cuyas familias no podían pagar los aranceles y entonces los sacaban. Ahí se armó un grupo de gente que se dedicó a reunir fondos y asignarlos razonablemente. Eran dirigentes y voluntarios que estaban mayormente bajo el paraguas de la AMIA y decidieron agruparse bajo esta motivación específica. Luego, una vez que empezó a operar y tomó independencia de la AMIA, la fundación amplió el radio de acción.
¿Cómo se financia la fundación?
A través de la donación de particulares, empresas y algunos gobiernos. El 62 por ciento de nuestra recaudación es de donaciones directas gestionadas por nosotros mismos. La fundación es muy saludable. No tenemos ningún donante mayoritario. Contamos con todo tipo de donantes: muy pequeños, mucho más importantes, locales y extranjeros. Hacemos acciones de donación tanto en el país como afuera. Una vez al año, organizamos un evento en Nueva York donde básicamente concurren argentinos que viven ahí y les va bien, y alguna vez recibieron ayuda y tienen algún deseo de retribuir y ayudar a otro. El año pasado hicimos un evento en Miami por primera vez. Hacemos una cena anual que es nuestro vehículo local más importante de recaudación; una feria de vinos; caminata por el Día la Mujer; funciones solidarias y decenas de acciones de recaudación. La gente a veces piensa que hacemos eventos culturales, pero es solo para juntar plata. Tenemos un negocio solidario llamado Tzédek (avenida Chorroarin 1280, Villa Ortúzar), donde recibimos donaciones de todo tipo de producto (ropa, muebles, electrodomésticos) y las vendemos a precio solidario. Es lo que se llama en el mundo un negocio social, y para nosotros es un vehículo de recaudación que también nos sirve para brindar ayuda en situaciones de emergencia como una inundación y nos llaman para ver si tenemos colchones.
Después está el aporte de la Claims Conference (The Conference on Jewish Material Claims Against Germany) para el programa de Sobrevivientes de la Shoá y algunos acuerdos con el gobierno nacional y con algunos provinciales, pero en un porcentaje muy pequeño.
¿Cuánta gente trabaja en la fundación?
Rentadas unas 100, y voluntarios unos 600, de los cuales 120 lo hacen de manera permanente en el banco de medicamentos o en Tzédek, y el resto para eventos puntuales como la cena de recaudación o jornadas de festejos como la kermés del Día del Niño.
¿Y a futuro tiene algún programa o plan?
En la medida que el país lo permita, nuestra idea es incrementar los programas educativos. Ampliar la cobertura todo lo que se pueda. Hay una línea de trabajo que a mi gusto es muy interesante y que hay que desplegar mucho más: tiene que ver con las alianzas entre el sector social, el sector privado y el Estado. Nosotros trabajamos desde hace un par de años con algunas localidades bonaerenses en programas de capacitación laboral, donde una empresa pone la plata y motiva la demanda que en este caso es electricidad (Edenor); armamos con una casa de estudios (UTN) un programa específico que matchea con los objetivos específicos en Edenor. Lo hacemos en Tigre y Morón y da muy buenos resultados.
¿Las empresas entienden el término “RSE”?
La primera respuesta es que hay de todo. Nosotros trabajamos con una gama muy amplia. Estamos en un momento medio bisagra, donde las empresas que tienen más desarrollo y recursos se encuentran en un proceso de viraje y mutando del concepto más tradicional de responsabilidad social como que los empleados vayan a festejar los cumples de los niños pobres a entender que esto va para otro lado y se trata más de invertir en sustentabilidad, que es la palabra del momento. Y en ese sentido algunas empresas tienen recursos, buena cabeza y ganas de pensarlo; hay un proceso de cambio que está muy bueno