Eduardo Spitzer, Director Científico de Laboratorios ELEA: Innovación que transforma vidas

En el vasto mundo de la salud, la industria farmacéutica se erige como un pilar fundamental, no solo para el bienestar individual, sino para el desarrollo global. Detrás de cada avance en la medicina se encuentra un tejido complejo de investigación, innovación y compromiso con la excelencia científica. En este contexto, Laboratorios Farmacéuticos ELEA de Argentina ha surgido como un faro de innovación y excelencia en la región. La importancia de la industria farmacéutica va más allá de la mera fabricación de medicamentos; se teje en la trama vital de la sociedad, influyendo en la salud de las personas, impulsando economías y generando avances científicos cruciales.

Eduardo Spitzer, Director Científico de ELEA, es biólogo molecular y biotecnólogo, un referente de ELEA fundamental para liderar la investigación y el desarrollo no solo en la Argentina, sino también en el panorama internacional. Como muestra de ello, el Laboratorio ELEA y la Fundación Mundo Sano asumieron la arriesgada tarea de completar lo antes posible el programa de producción nacional de benznidazol, cuyo nombre es Abarax, para el tratamiento de la enfermedad de Chagas. ELEA estuvo a la altura de las circunstancias participando en una alianza público-privada, cumplió todos los atributos críticos de calidad y creó rápidamente el fármaco médico esencial conocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como benznidazol.

-¿Cómo está conformada el área que lidera?

-La dirección científica maneja distintas áreas: Investigación y Desarrollo, donde desarrollamos los fármacos genéricos, testeamos fármacos nuevos y también evaluamos el uso de fármacos viejos con nuevas indicaciones; Biotecnología, donde nos ocupamos del desarrollo de productos biológicos, que son básicamente medicamentos producidos a partir de organismos vivos; Asuntos Regulatorios, que es el área que interactúa con el ANMAT; y, por último, Marcas y Patentes.

-¿Qué aspectos destacaría de la identidad de ELEA?

-Las empresas farmacéuticas nacionales conocidas tienen un común denominador: todas fueron fundadas ya hace más de 70 u 80 años por familias europeas que inmigraron a la Argentina –en esa época en que el país era la “tierra prometida”– y poseían conocimientos de química. De esas empresas somos una de las más disruptivas, porque empezamos a trabajar con cierto tipo de productos ya hace más de 20 años que denominamos “biológicos”. Gran parte de nuestro presupuesto está destinado a la innovación y a la investigación, justamente lo que nos diferencia del resto del mercado. Por ejemplo, hicimos un estudio clínico de un anticuerpo para cáncer de pulmón en seis países con una inversión de más de 30 millones de dólares.

-Ustedes tuvieron mucha visibilidad durante la pandemia. ¿Qué actividades llevaron adelante en ese período?

-Durante la pandemia no paramos un día. En nuestro laboratorio tenemos equipos de PCR y desarrollamos un método para pruebas de PCR en saliva, lo validamos y lo hicimos antes que todo el mundo. En aquel momento nos planteamos que si la saliva te contagiaba, el virus estaba allí. Para detectarlo, hacíamos 400 PCR por día, pruebas de antígenos para controlar la situación inmunológica de nuestra gente y poder cuidarnos, ya que no podíamos frenar ni desabastecer o dejar de fabricar medicamentos. En esta planta hay 1100 personas, y prácticamente trabajamos los 365 días del año. Durante la pandemia también llevamos a cabo un estudio clínico de la vacuna Sinopharm. Pfizer lo hizo en el Hospital Militar y luego seguimos nosotros. Testeamos la ivermectina, un fármaco que es viejo y de uso antiparasitario. Realizamos un estudio clínico que demostraba el descenso de la carga viral, y después un estudio de un antihipertensivo que funcionó muy bien –hoy en día sabemos que el COVID es una enfermedad inflamatoria–.

-¿Qué vínculo tienen con el ámbito universitario?

-Estamos trabajando e innovando para aprovechar el círculo virtuoso del trabajo conjunto entre industria, Estado y ciencia básica. Tenemos proyectos con la Universidad de Quilmes, la del Litoral, la UBA, el Conicet. Trabajamos con investigadores de ciencia básica de las universidades, y nosotros somos buenos industrializando eso. Hemos desarrollado varios productos: por ejemplo, toda la línea de los piojicidas es de desarrollos nuestros, pero testear el control de calidad de esos productos no es simple, vienen con el aval del Conicet.

-¿Qué aspectos destaca de la dimensión internacional y la biotecnología de ELEA?

-ELEA, como la empresa más grande y destacada de la Argentina, ha alcanzado este estatus gracias a la innovación y las decisiones estratégicas de sus accionistas. Los líderes de ELEA destacan por su profundo conocimiento, determinación y visión futurista, fundamentando así sus decisiones de inversión. La fábrica más grande de vacunas de Latinoamérica, Sinergium Biotech, ubicada en la Argentina, fue seleccionada por la OPS y la OMS para fabricar vacunas de RNA mensajero, un logro posible gracias a la innovación. La Argentina se distingue en el ámbito farmacéutico y de biotecnología en Latinoamérica con numerosas empresas y un notable know-how que se proyecta internacionalmente. En el campo de los productos biológicos, ELEA introdujo los “biosimilares”, copias de productos biofarmacéuticos, y fue pionera en este ámbito en 2014.

-¿Qué aspectos destaca del funcionamiento de ELEA, en particular de su conexión con el mundo femenino?

-ELEA tiene 230 productos de todo el vademecum en el botiquín de la gente. Hay tres áreas de negocio: Venta Libre, es decir el medicamento cosmético, donde somos muy fuertes; fue una decisión de la empresa crecer en esto cumpliendo con la premisa de la eficacia –es decir, si yo digo que va a funcionar, tiene que funcionar– y el costo. Ahí tenemos más de 30 productos. La segunda área de negocios es Primary Care, para enfermedades no complejas. Desde nuestro origen somos líderes en salud femenina. La empresa al nacer se llamó LEA, era un laboratorio endócrino que se ocupaba de todo lo que tenía que ver con ginecología y fertilidad. La tercera es la de Productos Especiales, que están destinados a patologías especiales. Son entre 25 y 30 productos de alto costo, como por ejemplo para cáncer en todas sus variantes, productos que van desde moléculas pequeñas hasta monoclonales, para enfermedades autoinmunes, para HIV o hepatitis C. Este segmento tiene mucho impacto en el negocio. En el exterior –depende del cliente, del país– llegamos con distribuidores y con socios comerciales. En Uruguay contamos con planta propia, tenemos participación directa en Paraguay y en Chile, y en Ecuador también tenemos empresa propia.

-¿Cómo está conformado su equipo de trabajo?

-Está dividido en distintas gerencias: Desarrollo, Asuntos Regulatorios, Biotecnología e Investigación Clínica. Trabajo con médicos, bioquímicos, farmacéuticos, y a su vez ellos trabajan también con subgerencias o jefaturas. Nos manejamos como un único equipo, porque desde el inicio, al pensar un proyecto, es necesaria la interacción entre las distintas gerencias.

Eduardo Spitzer junto a parte del equipo.

-¿Qué impacto tiene ELEA en el mercado nacional y global?

-Hoy somos el único proveedor calificado en el tratamiento del mal de Chagas. En la región tuvimos un gran impacto con nuestros productos, favoreciendo la accesibilidad de anticuerpos monoclonales utilizados off-label, ya que muchos fármacos sirven para tratar otras enfermedades por fuera del prospecto, incluso prescritos por médicos. Por ejemplo, un anticuerpo monoclonal para cáncer también es eficaz para la maculopatía degenerativa. Nos propusimos con la comunidad médica desarrollar la versión correcta del producto con controles farmacéuticos para su aplicación en el ojo, realizamos un estudio clínico para demostrar su eficacia y seguridad, y lanzamos el primer producto formal de algo que era off-label.

En los últimos años, lanzamos un anticonceptivo innovador y más seguro, primero en Argentina y luego en Estados Unidos y Europa. Este éxito refleja nuestro liderazgo en biotecnología e industria farmacéutica en el país, y somos miembros fundadores de la Cámara Argentina de Biotecnología. Nos enfocamos en generar productos de alto valor agregado, produciendo medicamentos innovadores y accesibles. Transferimos tecnología biogénesis a nivel mundial y ofrecemos un departamento médico disponible para la comunidad, un call center operativo las 24 horas con médicos que atienden dudas. Además, suministramos productos exclusivos, como un corticoide único en Latinoamérica utilizado por niños con una patología específica.

-¿En qué consisten los proyectos Mujeres SI y Residentes?

-Hay fármacos o hay patologías que tienen que ser desarrollados y pensados enfocándose en la población femenina. Las mujeres responden distinto a los hombres por su metabolismo y genética. Entonces, se concibe en forma más específica el desarrollo de las drogas. Por ejemplo, en cuanto a antiinflamatorios, hay estudios específicos para mujeres y estudios específicos para hombres. Si vemos los datos de por qué se infarta la mujer, los síntomas son completamente distintos a los del hombre. Hay que empezar a ver la medicina personalizada para la mujer, para el hombre y para cada patología. Por otro lado, en el proyecto Residentes tratamos de trabajar en capacitaciones e interacciones con los residentes del área de la salud que un día serán líderes.

-¿A quiénes brindan las capacitaciones?

-A todo el sector salud: farmacias, enfermeras, médicos. También tenemos material de difusión hacia la comunidad en general y trabajamos mucho con distintas universidades en lo que es capacitación específica. Realizamos convenios con la Facultad de Medicina de la UBA para investigaciones y trabajamos con la Universidad Maimónides en capacitación del uso de herramientas para intervenciones asistidas por robótica; tenemos más de 230 productos de todo tipo cada vez que tratamos de acompañar al profesional y al estudiante de especialidad, primero formándolo y después dando apoyo sobre el uso del producto.

-¿Qué iniciativas podría destacar como desarrollo científico que ELEA esté llevando a cabo o que sean a corto-mediano plazo?

-Comenzamos a liderar en biológicos, específicamente anticuerpos monoclonales, al fabricar en la Argentina tanto el principio activo como el producto terminado, haciéndolo mucho más accesible. Para continuar creciendo, llevamos a cabo un estudio clínico multicéntrico internacional sobre un medicamento para el cáncer. Al lanzar nuestro primer biológico, un biosimilar, redujimos el costo de 511 dólares a 214, consiguiendo que moléculas novedosas sean igualmente efectivas y accesibles, permitiendo al sistema de salud invertir en innovación. Además, desarrollamos anticonceptivos más seguros y tenemos más de 63 drogas que están siendo sometidas a pruebas en diversas fases, destacando el liderazgo en el estudio clínico que estoy llevando a cabo en varios países.

-¿Qué actividades de responsabilidad social llevan adelante?

-ELEA, como parte activa de la comunidad, realiza actividades de inclusión y apoyo, históricamente colaborando con una escuela técnica en la ciudad de Buenos Aires, donde estableció una planta piloto para brindar conocimientos técnicos a estudiantes. El Departamento de Control de Calidad cuenta con egresados de esta escuela técnica, fomentando la integración educativa y laboral. En la zona, ELEA busca mejorar la calidad educativa apadrinando un colegio, colaborando en temas edilicios y con su departamento médico, que funciona como un centro de salud equipado. La empresa también ofrece educación sexual y trabaja en mejorar el servicio del comedor escolar para proporcionar oportunidades laborales futuras. Promueve programas de pasantía y acciones de voluntariado, impulsadas por la dirección general, y está comprometida con la sustentabilidad en su sede, implementando prácticas como el tratamiento de efluentes y la captura de carbono mediante la plantación de árboles. Además, ha certificado normas ISO en responsabilidad y medio ambiente, buscando ser una empresa totalmente verde.

 

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