Como italiano, Alan Barbieri siempre sintió un lazo fuerte con Argentina debido a la historia que comparten ambas naciones por las oleadas inmigratorias, y en este primer viaje que hizo al país, pudo comprobar un poco esa unión intrínseca que tenía con esta tierra, a pesar de no conocerla hasta ahora. Radicado en Milán, el hombre es actualmente el Jefe de Programas y Alianzas de The Human Safety Net, fundación del Grupo Generali que tiene más de 80 programas implementados en 26 países diferentes, los cuales Barbieri lidera.
Desde allí coordina acciones en América Latina, Europa y Asia, en colaboración con diferentes ONG que ayudan a llevar adelante las tareas diarias. En la Argentina, estas aliadas son Fundación Emmanuel y Haciendo Camino, que junto con La Caja vienen implementando el Programa Familias, brindando herramientas a padres y madres de niños de hasta seis años en las comunidades de Colonia Urquiza (La Plata) y en diversas localidades como 8 de abril, Mosconi, Autonomía, Tacañita y Añatuya, en Santiago del Estero. Además, en los próximos meses se sumará la ONG de Luján De la Nada.
¿Cómo fue tu primera visita a la Argentina?
A nivel personal, he sido testigo del enlace entre la Argentina e Italia desde hace muchos años, por lo que tenía mucha curiosidad por conocer el país y el trabajo que hacemos aquí, tanto en Buenos Aires como en las zonas rurales. La verdad es que fue todo muy interesante y aprendí mucho.
¿Cómo es este nuevo centro social que acaban de inaugurar en Santiago del Estero?
Está ubicado en Tacañitas, en el interior de la provincia. Fue muy interesante conocerlo porque es un sitio que abrió hace solo seis meses. Cuando llegamos no había ni un techo, solo un edificio a medias, y gracias al trabajo de todos mis compañeros que han ido ya cuatro veces hasta allí, ahora es un edificio que se puede utilizar, que está muy bien y al que puede acudir mucha gente que necesita la ayuda y que antes tenía que irse muy lejos para llegar a otros centros. La posibilidad de estar ahí, de inaugurarlo y celebrar juntos para mí fue muy importante, fue como llegar a un objetivo muy preciso que teníamos todos.
¿Qué tipo de actividades llevan adelante en este centro en particular y en los otros que tienen en el país?
Trabajamos en 26 países del mundo. En la Argentina, en particular, nos enfocamos en la primera infancia, en familias que viven en condiciones de vulnerabilidad, brindándoles herramientas a padres y madres de niños y niñas hasta los seis años, realizando diferentes talleres como los de crianza o de nutrición. Acá en Santiago del Estero por ejemplo pudimos dar talleres de oficios como electricidad, tejido, herrería, cocina y ese tipo de cosas. Esto lo hacemos en todas las zonas en las que trabajamos, nos enfocamos en los padres para, a través de ellos, llegar a ayudar a los niños. Hay unas 60 ONG que colaboran con nosotros, y los partners que tenemos en Argentina pueden compartir muchas de las buenas prácticas que tienen o que necesitan adquirir con todas las ONG, retroalimentándose.
¿Cómo es la recepción de las comunidades cuando ustedes llegan a estos lugares a instalar los centros y a querer ayudar?
Yo me hacía esa misma pregunta cuando comencé, porque vengo de otro país y quería ver un poco cómo era, cómo nos recibían, y me sorprendió mucho. Me quedé impresionado de manera positiva, porque lo primero que noté es que conocían a Haciendo Camino, pero también conocían a The Human Safety Net, a los voluntarios de La Caja, a todos, y eso para mí es la receta fundamental, porque no es que una vez que se van de ahí no vuelven más. Es gente a la que han vuelto a ver muchas veces, los conocen y eso hace que nos acojan muy bien y que estén muy contentos de que les demos la oportunidad de tener un centro cerca y no tener que recorrer muchos kilómetros para llegar a uno.
¿Cuáles son los planes para trabajar aquí en el país?
Actualmente en la Argentina estamos trabajando con dos ONG, Fundación Emanuel en La Plata y con Haciendo Camino en Santiago del Estero. Para mí este es el comienzo, porque queremos crecer y hacer más cosas en otros lugares. Hay muchas necesidades y creemos que con The Human Safety Net podemos llegar a tener una cobertura más grande en el país. No voy a decir a cuántas regiones o a cuántas provincias nos gustaría llegar ahora, pero tenemos un road map muy preciso de cómo crecer y como ayudar a más personas, algo que podemos lograr con las ONG con las que ya trabajamos o encontrando nuevos partners, dependiendo de las necesidades.
¿Cómo es el trabajo con estas ONG?
Algo con lo que The Human Safety Net ha ayudado mucho a las ONG es con las capacitaciones. Cada ONG tiene distintas capacidades, hay algunas que tienen dos o cuatro personas, otras que tienen 80, son muy distintas entre ellas pero todas necesitan apoyo, no solo económico y financiero, sino también capacitación, que es el valor añadido que queremos ofrecerle a los voluntarios. Tenemos actividades Pro Bono, actividades ofrecidas por compañeros que no viven en la Argentina. Un ejemplo muy concreto y que a mí me gustó mucho fue el de un grupo de personas desde Milán, Italia, que ayudaron a Haciendo Camino a implementar un proceso de Smart Automation, para automatizar los datos que tenían que antes estaban en un papel y ahora se encuentran digitalizados y ordenados.
¿Cómo es el desafío personal de manejar más de 80 programas diferentes en 26 países, con culturas distintas y problemáticas diversas?
Yo represento a un equipo mucho más grande. Vivo en Milán pero viajo mucho para conocer los proyectos en el terreno mismo, porque si no lo hiciera no podría hablar de lo que hacemos. Además, tengo un equipo bastante grande de Project managers, que también viajan a visitar los proyectos que tenemos en Asia, Europa y Latinoamérica. Pero lo que creo que hace la gran diferencia en The Human Safety Net es el hecho de que tenemos in house knowledge, conocimiento interno en el sentido de que toda la gente que trabaja con nosotros a nivel global son personas (incluyéndome a mí) que vienen del sector social. Yo trabajé durante 10 años para diferentes ONG de varios países del mundo, y mi equipo también. Todos tenemos experiencia científica en el desarrollo de la primera infancia, en el apoyo a los refugiados y otros temas en los que trabajamos. Para mí esa es la receta: contar con el conocimiento interno para poder hablar con las ONG que tienen una terminología muy distinta a la del sector privado y el sector social.
A pesar de las diferencias culturales entre estos 26 países ¿Se encuentran con problemáticas similares y las abordan de maneras parecidas o los desafíos cambian?
Podemos tomar lo que hacemos en la Argentina, más que nada en Santiago del Estero, como ejemplo. La atención que brindamos aquí, a nivel nutrición, no es algo que necesitemos aplicar en otros países de Europa. Hay un nivel básico de conocimientos a nivel nutrición que está consolidado, por lo que el trabajo es más que nada a nivel cognitivo, en otros niveles. Pero sacando algunas particularidades como estas, más o menos vemos lo mismo en todos los países, porque ser padre es difícil para todos y muchos ponen atención en la supervivencia, quedándose sin energía y tiempo para otras cosas que son fundamentales para los niños, como jugar y tener atención positiva de los padres.
Durante 2024 han logrado muchas cosas ¿Cuáles serían los objetivos que tienen ustedes en este 2025, al menos aquí en Argentina?
El mayor objetivo para mí es crecer. Estamos trabajando en la Argentina desde 2018, ya son varios años, y lo que queríamos hacer al principio que era tener un piloto, consolidar el trabajo, tener una base científica de lo que se hace aquí y un estudio de impacto ya lo tenemos. Teniendo esta base, queremos ampliar lo que realizamos. A mí me gustaría mucho ver la posibilidad de que el sector público, a nivel ayuntamiento o a nivel provincial, pueda ir poco a poco adoptando el modelo que nuestras organizaciones estuvieron desarrollando. Que el sector público pueda colaborar con el privado y el social para tener una partnership más completa. Y, por supuesto, poder ver otras zonas del país a donde expandirnos.