“Salvar especies es posible” afirma Fundación Temaikèn, resaltando el trabajo que se está llevando adelante para revertir el peligro de extinción de animales y plantas. Casos locales e internacionales dan una luz de esperanza para disminuir las “listas rojas” de especies amenazadas tanto en Argentina como en la región.
La extinción es real, pero hay esperanza y resultados tangibles
El último Informe Planeta Vivo de WWF reveló una disminución media mundial del 69% en las poblaciones de animales silvestres entre 1970 y 2018, con niveles alarmantes como un promedio de -94% en América Latina y el Caribe. Sin embargo, en las últimas tres décadas, acciones de conservación han salvado al menos 47 especies de mamíferos y aves de la extinción inminente.
Desde Fundación Temaikén explican que ya hay en el mundo evidencias de que los programas de conservación que, incorporando estrategias de trabajo con animales y plantas bajo cuidado humano, están teniendo buenos resultados. Algunos ejemplos son el guacamayo de Lear, el caballo de Przewalski, la rana morada y el cocodrilo filipino, entre otros.
“Las cifras del estado de la biodiversidad son alarmantes, pero a través de esfuerzos coordinados, mucho compromiso y dedicación, podemos marcar la diferencia. Revertir el Rojo está centrado en mejorar el estado de conservación de nuestra vida silvestre, llevándolo del rojo (señal de alerta) al verde (poblaciones sanas y sustentables)” indica Paula Gonzalez Ciccia, Directora de Conservación, Educación, Ciencia y Salud de Fundación Temaikèn.
¿Cuál es la situación local?
En la Argentina, hay al menos 576 especies de vertebrados amenazadas de extinción, lo que equivale al 18% del total. Entre ellos se encuentran aves como el cardenal amarillo y el loro maracaná, reptiles y anfibios como la tortuga de tierra y la rana patagónica, y mamíferos como el huemul. Otros grupos, como moluscos y plantas, también se ven afectados.
El movimiento que trabaja por la conservación
REVERTIR EL ROJO es un movimiento que unifica experiencia y esfuerzos de conservación integrados, reuniendo a cientos de organizaciones de conservación, bioparques, jardines botánicos, zoológicos y acuarios. Es liderado globalmente por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y la Asociación Mundial de Zoológicos y Acuarios (WAZA).
Una de las líneas de trabajo está centrada en resguardar y reproducir animales y plantas bajo cuidado humano profesional. En muchos casos, se trata de los últimos sobrevivientes de estas especies. “En el mundo, hay al menos 84 especies catalogadas como extintas en vida silvestre, es decir que solo quedan poblaciones en instituciones zoológicas, acuarios o similares. Por ejemplo, en Argentina esa es la situación del caracol de Apipé (Aylacostoma chloroticum) y Senecio leucopeplus, una planta endémica de la provincia de Buenos Aires; en Brasil, gracias a este tipo de iniciativas se ha avanzado en la conservación del guacamayo de Spix y el paují Mitu”, indica Jon Paul Rodríguez, Presidente de la Comisión de Supervivencia de Especies de la UICN.
“La ubicación de Argentina hace que albergue las poblaciones más australes de especies icónicas, entre las que se incluyen plantas. Si dejan de existir en Argentina, se contrae su capacidad total de recuperar territorio natural”, agrega González Ciccia, resaltando la importancia de sostener una mirada optimista para salir adelante. La organización también se suma al movimiento mediante el rescate y rehabilitación de animales heridos o amenazados en la naturaleza; combatiendo los delitos contra la vida silvestre; conservando y restaurando ecosistemas y generando información clave para la conservación.
En Argentina, el movimiento Revertir el Rojo cuenta con un referente local como Fundación Temaiken, que lleva adelante proyectos y programas de conservación. La Alianza trabaja en la recuperación de diversas especies: el caracol de Apipé (minúsculo caracol que vivía en los rápidos de Apipé, en el río Paraná, pero la construcción de una represa modificó su hábitat y sobrevivieron muy pocos individuos); la rana patagónica (anfibio de la provincia de Neuquén que está En Peligro Crítico de extinción, por la degradación de las lagunas donde habitaba y la introducción de especies exóticas); el guacamayo rojo (se extinguió hace 150 años en la Argentina. La experiencia de especialistas en reproducción de aves, permitió que hoy el guacamayo rojo Ara chloropterus vuelva a volar nuestros cielos); el huemul (en el país quedan entre 350 y 500 huemules –Hippocamelus bisulcus- y están sumamente amenazados por la caza, la degradación del ambiente, la desnutrición y las enfermedades asociadas a esto , entre otras); plantas endémicas del Teyú Cuaré, Misiones (son especies que solo se encuentran en un lugar específico del mundo. En Misiones hay endémicas de las que se conocen muy pocos ejemplares, como Oxypetalum teyucuarense, Hedeoma teyucuarensis –mentita misionera-, Austrochthamalia teyucuarensis e Hyptis australis; aguará guazú (Chrysosyon brachyurus, amenazado ya que es víctima de mitos populares, cacería, atropellamientos, mascotismo, modificación y fragmentación del hábitat, etc).
¿Por qué es importante evitar la extinción de especies?
Además de perderse la biodiversidad, la extinción de especies puede afectar la seguridad alimentaria, la salud, el cambio climático, el bienestar y la estabilidad social, cultural y económica de las comunidades humanas. Si dejan de existir polinizadores, limpiadores de ambientes, controladores de plagas, estabilizadores de ecosistemas y mucho más, pueden generarse consecuencias de impacto negativo en escalas que van desde lo micro hasta lo más macro.