“Nuestro producto tiene una filosofía de reciclado y recuperación”, Ornella Basilotta, CEO de Fracking Design

Cambiar con los tiempos que corren. Reconocer la incomodidad y girar el volante a tiempo justo para sumarse a una tendencia que la identifica y, además, hace bien al planeta. Eso es lo que les pasó en 2018 a Ornella, Mora y Carla Basilotta cuando crearon Fracking Design, una empresa B que recupera residuos de la industria del petróleo y los usa para confeccionar carteras, mochilas, billeteras y otros accesorios de primera línea bajo el lema “no sacrifiques la ética por la estética”.

PRESENTE habló con Ornella Basilotta, CEO de la empresa, para conocer sus motivaciones y el recorrido que las llevó a transformar una marca de indumentaria de Palermo en otra donde prima la sustentabilidad, que exporta a Estados Unidos y hoy les permite perseguir el sueño de liderar el diseño sustentable en Latinoamérica.

¿Cómo nació Fracking Design?

Nosotras fundamos la marca de indumentaria Basilotta en el 2009, impulsadas por el diseño independiente, de autor, la movida de Palermo que nace después del 2001 en la industria de la moda. Abrimos Basilotta en un showroom con un ADN superpersonal. Fue creciendo un montón y llegamos a tener cinco franquicias, tres locales propios, más de 45 personas en el equipo. Pero también en esos diez años la moda fue cambiando: empezó a mandar el fast fashion, y las grandes marcas como Zara llegaron a hacer más de 35 colecciones por año. Terminamos envueltas en eso, corriendo atrás del ritmo de la industria, y en el último tiempo ya nos veníamos sintiendo incómodas. Cuando empezamos a transitar esta crisis se nos ocurrió hacer una cápsula de fibras naturales. Entonces yo viajé a Neuquén en busca de estas fibras para incorporarlas a la colección de invierno, y ahí tuve la oportunidad de conocer a una tratadora de residuos. Entre otros residuos que ellos recibían, estaban las big bags (bolsones industriales). Cuando las vi, dije: “Esto es tela, es lo que vine a buscar acá”. En realidad, es un cliché, pero para mí esas crisis te hacen salir de tu zona de confort. Era buscar una forma diferente de seguir haciendo lo que tanto nos gustaba hacer.

Es decir que ustedes ya venían en una búsqueda hacia la sustentabilidad.

Sí, hasta ese momento no sabíamos las cifras reales de lo que la industria generaba y lo que significaba para Vaca Muerta ese descarte, pero sí que era algo distinto y que acá nadie lo estaba explorando. Y creo que hasta el día de hoy no hay marcas en los shoppings que estén trabajando fuerte en sustentabilidad. Ahí nace Fracking Design como una cápsula dentro de Basilotta, y a los seis meses dijimos: “Nosotras queremos hacer esto”. Yo ya no tenía ganas de hacer un pantalón, una camisa. El proyecto nos entusiasmó mucho, fuimos al INTI, empezamos a explorar. Para tomar dimensión, esto fue prepandemia, en 2018, y todavía la gente no visibilizaba tanto lo que era la crisis climática que estamos viviendo hoy. Teníamos un gran equipo de recursos humanos, una cartera de clientes que nos iban a ayudar a medir si había mercado para este nuevo producto y telas de temporadas pasadas. Entonces hicimos una colección de upcycling de Basilotta en la que reciclamos todas las telas. Todo lo que vendíamos era caja para empezar el nuevo proyecto, porque esas telas ya estaban compradas e íbamos a empezar a hablar de sustentabilidad. Hicimos una gira por el interior para visitar a clientes que ya teníamos y les contamos que reciclar estaba bien, que esas telas de temporadas pasadas se transformaban ahora en prendas nuevas y ahí presentamos tres o cuatro diseños de Fracking. En esa gira levantamos unos 5 millones de pesos, que era un montón de plata para arrancar, y ahí transformamos Basilotta en Fracking con nuevo capital genuino. Empezamos a “transicionar” también las redes sociales, la forma de comunicarlo. Fue superorgánico.

“En estos siete años el consumidor fue cambiando, fue entendiendo mucho más este tipo de productos”

¿Cómo armaron el proceso de producción, desde el descarte hasta la confección de los accesorios?

En ese momento, esa tratadora que había conocido nos empezó a mandar algunos bolsones ya limpios. Después, con mis hermanas viajamos a Vaca Muerta y nos reunimos con las empresas generadoras del residuo –areneras, petroleras– y armamos una unidad de lavado allá con personas del rubro de maestranza que trabajaban para estas empresas. Les enseñamos a tratar el material, cómo desarmar las bolsas y lavarlas. Fue el primer impacto que generamos. Mientras, seguíamos teniendo el mismo equipo de Basilotta, pero eso también fue transformándose, porque las máquinas que teníamos no servían para coser las telas de Fracking porque eran máquinas livianas para hacer tela. Entonces fuimos vendiéndolas y comprando nuevas. Inventamos técnicas para hacer los productos, aprendimos con proveedores generosos que nos enseñaron a trabajar sobre todo el cuero curtido vegetal que usamos, que es descarte de una fábrica que lo curte de una forma ancestral, sin cromo. No usamos ecocuero porque se rompe, pero el cuero ya de por sí es un descarte de la industria de la carne. También entiendo que la sustentabilidad es muy dinámica. Yo pienso que lo bueno es acompañar este tipo de cambios y saber que nada es ciento por ciento sustentable.

Después del lavado y desarmado de la bolsa, ¿qué sigue?

Previamente, hicimos una gestión para que separaran el residuo en origen y no lo enviaran a estas tratadoras mezclado con otra basura. El bolsón se desarma, se lava, viaja a Buenos Aires –donde le hacemos un proceso industrial y a través de un bobinado lo transformamos en rollos de tela de 20, 30 metros que nos permiten trabajarlo a escala– y luego, en nuestro depósito, lo clasificamos por color, por tipos de dibujos. Estos bolsones tienen letras que nosotros respetamos porque eso habla de la trazabilidad. Está bueno, es lo que los distingue. Al principio tuvimos que explicar mucho que cada bolso tenía una letra distinta, educar al consumidor de alguna manera, y hoy ya la gente lo superentiende. No pasa nada si te llega con una letra azul y la foto tenía una raya violeta. Nos dimos cuenta de que en estos siete años el consumidor fue cambiando y entendiendo mucho más este tipo de productos, y se acercó a probarlos.

Carla, Ornella y Mora Basilotta, creadoras de Fracking Desing.

Una característica de la marca es que no hacen modelos por temporadas, sino que estos se mantienen en el tiempo.

Sí, nuestro producto tiene una filosofía de reciclado ciento por ciento, de recuperación y de volver a esa moda, como hace 40 años, en la que un saco de pana de tu abuela te duraba para siempre o una cartera de cuero a medida que va envejeciendo más linda es. Nosotras buscamos que estos productos duren mucho. Y en el diseño lo mismo: no tenemos temporadas, sino que nos basamos en la funcionalidad del producto. Si vos entrás en nuestra página, muchos de los productos, como la matera y algunos modelos de mochila, los hacemos desde 2018 y se siguen vendiendo. Vamos sacando modelos nuevos a demanda de los clientes o puede ser que una empresa pida un bolso de viaje para un evento, por ejemplo, y vemos que el producto está bueno y que tuvo buena evolución, que la gente lo usa, así que lo ponemos en el e-commerce y se vende. Por eso me gusta más hablar de una marca de diseño que de moda, porque yo entiendo que un producto de Fracking puede convivir en una tienda como Intervista, en la que estamos hoy en San Telmo, que tiene una curaduría de muebles antiguos reciclados y decoración. No es algo que esté asociado a una temporada o una tendencia.

¿Los cordones también son reciclados?

No, los avíos –o sea cierres, cordones– es lo único que no es reciclado. Son cordones de algodón, de industria nacional, que hace una emprendedora. Reciclamos los materiales utilizados para forrar el interior de los artículos, como la funda de notebook, que es acolchonada. Lo de adentro es un polex que es descarte de la fábrica de aislantes de techo Isolant, ubicada en Pilar. No usamos tinturas. Tampoco estampamos, porque las técnicas que son al agua no se adhieren al material y, por filosofía del producto, no estamos de acuerdo en usar tinturas plásticas porque son supercontaminantes.

¿Cómo se conforma el equipo?

Somos un equipo de diez personas. Cada una de nosotras lidera un área. Yo estoy en la parte de diseño y producción. Mori es licenciada en Comunicación y se encarga del marketing, la imagen de marca, las redes sociales y el e-commerce. Y Car está en la parte más institucional y comercial corporativa. Después tenemos un taller propio, un “laboratorio” digo yo, que nos permite responder rápido a la demanda mayorista o a la corporativa. Cuando te dicen “Necesito esto”, poder hacer un molde, la muestra y escalarlo rápido. Ahí tenemos dos costureras y una persona que está en la mesa y realiza el control de calidad, tanto el corte que se va como el que viene de los talleres. Y después tenemos más de diez talleres que son cooperativas, como La Teodora o Kbrones, que es un grupo de personas que estuvieron privadas de su libertad. Trabajábamos con una cooperativa de la exfábrica de 3G que cerró y dos de esas personas siguen con nosotros.

¿A cuántas personas emplean?

En toda la cadena productiva se involucran más de 65 personas. Hoy tenemos dos unidades de lavado más en la provincia de Buenos Aires porque empezamos a incorporar big bags de otras industrias, como la de alimentos: el año pasado reciclamos más de catorce pallets de big bags de Nestlé que tenían azúcar. Las trasladamos a las unidades productivas de San Martín y Ezeiza, donde trabajan mujeres en situación de vulnerabilidad a las que les damos los materiales para lavar los bolsones y capacitamos.

Además del sitio de e-commerce de la empresa, ¿dónde venden sus productos?

No tenemos local propio, pero vendemos en Malba, Tienda Intervista, Alparamis, Azucena –que es un local de decoración del Patio Bullrich– y varios puntos en el interior, como Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Río Negro. Y el año pasado empezamos a exportar a los Estados Unidos. Armamos una oficina comercial con unos socios estratégicos. Tenemos el Shopify allá y algunas ventas corporativas, pero es un camino difícil.

“Para nosotros el impacto atraviesa toda la cadena”

En línea con la impronta sustentable de la marca, en 2024 se comprometieron con la organización alemana de tecnología ambiental Clean Hub para recuperar plásticos. ¿En qué consistió este compromiso?

Estuvo rebueno, porque nosotros buscamos seguir generando impacto. Para nosotros el impacto atraviesa toda la cadena. O sea, cuanto más vendemos, más plástico reciclamos, más empleo podemos generar. Entonces dijimos: “Hagamos un paso más de impacto que no tenga que ver con lo económico, que sea quizás por ADN de marca”. Conocimos Clean Hub y nos comprometimos a reciclar 2000 kilos de plástico que ellos sacan del mar. Es un aporte económico, y ellos te pasan tu reporte mes a mes hasta que lográs el objetivo. Es como cuando una empresa no genera big bags, pero nos compra productos, como L’Oréal. Potencia el impacto desde otro lado. El plástico en el mar es uno de los problemas más grandes que tenemos.

Para terminar, ¿cuáles son sus objetivos para el futuro?

A mediano plazo buscamos seguir escalando a nuevos mercados, quizás Latinoamérica. Y estamos reviendo la estrategia de los Estados Unidos. Seguir creciendo. Y liderar el diseño sustentable en Latinoamérica, como pasa hoy en Europa, donde ya las marcas están consolidadas de hace quince años trabajando con materiales reciclados. Nosotros buscamos eso.

 

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