“Cartas contra la soledad”, la original idea del área de Voluntariado de AMIA para acompañar a personas mayores durante la cuarentena

¿Cómo acompañar a los adultos mayores que se encuentran aislados durante la cuarentena? Para responder a esta pregunta con una propuesta concreta, el área de Voluntariado de AMIA puso en marcha el proyecto “Cartas contra la soledad”, una iniciativa que promueve vínculos de afecto y cercanía en medio del confinamiento.

Los destinatarios de esta iniciativa solidaria son personas mayores que residen en hogares e instituciones del gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Quienes dan el puntapié inicial a esta “actividad lúdica y emotiva” son los voluntarios de la institución que escriben mensajes especiales e instructivos de juegos que pueden realizarse fácilmente con cualquier mazo de naipes.

Redactadas a mano, las cartas, las indicaciones y las barajas conforman “un valioso kit que, en tiempos de aislamiento interpersonal, hace que la gente se sienta acompañada y entretenida”, señala Eliana Epelbaum, coordinadora del área de Voluntariado de la entidad.

Las primeras entregas de las llamadas “Cartas contra la soledad” tuvieron lugar en el Hospital Rawson. Allí, José, uno de los residentes recibió el emotivo envío que prepararon manualmente María Sol Escandarani y su hijo Matías, de 8 años.

Conmovido con el regalo que AMIA le hizo llegar, José quiso grabar un mensaje de agradecimiento que llegó vía WhatsApp: “Les quería agradecer no solo en nombre mío, sino de todos los residentes por los sobres tan bien preparaditos, las cartitas, las poesías, los naipes… Todo, una hermosura. Les agradecemos a todos los que los ayudaron, pero a ustedes especialmente porque ustedes me tocaron a mí, Solcito y Mati. Les mando un beso grandote y ya nos vamos a conocer”.

El mismo deseo es compartido, con mucho entusiasmo, por la mamá y su hijo, quienes en las vacaciones de invierno dedicaron su tiempo para ser parte de este gran proyecto solidario.

En la familia de María Sol, a José ya todos lo conocen. Los mensajes entre ellos son un ejemplo del vínculo que construyeron a pesar de la distancia. “Hola José: Soy Mati. Nos alegramos que te hayan gustado las cartas”, grabó con un tono muy feliz el hijo de Sol en un audio.

“¡Hola José! Qué lindo recibir tus mensajes. Disfrutá mucho las cartas. Nos alegramos que te haya gustado todo y ojalá pronto nos podamos ver”, agregó Sol antes de ser interrumpida por Matías: “Las cartas las hicimos nosotros”, acotó. “Sí, y con la ayuda de Eliana y de AMIA llegaron a vos. Te mandamos un beso grande. Cuidate, te queremos mucho”, finalizó Sol el mensaje, que más tarde sería escuchado por José en el hogar.

“El lazo que se generó entre ellos es un claro ejemplo de cómo podemos hacernos compañía a pesar del aislamiento y cómo todos podemos aportar algo desde nuestro lugar para ayudar a los demás y hacer que el día de una persona sea diferente y tenga un significado especial”, remarca Eliana Epelbaum.

LA HISTORIA DE SOL Y MATÍAS 

A principios de abril de este año, a dos semanas de haber comenzado la cuarentena, María Sol, una arquitecta, madre de 3 hijos, sintió la necesidad de aportar su ayuda a favor del bienestar de las personas mayores.

“Creo que la solidaridad en estos tiempos es fundamental. Tenemos que dejar de pensar en nosotros mismos para entender las necesidades de los otros”, sostiene. “Así fue como se me ocurrió escribir a la AMIA para interiorizarme en sus proyectos de voluntariado y poder colaborar”.

María Sol comenzó a realizar llamados telefónicos. “El 28 de abril –recuerda– hice mi primer contacto con Arnoldo. Él tiene 78 años y vive con su mujer. Tiene una familia muy presente que se acompaña, pero quería mantener conversaciones con algún voluntario de AMIA”, cuenta Sol.

“Después de varias conversaciones telefónicas hicimos una videollamada por WhatsApp para presentarnos las familias. Conocí a su mujer Clara y Arnoldo conoció a mi marido y a mis hijos. Ahora nos seguimos comunicando 2 ó 3 veces por semana para saber cómo está y conversar sobre distintos temas”.

Además de las llamadas, Sol encontró en el proyecto “Cartas contra la Soledad”, un espacio muy creativo para compartir en familia y hacer que un texto escrito a mano, con un mensaje personal y con una propuesta de juego le cambie el día a una persona que se siente así valorada y querida.

UN PUENTE PARA LA COMUNICACIÓN

Para la coordinadora del área de Voluntariado, el proyecto “Cartas contra la soledad” contribuye, de manera muy simple y efectiva, a que las personas puedan sobrellevar este tiempo tan difícil, realizando actividades que reducen el estrés, estimulan la imaginación y proponen un entretenimiento que está al alcance de todos.

“Los juegos de mesa de cartas son una muy buena opción para los adultos mayores porque ayudan a mejorar la concentración, la motricidad y agilizan la mente. Acompañadas por cartas escritas a mano, que demuestran que alguien dedicó tiempo e interés en otra persona, sirven para construir un puente que permite la comunicación”, remarca Epelbaum.

Los interesados en sumarse como voluntarios pueden contactarse por mail a voluntariado@amia.org.ar.

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