Esos gigantes de hielo: Los glaciares

La provincia de Santa Cruz cuenta con uno de los más espectaculares paisajes de la Argentina. Emblema de la Patagonia austral, el glaciar Perito Moreno surge de las aguas del lago Argentino y se impone como una catedral de hielo que subyuga a los visitantes.

La vista se pierde entre los gigantes de hielo que parecen estar vivos: cambian de forma, avanzan, retroceden, construyen diques, se quiebran, se desprenden en témpanos que navegan por los lagos. Un escenario que no tiene comparación, que no resiste metáforas. Es imposible describir con palabras la belleza de los glaciares recortados contra el cielo patagónico, rodeados por cumbres cordilleranas y bosques andinos. Frente al emblemático glaciar Perito Moreno, en el Parque Nacional que lo contiene, se acallan las voces de los viajeros, quienes se quedan helados frente a uno de los espectáculos naturales más impresionantes en todo el mundo. Pocos lugares dejan sin palabras a tanta gente.

Patrimonio de la Humanidad

Son testimonio remanente de los últimos dos millones de años y presenciaron el fantástico episodio del nacimiento de la humanidad” recuerda la placa colocada por la UNESCO frente al glaciar Perito Moreno. En 1981, el Parque Nacional Los Glaciares, creado en mayo de 1937, fue incorporado a la lista del Patrimonio Mundial, no solo por su subyugante belleza, sino por su interés glaciológico y geomorfológico.

Ubicado en la región conocida como los Andes Australes del territorio argentino, al sudeste de la provincia de Santa Cruz (en el límite con Chile), el Parque comprende un escenario de montañas, lagos y bosques. El hielo y la nieve ocupan más de la mitad de la superficie del Parque, el cual debe su nombre a la presencia de numerosos glaciares que se originan en el gran Campo de Hielo Patagónico -el manto de hielo más grande del mundo después de la Antártida-. También conocido como Hielo Continental Patagónico, alimenta 47 grandes glaciares, de los cuales 13 descienden hacia la cuenca Atlántica. Además existen más de 200 glaciares menores e independientes del Campo de Hielo Patagónico. Como resultado del deshielo de este inmenso sistema, se originan dos grandes lagos: el lago Argentino y el lago Viedma, que vierten sus aguas al océano Atlántico cruzando toda la provincia a través del río Santa Cruz.

Los glaciares acaparan la atención. Si bien es cierto que el más conocido es el glaciar Perito Moreno, sobre el lago Argentino, el glaciar Upsala impresiona por su magnitud. Este último, con 50 kilómetros de largo y diez de ancho, es el más extenso de la cuenca atlántica. Le sigue en tamaño el glaciar Viedma con casi 600 kilómetros cuadrados de superficie sobre el lago homónimo.

No todo son glaciares en este páramo de belleza incontable. Las laderas de los valles y las costas de los lagos están tapizadas de frondosos bosques de lenga, ñire y guindo, y a medida que se desciende hacia el este, se imponen el notro y el calafate hasta que finalmente se abre la estepa patagónica y su horizonte infinito. En la zona sur, hay pinturas rupestres y el lago Roca tienta a los pescadores. El patrimonio del Parque Nacional incluye 26 especies de mamíferos nativos como el zorro colorado, el emblemático huemul, el ñandú y el guanaco. También es hogar de una diversa avifauna donde el cóndor, el águila escudada, la paloma araucana, el pato de los torrentes y el carpintero negro son algunos de los 150 nombres en lista.

El famoso: el glaciar Perito Moreno

 Al avanzar por la pasarela de la Península de Magallanes para arribar al mirador estratégicamente emplazado frente al glaciar Perito Moreno, este despliega su imponente fachada de cuatro kilómetros de ancho. Sus crestas de hasta 70 metros superan la altura del Obelisco. Detrás, su gélido lomo serpentea en forma de lengua por el valle que lo contiene. La superficie que ocupa el glaciar es de 195 kilómetros cuadrados, casi la extensión de la ciudad de Buenos Aires.

Sucede a cada rato que bloques de hielo se desprenden de la pared frontal del glaciar y caen estrepitosamente a las aguas del Brazo Rico del lago Argentino. Ya como témpanos, estos bloques desprendidos flotan y la corriente los traslada hacia la derecha por el Canal de los Témpanos. Los visitantes los siguen con la mirada: un desfile de formas caprichosas y tamaños arbitrarios que avanzan por aguas diáfanas. Puede suceder también que una inmensa pared de hielo se desplome y produzca olas y un estruendo amplificado. Sean pequeños o grandes estallidos, las paredes laterales del valle profundizan la acústica y el concierto de los hielos logra una envolvente profundidad sonora.

La fama internacional del Moreno se debe a la facilidad de acceso (una hora de viaje desde El Calafate) y al espectáculo de su ruptura. Cada tanto, una parte del frente del glaciar Perito Moreno se une con una porción de la costa de la península de Magallanes en la otra orilla del lago, donde el Canal de los Témpanos es más estrecho. Así se forma un dique que embalsa las aguas de los brazos Rico y Sur y obstruye el drenaje hacia el lago Argentino. De esta manera, el agua presiona el dique de hielo hacia el norte y en la medida en que se debilita comienza a resquebrajarse, hasta que cae por completo. El brazo del lago se nivela y con el tiempo el glaciar avanza hasta volver a generar el dique. Este fenómeno de creación del dique y su ruptura no responde a ciclos uniformes en cuanto a cantidad de años. La ruptura se documentó por primera vez en 1917 y la última vez que ocurrió fue en julio de 2008. En el medio, hubo rachas de tres rompimientos con dos años intermedios y también estuvo 15 años sin romper.

 A paso helado

Para quienes gustan de la aventura de ser parte de un paisaje tan imponente y no se conforman con la mera contemplación de su belleza, hay una alternativa imperdible: colocarse los grampones y realizar un trekking guiado por el gélido lomo de los glaciares. Esta actividad requiere de buen estado físico y muchas ganas de adentrarse en los dominios del hielo.

La caminata se realiza tanto por el Perito Moreno como sobre el glaciar Viedma y en ambas se requiere navegar hasta la base lateral de los glaciares, donde se lleva a cabo una pequeña charla preliminar sobre técnica y equipo –el uso correcto de los grampones y las medidas de seguridad para tener en cuenta durante el desarrollo de la actividad son tópicos fundamentales–.

Varios guías habilitados acompañan al grupo en su andar y aseguran la travesía mediante cuerdas y piquetas, con las que demarcan el camino y señalan las grietas ocultas en el suelo. Debido a su duración, hay que llevar comida, agua, ropa cómoda e impermeable, guantes, protector solar, anteojos de sol, sombrero y un par de medias secas para cambiarse una vez terminada la caminata.

El trekking largo dura entre cuatro y cinco horas y con la ayuda de los guías se observa cómo la masa helada, que desde la distancia parecía homogénea, es en realidad una sucesión de grietas, quebraduras, puentes, pendientes y cavernas heladas que, a medida que transcurre el verano, cambia constantemente. Los colores –azules, celestes y blancos– se alternan a medida que se avanza y según la incidencia de la luz del sol.

En algunos sectores, entre los guías se extienden una cuerda de escalada para usar de pasamanos y así –bien asegurados– es posible contemplar el paisaje inmaculado mientras se transita el pulcro escenario. Al final del recorrido, cansados pero felices, los aventureros sienten que pueden comprender un poco mejor la imponencia y la importancia de estos gigantes de hielo.

Más allá de los glaciares

 En El Calafate, la visita obligada es el glaciar Perito Moreno, pero más allá, la mítica ruta 40 continúa con rumbo norte hacia el pueblito de El Chaltén. En medio de este tramo de la ruta, justo en su intersección con el lechoso río La Leona, se encuentra el paraje homónimo, creado en 1894 por los Jensen, una familia danesa que aún conserva parte de la construcción original. El paraje funcionó como posta de carretas y caravanas que se encaminaban a Río Gallegos a vender lana. Más tarde fue testigo de otra parte de la historia –menos feliz–, cuando en 1921 se concretó la matanza de los esquiladores y peones rurales. Hoy La Leona es Patrimonio Cultural de la provincia y atesora recuerdos en sus paredes, como una fotocopia del anuncio con identikits y una leyenda debajo que reza: “Se buscan vivos o muertos”, en referencia a Butch Cassidy y  Sundance Kid, protagonistas del robo al banco de Río Gallegos (a principios del siglo pasado) y de una huida al estilo de un western norteamericano. Los colectivos, paisanos y andariegos que hoy recorren la zona encuentran cobijo del viento en el bar-restaurante, que además tiene un pequeño museo y un hotel.

Veintún kilómetros más adelante hay que desviarse de la 40 por la RP 23 –90 kilómetros– para llegar a El Chaltén. Esta villa turística se asienta en un valle idílico y es la capital nacional del trekking: una buena opción es elegir alguna de las caminatas alrededor de las enormes agujas graníticas que dominan el valle. En esta área del Parque Nacional, el hielo cede protagonismo al granito, el cerro Fitz Roy (3 375) señorea la comarca –acompañado por un séquito de agujas menores– y atrae a montañistas de todo el mundo, aunque solo los más expertos se le animan. Además, aquí mismo y hacia el oeste, el Campo de Hielo Patagónico Sur aloja otras delicias naturales: algunos de los glaciares más hermosos de la región, en especial, el glaciar Viedma con sus imponentes paredones de hielo color cielo merece una visita con tiempo.

Retomando la 40, a menos de 100 kilómetros rumbo al norte, espera el lago Cardiel a la izquierda de la ruta. Este es parada obligatoria para los pescadores con mosca en busca de grandes truchas marrones y arco iris. La ruta avanza bordeando toda la costa oriental del lago y antes de que termine el inmenso espejo de agua, aparece por la izquierda la RP 29 que accede a la estancia Las Tunas. Continuando por la Ruta 40, 107 kilómetros más adelante, se encuentra la RP 37 que conduce al Parque Nacional Perito Moreno. Un parque que bien merece un desvío en el camino. Se puede pasar la noche en La Oriental (una estancia ubicada dentro del Parque en un lugar privilegiado) o en la Estancia Menelik, emplazada en la pura estepa patagónica antes de llegar al Parque.


l termómetro de nuestros excesos

En todo el mundo, los glaciares se encuentran en retroceso y se asegura que es una tendencia que continuará y de forma acelerada en las próximas décadas. Algunos glaciares han desaparecido, otros han llegado a reducirse hasta la mitad y todos se encuentran en retroceso.

En la Argentina, la excepción es el glaciar Perito Moreno. El glaciar Viedma es un ejemplo representativo de lo que está sucediendo en todos los glaciares del sur. De la comparación de fotos de 1930 con imágenes actuales, los científicos calculan que este perdió en altura unos 50 metros y retrocedió casi un kilómetro. Otro ejemplo es el glaciar Upsala, respecto del cual los miembros de Greenpeace sostienen que “gran parte de la masa de hielo ya no existe“, basados en una comparación de una fotografía de 1928. De acuerdo con los resultados de las investigaciones realizadas, este glaciar retrocedió más de 13 kilómetros cuadrados en tan solo cinco años.

De manera muy simplificada, el problema podría explicarse así: los mantos de hielo y la nieve permanentes –tanto en territorio continental como en los mares– juegan un rol fundamental en la regulación del sistema climático global. El “secreto” es su alto índice de reflectividad de la radiación solar: reflejan hasta un 90 % de la radiación solar que reciben, mientras que las regiones boscosas devuelven entre el 1 % y 3 % de calor al espacio. Con menos nieve y hielo, el índice de reflectividad global disminuye y la superficie de la tierra conserva más calor, y aumenta así la temperatura global. Esto profundiza el desequilibrio en una suerte de círculo vicioso. A su vez, la atmósfera protege la vida en la Tierra, entre otros procesos, al absorber parte de la radiación solar ultravioleta en la capa de ozono y reducir las diferencias de temperatura entre el día y la noche.

Cuando se emite un exceso de dióxido de carbono hacia la atmósfera, se rompe el equilibrio y se recalienta el plantea (sería como forzar el metabolismo de los ciclos naturales). Esto es lo que viene ocurriendo en los últimos siglos, más precisamente en la era posindustrial. El mundo contemporáneo produce un exceso de gases que contaminan la atmósfera y los glaciares se derriten por una temperatura inadecuada o falta de precipitaciones.

No es posible explicar completamente este fenómeno, pero existe evidencia contundente de la relación del retroceso de los glaciares con el calentamiento global, y del accionar directo e indirecto del hombre que se suma a la variabilidad natural del clima. La influencia humana hace referencia principalmente a la quema de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) y a una excesiva y deficiente utilización de la energía.

En general, el aumento desequilibrado de la temperatura en la Tierra es una amenaza para la supervivencia de muchas especies. En particular, el derretimiento de los glaciares pone en peligro las reservas de agua potable a largo plazo y aumenta el nivel del mar poniendo en peligro a millones de personas que viven en zonas costeras.


La casa en orden: nuestros deberes

Si bien es cierto que en términos globales, el desafío significa una verdadera revolución energética en el mundo industrializado, también lo es que mucho puede lograrse si se empieza por casa. Existe un enorme potencial para ahorrar electricidad en el corto plazo: apagar el modo stand by de la tele y de los equipos de música e iluminar con eficiencia reemplazando las bombitas comunes por lámparas de bajo consumo (que ofrecen más luz, consumen entre cuatro y cinco veces menos energía y duran mucho más) son algunos ejemplos. Con estas mínimas acciones se tiene la llave para hacer realidad la revolución energética.

Para los que pueden dar un paso más allá, adquirir un lavarropas que utilice menos energía y agua o una heladera eficiente, que haga menos ruido, que no produzca escarcha ni condensación y que dure más, son excelentes medidas ecológicas. Y hay más, una vivienda perfectamente aislada será más confortable durante el invierno y más fresca en verano, y evitará costosos sistemas de calefacción y aire acondicionado: con ese fin se puede colocar aislamiento adicional en el techo y utilizar doble vidrio en las ventanas.

La crisis energética por la que atraviesa la Argentina es tan cierta como tangible. Los servicios no alcanzan para abastecer la demanda de energía y el gobierno nacional se empeña en proyectar la construcción de plantas para generar más y satisfacer la creciente demanda por los medios tradicionales. Además del gasto que demandan las obras de esta naturaleza y de lo costosa que es la producción y distribución de la energía por estos medios –en términos ambientales y económicos–, no hay que olvidar que en país, tanto el petróleo como el gas se están agotando.

 

Info útil:

 Parque Nacional Los Glaciares

Av. Libertador 1302 – (Z9405AHG) El Calafate – Santa Cruz – Argentina

Tel./fax: 54-(02902) 491-005/545/788/755

e-mail: losglaciares@apn.gov.ar

 Trekking sobre el Perito Moreno

www.hieloyaventura.com

 Trekking sobre el glaciar Viedma

www.patagonia-aventura.com

Administración de Parques Nacionales

Santa Fe 690 (1059) C.A. de Buenos Aires – Argentina

Tel.: (011) 4311-6633/0303

informes@apn.gov.ar

www.parquesnacionales.gov.ar

Centro de Información Turística de Santa Cruz en Buenos Aires

Suipacha 1120 – (C1008AAX) C.A. de Buenos Aires – Argentina

Tel.: (011) 4325-3098 / (011) 4325-3102

www.epatagonia.gov.ar

Subsecretaría de Turismo de Santa Cruz

Av. Roca N.º 863 (Z9400BAH) Río Gallegos – Santa Cruz – Argentina

Tel.: (02966) 43- 8725

www.epatagonia.gov.ar

 

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