El conductor más responsable

Muy conocido como productor televisivo, pero también por conducir ciclos populares como Gran Hermano o Talento argentino, el comunicador ha recibido numerosos reconocimientos de organizaciones sociales por su constante obra solidaria.

Ya sea cuando posa para las fotos de esta entrevista como cuando se lanza a dialogar, con claridad de ideas y sonrisa siempre lista, Mariano Peluffo se muestra como una persona segura que sabe lo que le interesa. Y que tiene en el humor una manera sabia de encarar la vida que nunca se convierte en pose. Algo de todo eso habrá atraído a muchos de los que le dieron la oportunidad, en más de un momento, de ampliar su rol natural de productor con la conducción de todo tipo de programas a los que les dio su simpatía campechana. Y si hoy siente que algo le ha dado la popularidad que alcanzó en los últimos años por conducir ciclos como Gran Hermano o Talento argentino, eso ha sido la posibilidad de ponerse en contacto con situaciones solidarias donde sus valores humanos han encontrado un lugar donde manifestarse. “Siempre traté de usar los beneficios del trabajo que tengo, de exposición, de llegada a la gente, para hacer algo piola y dar una mano. Eso me parece una manera de equilibrar, porque así no caigo como muchos en esa ecuación simplista de que habría que cambiar el mundo, pero que es imposible hacerlo”, dice Peluffo en las oficinas de su productora.

El ambiente es cálido, el blanco predominante contrasta con una pared de intensísimo naranja. Y en ese juego ambiental de lo calmo y lo potente, que habla muy bien de su personalidad, Peluffo asegura que la realidad puede cambiarse. Y que depende de pequeñas acciones, tan concretas como los planes de productos que se ven en un pizarrón lleno de círculos y palabras que pronto serán imágenes de televisión. “Si todos hiciéramos algo, se empezaría a notar un cambio; y encima dar una mano está bueno, por eso todos los años hago la maratón solidaria del Instituto Roffo para pacientes oncológicos o conduzco el desfile de moda para una asociación de chicos con síndrome de Down. Y por eso trabajo con Hábitat para la Humanidad, que construyen viviendas”, explica el productor, seguro de que hay un valor palpable en saber conducir la llegada que se tiene en los demás para impulsar acciones de transformación social. Le vienen a la mente experiencias poderosas para él, como comprobar que muchos políticos que se venían negando a apoyar con soluciones algunas problemáticas de su comunidad, al verlo llegar junto a celebrities como Maximiliano Guerra o el grupo Los Nocheros para un evento solidario, suelen ser los primeros en sacarse la foto que demuestre la presencia de la política en los cambios. “Al principio te indigna, pero prefiero que sea así, que aparezcan los políticos antes de que no vayan y las soluciones nunca estén, tal vez el día que como sociedad seamos como Finlandia y tengamos un Estado benefactor supremo, ya no nos quejemos de esas actitudes”, asegura un Peluffo cuyos gestos de bonhomía mutan en una seriedad momentánea. A metros de la mesa donde conversamos, unos estantes apilan algunos reconocimientos por sus acciones solidarias, por parte de algunas de las asociaciones sin fines de lucro. Y otras tantas que no llegaron a su memoria, pero que sí recuerdan sus actitudes de solidaridad.

-¿Qué implica tener ahí esos reconocimientos?

-Los puse ahí por sugerencia de mi mujer, porque los tenía todos en casa. No cumplirían una buena función si los utilizara para vanagloriarme, pero está bueno tenerlos como recordatorio, para ver si está por hacerse alguno de esos eventos y si puedo aportar algo. Porque hay que seguir con esto. No es que ya cumplí durante un año, me saqué este tema de encima, pagué mi culpa y ahora que llamen a otro. Al terminar un evento solidario, suelen preguntarme si el año próximo pueden volver a llamarme. ¡Más vale que pueden!

-¿Esto te plantea una ética personal cotidiana?

-Te genera un montón de preguntas. Cada uno hace lo que le parece, lo que le hace bien, lo que lo deja tranquilo. En este tipo de eventos he conocido íconos de lo solidario. Y aprendés que es gente normal, que por ahí tiene una empresa, un negocio. No son la Madre Teresa de Calcuta ni personas a las que les baja del cielo un haz de luz. Lo que las diferencia es que un día se decidieron a ayudar. Y no paran más. Por eso hay que tomar conciencia de que estos valores tienen que partir de uno, no te los pueden imponer ni tenés que involucrarte buscando cuestiones personales. El que lo hace porque lo vive y lo siente, lo puede hacer todo el tiempo, no le incomoda. Y hasta su entorno lo entiende. El que lo toma como un peso, al que le cuesta ir cuando se da un evento solidario…

-¿No está sirviendo tanto lo que hace?

-Una parte sí. Pero no sé cuánto le sirve a esa persona. Porque si lo tomó como un compromiso, apenas como una actividad que no le es pagada, ¿cuánto puede tardar en elegir algo que sí le paguen por hacer? En cambio, si lo ves solo como dar una mano, lo ponés en otro lugar diferente al del trabajo. No lo comparás.

En sus oficinas, junto a revistas de viajes, televisión, música o cine, hay un lugar privilegiado para unos cuantos ejemplares de Presente. Y ante la observación, Peluffo aclara rápidamente que los temas que trabaja la revista siempre le han interesado, que no es que llegó antes a la lectura de sus artículos sobre RSE para que la temática fuese un punto esencial en sus intereses. Más bien tiene con nuestra publicación una especie de relación de amigos a los que les gusta hablar de cosas que los conmueven. Y si bien hasta ahora no puede rastrear la presencia de estos valores en todos los programas televisivos donde se ha visto involucrado, sí siente que, en ciertos ciclos, su parte solidaria, su interés genuino en los cambios sociales se ha visto representada; sobre todo en Talento argentino, la popular emisión televisiva que conducía, donde un panel formado por Catherine Fulop, Kike Teruel y Maximiliano Guerra evaluaba la destreza de todo tipo de personas del país. “A veces volvíamos de una gira por el interior, con artistas que te agradecían la oportunidad de haberse subido a un escenario. Después les iba como les iba, pero eso no importa, porque no estaba puesta la mirada en el resultado, sino en la movilización. Llevar todo un estudio de Telefé al interior era una movida fuerte, yo volvía a casa con la sensación de que estábamos haciendo patria”, dice Peluffo y completa su balance: “Hay programas que en esta columna de hacer algo por el otro me han dejado mucho, como también hay otros que me han dejado muy poco”. En esa segunda lista pone a Gran Hermano, aunque velozmente complementa su apreciación: “Igualmente, aunque no esté aportando tanto, desde mi lugar siempre traté de que la gente se quedara con algo, porque cuando uno comunica, tiene que tratar de que las personas tengan algo para pensar, un aprendizaje, aunque se trate de mostrar diez pibes encerrados en una casa peleando por un paquete de yerba. Ahí pueden surgir muchas cosas, incluso hacerle pensar al espectador qué haría si estuviera en una circunstancia como esa”.

-¿Los valores de solidaridad están necesariamente contrapuestos a las virtudes del entretenimiento?

-Para nada. De hecho hay programas ícono de la solidaridad, como Sorpresa y media, que fueron muy exitosos, pero el programa que está haciendo hoy Julián Weich, Todo es posible, que tiene un gran anclaje en la cuestión solidaria, no será un éxito si lo medís en ingresos en picos de rating, pero para él es un exitazo. Porque está dando una mano gigante. Hay que ver si ponés el foco en el resultado o en lo que estás generando. El tema es que somos un país resultadista. Pero creo que no todo se mide en resultados, sino en acciones. A veces hay que salir de la inmediatez. Está bueno pensar a futuro.

-¿Qué producto televisivo que trabaje sobre responsabilidad social, sustentabilidad, ecología, te imaginás que podría ser exitoso en rating y en acciones solidarias?

-Me parece que debería acompañar todo el entorno. Cuando hacés un programa de entretenimientos y tenés auspiciantes, la pauta sale de un presupuesto destinado a la publicidad. Pero si hacés un programa solidario, ¿la pauta sale del presupuesto publicitario o del de responsabilidad social, que es mucho menor? Si se juntaran las diez empresas más grandes de la Argentina y de su presupuesto de responsabilidad social empresaria se sustentara un proyecto solidario, ahí nadie pediría resultados o rating, sino saber cuántas escuelas, salas de primeros auxilios o bibliotecas construiste. Si se juntan todas las variables y la decisión es que todos ayudemos, ahí puede funcionar. Si los conductores donan su salario, harían que el programa no fuese tan caro, sería más fácil el recupero del que invierte. Si las empresas se juntan e invierten sus presupuestos de responsabilidad empresarial ahí creo que sí es posible.

-¿Cómo es negociar con las empresas para que participen en programas solidarios?

-No me ha tocado personalmente hacerlo. Pero me parece que está cada vez más presente en las empresas el tema de la responsabilidad social, entienden que son actores de una sociedad, que no todo es cuánto me cuesta y cuánto me deja. Y hoy las pymes, con su presupuesto específico, también colaboran. Me parece que somos una sociedad solidaria. Lo que pasa es que hemos caído muchas veces en descreimientos, pensamos que todo está mal administrado, que las cosas están mal hechas. Hay cierta reticencia. Pero si el que convoca es un ícono de la transparencia, como Juan Carr, de la Red Solidaria, nadie lo duda. Ha habido mucho chanta, mucha cuestión turbia, por eso la gente desconfía. Eso también hace que si gente como yo le pone la cara a un proyecto, de alguna manera se valida. Hay tantos lugares donde es necesario ayudar.

-Debe ser un tema conflictivo cómo se elige dónde ayudar. E imagino que seguramente deben ser privilegiados los casos que se vuelven icónicos…

-Creo que no es lo ideal que sea así. Pero hay momentos donde todo el mundo se siente representado, como lo que pasó con Agustín Bustos Fierros. Y por ahí, a los dos meses aparece otro pibe que necesita lo mismo, pero no se logra dar esta aparición en cadena. Y eso tampoco sé a qué está vinculado. No sé si tiene que ver con el momento que se vive como sociedad, con que se enganche la gente, con los medios. Ojalá le encontráramos el resorte, porque estaríamos tocándolo todos los días para que funcionara. A veces me parece que es un gran milagro de las redes sociales.

Peluffo cuenta que gracias a un comentario suyo en Twitter pidiendo ayuda por un caso de necesidad de zapatillas para chicos de una escuela de Mendoza, en poco tiempo logró que se vincularan personas bien variadas que pronto dieron surgimiento a la solución. A las dos semanas aparecieron 500 pares de la marca Pony, y una marca de calzados de autor, ARS, donó todo un saldo de zapatillas que le había quedado de la temporada anterior. “Creo que cada vez hay más conciencia de la responsabilidad social, del rol que asumís como empresario, como dueño de una pyme o como persona que trabaja en la televisión a la que un montón de gente escucha. Y cuando varios de esos roles se alinean, hay resultados”, reflexiona el conductor.

-¿Cómo entran en juego estos pensamientos al poner tu consultora?

-Siempre procesé todo como productor, después se me abrieron caminos delante de cámara, pero nunca abandoné el área. Trabajo todos los días acá, en todo tipo de proyectos. Cuando hago un programa de televisión abierta vengo menos, pero acá está mi hermano, gente de muchos años de confianza. Cuando hago Gran Hermano, me interno en el canal y ellos van a verme allá. Nunca abandono esta faceta, cosa que no es fácil, pero es una decisión. Nunca hice la cuenta fina de cómo me habría ido si me hubiese dedicado solo a conducir. Probablemente estaría mejor, pero ¿desde qué punto de vista? Todo depende de la columna donde ponés el ojo. Acá trabajamos con mucha gente con la que hicimos proyectos sin firmar un solo papel. Y todo el que volvió, fue porque se hizo amigo, porque la pasamos bien. Si necesitara que volvieras mediante un papel firmado, eso no le serviría a nadie. Porque estamos para pasarla bien. Se trata finalmente de eso.

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