Natalia Stanchi, Directora de la Fundación Mediapila, habla de las acciones que llevan adelante para brindar capacitación, soporte y espacios de desarrollo a cientos de mujeres en situación de vulnerabilidad socioeconómica.
Los coletazos de la crisis de 2001 eran muy potentes todavía en 2005, cuando José María Sarasola regresó a la Argentina luego de estudiar durante algunos años en Australia. Inmediatamente, junto a su hermano Sebastián, decidió ponerse en acción, dar una mano para devolverles a algunas personas la oportunidad de conseguir su sustento y, a partir de allí, desarrollarse personalmente. Con experiencia en el rubro textil, le dieron vida a la ONG Mediapila con foco en talleres de costura. No tenían aún una sede fija, así que trasladaban las máquinas allí donde pudieran brindar capacitaciones. El tiempo y el esfuerzo les permitieron instalarse en Villa Crespo y constituir la base de una organización que en octubre cumple veinte años.
Natalia Stanchi es, desde hace cuatro años y medio, Directora Ejecutiva de Mediapila, organización con la que ya había estado vinculada antes como integrante del consejo de administración.
¿Este aniversario los obliga de alguna forma a mirar el recorrido que hicieron?
Sí, por supuesto. Igualmente, Mediapila es una organización que siempre está mirando ese recorrido. No somos una ONG que se quede muy quieta, buscamos formas de mejorar lo que venimos haciendo, siempre estamos en una constante revisión. Los veinte años movilizan y nos hacen mirar para atrás, pero no es un ejercicio que nos quede lejano, sino que lo hacemos muy seguido. Esto funciona también como una motivación, tanto interna como externa.
¿Cuánto cambió y cuánto se mantuvo en este tiempo?
Mantenemos el mismo propósito, que es promover la inclusión laboral de las mujeres. Trabajamos con mujeres que estén atravesadas por situaciones de pobreza, violencia o desigualdad, para brindarles herramientas concretas que les permitan acceder a un trabajo digno. Antes Mediapila funcionaba de forma más itinerante, enseñando el oficio de la costura en diferentes puntos de la ciudad, llevando una máquina de coser o usando alguna máquina que alguna mujer tuviera, armando grupos. La costura es un oficio que mantenemos porque es fácil de aprender y tiene rápida salida laboral. Con el paso de los años fue creciendo cada vez más la propuesta, con una mirada mucho más fina en la parte social, en el enfoque de género. Ahí se armó el modelo de trabajo integral que hoy tiene Mediapila.
“Nos encantaría profundizar más la salida laboral de las chicas egresadas de tecnología en empresas del rubro”
¿En qué consiste?
Hay un punto de inflexión en la historia de Mediapila en el que entendimos que, por más que le enseñes un oficio a una mujer, si esa mujer está inmersa en un estado de vulnerabilidad grande, probablemente no pueda hacer mucho con lo que le enseñaste. Necesita un mayor acompañamiento. Nosotras dividimos nuestro trabajo integral en tres ejes. El primero es la capacitación en oficios, donde las mujeres aprenden una herramienta de trabajo. Hoy son la costura y la tecnología. El segundo eje es el desarrollo personal, donde trabajamos en la confianza, la autoestima, el fortalecimiento en habilidades blandas que son tan importantes como lo técnico. Es un eje que tiene muy en cuenta cuáles son las realidades donde viven esas mujeres. Y, por último, tenemos el eje de inserción laboral, donde damos efectivamente herramientas para que puedan entrar en el mercado laboral. Pueden ser educación financiera, armado de presupuestos, aprender a venderse, oratoria, comunicación.
¿Cómo se da el encuentro entre la organización y las mujeres?
Con el paso de los años, Mediapila ya tiene muchísimo boca en boca en los barrios vulnerables de la ciudad de Buenos Aires. En la capacitación en oficios de costura recibimos a muchas mujeres, hay lista de espera. Las entrevistamos para conocerlas, entender sus realidades, ver si realmente van a poder comprometerse con el curso, algo que para nosotras es superimportante. Queremos que tengan más del 80 por ciento de asistencia para poder egresarse. Se va midiendo en las entrevistas el compromiso que puede llegar a asumir esa mujer y el estado de vulnerabilidad en el que vive. Desde 2005 enseñamos costura, hay ya una trayectoria que hace que camine un poco más orgánico. Por otro lado, estrenamos el oficio de la tecnología en 2020. Porque no teníamos tantas mujeres jóvenes en costura, no lográbamos que se interesara tanto la chica de 18 que acababa de terminar el colegio. Y ya estaba superincipiente el universo de la tecnología y su oferta laboral, específicamente la programación. Necesitábamos algo que les interesara a las más jóvenes, y programación se perfilaba como un oficio con salida laboral rápida y muy buena paga. Tenemos casos de éxito de chicas que tal vez vivían o viven en un barrio vulnerable de la ciudad, pero de repente son programadoras y están cobrando en dólares en una empresa. Eso cambia 180 grados la realidad de esa chica. Y son mujeres que, por el contexto en el que viven, probablemente no iban a darse la oportunidad de estudiar algo distinto a lo que ven en su cotidianeidad. No se puede ser lo que no se puede ver. La tecnología tiene una convocatoria larga y mucho más exhaustiva que la costura, porque debemos encontrar perfiles mucho más finos, mujeres que vivan en situación de vulnerabilidad, pero que hayan terminado el secundario y que tengan acceso a una compu con internet, al menos en algún momento de la semana, para cursar.
¿Tienen convenios con empresas? ¿Cómo funciona la bolsa de trabajo que comparten?
Sí, hay empresas con las cuales tenemos vínculos cercanos y fluidos. No se relaciona tanto con la bolsa de trabajo todavía. Vos te podés contactar con Mediapila buscando una costurera y nosotros te hacemos el contacto con una egresada de la fundación que puede tomar el puesto. Por otro lado, Mediapila tiene un área de producción textil que toma pedidos mayoristas de productos que están hechos por egresadas de la fundación. Eso está creciendo, se empieza a profesionalizar cada vez más, con empresas que quieren un producto que tenga un poquito más de impacto para regalar a sus empleados o para regalar en alguna fecha especial. Tenemos una responsable del área de producción y un equipo de egresadas que forma parte de esa área. Se les paga por ese trabajo y funciona también como un taller-escuela, porque entregar a tiempo, hacer la factura, los costos, poner un presupuesto, todo eso también forma parte del proceso. Hay un montón de empresas que se comprometen y eligen Mediapila para sus productos. No es solamente una oportunidad de trabajo para las mujeres, sino que, como Mediapila es una organización sin fines de lucro, todo lo que entra por esa área de producción se destina automáticamente a financiar un curso nuevo, a becar a más mujeres o arreglar algo de la sede. En cuanto al universo de la tecnología, nos empezamos a vincular con empresas a través de voluntariados corporativos. Nos encantaría profundizar más la salida laboral de las chicas egresadas de tecnología en empresas del rubro. Pudimos hacer algunas pruebas de a poco, pero nos gustaría aceitar más ese proceso. Es uno de nuestros planes a futuro.
Actualmente, ¿cómo está conformado el equipo de Mediapila?
Tiene un equipo fijo de ocho personas, que trabajamos todos los días, algunas full-time, otras part-time. A la vez, hay un consejo de administración con personas que forman parte de la ONG hace muchísimos años. Antes de estar en la dirección yo formaba parte. Ese consejo está en los planes estratégicos de la organización, da soporte a la dirección ejecutiva para la toma de decisiones a futuro. Hay personas de diferentes ámbitos: contador, relaciones humanas, personas que fueron también parte de la diaria de Mediapila, dos exdirectoras. Es un gran soporte para la organización. Volviendo al equipo fijo de ocho personas, tenemos a la dirección ejecutiva, a dos personas encargadas de liderar tanto el área de tecnología como el área de costura –ambas con mucho foco en la empleabilidad–
¿Qué objetivos tienen para lo que queda del año y el año que viene?
A corto y mediano plazo, los esfuerzos están orientados a fortalecer la sostenibilidad institucional, profesionalizar cada vez más la propuesta y profundizar el impacto social que generamos. Siempre estamos pensando en cómo seguir haciendo crecer eso. Nosotras en costura, por tantos años dedicadas a esto, tenemos un camino muchísimo más aceitado en la empleabilidad de esas mujeres. Hay una bolsa de trabajo, está el área de producción textil, hay un gran foco en emprendedurismo: si podés y querés, te podés ir de Mediapila con tu propia marca desarrollada y venderla en tu barrio. Nos gustaría llegar a eso mismo en tecnología, que es más nuevo para la fundación.