Por: Eduardo Gorchs, CEO Siemens Sudamérica
La agricultura es un vector determinante de la economía global. Esta industria, tan necesaria y a la vez compleja, enfrenta desafíos crecientes debido al aumento constante de la población y la reducción de los recursos disponibles, como la tierra cultivable y el agua.
Según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la población mundial superará las 9 mil millones de personas para el 2050, lo que incrementará la demanda de productos agrícolas entre un 60% y 70%. Ante este escenario, una estrategia de desarrollo productivo que combine tecnología de electrificación inteligente, automatización y digitalización se presenta como una oportunidad crucial para obtener una ventaja competitiva en ese sector.
El crecimiento demográfico mundial no solo aumenta la demanda de alimentos, sino que también reduce la tierra disponible para uso agrícola. Esto, sumado a la urbanización acelerada —con dos tercios de la población viviendo en zonas urbanas para 2050— y los objetivos climáticos globales, nos lleva a repensar la forma en que producimos alimentos y nos impulsa a desarrollar nuevas formas de agricultura inteligente que minimicen los kilómetros que se recorren para trasladarlos y que logren la optimización de recursos, manteniendo estándares sustentables en cada fase del proceso.
La transparencia en la cadena de suministro y la reducción de costos son otros factores críticos. La necesidad de trazabilidad y de un desarrollo agrícola autónomo está en aumento, y el crecimiento programado puede reducir significativamente el tiempo de comercialización, ayudando a cumplir con las normativas internacionales.
Con la implementación de tecnologías de automatización, IoT, digitalización y análisis del big data para lograr mayor precisión se dio paso al agro 4.0, el cual ha evidenciado un cambio en la forma de producir: hoy tenemos más eficiencia, análisis de factores climáticos que influyen en los campos, uso controlado y específico de insumos, reducción de costos y exactitud en tiempos de cosecha. En Argentina, más del 90% de la maquinaria utilizada para pulverizar, cosechar y sembrar cuentan con monitores de rendimiento, motores eléctricos y sensores para análisis y control del terreno. El uso de estas y otras herramientas, les permite a los agricultores tomar decisiones de manera informada, consciente y clara para impactar positivamente en sus cultivos de una manera integrada, cibersegura y sustentable.
En Siemens, hemos trabajado -los últimos años- en lo que se denomina la agricultura del futuro; es decir la vertical. Este tipo de cultivo es una oportunidad escalable para cualquier mercado y a la fecha ya son varios países en donde se llevan a cabo este tipo proyectos, entre ellos el alemán, emiratí, checo y norteamericano.
Este modelo agrícola surgió para mitigar desafíos como la inseguridad alimentaria, la demanda de productos con menos o libres de insumos químicos, el limitado acceso a tierra cultivable, los altos costos de producción y la escasez de mano de obra especializada.
La agricultura vertical permite cultivar productos en interiores, durante todo el año y más cerca del consumidor, disminuye las tasas de desperdicios, reduce los altos costos de transporte y reduce la huella de carbono de la cadena de suministros. Con esta técnica, se consume un 95% menos de agua, se pueden controlar los niveles de luz para generar condiciones óptimas de crecimiento, regular la temperatura y los niveles de CO2 requeridos por las plantas. Su diseño vertical facilita una gran producción en un espacio reducido, lo que será vital en un futuro cuando las áreas urbanas lleguen a su tope máximo de ocupación.