El ave fénix

De la mano de Silvina Fotia, Responsable de Comunicación, la empresa de salud Sanofi no solo se mudó a nuevas oficinas que optimizan sus recursos y crean conciencia del entorno, sino que además fortaleció su programa de RSE y lo viralizó entre sus empleados y cadenas de valor.

En 2014, la empresa Sanofi, que se dedica al cuidado de la salud y desarrolla y distribuye soluciones terapéuticas centradas en las necesidades de los pacientes, anunció la mudanza de sus oficinas comerciales en la Argentina a un moderno edificio de cinco plantas en el partido de San Isidro, justo frente a la sede de su ahora vecino Carrefour. Esto no solo implicaba un cambio del lugar de trabajo y del barrio, sino también la integración de sus áreas y recursos en un mismo sitio, ya que también allí se mudaban la división de vacunas humanas (Sanofi Pasteur) y la empresa que provee una gama integral de productos para mejorar la salud, el bienestar y el desempeño de un amplio espectro de animales (Merial). Al desafío de un nuevo lugar de trabajo y la convivencia con otras áreas se sumó la concreción, ya sin vuelta atrás, del programa de RSE que la empresa venía consolidando en los últimos años. Y la novedad encontró un nido donde descansar entre los directivos y empleados.

“Movida Sustentable”, tal el nombre que llevó esta pata de un programa general de RSE que cuenta con otras aristas, propuso el cambio hacia oficinas abiertas, espacios comunes de trabajo y servicios renovados con el objetivo de innovar, integrar y lograr la interacción de las operaciones y la transversalidad de los recursos de la empresa. Este cambio significó, además, la adopción de nuevas prácticas laborales, como la flexibilidad en el horario de trabajo, salas de innovación y brainstorming, y un lugar para el desarrollo de funciones regionales desde la Argentina.

 

Buenos y nuevos aires

Las mudanzas traen aparejado no solo el traslado de muebles, vestimenta y artículos varios, sino también la oportunidad de seleccionar lo que sirve de lo que no y lo que ya no se usa de lo que sigue vigente, y la organización de muchos papeles y carpetas, algunos de ellos prescindibles. Esa labor de por sí es una complicación. A nivel empresarial, el cambio se multiplica a proporciones indecibles. Silvina Fotia, Gerente de Comunicaciones de Sanofi, recuerda cómo empezó a gestarse Movida Sustentable: “En octubre del año pasado, cuando estábamos con el tema de la mudanza, el Director Financiero venía a las reuniones y nos comentaba que la empresa tenía un depósito enorme de papeles archivados. Para lograr el cambio de oficinas de manera exitosa era necesario hacer un trabajo de limpieza infernal, de clasificación y de reciclado (mayormente de papeles). A partir de ahí surgió el programa de RSE”. Pero como casi todo lo bueno, el proceso de clasificación y selección tenía un problema: no había quiénes lo llevaran a cabo. Y desde la gerencia sabían que los empleados serían reticentes a participar. Fotia, que se autodefine periodista (“Siempre enfoqué mi trabajo en tratar de facilitar la información y ponerme en el lugar del lector”, explica), sintió que desde los cargos gerenciales debían ayudar y animar a los empleados a que fueran a ese depósito. “Pensé en qué querrían, en darles música, gaseosas, en facilitarles stickers para rotular archivos y cajas, y en crear un ambiente agradable. De esta manera logramos organizar cuadrillas de empleados que iban todos los viernes a anotar lo que descartaban. Y lo más importante es que respondieron, se entusiasmaron y muchas veces trajeron propuestas propias”, recuerda con alegría.

 

Trabajo de hormiga

El cambio, la idea de proyectos, el entusiasmo que se contagió en los empleados y la reeducación a nuevos sistemas de trabajo fueron acompañados desde el principio por Silvina Fotia. Cuando ella se incorporó a la empresa, venía de una larga carrera en el periodismo, marcada sobre todo por una fuerte impronta social y en el área de la salud. Estudiante de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la Tecnicatura en Periodismo en Taller Escuela Agencia (TEA), vio sus inicios como colaboradora freelance en la revista Mercado y como productora de programas de Unicef en la televisión, entre otras actividades. Lo social y lo inclusivo vinieron solos. “En esa época de formación vivía en Quilmes, así que empecé a ir a la villa de esa localidad para buscar notas. Ahí me topé con realidades que no conocía y que me marcaron fuertemente. Muchas veces esas experiencias de tanta trascendencia son las que le dan rumbo a tu vida; no es casualidad que trabaje en el programa de RSE de Sanofi”, puntualiza. Sin embargo, llegó al área de salud por casualidad, no por una búsqueda personal. “Yo no elegí la salud, sino que ella me eligió a mí”. Su primer romance con esa temática fue cuando trabajaba como Directora de Cuentas de salud en una agencia de comunicación. Promediando 2007, el mismo año en que conoció a su actual pareja, Ariel, en una disco, Sanofi se interpuso en su camino luego de haberse fusionado con Aventis Farma. Y casualmente el laboratorio estaba armando una nueva gerencia de comunicaciones. Silvina Fotia sintió que ese era su lugar, ya que combinaba su expertise con el aspecto social y su necesidad de ayudar a otros. “La parte social es una forma de ver la vida”, subraya. Mamá de Olivia desde 2009 (en su oficina se pueden ver dibujos de su hija), hoy vive en Parque Chas y es una amante de la vida al aire libre, de comer, de beber y del sol. Esa energía positiva es la que transmitió al programa de RSE que se gestaba para la mudanza de oficinas y que impregnó en los demás empleados.

 

Manos a la obra

Es cierto que tanto el compromiso de los empleados con el proyecto como la etapa resolutiva en la clasificación de papeles y archivos fueron exitosos, pero también presentaron obstáculos. Uno de ellos fue la falta de personal que cargara las cajas. “Había estantes enormes y nosotros éramos conscientes de que eso no lo podíamos hacer solos y de que necesitábamos llamar a otras personas más idóneas que lo hicieran”. Con espíritu inquieto y sin dejar que los “no puedo” o los “vasos medio vacíos” la disuadieran de su objetivo, la autodefinida “periodista” pensó en pedir ayuda a ONG. Con cabos sueltos que iban atándose sin lógica previa, una de las empleadas de la empresa le recomendó una organización sin fines de lucro que se llama “De la esquina al trabajo digno” y que trabaja con personas en situación de calle. “Había que cruzar esa barrera”, remarca. En ese lugar se contactaron con un hombre joven y desempleado al que le ofrecieron un contrato acotado de seis meses y que los ayudó con el acarreo de cajas. También contrataron a la empresa Ecologic Paper para reciclar el papel y a la Cooperativa Juanita, que tenía un taller donde recibieron 60 banners que no se usaban y los transformaron en bolsitos materos. A las etapas de clasificación y reciclado se sumó una instancia más para destruir lo inutilizable. Finalmente se realizó una donación de los muebles antiguos a la Fundación Sagrada Familia. “El cambio posterior tampoco fue fácil. No solo se trató de una mudanza, sino que se pasó de oficinas cerradas llenas de placares a lugares abiertos (open spaces) sin sitio donde guardar lo propio”, explica Fotia. Este nuevo concepto se sumó a un ambiente más amigable donde los colores juegan un rol trascendental y las salas vidriadas tienen nombres de regiones geográficas argentinas. Y esta forma original de nombrar los espacios de reuniones fue también una etapa de inclusión y participación para los empleados. “Se lanzó un concurso para que ellos eligieran los nombres y seleccionaran los colores que les gustarían para los vidrios de las salas”, relata la Responsable de Comunicaciones. En el caso de las oficinas de Merial, por ejemplo, se destinaron colores específicos para conservar parte de su identidad. Y en el concurso interno también se les preguntó a los empleados qué elementos adicionales les gustaría tener en el edificio. Así surgió la necesidad de algunos de incluir duchas para asearse luego de salir a correr en la hora del almuerzo o en las primeras horas de la mañana antes de comenzar la jornada laboral. Esas duchas están actualmente en construcción. “Quisimos hacerlo bien inclusivo y cambiar los canales de participación –afirma Fotia–. Por ejemplo, antes la Intranet era solo de información y creamos una nueva (mysanofi) que permite tener un chat en el momento. Antes hacíamos carteles y ahora cambiamos a digital”. En cuanto a los espacios comunes, algunas de las reuniones dejaron de hacerse alrededor de mesas largas en habitaciones oscuras para ubicarse en espacios más reducidos con sillones que se asemejan a piezas de Tetris o Lego.

En este sentido, la cooperación de los empleados fue fundamental. “Soy muy cercana a ellos y entiendo al trabajo como parte de la transversalidad. No puedo hacer nada sola. Los empleados son amplificadores y necesitan alguien que los encuadre”. Así, cada vez que aparece una convocatoria para colaborar, surgen voluntarios de todos los sectores que aportan lo que saben, su know-how.

Todo este cambio, que no garantizaba en un principio el apoyo y la aprobación de los empleados, no fue en vano. Como resultado, se logró la destrucción de más de 50.000 kilos de papel y plástico de forma sustentable, se le brindó empleo a un joven en situación de vulnerabilidad social y económica, y se reciclaron y donaron materiales y muebles. De a poco, tanto Movida Sustentable como el resto de los proyectos enmarcados dentro del programa general de RSE de Sanofi contagiaron una conciencia social en el entorno que habita la empresa, y esto se transformó en lo que hoy es la columna vertebral de Sanofi para su negocio: focalizarse siempre en las necesidades de los pacientes, la optimización de sus recursos y la oferta de soluciones innovadoras para la salud.

 

El desafío como piedra fundamental

Si bien Movida Sustentable tuvo una duración corta per se, sus raíces siguen extendiéndose en la compañía. “El programa finalizó cuando cambiamos de lugar, pero sigue acá con otras acciones y actividades, como distribuir tachos en todos los sectores. Además, tenemos proyectos para trabajar con Colgate (cuyas oficinas están en el edificio de al lado) para poner contenedores de basura. Pero la concreción de todas estas ideas sería imposible si no se contara con la colaboración de los empleados”. Para Fotia, ese es un logro personal: “La gente lo entendió. Ahora estamos en una etapa de acomodación y por eso tenemos que hacer que los empleados vivan el lugar. Seguiremos reforzando la comunicación interna, reciclando y con los programas que teníamos con el Hospital Garrahan”. Y agrega: “Debemos entender que los espacios abiertos son lugares de integración. No olvidemos que todos los que trabajamos ahora en esta sede pertenecemos a tres grupos distintos que se pueden enriquecer enormemente. Podemos conocer lo que hace cada empresa dentro del grupo y juntarnos para que haya intercambio”, sintetiza.

 

Cambio integral

Si bien Movida Sustentable fue un proyecto fuerte para Sanofi, la empresa ya venía desarrollando otras iniciativas dentro de su plataforma de RSE. “La compañía, que es de origen francés, tiene mucho trabajo hecho en materia sustentable. Cuenta con una asociación que se dedica a este tipo de actividades y también financia proyectos alrededor del mundo”, destaca Fotia. En este sentido, cuando llegó a la empresa, descubrió que había algunas personas que ya estaban trabajando en RSE pero no dentro de un marco formal. A través de diferentes acciones, iniciativas y nuevas decisiones, fue dándole forma a un programa más integral. “Tenía que sumarme a un plan que ya existía y darle un valor agregado, pero siempre con el aporte de los demás; yo solo soy una herramienta”, asegura. Es así como trabajaron con la Fundación Convivir en un programa de apoyo escolar en barrios carenciados; con Comedor el Pastorcito; con el Hogar El Jagüel de María y con la publicación del libro Mujeres en su tinta, una recopilación de escritos y poemas de mujeres que se involucraron en el proceso de alfabetización de sus hijos y que también decidieron aprender.

Pero esto no fue así desde el comienzo. En 2011 Silvina Fotia se dio cuenta de que la empresa “no era sustentable”. Dada su experiencia en el ámbito de la salud decidió tomar cartas en el asunto. “Soy muy pasional y quería hacer algo que tuviera impacto pero sin realizar prensa de eso, el objetivo no era comunicar sobre RSE”, recuerda. En esa búsqueda encontró a la Fundación Espoir, que pertenece al grupo de Sanofi y que convoca proyectos a nivel mundial para financiarlos en caso de ser seleccionados. “Cuando hubo otra convocatoria, ahí encontré el core de mi función. Soy articuladora entre quienes tienen el dinero y los que saben. A veces es más útil ocupar el lugar que corresponde y no buscar protagonismo”, reflexiona. Entonces fue a la asociación Amigos de Casa de Galilea (que está junto a La Cava), donde tienen un programa que se llama “Niños Sanos, Niños Felices”. Les comentó sobre la búsqueda de nuevos proyectos y allí encontró una iniciativa de nutrición materno-infantil. Lo enviaron a Fundación Espoir y ganaron. “Llevamos a cabo ese proyecto que duró tres años. Así entendí que esa era la manera de hacer RSE”, cuenta.

En la actualidad, Sanofi participa en el proyecto “Operadoras de salud”, del barrio La Cava, que tiene como fin la formación de mujeres que viven en la villa de emergencia y se capacitan con médicos, psicólogos y artistas para poder detectar situaciones de peligro o riesgo. También desarrolla charlas sobre salud y tiene un programa relacionado al mal de Chagas desde hace tres años en el que busca una cura para la enfermedad en el marco de un acuerdo público-privado.

 

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