Hace 37 años, un profesor del entonces estudiante universitario Miguel Urus le preguntó si le interesaba ingresar a trabajar en Price Waterhouse, el primer eslabón que luego fue adquiriendo otras firmas hasta llegar a la actual compañía PwC. “Era mi primer empleo formal, me pareció que era un paso interesante para dar, todos me hablaron muy bien de la empresa, así que entré”, relata acerca de sus inicios el actual Country Senior Partner de PwC Argentina.
Lo cierto es que la historia de Miguel con su empleo es de una conexión muy fuerte y también de una comprensión profunda del modo en que una empresa debe acompañar a sus empleados y a las comunidades en las que opera.
– Sos contador, ¿es cierto que elegiste estudiar esa carrera por una cuestión estratégica, por la salida laboral que vislumbrabas, más que por tus gustos?
– Sí, sin duda. Quizás tenía más perfil de algo de ingeniería. Me gustaba, soy de los pocos a los que les encantan las matemáticas. Ese era uno de los tantos momentos complejos de la Argentina. Era difícil conseguir trabajo, a los ingenieros les costaba mucho, no había oferta laboral y yo soy perito mercantil. Todos los contadores que conocía estaban trabajando, así que me incliné para ese lado.
– Ahora no es tan común, pero en aquella época estaba más presente la idea de pasar toda la vida laboral en una misma empresa, ¿lo pensaste así?
– No proyecté demasiado en un principio, pero la empresa apuesta mucho a los estudiantes y a los jóvenes profesionales. Continuamente está creciendo y ofrece la posibilidad de progresar. En ese contexto, naturalmente fui avanzando y escalando posiciones, hasta que fui Gerente. Recién ahí paré un poco la pelota para pensar si seguía aquí o veía otras opciones. Como realmente estaba cómodo y me gustaba el trabajo dinámico y variado que hacemos, me quedé. Continuamente aparecen nuevos clientes, nuestro período de trabajo dura dos, tres, cuatro meses, con lo cual hay una amplia diversidad de estímulos. Esta capacidad de ir cambiando y descubriendo siempre me sedujo.
– ¿Cuánto creció en importancia la sustentabilidad, tanto en las consultorías que realizan a otras compañías como en la propia operación de PwC?
– La firma siempre tuvo un compromiso social. Es una firma de puertas abiertas, sin distinciones, muy plural en todos los sentidos. Pero igualmente vi una transformación: cuando yo ingresé, la mayoría de los que entrábamos éramos hombres, había un grupo muy chico de mujeres, pero rápidamente eso se fue emparejando, y hoy hace 20 años por lo menos que hay equidad. Inclusive, hoy hay más mujeres que hombres. Es algo que tiene que ver con condicionantes sociales: pocas mujeres antes continuaban sus carreras cuando tenían familia. Se casaban y relegaban su trabajo fuera del hogar. Hoy no. También se avanzó en otras cosas, como los compromisos con la comunidad donde uno está. Ahí la firma siempre estuvo avanzada, en el compromiso con distintas fundaciones, con las comunidades de los lugares donde trabajamos. Siempre tuvimos el concepto de servicios pro bono o auditoría ad honorem en algunas de estas entidades o en áreas que queremos fomentar. Hay todo un esquema de capacitación, de educación, de mejora muy fuerte en cosas propias para el desarrollo de la firma, en lo que se llaman las habilidades blandas, que te sirven para la vida, no solo para este trabajo. Últimamente hay mucho enfoque en el bienestar, el adecuado balanceo entre trabajo y vida privada. Tenemos un área de Human Capital que trabaja con todos, está muy presente, y muy en la primera ola de todas estas cosas. Así que nos esforzamos por estar a la altura. Es lo que el país necesita. Y lo hacemos por convicción.
– ¿Y en cuanto a lo ambiental? ¿Cuándo fue apareciendo más fuertemente el tema?
– Por lo menos hace diez años que nosotros estamos mirando y cuidando todo eso, y yo te diría que antes de la pandemia ya todos los compromisos de Net Zero, de emisiones, el uso responsable del desplazamiento, viajes en avión, se implementaban. Se viaja mucho menos, solo cuando es indispensable, y por eso tenemos muy integrada la virtualidad, el trabajo remoto. Es uno de los pedidos de una buena parte de nuestra gente, es parte del adecuado balanceo y también sirve para ese efecto. Nuestro compromiso Net Zero es de una reducción del 50 por ciento de las emisiones hacia 2030. Y venimos muy bien. Yo diría que lo vamos a alcanzar mucho antes.
– ¿Perciben en los clientes un compromiso en ese sentido?
– Sí, es algo que está incorporado, en la agenda de todos. No hay nadie que no tenga el tema en mente, que no lo esté trabajando. Es una de las patas de la evaluación de cada proyecto nuevo. Es un tema de época, que los jóvenes ya traen incorporado.
– Desde la firma, ¿qué acciones impulsan?
– Tenemos muchas actividades donde participamos activamente, trabajamos con instituciones o fundaciones que requieren mejorar un poco su management, su capacitación, y brindamos nuestras horas para enseñar, para entrenarlas. Otras veces hacemos actividades donde hay fuerza de trabajo, directamente: junto a la Fundación Construir vamos a ayudar a edificar viviendas. Ninguno de nosotros sabe electricidad ni albañilería, y tampoco tiene el oficio del pintor, pero vamos, aprendemos y hacemos. Con Banco de Alimentos fletamos un micro con 40 personas y nos pasamos todo un día ayudando a organizar la distribución de los alimentos. También elaboramos nuestro reporte de sustentabilidad con los estándares GRI internacionales. Con nosotros trabajan más de veinte personas con capacidades diferentes. Además, queremos acercarnos cada vez más a la gente. Hace unos años abrimos las oficinas en Vicente López y seguimos abriendo un poco el espectro de trabajar con la comunidad de cada municipio. Donde estamos, siempre tenemos que ser activos y participar.
– ¿Cuánta gente trabaja en PwC en la Argentina?
– Ya pasamos las 6000. Con una particularidad: nosotros tenemos, históricamente, una firma que hace auditoría, impuestos y consultoría muy diversa. Esa firma es de 1913, así que tiene 111 años, pero hace doce años se incorporó otra firma, que es de exportación de servicios profesionales, un tema en boga hoy. Se dice que la de conocimiento es la cuarta industria exportadora. Nosotros nos embarcamos y empezamos con un grupo de diez personas haciendo el trabajo para otra de las firmas PwC. Salió muy bien, y fue así como, en un abrir y cerrar de ojos, de esa experiencia piloto hoy pasamos a tener 3500 personas trabajando. La de servicios es una de las grandes industrias exportadoras y generadoras de divisa, y esa rama de nuestra organización se volvió más grande que la tradicional, porque está mirando el mercado internacional, que es más grande que el argentino. Si te movés bien, esto lo recibe el mundo. Así que, en total, ya pasamos los 6000 empleados, y venimos con una tasa de crecimiento muy fuerte. Cada año se suman entre 300 y 500 personas más.
– ¿Esa tasa de crecimiento se mantuvo en estos años?
– Sí. En los últimos años crecimos siempre a doble dígito. Puede ser 15 por ciento en un año o el 25 por ciento en otro. Pasa que tenemos una particularidad: hay muy buenos recursos. Y no son todos profesionales, también son estudiantes. La Argentina se caracterizó siempre por la buena calidad de educación. A veces se dice que perdimos un poco, que ya no es lo de antes, y puede ser, pero todavía mantiene un nivel muy alto. Y acá tenemos un buen equipo de reclutamiento, de formación, y nos esmeramos para retener a la gente. Hemos podido crecer a paso firme, en forma muy sólida.
– Hace poco más de un año llegaste a este cargo, ¿cuál es el balance que hacés?
– Estoy contento. Antes tuve una carrera con distintas funciones y responsabilidades, y creo que me preparó adecuadamente para el desafío. Conozco bien la firma, conozco el contexto, cómo interacciona. Y lo principal: armé un muy buen equipo. Acá nadie hace las cosas solo. Para que las cosas vayan bien, hay que tener buena gente en todos los lugares, y el grupo de dirección tiene que estar conformado por las personas adecuadas y no solo por conocimiento, sino también por empatía, por trabajo en equipo, por capacidad para tomar decisiones muchas veces rápido y con información no del todo precisa. Decidir así no es lo ideal, pero a veces hay que hacerlo porque el momento es el momento. Tengo un muy buen equipo que me acompaña, la gente de PwC es fabulosa. Contamos con procesos muy rigurosos de ingreso y después de entrenamiento, de promoción, de carrera. Este fue un año difícil en la Argentina, pero nosotros sabemos vivir aquí y lidiar con esas dificultades. Quizás a alguien de otro país esto lo asusta y piensa que las empresas quiebran. Pero las empresas no quiebran si tenés capacidad de adaptación y sabés cómo manejarte. Teniendo en cuenta eso, el año fue razonable, normal. Creo que ahora estamos entrando en un período de normalización. Siempre el segundo año es más fácil que el primero, porque ya no es todo nuevo. Al empezar, cada cosa que hacés la pensás un par de veces, tardás un poco más. Ahora vamos a fluir todavía mejor.
– ¿Objetivos para el año que viene?
– Nosotros tenemos objetivos siempre de crecimiento, de excelencia, de hacer las cosas bien. PwC es una de las grandes firmas de auditoría, y en la Argentina tiene una posición de liderazgo que queremos mantener porque es nuestra mejor carta de presentación. De esa forma es como mejor damos servicios a nuestros clientes, haciendo las cosas lo mejor posible, brindando los mejores servicios, teniendo la mejor gente. El objetivo es mantener la calidad y seguir siendo innovadores. Más allá de que lo que hacemos está más o menos acotado, siempre hay espacio para innovar, para mejorar, para ofrecer otros servicios. En particular, tenemos un objetivo muy fuerte de meter de lleno la inteligencia artificial. Queremos cruzar en forma transversal en todas las funciones, en todas las áreas, en toda la organización, el concepto de inteligencia artificial, no solo como un servicio para prestar a los clientes. Tenemos una división, un servicio de consultoría de inteligencia artificial para ayudar a los clientes, pero mi objetivo es poner eso transversalmente en toda la organización, para toda la gente. Es un cambio fuertísimo que se viene, que ya comenzamos a escuchar, a ver, algunos lo empezaron a usar. Es un proyecto grande. Y vamos a seguir impulsando fuertemente la exportación de servicios, algo que el país necesita. Al país le viene bien la generación de divisas, y para nosotros es un área de crecimiento cuando la economía localmente está flat. Queremos, además, seguir avanzando en el balance entre la vida personal y la profesional. Todo cambia y estamos muy atentos a qué hacer, qué ofrecerle a nuestra gente. Tratamos de darles espacio para que aprovechen y encaucen un poco sus otras necesidades, las que no son laborales. Es una empresa también comprometida con el país, con nuestra gente y con nuestro ecosistema.