Andrés Valero, Líder de Sustentabilidad y RSE en Grupo Avinea: Sustentabilidad de impacto mundial

El recorrido profesional de Andrés Valero podría servir como analogía del camino que hicieron la mayoría de las compañías en su vínculo con la sustentabilidad. Ingeniero industrial recibido en la Universidad Nacional de Cuyo, Valero tomó contacto con temáticas como la protección de acuíferos. No la veía entonces desde una perspectiva ambiental, sino con el foco puesto en la producción, en la solución de problemas específicos y concretos. Con el paso de los años y gracias a becas internacionales que le permitieron sumergirse más profundo en este universo, su interés mutó y decidió abordar lo ambiental desde una perspectiva más amplia, ya no como un asunto concreto, sino como una cuestión que atraviesa de manera transversal todas las actividades productivas y, más que eso, la vida en el planeta.

“Me volqué de lleno a temas de sustentabilidad con un foco más corporativo de desarrollo de negocio, con la parte ambiental como un soporte importante. Con esta visión de ayudar a transformar y generar negocios que tengan impacto”, dice Andrés Valero, que desde hace tres años es Líder de Sustentabilidad y RSE de Grupo Avinea. La compañía vitvinícola está compuesta por cinco bodegas: Pacheco Pereda, Cuesta del Madero, Cruz de Piedra, Otronia y Argento, la punta de lanza en cuestiones ambientales y de sustentabilidad, que desde su origen produce vinos orgánicos.

“Cuando el consumidor final pone una botella en la mesa, quiere saber qué hay detrás. Cada vino comunica el varietal que tiene, la fruta y otros atributos del origen, ¿por qué no comunicar también qué impacto positivo genera a través de prácticas sustentables o prácticas orgánicas, de manejo de suelo o prácticas de comercio justo?”, comenta Valero.

-Bodega Argento, en ese sentido, ¿es la marca principal del grupo?

-Es el corazón filosófico del proyecto. En 2012 nace con esta visión, cuando se empiezan a desarrollar los viñedos propios de la bodega. Se decide, junto a diferentes consultores de nuestro equipo enológico, que la mejor manera de desarrollar la viticultura en esa área iba a ser a través de las prácticas orgánicas. Exigía tener un conocimiento muy profundo de lo que había. En ese momento, se llevó a cabo un mapeo del suelo en nuestra principal finca, en Agrelo, Mendoza, que son casi 220 hectáreas de producción. Sobre esa base se definieron casi ochenta bloques de producción diferentes, que es lo que hace que después se puedan producir vinos de calidades diferentes, de expresiones diferentes, aunque vengan todos de un mismo viñedo. El desafío que tuve cuando ingresé fue ver cómo esta filosofía fuerte que tenemos de producción orgánica la embebemos en el modelo de negocios corporativo del grupo.

-¿En qué consiste la producción orgánica?

-Está definida según protocolos en diferentes países, son una serie de reglas que uno tiene que cumplir. Para que un producto sea definido como orgánico no hay que usar productos que vengan de síntesis para hacer control de plagas ni para fertilizar el suelo. Existen algunas restricciones y una lista de productos habilitados. El concepto ha evolucionado, y desde Grupo Avinea siempre tratamos de ir un pasito más allá de esta serie de reglas. Nosotros vendemos a más de cincuenta países, y algunos exigen más niveles que otros. No solo certificamos el estándar orgánico para la Argentina, sino también para la Unión Europea, Estados Unidos, Brasil y diferentes mercados. Son varios procesos más de auditoría. Más allá de la práctica orgánica, queremos coexistir con todo el ecosistema que está alrededor.

-¿De qué manera van un paso más allá?

-Por ejemplo, implementamos un programa de investigación y desarrollo, Matriz Viva, que es donde englobamos todas las buenas prácticas que hemos tenido que aprender y que debemos desarrollar en los próximos años para escalar la producción orgánica. Queremos saber qué microorganismos hay en el suelo, cuáles son los que nos permiten descomponer nutrientes de una manera más rápida para que la planta los tenga disponibles, qué tipo de coberturas vegetales podemos usar entre los viñedos, entre otras cosas. Antiguamente, uno decía “Este es un buen viñedo, bien mantenido”, cuando debajo de las filas de la viña había pura tierra. Ahora el concepto es todo lo contrario: vas a nuestros viñedos y ves que hay cultivos de cobertura, algunos espontáneos y otros particulares, que nos permiten que el suelo esté vivo y mantenga diferentes microorganismos. Contamos con ensayos con los que buscamos ver el servicio ecosistémico que nos pueden traer diferentes flores, pensando en que tenemos que hacer un control integrado de plagas y maleza, ya que no poseemos las herramientas de la viticultura convencional.

-¿Podrías darnos un ejemplo de aplicación?

-Sí, el programa Matriz Viva, liderado por la ingeniera Cecilia Acosta, se ha enfocado mucho en entender cuáles son las hormigas que nos pueden hacer daño en un viñedo. Hay más de tres mil especies de hormigas en el mundo, y queremos ver cuáles son las que nos afectan a nosotros, cómo conviven con el viñedo, dónde prefieren tener su nido, cuál es la parte de salida del nido y sus desechos, y qué estrategias tiene uno para coexistir en lugar de eliminarlas. Sabemos, por ejemplo, que les gustan los suelos desnudos, más cálidos, porque viven de un hongo que desarrollan en su hormiguero. Hacemos cultivos de cobertura, entonces los suelos tienen mejor temperatura y las hormigas se van fuera del viñedo. Hay unas variedades de salvia que las atraen más que ir a un brote de viñedo, y sabemos que si plantamos eso en diferentes lugares van a estar más atraídas por llevarse una hoja o un pétalo de esta salvia que por ir a atacar el viñedo. Hay controles biológicos que se están estandarizando, que hay que probarlos para que estén aprobados por las certificadoras de orgánico.

-¿Con qué organizaciones establecen alianzas en esta línea?

-Principalmente, con INTA y la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Cuyo. Tenemos abiertas 18 líneas de investigación en Matriz Viva, lo que nos permite no solo enfocarnos en las hormigas, sino en temas de absorción del uso de carbono, valorización del resto de la biodiversidad, manejo de suelo. El programa es mucho más amplio y por eso decimos que vamos un pasito más allá en esta misión de liderar la viticultura sostenible. Tiene que ver con estar siempre empujando la barrera, porque todo lo que se hace en el marco de Matriz Viva se hace con institutos de investigación, y los resultados terminan siendo públicos, porque la idea es que la viticultura argentina en el mundo sea reconocida como sostenible. Si sucede eso, hay más lugar para la viticultura argentina y es donde podemos competir.

-En 2021 fueron socios fundadores de la Sustainable Wine Roundtable, ¿por qué se hizo necesaria su creación?

-Si bien existían muchas organizaciones locales, como en la Argentina la cámara empresarial Bodegas de Argentina, que definió el protocolo local de sustentabilidad, no había nada que representara a nivel global la visión desde el punto de vista del negocio. Existen otras organizaciones, pero siempre con un foco más académico o de política pública, que tienen una toma de decisiones más profunda, pero que tardan mucho más tiempo en lograr efecto. Una mesa como esta, enfocada en los negocios, puede ser mucho más ágil en la toma de decisiones. Sustainable Wine Roundtable es una ONG que nació en Reino Unido y busca unificar criterios de sustentabilidad en toda la cadena de producción vitivinícola en el mundo. En su comité de liderazgo anual, que integramos, se definen cuáles son las políticas por impulsar, el estándar global para la producción vitivinícola o cómo puedo comparar un estándar como el protocolo de sustentabilidad de la Argentina con el de Chile, Nueva Zelanda o alguno de los cinco o seis que hay en California. Ellos buscan definir una regla básica. Estandarizar, por ejemplo, el peso de la botella.

-¿Cómo sería eso?

-Sabemos que a medida que reducimos el peso de la botella en un mercado global, estamos reduciendo kilos que se transportan, y eso se traduce en una reducción de huella. Sin embargo, si lo hace una compañía sola, puede terminar en una desventaja competitiva, porque al mismo punto de precio, el consumidor final a veces tiene la tendencia a elegir la más pesada, que da una percepción de mayor calidad o cantidad. Si todas las botellas del mismo punto de precio tienen el mismo peso, se saca ese aspecto en la toma de decisión del consumidor, que puede optar por el producto que quiere, y ojalá sea el más sustentable.

-Si bien Argento es la punta de lanza, ¿se traducen sus prácticas en el resto del grupo?

-Sí, totalmente. A mí me toca liderar el programa de sustentabilidad integrado de la compañía, que tiene diferentes pilares. Por un lado, nos enfocamos en las condiciones laborales y el desarrollo personal de nuestros colaboradores. Tenemos un programa de finalización de la secundaria, con el cual nuestros trabajadores pueden terminar cursando en aulas dentro de la bodega en horario laboral. Los que ya han terminado pueden acceder a un programa de becas de desarrollo, donde uno puede hacer algo muy complejo como un MBA o una maestría en una especialización, si considera que eso va a sumarle valor al mundo de trabajo. Desde la bodega se trata de tener planes para desarrollar a personas que forman parte del grupo. Por otro lado, la certificación de comercio justo es muy importante para nosotros, y la tenemos bajo el estándar Fair Trade, que implica que, además de contar con auditorías de comisiones laborales, de derechos humanos y otros requisitos, cada vez que se vende un producto que es etiquetado como Fair Trade se genera un fondo de prima que tiene diferentes destinos, como es el caso de proyectos internacionales de Fair Trade que abarcan temas como igualdad de género, los jóvenes en el mundo agrícola, cómo mantener a los pequeños y medianos productores y a sus familias con esos cultivos. También hay un fondo de prima que vuelve a nuestros trabajadores, y son ellos, en una asociación civil sin fines de lucro, quienes deciden cómo usarlo cada año. Eso aplica para todas las marcas de Grupo Avinea. En todas nuestras fincas y bodegas se cumplen las mismas prácticas, tienen el protocolo de sustentabilidad de Bodegas Argentinas certificado, que cubre casi todos los aspectos ambientales: manejo de agua, de energía, disposición final de residuos.

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