Bilbao, el alma del país vasco

La capital de la vascongada provincia de Vizcaya, en el norte de España, se presenta al mundo como una de las ciudades más bellas del Viejo Continente; pero también como punto de encuentro de una cultura única que busca mantener sus raíces vivas y perennes.

La ciudad de Bilbao no solo llama la atención por su imponente fisonomía, donde conviven en armonía edificios varias veces centenarios con otros que encabezan la vanguardia de la arquitectura moderna y contemporánea, sino también porque resguarda la cultura, la tradición y la lengua de un pueblo orgulloso de sus raíces: el vasco.

Bilbao fue fundada en los albores del siglo XIV, y desde entonces inició un camino hacia la prosperidad económica y cultural que perdura hasta hoy. Durante la Edad Media, todo el comercio de Castilla hacia el mar pasaba por allí, y el puerto de Bilbao se convirtió en uno de los principales de España. El frenesí mercantil giraba en torno al pescado, la cera, la sal, la lana, el tabaco y las barras de hierro, material que se extraía de las minas en los alrededores. El comercio fluía desde el interior de España a través de la ría de Nervión –que divide a la ciudad de Bilbao en dos mitades– hasta el mar Cantábrico y, desde allí, a las costas de Inglaterra, Flandes y los Países Bajos.

Ya en el siglo XVII Bilbao fue declarada la capital de Vizcaya, una de las tres provincias vascas del norte de España. Y en los siglos XIX y principios del XX, la flamante capital se afianzó como polo industrial y económico del País Vasco: llegó el ferrocarril, se fundó el Banco de Bilbao y se creó la Bolsa de Bilbao, florecieron las empresas siderúrgicas y las fábricas.

En la actualidad, esta ciudad pujante, respetuosa de sus raíces vascas y de su medio ambiente, se alejó del pasado industrial y decantó por dedicarse en cuerpo y alma al turismo en el marco de un proceso constante de revitalización estética, social y económica. Basta caminar por sus bellos paseos y alamedas, por las márgenes de un río impoluto, o trepar a sus colinas con vistas despampanantes y visitar sus edificios emblemáticos para dar cuenta de que Bilbao es bien merecedora del Premio Mundial de las Ciudades Lee Kuan Yew. El galardón mencionado, recibido en 2010, reconoce a esta metrópoli como una comunidad vibrante, habitable, próspera y sostenible.

El Guggenheim, un emblema de la nueva Bilbao

Un recorrido por la ciudad podría empezar por su edificio moderno más emblemático. Se trata del Museo Guggenheim de Bilbao, el cual recibe más de un millón de visitantes al año. Desde el punto de vista de su arquitectura, el edificio inspira una metáfora poética. Visto desde la ría de Nervión, la “catedral” vasca de obras de arte emula un buque hercúleo; y los paneles de metal que la revisten, las escamas de los peces. Esta soberbia alegoría es un homenaje a la obsoleta impronta industrial y pesquera de Bilbao, a sus antiguos astilleros.

Visto desde el cielo, el Guggenheim tiene la forma de una flor de pétalos plateados. Como si el humo de las fábricas bilbaínas del siglo XIX y XX hubiera sido el abono para el florecimiento de una ciudad que se volvió diáfana, moderna y ecléctica, una urbe bien plantada en el siglo XXI.

El creador de este edificio es el canadiense Frank Ghery, un arquitecto y artesano de lo imposible. Su lema –“Un edificio, una vez terminado, debe ser una obra de arte, como si fuese una escultura”– se cumple a rajatabla en la que parece ser su obra maestra. Inaugurado en 1997, el Guggenheim es una “escultura” que brilla y hace brillar a su entorno: los parques que lo rodean, los paseos ribereños y los cercanos puentes que conectan ambas márgenes del río. Salta a la vista por qué, al poco tiempo de su apertura al público, se convirtió en la obra arquitectónica contemporánea más importante del mundo.

Por la noche, las luces variopintas que iluminan la ciudad se reflejan en la ría como una Vía Láctea y el Guggenheim parece un buque de oro varado en la orilla.

El mirador de Artxanda

La mejor panorámica de Bilbao es, por lejos, la del mirador de Artxanda. Se puede subir a pie o en auto. Pero la forma más graciosa de llegar es tomar el funicular en la Plaza del Funicular, en la intersección de las calles Castaños y Múgica y Butrón, cerca del puente Zubizuri, obra y arte del famoso arquitecto español Santiago Calatrava.

El teleférico repta monte arriba, entre los bosques y las casas que trepan por la falda de la montaña. En el mirador, un verdadero balcón sobre la ciudad, los bilbaínos se llenan los ojos de orgullo y de paso se exilian del ajetreo urbano. Pero además es un lugar de recogimiento a los pies de una escultura enorme, Huella dactilar, en honor a las víctimas del bombardeo a la estación del funicular durante la Guerra Civil Española.

Es una buena idea hacer el camino de regreso a pie, cuesta abajo, hasta el corazón chic de la ciudad. Algunas calles del centro de Bilbao son una especie de bosque de cristal, porque abundan los edificios de vidrio, un sello arquitectónico de la modernidad, sobre todo por sus ventajas para la administración de los recursos económicos que redundan en beneficios ecológicos. Por caso, la superficie de cristal es luminosa, resiste muy bien las prolíficas lluvias bilbaínas, es fácil de limpiar y no hace falta pintarla.

El Casco Viejo, la cuna de la ciudad medieval

Nuestro paseo continúa por el Casco Viejo (o Siete Calles), un racimo de sendas peatonales que es el núcleo primordial desde donde devino el big bang bilbaíno. Sus estrellas brillan a plena luz del día: la Plaza Nueva, la Catedral de Santiago, el Museo Vasco y la Biblioteca Municipal de Bidebarrieta.

Al sur del Casco Viejo, junto al río, está el mercado La Ribera. Ocupa el mismo suelo de un antiguo mercado del siglo XIV que reverberaba al aire libre y que casi nunca interrumpió su actividad. Solo que desde 1929 se le puso un vestido: un edificio estilo art déco de 10 mil metros cuadrados, el más grande de Europa para un mercado. Por dentro es tan luminoso que parece translúcido, y en los impolutos puestos se exhiben los más frescos y variados productos que ofrecen el mar y la tierra: desde solomillos y jamones hasta percebes, pulpo y bivalvos de todos los colores.

Vecino al mercado hay un puente bien remozado pero viejísimo. Se llama San Antón (por San Antonio Abad) y existe desde antes que Bilbao, fundada en el 1300. Durante siglos fue el único sobre el río. El emblemático puente y la vecina iglesia de San Antón, consagrada en 1433 y declarada Monumento Histórico-Artístico Nacional en 1984, figuran en el escudo de la ciudad.

Los alrededores de Bilbao

Uno de los paseos más bonitos por los alrededores de Bilbao es la ruta que bordea la cornisa cantábrica. Los días de buenos vientos, los parapentes de colores se mezclan con las gaviotas. En lo alto, en algunos recodos de las colinas que bajan a las playas, todavía existen búnkeres que Franco mandó a construir para impermeabilizar la frontera. Las amenazas eran los republicanos exiliados; los maquis y sus aliados; y las tropas de Hitler, en su afán de controlar todo el territorio continental.

Más adelante, un trabajo conjunto de la naturaleza y el hombre descolla en un mar con oleaje. Las olas chocan con fuerza contra las rocas de una isla pequeña en forma de cono, coronada por una ermita del siglo IX (reconstruida) dedicada a San Juan Bautista. La islita está conectada a tierra firme por un puente de piedra que se convierte en un estrecho camino de 241 peldaños zigzagueantes hasta alcanzar la cima. El lugar se conoce como San Juan de Gaztelugatx.

Desde allí, hay varios pueblos que merecen una visita. El más pintoresco, con un puerto muy animado y con playas de aguas cristalinas, es Mundaka; queda dentro de los límites de la Reserva de la Biosfera del Urdaibai.

Finalmente la ruta se interna tierra adentro siguiendo la dirección del río Mundakako Istsasadarra, hasta que ambos, ruta y río, desembocan en la ciudad de Guernica.

La pequeña ciudad fue bombardeada el 26 de abril de 1937; el ataque, pertrechado por comandos nazis e italianos, la destrozó casi por completo y mató a muchos civiles. Pero el Árbol de Guernica, bajo cuyas ramas se otorgó la autonomía al País Vasco en la Edad Media, quedó intacto como significando que las simientes del espíritu vasco son indestructibles.

El Departamento de Conservación del Museo Guggenheim

El Departamento de Conservación del Museo Guggenheim Bilbao trabaja incansablemente en pos de la conservación de las obras de arte en su misión de preservar el patrimonio cultural para futuras generaciones.

Por un lado, sus esfuerzos se materializan en lo referente a la conservación preventiva de las exposiciones temporarias: el establecimiento y cumplimiento de medidas adecuadas de almacenaje, manipulación, transporte y exhibición de las obras de arte a fin de garantizar su correcta preservación.

Por otro lado, se dedica concienzudamente al estudio de las técnicas y los materiales constitutivos de las obras, así como de sus causas y sus procesos de degradación, para establecer las medidas de conservación necesarias y los tratamientos o las intervenciones más adecuados de la colección propia del museo.

Para alcanzar sus metas, participa en proyectos de investigación con otros museos e instituciones a nivel estatal e internacional como, por caso, el INCCA (International Network for the Conservation of Contemporary Art).

El Departamento de Conservación trabaja también en el ámbito de la sensibilización del público. Para ello se realizan visitas guiadas que dan a conocer las instalaciones y actividades de conservación a estudiantes, profesionales y público especializado.

 

La estación de Abando Indalecio Prieto

Cruzando el puente junto al Teatro Arriaga llegamos al barrio del Ensanche. En el siglo XVIII este barrio cosmopolita era parte de un pueblo de casas dispersas y terruños dedicados a la agricultura y la ganadería. Por entonces se llamaba Abando.

En 1870, con el inicio de la edificación del Ensanche, Bilbao saltó definitivamente a la margen izquierda de la ría y se desarrolló lo que actualmente se considera el centro de la ciudad.

Más allá de la elíptica Plaza Federico Moyúa y la elegancia de la Gran Vía Don Diego López de Haro, una avenida de 30 metros de ancho con boulevard, la visita indispensable en este barrio es la estación de tren de Abando Indalecio Prieto. Una vez que se traspasa el umbral de entrada, una descollante fachada de estilo clásico, y se atraviesan el patio comercial y las boleterías, se llega a los andenes. Presidiéndolos está la gloria más renombrada del edificio decimonónico: un vitreaux de diez por quince metros de tamaño, compuesto por 301 piezas de vidrio que colorean la laboriosidad de los vascos. En el friso están representados los mineros y los metalúrgicos, los obreros de fábricas humeantes y los campesinos.

 

Getxo, Portugalete y el puente Vizcaya

A unos 12 kilómetros de Bilbao se encuentran los municipios de Getxo y Portugalete, separados por el río Nervión y unidos por el puente Vizcaya, inaugurado en 1893. El transbordador del puente colgante cruza el río en un minuto y medio; si se suman los kilómetros recorridos desde su creación, ya le dio unas 31 vueltas al mundo. El puente Vizcaya es una de las obras más extraordinarias de la Revolución Industrial en Europa. Por esta razón, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2006.

Getxo está en la margen derecha del río. Tiene cinco hermosas playas, mansiones impresionantes y dos lugares para salir a tomar algo y relajarse: la Marina el Abra y el Puerto Viejo de Algorta.

Portugalete está ubicado frente a Getxo, en una colina, y por eso su Casco Viejo tiene calles estrechas y empinadas. En el punto más alto se eleva la Basílica de Santa María; y junto a la iglesia un mirador ofrece vistas panorámicas del río, el puente Vizcaya y Getxo. Lo ideal es llegar allí un sábado, cuando el mercado que se arma en la Plaza del Solar, a pocos metros de la ribera, explota con un centenar de puestos de frutas y verduras, flores y plantas ornamentales.

 

DATA ÚTIL

Cómo llegar

Se puede llegar al País Vasco en avión, coche, autobús, tren o incluso barco. Existe una buena infraestructura de transporte que permite disfrutar del viaje sin preocupaciones.

En avión:

El aeropuerto de Loiu, en Bilbao, es el más grande del País Vasco. Easyjet y Vueling ofrecen vuelos de bajo coste desde Londres; Vueling también desde Barcelona y Málaga. Existen múltiples conexiones con otras ciudades europeas de la mano de compañías como Iberia, Lufthansa, Air Berlin, Bruxelles Airlines.

Es posible volar a Madrid y allí abordar un autobús o tren hasta el País Vasco. Hay autobuses directos prácticamente cada hora y la duración es de unas 4 a 5 horas.

Tren

Existen conexiones diarias a las principales ciudades del País Vasco desde París, Madrid y Barcelona. También es posible viajar en tren dentro del País Vasco disfrutando de las rutas paisajísticas de la red de EuskoTren. La única desventaja del EuskoTren es que normalmente es más lento que el autobús.

Barco

El País Vasco es una región con más de 150 km de costa, y por ello, no es de extrañar que otro modo de llegar sea en crucero. La terminal de cruceros más importante del País Vasco se encuentra en Getxo, a unos 12 km del centro de Bilbao.

 

Dónde dormir

Silken Gran Hotel Domine Bilbao (5 estrellas)

Situado frente al Museo Guggenheim Bilbao. Tiene una terraza en la azotea, con un restaurante y vistas espectaculares de la ciudad.

Alameda de Mazarredo 61, Bilbao.

Castillo de Arteaga (4 estrellas)

Para vivir como un rey en un castillo del siglo XVIII, ubicado en plena Reserva Natural de Urdaibai, a una media hora de Bilbao y a pocos minutos de Mundaka y Guernica.

Gaztelubide, 7, 48314 Gautegiz Arteaga, España.

www.castillodearteaga.com

Dónde comer

Con casi 40 restaurantes con estrellas Michelin, el País Vasco es uno de los mejores destinos en el mundo si se trata de comer bien, ya sea desde platos tradicionales hasta experimentales.

Etxanobe

El restaurante se encuentra en las alturas del Palacio Euskalduna, en el nuevo Bilbao. Se accede mediante dos ascensores panorámicos situados en un lateral del edificio.

Av. Abandoibarra, 4.

www.etxanobe.com

Mina

Situado en un paseo peatonal junto a la ría Nervión, desde sus ventanales se aprecia el mercado de La Ribera, la iglesia y el puente de San Antón.

Muelle Marzana, Bilbao.

www.restaurantemina.es

Cómo moverse

El metro de Bilbao y su área metropolitana son imbatibles, tanto para moverse dentro de la ciudad como en las afueras: por caso, para llegar hasta Getxo, Portugalete y más allá también. En total cubre un recorrido de 43,31 km y cuenta con 40 estaciones, 24 subterráneas y 16 de superficie. www.metrobilbao.eus

 

Skip to content