Alexia Keglevich, liderazgo de vanguardia

Es la cara visible de ASSIST CARD, empresa pionera en la asistencia al viajero. Audaz y dispuesta a jugarse por lo opuesto a lo convencional, logró adaptar el pensamiento de la compañía a la realidad del siglo XXI con una mirada fresca e innovadora.

ASSIST CARD nació por casualidad, como extensión de la empresa FRANCE SECOURS INTERNATIONAL (FSI), que en los años 60 comercializaba un listado de abogados francoparlantes para los turistas que visitaban España en automóvil y se encontraban con problemas legales o mecánicos. Esas necesidades fueron aumentando y se trasladaron también a los ámbitos de la salud, es decir, de los vehículos a sus conductores. Hacia fines de la década el negocio ya era un éxito y los accionistas fundadores decidieron entonces vender sus servicios a América del Sur. El elegido para hacer la transición fue Nicolás Keglevich. Así fue como en 1972 se ideó ASSIST CARD, que introdujo al mercado el concepto de “asistencia al viajero” en contraposición a los “seguros al viajero” que existían en esos momentos. Con su casa matriz en Ginebra (Suiza), la empresa tiene en la actualidad presencia en 36 países a nivel mundial, entre ellos la Argentina, Estados Unidos, Francia y Sudáfrica, y brinda servicios a 119 países.

La elección de Keglevich como abanderado de este innovador proyecto que nacía en Latinoamérica no podía ser más adecuada. “La familia de mi padre, que venía de Hungría, perdió todo durante la guerra –relata Alexia Keglevich, CEO de ASSIST CARD–. Él, mi tía y una niñera lograron escapar en un tren de la Cruz Roja y llegaron a un campo de refugiados en Bélgica. Después de la guerra, mi padre vivió allí y también en Francia, Suiza y Brasil. Luego se trasladó a la Argentina, donde conoció a mi madre, y juntos volvieron a Europa. Desde allí trajo el concepto de ASSIST CARD”.

El hecho de haber recorrido tantos países aún siendo joven y de haber experimentado diferentes necesidades en esos viajes, tal vez haya sido la palanca que impulsó a Keglevich a trazar el exitoso camino de la empresa en América del Sur. Pero el resultado, como casi todo lo desconocido, no fue fácil ni inmediato. “Si bien el concepto lo trajo a comienzos de los 70, no se hizo conocido hasta la década siguiente. Latinoamérica es un mercado muy cabalero; le teme a la mala suerte”, explica la titular de la compañía. Pero para un europeo que había sufrido la separación de su familia, vivido en un campo de refugiados y viajado por el mundo tan joven, ese no parecía ser un problema.

En 1981 la compañía había crecido tanto que necesitó una estructura propia de servicios y logística. De esta manera inició el desarrollo de start-ups de centrales de operaciones en todas sus sedes y, cuatro años después, ya estaba posicionada en los cinco continentes. El crecimiento fue continuo y también innovador. Más tarde vendrían nuevas ideas y creatividad de la mano de Alexia Keglevich, que se incorporó a la empresa cuando tenía 16 años.

 Carrera en ascenso

“Siempre quise ser independiente –recuerda–. Mis padres se separaron cuando yo era muy chica, que en esa época era como tener un estigma, y mi madre siempre se quejaba por las cuotas alimentarias que él le pasaba. Yo no quería depender de nadie, por eso salí a trabajar”. Su primera experiencia laboral fue en el Mountain Club de Bariloche, donde se desempeñó durante ocho meses y tenía un sueldo de 60 dólares. Luego, su padre le ofreció trabajar en ASSIST CARD como cadete y no solo aceptó, sino que además le encantó. En ese entonces no existía la carrera de Marketing, así que paralelamente optó por estudiar Relaciones Públicas y Comunicación Social. Un tiempo después, abrió el primer Departamento de Marketing y Publicidad de la empresa.

Pero su espíritu inquieto tenía mayores aspiraciones. “En 1995 yo quería crecer más laboralmente, pero mi padre me frenaba; entonces me fui”. A pesar de su determinación, los tiempos no la acompañaron. En ese momento estaba separada, tenía una hija y también la hipoteca carísima de una casa. Además, después de su renuncia, su padre le sacó todos los beneficios de la empresa. “Como yo había abierto el mercado asiático, pensé que iba a conseguir trabajo rápidamente. Pero durante las entrevistas en otras empresas, cuando llegaba a las últimas etapas, me preguntaban de quién dependía en ASSIST CARD y yo les decía que de mi padre. En esa instancia siempre quedaba afuera. Finalmente, cuando solo me quedaban 100 dólares en la cuenta, me llamaron del Banco Río para entrevistarme con un señor que ya conocía de ASSIST CARD. Él me dijo que conocía a mi padre y que seguramente era muy buena empleada porque había podido trabajar con él”. Fue entonces que la vida de Keglevich dio un giro de 180 grados. Su paso por el banco fue un éxito, la ascendieron varias veces en un período de dos años y se llenó de experiencias positivas. En ese lapso la entidad fue vendida al Santander de España y eso la ayudó en el aprendizaje de un proceso de venta. Además, como Jefa de Tarjeta de Crédito lanzó el primer cobranding con Mastercard. “En el año 2000, cuando estaba en la cresta de la ola, me había vuelto a casar y tenía una segunda hija, mi padre me pidió que volviera”. Enfrentada con la disyuntiva de quedarse en el banco o volver con su padre, la directiva optó por lo que más deseaba. “Me tiró la sangre”, reconoce.

Como CEO de la firma desde 2006, impulsó la productividad y eficiencia de la compañía, que aumentó su facturación ocho veces más; diversificó las líneas de negocio; desarrolló nuevos canales de venta, productos y servicios; implementó una nueva imagen de marca y continuó su expansión en el mundo.

En 2011, Nicolás Keglevich vendió el total de las acciones al grupo norteamericano Starr Companies, pero ella continuó con su puesto directivo. Aun así, llegar a ser la representante de la marca no fue un camino fácil. “Crecí en un ambiente machista. En ASSIST CARD no existían los puestos gerenciales para mujeres”, afirma. Y agrega: “Hasta el año 2000 había discriminación de la mujer en el trabajo. Recuerdo que siempre que entraba en reuniones me pasaba los primeros 15 minutos tratando de justificar por qué estaba ahí. Los demás me miraban y pensaban que yo solo participaba porque era la hija del dueño”.

Keglevich explica que en el mundo actual no existen esas diferencias. “Creo que hubo un cambio en la década del 2000 tan abrupto a nivel mundial que generó un cambio cultural. En diez años las mujeres van a copar los cargos gerenciales”, asevera. Según cuenta, estos cambios también se deben a que se supieron apreciar las aptitudes femeninas. “Ser sensible es una fortaleza y antes era una debilidad. La mujer que tiene entre 20 y 25 años posee todo un mundo por delante por conquistar”.

 La RSE, de la mano de una emprendedora

Cada momento vivido y cada práctica fueron herramientas que Keglevich capitalizó y utilizó en su trabajo. En una empresa cuya misión es generar experiencias extraordinarias en sus clientes “anytime, anywhere, any reason”, que desafía paradigmas y es en sí misma de carácter asistencial, no podía faltar un acercamiento al plano de la RSE.

“Yo tenía una prima hermana que era mi íntima amiga. En 2011, a los 43, le detectaron cáncer en un ovario y en tres meses falleció. Ese fue uno de los años más difíciles para mí; lo viví con mucho dolor. Fue un antes y un después”.

Lo que experimentó en ese período, según relata, provocó un cambio abrupto en su pensamiento y su corazón, y “para que esa muerte no hubiera sido en vano”, se propuso ayudar. “Yo quería hacer algo con chicos. A mi prima le encantaban, pero no había podido tener hijos”. Así, en honor a ella, montó un centro de salud en Pilar y a través de esa iniciativa conoció a los chicos de Techo, una organización que ella misma define como “muy auténtica”. El popular dicho “No hay mal que por bien no venga” en este caso fue certero. El dolor y el sufrimiento fueron catalizadores para Keglevich. “Antes quizás ayudaba, pero no lo hacía tan consciente”, admite.

Desde 2012 ASSIST CARD colabora con la campaña regional “Sumemos un Dólar para un Techo”, mediante la cual se donan USD 0,50 por cada tarjeta vendida a través de los canales de venta directa de la empresa. El objetivo de este programa es la construcción de viviendas de emergencia para familias que viven en condiciones de extrema pobreza y que muchas veces no tienen acceso a agua potable, electricidad y necesidades básicas. Las casas prehechas de madera y chapa de la fundación Techo están construidas 50 centímetros por sobre el nivel del suelo para aislar la humedad y con materiales simples para evitar accidentes. “Entregar tu tiempo es lo más valioso, es una acción enorme que además te llena el alma”. Hasta diciembre de 2013 la empresa había participado en la construcción de 19 casas en la Argentina, Colombia, Uruguay y Brasil. En una de esas tantas construcciones, Keglevich conoció a Leide, un chico que miraba cómo hacían las casas. Su familia era de bajos recursos y él también quería una. Rompiendo el protocolo y las prioridades de Techo, ASSIST CARD trabajó para construirle un hogar y así cumplir su sueño.

Uno de sus planes a futuro es viralizar la campaña a toda la región e invitar a sus clientes y socios a construir con los empleados de la empresa.

Pero la primera iniciativa de RSE de la compañía no fue con Techo, sino como consecuencia del tsunami en Asia en diciembre de 2004. “Ese fue el cimbronazo de RSE de ASSIST CARD –sentencia la directiva–. Si bien mandábamos dinero a través de Sri Lanka e Indonesia, ayudar era muy complicado porque la gente se lo robaba y no llegaba a destino”. En contraposición, la CEO reconoce que en la actualidad la RSE está más profesionalizada y que es un deber de todas las empresas trabajar por un mundo mejor y aportar su granito de arena. “Es un tema de ejemplo. Si la empresa proclama tener valores, es su deber demostrarlos, hacerlos valer y ser coherente con lo que predica. Existe mucha hipocresía, y a veces es muy difícil tratar de mostrar de manera auténtica que uno ayuda sin parecer que está haciendo marketing”, afirma.

En el período entre 2004 y 2011 la empresa hizo donaciones e iniciativas puntuales, y Klegevich fue nombrada madrina de algunas escuelas rurales. Pero a partir de 2011 la RSE se posicionó como un área implícita de la cual se ocupan dos personas en el sector de Comunicaciones.

Entre las iniciativas responsables y sustentables que lleva a cabo la compañía, se encuentran acciones con Haciendo Caminos, de las que participaron unos 20 empleados, y la ayuda a la Fundación de los Colores, que empodera a las mujeres de las villas mediante la enseñanza del oficio de maquillaje. “Son personas que piensan que no pueden hacer nada y de repente ven que pueden”, asegura con una sonrisa. ASSIST CARD también realiza donaciones a la fundación Make a Wish y protege a los chicos que viajan con asistencia de la firma. “Los chicos, la salud y la educación son nuestras prioridades”.

Entre las acciones in-house se encuentran la recolección de tapitas para el Hospital Garrahan, el reciclado, la reducción en el uso de las impresoras, el cuidado de áreas comunes y la concientización en la limpieza.

Este año, la empresa también fue auspiciante de la película La era de hielo en un evento que se llevó a cabo en La Rural, donde manejó la producción, colocó un pelotero gigante e invitó a una sala vip a los chicos del sector de Nefrología del Garrahan.

Este espíritu colaborativo e inclusivo que caracteriza no solo a la actividad de la empresa en sí sino también a sus acciones responsables, también se traslada a la convivencia dentro de sus oficinas. “Esta es una empresa que asiste y ayuda; quien trabaja en ella tiene que amar ayudar”, remarca Keglevich. Por eso, para las actividades de RSE existen voluntarios que pueden hacer donaciones o colaborar con su tiempo.

En ese marco, la diversidad multicultural es una premisa invaluable de la compañía. “Fue un cambio de paradigma. Antes de 2011 no había posibilidad de que hubiera empleados con tatuajes o piercing, y tampoco se podía tomar mate en los escritorios. En otras épocas uno agradecía poder venir a trabajar, hoy las empresas les agradecen a sus empleados que concurran”. Según explica, la nueva generación (los millennials) es insaciable y necesita recibir para poder dar. Y ese es un cambio que ASSIST CARD adaptó a su forma de encarar el trabajo. “Nuestra prioridad son los equipos y un ambiente relajado, es parte de nuestra estrategia para que la gente esté contenta”. Con colores blancos, rojos y azules fuertes, las oficinas son abiertas e interactivas, y allí se respira un ambiente agradable. Las salas de reuniones tienen vidrios y cada escritorio sus propias características. Fotos, logos, muñecos y artículos de oficina inundan la mesa de cada empleado. El objetivo: lograr un ambiente agradable y que ir trabajar no sea un fastidio. Y la oficina de Alexia Keglevich no es una excepción. Además de un enorme mapa del mundo que enfrenta su escritorio, la directiva tiene recuerdos de viajes, souvenirs, merchandising de la marca en un amplio mueble, premios, artículos del artista Romero Britto y fotos de sus hijas.

“En 2002, cuando no teníamos dinero para pagar los aguinaldos, yo decidí redoblar la apuesta. Mi padre me decía que estaba loca, pero aun así logré que implementáramos lo que se llama 2×1 en junio de cada año”. Como premisa de esta acción, la empresa se transforma todos los años en una temática diferente y les pide a los empleados el doble de esfuerzo, sacrificio y ventas. El lanzamiento de cada junio implica una puesta en escena enorme.

 Un perfil autogestionado

Alexia Keglevich es un ejemplo vivo de la perseverancia. “Soy una persona hiperapasionada; entrego todo lo que puedo y lo que tengo. Creo que mi valor agregado es el gran amor que siento por esta empresa. No tanto el conocimiento, pero sí la experiencia. Esta es mi vida”.

En 2014 fue reconocida por la revista Latin Business Chronicle (LBC) dentro de su ranking anual de “Las Mejores 50 Mujeres Ejecutivas de Latinoamérica”. Además, fue seleccionada por el diario La Nación como una de las cuatro referentes del país en materia corporativa durante el “Encuentro de Mujeres Líderes 2015”.

Fiel a su espíritu aventurero y emprendedor, Keglevich está en plena preparación para ascender hasta Campo Base del monte Everest en mayo de este año con Facundo Arana. Esta acción se realizará en el marco del lanzamiento del nuevo producto “ASSIST CARD Extreme”, que tiene como objetivo demostrar que los límites no existen. Un viaje más, otro punto del mundo visitado por Keglevich, que sueña con conocer más países. Quizás, como Phileas Fogg en La vuelta al mundo en 80 días, ella también pueda recorrer el planeta entero.

Alexia Keglevich

Colegio: Highlands.

Universidad: Universidad Argentina de la Empresa (UADE).

Posgrados: IAE Business School.

Idiomas: Español, inglés, italiano, portugués y francés.

Hobbies: Viajar.

Tu mayor logro: “Mis hijas”.

El rasgo principal de tu carácter: “Intensa y apasionada”.

Persona viva que admirás: El Papa Francisco.

Tu personaje histórico favorito: Alejandro Magno.

Lo que aún te resta hacer en tu vida: “Me falta ayudar, dejar huella, visitar un montón de lugares que quiero conocer y consolidar mi nueva familia”.

 

 

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