El Campito Refugio: un espacio de oportunidades

Por Gianella Di Benedetto

Sergio Moragues, Director de El Campito Refugio, comparte la historia y el presente de esta ONG pionera en la protección animal. Desde 2009 rescatan, rehabilitan y dan en adopción a perros en situación de calle. Hoy son un referente en salud, cuidado y concientización social.

El Campito nació en 2009 por iniciativa de Nani Salgado, una mujer comprometida con los animales que ya transitaba perros en su casa incluso antes de dar este gran paso. La organización tiene la misión de rescatar, recuperar y dar en adopción animales en situación de calle, pero también trabaja el objetivo de involucrar a la sociedad en un cambio profundo: reconocer la dignidad de cada perro y garantizarle una vida justa.

Sergio Moragues, abogado de profesión y hoy Director de la organización, se sumó primero como adoptante y luego como voluntario comprometido. Su recorrido personal se entrelazó con la historia del refugio hasta convertirlo en una causa de vida. Con más de 350 perros, un equipo especializado y un fuerte trabajo de concientización, El Campito es hoy un espacio que no solo salva vidas, sino que también inspira a la comunidad a repensar su vínculo con los animales.

¿Cómo nació El Campito?

Fue en febrero del 2009. Lo fundó Nani Salgado, que ya recibía perros en tránsito en su casa. Veía lo que vemos todos, la necesidad es mucha y los espacios de contención y rehabilitación son muy pocos. Para el Día de los Enamorados, su marido le regaló el predio y así comenzó esta historia. En aquel entonces, en los Zoonosis de la provincia de Buenos Aires se mataban perros, eran las perreras de antes. Fue un momento de transición entre la vieja perrera y un nuevo paradigma. El primer rescate que se hizo fue de 300 perros que estaban en distintos Zoonosis. Realmente vivían en condiciones espantosas. Nuestra misión es el rescate, la recuperación y dar en adopción animales sin hogar, pero la realidad es que la idea siempre fue involucrar a la sociedad, por eso este lugar nació a puertas abiertas, y siempre se invitó a la gente a venir, a involucrarse.

¿Cuándo te sumaste al equipo?

Llegué en el 2010 como adoptante de Zorrito, mi primer perro ciego. Me gustó mucho el lugar, vi que había mucho para hacer. Aparte de ser abogado, en ese momento tenía un restaurante en Núñez, y con mi socio decidimos ayudar organizando una cena a beneficio.

Paralelamente, El Campito estaba teniendo mucha exposición en Facebook, estaba entre las diez páginas más vistas del mundo, y eso llevó a una alianza con NatGeo, que implicaba aspectos a manejar, aprender y gestionar de los que me pidieron que me encargara. Desde ahí me involucré mucho más. Unos años después se retiró la primera comisión directiva, y Nani me llamó para consultarme si quería tomar la posta. Sentía que me daban un Fórmula 1, pero no quería chocarlo. Decidí que, si iba a hacerlo, debía contar con más herramientas. Hice un postgrado en San Andrés en Dirección de Organizaciones Sin Fines de Lucro como para tomar contacto con las mejores prácticas. Tuve que hacer unos cuantos cambios en mi vida, pero realmente El Campito me dio un sentido de misión que no tenía, de mi propia vida. Tengo la sensación de que la huella de mi paso por este mundo está acá.

Una responsabilidad importante.

Muy importante, porque además es un compromiso de 365 días las 24 horas. Por ejemplo, en las fiestas, Navidad y Año Nuevo, hay que estar acá y contener, porque es un momento muy crítico por el tema de la pirotecnia. Es una actividad que no puede parar nunca.

¿Cómo se compone el equipo?

Nosotros nos dividimos como si fuésemos dos organizaciones que funcionan en paralelo. Una para hacer las cosas muy bien en el refugio y otra para contarlas lo mejor posible y conseguir los recursos para que esa operatoria sea posible. En el medio, hay una estructura administrativa que mantiene el orden necesario para seguir avanzando. La parte de refugio tiene una directora operativa, Betty, dos veterinarias a cargo de toda la parte de salud, diez cuidadores que trabajan bajo relación de dependencia. También hay un equipo de voluntarios –somos alrededor de 50 personas–, y luego está la parte de comunicación, de movilización de fondos, de desarrollo de fondos, que está a mi cargo como Director de la ONG. Además, trabajamos con un equipo externo de profesionales veterinarios, compuesto por oncólogos, traumatólogos, cirujanos, oftalmólogos, cardiólogos, todas las especialidades están cubiertas. Lo que más me enorgullece de El Campito es el extraordinario equipo de salud que tenemos y el trabajo que se hace.

Betty es parte del equipo de El Campito.

Fueron declarados como de Interés Sanitario por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires…

Porque nosotros trabajamos junto a la Ciudad de Buenos Aires en grandes rescates, ya sea de criaderos o en casos de acumuladores, dado que a veces estos rescates se demoran porque no hay nadie que tenga la estructura para contener a los animales. Así que trabajamos mucho con ellos en eso.

Por otro lado, este reconocimiento tiene que ver con que históricamente se ha entendido al refugio como un espacio de acumulación, lugares que no tienen mucha salud, no tienen espacio, donde los animales no ven al veterinario nunca, comen mal, y El Campito viene a demostrar que un refugio tiene que tener otra realidad Tenemos la idea de que los perros tienen en sí mismos una dignidad y un valor, que no depende del que le da el humano. Nosotros asumimos que somos embajadores de ese valor. Todo lo que hacemos y todas las acciones están encaminadas a que esto se vea, que sean incorporados en la consideración de la sociedad de manera mucho más justa. Por lo que todo el trabajo de comunicación, el trabajar a puertas abiertas, el “Adoptá, no compres” que se logró imponer, las caminatas por la vida que hicimos en la ciudad de Buenos Aires durante diez años son acciones valoradas, y forman parte de este reconocimiento.

¿Pensás que en los últimos diez años la ciudadanía desarrolló un poco más de conciencia?

Sí, claramente. Por ejemplo, en relación con el “Adoptá, no compres”, si bien siempre habrá gente que va a comprar, hay cada vez más personas que adoptan. Nosotros nacimos como un refugio no eutanásico, e hicimos un trabajo tremendo en acompañar políticas públicas de mayor respeto hacia los animales. En 2011 se prohibió en las dependencias oficiales la práctica del sacrificio de perros y gatos. Por otro lado, muy de a poco, empiezan a aparecer hospitales públicos veterinarios. Nuestro municipio acaba de inaugurar uno. También se puso en valor todo el tema de hacer el control poblacional de una manera ética a través de castraciones.

En 2014 fue el primer fallo que declaró a una chimpancé, Sandra, sujeto de derecho no humano. Dos meses después, nosotros formamos parte del equipo que logró que por primera vez se les reconozca ese mismo status a perros. El avance es un proceso de cambio que viene desde la sociedad hacia los que deciden y que operan con un tema legal. La Ley 14.346, que es del año 1956, fue una norma que trató de imponer desde arriba hacia abajo y durante casi 60 años fue letra muerta. En los últimos diez años esto cambió. Pero recién se empezó a aplicar asiduamente cuando la sociedad tuvo un cambio con respecto a la consideración de los animales.

Los cambios sociales son lentos, a veces las leyes los acompañan, a veces no. Creo que hay un consenso. Si bien existe un debate sobre si los animales son objetos o algo distinto, y hay algún proyecto de ley que los declara como sentientes y también muchos fallos que los declaran sujetos de derecho, podemos ver que incluso los que dicen que son un objeto, reconocen y proclaman que tienen que ser protegidos. Hay muchos proyectos legislativos y seguramente en poco tiempo veremos alumbrar uno que endurezca algunas penas con respecto al maltrato animal.

“Tenemos la idea de que los perros tienen en sí mismos una dignidad y un valor, que no depende del que le da el humano. Nosotros asumimos que somos embajadores de ese valor”

¿Cómo se realizan los rescates?

El rescate se hace ya sea porque a veces alguno de nosotros ve un perro que realmente necesita asistencia, o bien porque alguien nos solicita ayuda para un perro que requiere atención. Tenemos prioridad para ancianos y para inválidos, aquellos cuya vida corre mucho riesgo en la calle. Lamentablemente estamos obligados a evaluar cada caso, porque solo podemos ingresar la misma cantidad de perros que se van en adopción, y la cantidad de pedidos supera diez o quince veces las posibilidades que tenemos.

Cuando llegan, el protocolo comienza con un análisis de sangre, una ecografía y una evaluación del estado general. Todos los perros que ingresan necesitan un período de recuperación bastante largo, que demanda muchos recursos y trabajo. Hay un equipo de voluntarios, llamados Guardianes del Campito, que llevan todas las historias clínicas. Contamos con controles, estudios, vacunas, desparasitación interna y externa. Hay entre 350 y 400 perros, eso es lo que se maneja normalmente, y diría que 200 están permanentemente dentro del circuito de salud. Muchas veces requieren tratamientos prolongados e intensivos. Tenemos nuestra propia sala de internación, pero no posee terapia intensiva, sino intermedia.

¿Cómo se organizan los perros dentro del predio?

En principio, mientras no están castrados, se separan machos de hembras. También tenemos un espacio de cuarentena para infectocontagiosos por moquillo o parvovirus. Existe un lugar especial para hembras gestantes, recién nacidos y cachorros. Los ancianos tienen otro sector, que ahora estamos terminando de armar la ampliación. Los perros discapacitados tienen su lugar aparte. Y luego hay una población general que está en caniles muy amplios en los que hay cuatro o cinco perros. Recordemos que son animales sociales y está bueno que estén juntos, pero hay que armar los grupos correctamente, manadas que puedan ser estables y llevarse bien. Lamentablemente llegan muchos perros que han sido entrenados para la pelea, para atacar, por lo que necesitan un sector individual.

Ustedes realizan algunas acciones con empresas ¿verdad?

Sí. Tenemos varias empresas que colaboran y lo hemos logrado a través de generar legitimidad en la sociedad. Contamos con alianzas con laboratorios de especialidades medicinales, también con una compañía de logística, otra de electrodomésticos y otra de indumentaria. Incluso hicimos una alianza con Panini en una oportunidad y se realizó un álbum de figuritas de perritos. Iveco hace poco colaboró en la preparación de nuevas casas para los perros.

También contamos con voluntariados corporativos, que nos ayudan a trabajar en la sociabilización de los perros, algo que parece muy sencillo, pero cuando tomás contacto con los perros te das cuenta de lo importante que es venir a pasearlos y estar, ellos necesitan recibir amor y también dar. En general, los que llegan acá han sido muy maltratados o han tenido vidas muy difíciles, por eso es muy importante que conozcan gente, que pasen por distintas manos y vayan entendiendo que el ser humano no los va a maltratar, es esencial trabajar en sacarles los miedos. Hacemos una labor que no solamente es médica, sino también emocional.

“Es importante entender que un refugio es un lugar muy difícil de sostener y de gestionar, requiere mucho aprendizaje, entrega y trabajo; entonces necesita ayuda y cualquier aporte, por pequeño que parezca, es significativo”

¿Cómo es el proceso de adopción?

Se hace todo por escrito. Brindamos la información completa del animal, sus necesidades, si está enfermo, si requiere un tratamiento, etcétera. El proceso, en su totalidad se realiza directamente con el adoptante, con quien lo va a cuidar, no damos en adopción perros para regalar, por ejemplo. Hacemos preguntas y llevamos adelante un esquema de trabajo que tiene que ver con hacer pensar algunas cuestiones. No queremos que la adopción sea algo compulsivo sino una acción meditada. También buscamos conocer el perfil del adoptante, esto es importante porque podés encontrarte con alguien que te dice que tenía un perro pero lo dejó salir solo y no regresó, o que lo quiere para cuidar la casa, y son situaciones de falta de cuidado que ya te dicen algo.

Una vez que la adopción se concreta, realizamos un acompañamiento. Trabajamos con el concepto de generar una comunidad, entonces la verdad es que es muy natural recibir noticias. Nosotros somos padrinos de por vida de los perros que damos en adopción, y buscamos ayudar siempre que sea necesario.

Por otro lado, a veces sucede que deben volver al refugio. Pero no siempre es porque no los quieren más. Hace un tiempo recibimos una carta de un adoptante que nos decía que tenía una enfermedad terminal y que él estaba seguro que la familia no se iba a hacer cargo de su perro, por lo que actuamos rápidamente para dar con una familia que pudo acogerlo.

Tenemos un equipo muy grande de gente que nos apoya. Cualquiera de nuestros veterinarios en estos casos, dona su tiempo, y no porque se lo pidamos, sino porque están involucrados con la misión. Creo que no hay excelentes profesionales si no son antes excelentes personas y el deseo de ayudar se impone. Entre todos podemos resolver situaciones que no pueden resolverse de manera individual, y esa creo que es la filosofía.

¿Cómo son las visitas escolares que realizan?

Campito Escolar surgió con la intención de concientizar y de trabajar con niños desde las bases. El objetivo es enseñarles, por ejemplo, sobre la responsabilidad que implica tener una mascota en el hogar, entre otras cosas, con paseos, comida, cuidados, debidamente identificada y vacunada, y sobre los beneficios de la castración a temprana edad. Asimismo, buscamos sensibilizar a los niños sobre el maltrato animal y nuestro mayor objetivo es poder lograr que las generaciones futuras se comprometan a ayudar a aquellos animales que estén en situación de calle.

Hacemos charlas en colegios, pero también tratamos de que los chicos vengan al refugio, porque lo que verdaderamente nos transforma es lo que hacemos y tocamos, y la experiencia de estar con los perros nos parece que es lo que cierra el círculo, lo convierte en una experiencia muy valiosa que difícilmente no deje una huella.

“Somos padrinos de por vida de los perros que damos en adopción, y buscamos ayudar siempre que sea necesario”

¿Cómo se puede ayudar?

Si bien no todos los refugios somos lo mismo, los perros no lo saben, por eso es importante visibilizar el trabajo de todos, ponerlo en valor, porque no tiene sentido que, por ejemplo, nos escriban desde Tucumán para adoptar un perro si allí hay refugios, o que la gente se entusiasme con ayudar a El Campito cuando en su ciudad hay espacios que realizan una labor similar a la nuestra y están pasando necesidades. Es importante que las personas entiendan que un refugio es un lugar muy difícil de sostener y de gestionar, requiere mucho aprendizaje, entrega y trabajo; entonces necesita ayuda y cualquier aporte, por pequeño que parezca, es significativo.

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