Mabel Gómez Oliver es Embajadora de México en la Argentina desde 2017 y rescata la importancia de la empatía como elemento subyacente para lograr proyectos filantrópicos y negocios bilaterales, consensos y soluciones.
¿Cuándo entendió que su vocación era la diplomacia?
Cuando estaba por decidir qué estudiar en la universidad, percibí que lo internacional era lo que me llamaba. En un viaje que hice con mi madre y mi hermano, vi que había –y hay– una idea muy distorsionada de la cultura mexicana, y una manera de contrarrestar ciertos estereotipos sobre México era representar a mi país como diplomática.
Desde su rol como mujer diplomática, ¿cómo vive la cuestión del empoderamiento femenino?
Es un tema prioritario de la agenda cotidiana nacional e internacional, en el ejercicio de la función diplomática. En los últimos 15 o 20 años, México ha ido transformando su mirada sobre el tema del género, el acceso a las oportunidades para crecer, profesionalizarse, educarse, y sobre tener el mismo acceso que han tenido los hombres. En mi familia, varones y mujeres tuvimos la misma oportunidad de estudiar. Pero en la carrera sí se enfrenta uno a la desigualdad, a la discriminación. Es mucho más difícil que a una mujer la escuchen con la misma atención que a una voz masculina. Cuando se enteran de que mi esposo es mexicano, ya estoy transmitiendo un mensaje. Él me ha apoyado en mi carrera y tiene un papel fundamental con nuestra hija, cubriendo un espacio que yo no he podido por mi función.
¿Ha visto alguna evolución en materia de igualdad?
Sin duda, y prueba de ello es que yo estoy aquí. Si bien en México ha habido avances en fortalecer el marco jurídico, todavía en la práctica hay mucho que hacer, como sensibilizar a educadores y niños sobre la igualdad de género. Nos interesa que se conozca el marco jurídico de mi país, ya que el gobierno de México ha desarrollado diversos manuales para evitar el acoso, combatir la violencia y promover la igualdad de género y de oportunidades. Esto forma parte de una conversación permanente aquí en la Argentina.
En relación con los acuerdos de asociación estratégica y los distintos mecanismos de diálogo con la Argentina, ¿qué logros ha visto en este año y medio?
La mirada del actual gobierno argentino para lograr una inserción inteligente en el mundo ha permitido que nuestros dos países se acerquen. El acuerdo de asociación estratégica se creó en 2007, y en 2016 se reactivó el diálogo político con la visita de estado del ahora expresidente de México. En 2018 se revisó toda la agenda política y surgió la creación del Grupo de Asuntos Migratorios y Consulares. Hay, por un lado, alrededor de 50 mil argentinos viviendo en México, y por el otro, 450 mil argentinos visitaron México en 2017; esto significa que la Argentina es primera en flujo de turistas a nuestro país. A su vez, la comunidad de mexicanos en la Argentina requiere atención de la embajada y de la sección consular. Para los estudiantes en el exterior es importante que exista este diálogo, para agilizar procesos como la generación de identificaciones oficiales. Otro tema es la trata de personas. Justamente por la cantidad de argentinos que viajan a México, sabemos que es una ruta que potencialmente podría identificarse con dicha problemática, y las aerolíneas, por ejemplo, son un socio fundamental para detectar posibles casos.
¿Qué rasgos dentro de la idiosincrasia de ambos países ve usted que pueden potenciar las relaciones bilaterales?
Existe una afinidad y una sintonía históricas entre ambos países. El hecho de que hablemos un mismo idioma ayuda enormemente. Que seamos dos polos culturales de la región latinoamericana ayuda a pensar proyectos de mutuo beneficio. Compartimos valores tales como fortalecer la democracia y promover los derechos humanos, la forma de hacer negocios, de concebir las relaciones internacionales.
¿Qué actividades satisfactorias en materia de RSE ha podido concretar con las empresas en nuestro país?
La embajada tiene una agenda compatible con las agendas de responsabilidad social de las empresas argentinas y mexicanas presentes en la Argentina. El Programa Escuelas México se implementa en toda América Latina para todas las escuelas que tengan su nombre asociado a México y se canaliza, por ejemplo, con material didáctico, mejoramiento de las instalaciones, capacitación a maestros, concursos o una visita a México como premio al mejor alumno de sexto año. Este es un nicho donde podríamos trabajar con las empresas. Cada vez que nos reunimos con las compañías mexicanas –que son en torno a 25 organizaciones– y la Cámara de Comercio Argentino-Mexicana, hablamos sobre el interés de la embajada en darles visibilidad a sus programas de responsabilidad social, que incluyen temáticas como derechos humanos, seguridad alimentaria, sustentabilidad ambiental, recursos hídricos, inclusión laboral y tecnológica.
¿Cómo viven usted y su equipo el hecho de trabajar expatriados?
En el servicio exterior uno tiene que asimilar que el destierro nos enriquece tanto a nivel personal como profesional. Cambiar de país es crecer, es aprender de la cultura y de la gente locales para entender el mundo y poder desempeñarnos mejor como representantes de nuestro país. Mi gestión no puede ser exitosa si mi equipo no está bien. Somos 24 personas, entre empleados, funcionarios y diplomáticos. Yo trato de generar las mejores condiciones para que ellos puedan vivir una experiencia provechosa y de trabajo armonioso. En el siglo XIX, la labor diplomática era secreta, pero en el siglo XXI los diplomáticos tenemos grandes desafíos en la profesión, y cada vez se hace más importante el contacto con la gente. Se espera que el diplomático esté conectado con las personas; debemos acercarnos y revisar cómo poder hacer nuestra labor más útil para que se comprenda mejor a qué nos dedicamos.