El desafío de fortalecer la relación bilateral

El embajador de Colombia en la Argentina, Álvaro Pava Camelo, se propone estrechar lazos entre ambos países. Una gestión donde no faltarán acuerdos ni tampoco el sonido de la salsa y el tango. 

¿Qué puntos de contacto encuentra entre la comunicación y una misión diplomática?

Las dos son un servicio público. El periodismo finalmente bien entendido es un servicio a la comunidad. Los medios de comunicación son un servicio. Y una embajada es un servicio que uno le presta al país. En mi caso, acepté la embajada por esa razón, querer trabajar por Colombia. Me pareció que era una linda oportunidad venir a la Argentina a hacer una gestión y mucho más en un país tan hermano y con tanto futuro, con un pasado parecido al nuestro. Estoy muy contento y satisfecho de estar acá. Fue una buena decisión. Llegué en enero. Había tenido la fortuna de conocer Buenos Aires en los años 90 y siempre me pareció un excelente destino y un inigualable lugar para vivir. Además, tener la oportunidad de servirle a Colombia fortaleciendo la relación bilateral en un país como la Argentina con un gobierno amigo resulta para mí un gran reto y una enorme satisfacción. Los argentinos me han recibido con excesiva generosidad. A lo largo de la vida he aprendido que cada experiencia como embajada se construye en la relación con el país de destino, saber leer los atributos culturales y políticos coyunturales es el primer desafío; después lograr insertarse para ser un aliado de los intereses mutuos. Me pasó en mis dos destinos anteriores como embajador.

¿Cuáles son las similitudes entre ambos países?

Colombia es un país de 48 millones de habitantes, mientras que la Argentina tiene 44 millones. Sin embargo, Colombia posee un territorio mucho más pequeño. Tenemos algunas angustias en común, especialmente dentro de la región donde compartimos visiones en torno a la responsabilidad histórica que nos asiste: atravesamos conjuntamente, como todos los países de renta media, desafíos para ser competitivos y sostenibles; compartimos además la misma obsesión por la integración en torno a la riqueza de nuestro continente lleno de recursos y de talento; tenemos muchos propósitos comunes en la erradicación de flagelos como la corrupción, la trata de personas y la lucha global contra el narcotráfico; en material cultural, en la capacidad de producir con las industrias del talento. Ustedes, por ejemplo, cuentan con el tango, una expresión tan significativa del folklore argentino; nosotros, con la salsa, el vallenato y la cumbia, entre otros. Casualmente, para mostrar esa similitud y esa capacidad de complementarnos en cualquier tipo de diálogo, con motivo del bicentenario de la consolidación de nuestra independencia vamos a presentar próximamente un mano a mano entre los campeones mundiales de la salsa, que son caleños, y los campeones mundiales del tango; hay allí mucha similitud, como podrán apreciar en diciembre. Vamos a hacer un vallenato sinfónico antes de fin año, seguramente en el Teatro Colón. Estoy buscando la posibilidad de traer el año entrante una muestra muy representativa del maestro Fernando Botero con unos 80 cuadros. No es algo fácil por el tema del seguro, pero trabajamos en eso. En agosto hicimos una actividad para mostrar nuestra gastronomía en el Palacio Duhau. Es parte de la función de un embajador mostrar las bondades de su país. Nos une además el respeto por lo que somos, el fútbol. Eso para citar solamente algunas coincidencias. Somos pueblos hermanos y países amigos.

¿Cuáles son los principales objetivos de su embajada en la Argentina?
Como es lógico, el principal propósito de mi misión en la Argentina es estrechar los lazos de amistad entre dos pueblos hermanos y materializarlo en instrumentos que contribuyan al progreso de los dos. Realizar un trabajo conjunto de cooperación técnica y científica, compartiendo conocimientos, buenas prácticas y recursos de información y afirmación permanentemente. Nuestra cartera de proyectos de cooperación es muy nutrida, y hemos logrado resultados del ciento por ciento en los años recientes. Venimos haciendo grandes esfuerzos para combatir enemigos comunes en materia de seguridad, de intercambio judicial, de liderazgo en temas críticos no solo en el contexto bilateral, sino sumando posiciones en los mecanismos de concertación regionales y multilaterales. Naturalmente hay una oportunidad enorme de mejorar el comercio entre los dos países en muchos renglones; esa balanza comercial la estamos trabajando: hemos venido robusteciendo el comercio de vehículos y la diplomacia sanitaria para permitir la entrada de nuestros productos agrícolas; además de promover el turismo argentino en Colombia, en 2018 cerca de 200 mil argentinos visitaron nuestro país. Trabajamos incansablemente para que sea mayor el número de visitantes a Colombia, aumentamos las frecuencias aéreas con 21 vuelos directos semanales y esperamos próximamente tener un vuelo directo a Cartagena, una de las ciudades patrimonio del mundo y de las más lindas de América. Creemos firmemente que el turismo, como dice el presidente [Iván] Duque, es el nuevo petróleo. Hay que apostarles con todo a las industrias creativas.

¿Qué actividades ha podido concretar con el empresariado?
Hemos realizado diferentes reuniones, ruedas de negocio, intercambios con muy buenas perspectivas de inversión con los empresarios argentinos de todos los sectores. El interés de los empresarios en Colombia es creciente. Durante la visita reciente que realizó el Presidente Duque a la Argentina, hicimos un desayuno en uno de los hoteles más prestigiosos de la ciudad, donde los CEO de las 40 empresas argentinas más representativas tuvieron un diálogo franco y directo por más de dos horas con el Presidente y al menos cuatro ministros de la nación. Saltaron al ruedo todo tipo de inquietudes particulares y generales de los empresarios y pudimos expresarles el gran interés nuestro respecto de sus inversiones. En Colombia las inversiones no solo tienen estabilidad legal, sino que hay industrias como la hotelería que cuentan con condiciones tributarias muy especiales. En mi país los empresarios no son vistos como una fuente de pago de impuestos, son tratados con respeto y consideración, porque una de nuestras prioridades es la inversión extranjera. Hay el mejor ambiente y disposición para facilitar la circulación de talento entre los dos países. Estamos conjuntamente facilitando los procesos de movilidad, educación y trabajo para la gente de bien, a la vez que afinamos los mecanismos de cooperación en materia judicial para bloquear la delincuencia.

¿Qué lugar ocupan en su agenda de embajador las iniciativas afines a la responsabilidad social empresarial?

No se puede pensar en mejorar las relaciones comerciales si no se hace de manera integral. Hoy ya no es posible un crecimiento sostenible del sector privado sin una mirada hacia lo social. Colombia es un país que ha logrado optimizar sus estructuras de gobierno corporativo, gestión de riesgo y responsabilidad social con estándares de países desarrollados. Ese es un compromiso que debemos mantener con indicadores muy precisos que, entre otras cosas, nos permiten ser parte de la OCDE, hacia donde se mueve también la Argentina. Hace parte de la agenda empresarial y de todo el trabajo de alianzas público-privadas que no escapan a ningún escenario de relacionamiento. En el marco de la responsabilidad social empresarial, teniendo en cuenta que cada vez más la sociedad, los clientes y los propios empleados y socios de las empresas requieren que se aporte un mayor valor positivo de forma más significativa y tangible, se entiende que los embajadores y las misiones diplomáticas no podemos ser ajenos a estos conceptos y que debemos estar alineados con lo que hace años dejó de ser una tendencia para ser un punto obligado en la agenda de cualquier gestión empresarial pública o privada.

¿En qué medida percibe usted, desde su mirada internacional, que existe una conciencia en relación con la sostenibilidad?

El compromiso en el plano de las relaciones internacionales es total con la premisa de la sostenibilidad. Colombia fue la autora de los objetivos de desarrollo sostenible que hoy impulsan toda la agenda 2030. Prácticamente no hay un solo aspecto del trabajo multilateral, regional y bilateral que no se desarrolle en ese marco. Hay una ruta compartida para cuantificar esos valores. La sostenibilidad es el requisito para generar inversiones efectivas de alto impacto y mejor costo/beneficio que, sin embargo, den cuenta del conjunto de elementos que atraviesan cada realidad. La sostenibilidad es la primera pregunta antes de abordar cualquier proyecto. Es el enfoque transversal para diseñar, ejecutar, monitorear y activar intervenciones desde lo público y lo privado, respondiendo a temas de disminución de la pobreza, la inequidad, la preservación del medio ambiente. Es el gran paraguas en el que nos estamos moviendo todos. Argentina y Colombia nos encontramos en la misma página y remando hacia el mismo puesto.

¿Qué propuestas puede destacar de su embajada que tengan vínculo con la RSE?

La responsabilidad social empresarial es un marco de funcionamiento de todo el estamento. La embajada es parte de esa estructura garante de que los estándares definidos y con los que estamos comprometidos hace ya varios años permeen y estén reflejados y materializados en cada negocio, relación, acuerdo y proyecto. Sería un grave error desarticular la RSE como proyecto aislado. Es un estándar, se debe tener y cumplir. Está presente en la cartera de cooperación con la Argentina, proyecto por proyecto; en el alcance de cada instrumento vigente; en cada posición que promovemos y adoptamos en los mecanismos de integración y concertación a nivel regional y multilateral. Entender y gestionar este valor se está volviendo cada vez más importante, tanto para el sector privado como para el público. Recientemente se ha generado un concepto erróneo sobre la RSE, vinculándola exclusivamente a prácticas filantrópicas que suelen ser accionadas aisladas y verticalmente realizadas desde las empresas hacia la comunidad. En la embajada buscamos consistencia en la forma de gestionar el valor social en nuestra relación con cada grupo de interés y entender la necesidad de la comunidad y de nuestro entorno para poder generar acciones efectivas.

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