La quinta sesión de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA 5) acordó esta semana la creación del primer tratado internacional contra la contaminación por plásticos, una iniciativa en la que participó Argentina y que científicos caracterizaron como “histórica”, al tiempo que señalaron las dificultades para revertir esta crisis en un mundo donde hasta lo que tomamos, comemos y respiramos tiene partículas plásticas.
En el encuentro que finalizó el miércoles en Nairobi, la capital de Kenia, respaldaron este acuerdo 175 países, entre ellos Argentina, a través del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible con la participación de Cecilia Nicolini, secretaria de Cambio Climático, Desarrollo Sostenible e Innovación.
La propuesta establece abordar todo el ciclo de vida del plástico, desde su origen hasta el mar, y ordena la creación de un “Comité intergubernamental de negociación” encargado de elaborar un acuerdo internacional jurídicamente vinculante para 2024.
De acuerdo a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), de las 460 millones de toneladas de plásticos producidos en 2019 a nivel global, menos del 10% se recicla y el 22% se abandonó en vertederos improvisados, se quemó al aire libre o se arrojó en plena naturaleza.
Andrés Arias, investigador del Conicet en el Instituto Argentino de Oceanografía (IADO), fue el único científico del país en participar del informe de la Organización de Naciones Unidas (ONU) titulado “De la contaminación a la solución”, que fue presentado en octubre de 2021 como base para las discusiones en la UNEA 5.
En diálogo con Télam, Arias aseguró que la decisión de la ONU es un hecho histórico por ser el “acuerdo global, en términos ambientales, más grande desde el 2015 luego del Acuerdo de París contra el cambio climático”.
Para el doctor en Biología es fundamental revertir esta contaminación porque los plásticos generan daños físicos, químicos y toxicológicos, entre los que destacó el impacto de las redes abandonadas en el mar que entrampan a animales como tortugas marinas y delfines, causándoles heridas, asfixia, restricciones de movilidad y la muerte.
Otro problema es cuando los peces ingieren los fragmentos de plásticos más pequeños que les provocan “cambios en su ciclo de reproducción y en su organismo, que comienza a defenderse del compuesto extraño en su sistema digestivo”.
Arias también alertó sobre el impacto en las personas: “Podemos ingerir plásticos desde el agua de la canilla o envasada hasta los alimentos marinos y la sal, incluso pueden respirarse porque las partículas muy pequeñas flotan en el aire y tienen la capacidad de generar respuestas inflamatorias y alérgicas”.
“Atraviesan las membranas celulares, el tracto digestivo, incluso en estudios clínicos se encontraron microplásticos menores a 5 milímetros en placenta humana”, detalló el científico y agregó que comemos plástico de forma inconsciente porque casi todos los alimentos vienen en un packaging elaborado a partir de combustibles fósiles.
Según el estudio “Dieta plástica” del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) consumimos más de 100.000 micropartículas de plástico al año, lo que equivale a comer una tarjeta de crédito por semana.
En nuestro país, el nivel de contaminación por plásticos en ambientes acuáticos es “muy similar al resto del mundo, no tenemos zonas de altísimo impacto”, dijo Arias.
Sin embargo, advirtió: “donde se ha buscado hemos encontrado”. Y citó como ejemplo un relevamiento al Iado de nueve lagos patagónicos, sin población en sus márgenes, donde hallaron en todos ellos microplásticos.
Para mitigar la contaminación, los especialistas coincidieron en que junto a las políticas nacionales se necesitan acuerdos globales que permitan cambiar la matriz de producción.
“La mayoría de las resinas plásticas que hoy se producen a nivel mundial son 100% no biodegradables, por eso es necesario rediseñar el producto con ingenierías más amigables con el ambiente”, indicó Arias y marcó la importancia de desarrollar una economía circular, donde los productos puedan ser reciclados de manera fácil y estandarizada.
“El gran problema del plástico es que parece un producto súper reciclable pero no lo es”, señaló y explicó que cuando se mezclan plásticos reciclados son diferentes porque los productores utilizaron distintos aditivos y colorantes.
Sobre las expectativas frente al acuerdo global que deberá estar listo para 2024 con metas para reducir la contaminación, los investigadores señalaron que hay que esperar cómo siguen las negociaciones.