Federalizar la responsabilidad social empresaria

Para el Senador Nacional por Mendoza y actual Presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical, la responsabilidad social empresarial es parte indivisible del concepto de ciudadanía plena. “Las soluciones vienen de la complementariedad”, afirma.

Con la misma pulcritud y con el orden que pueden percibirse en sus oficinas porteñas, el discurso del abogado Ernesto Sanz, Senador Nacional y Presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical, se irá desarrollando en esta entrevista en torno a ideas precisas. Y una de ellas es la necesidad de que la política tenga una visión amplia sobre la responsabilidad social empresaria, que venga también de una reflexión consecuente de las propias responsabilidades políticas frente a la sociedad. Del matrimonio consciente y sustentable de estas dos esferas, la política y el empresariado, el precandidato a Presidente de la Nación por el frente Cambiemos considera que se dará una evolución integral de nuestra sociedad.

¿Desde cuándo tiene percepción del tema RSE?

En mi caso desde siempre. Porque lo vinculé en una primera etapa con el cuidado del medio ambiente. Porque provengo de una zona rural, un sector en Mendoza que depende mucho del agua, es lo que ha hecho construir un oasis en medio del desierto. Desde hace muchísimo tiempo los mendocinos fuimos creados con una conciencia en el cuidado del agua, por lo tanto el mundo emprendedor siempre tuvo esa responsabilidad. Por eso el paso de ahí a la RSE en términos más globales, que sea una cuestión más integral, porque ya conceptualmente estamos hablando del posicionamiento de una empresa dentro del marco de su actividad y de la búsqueda de rentabilidad, siendo sustentable con el entorno que la rodea. Esto lo tengo incorporado desde hace mucho tiempo, no lo aprendí en los últimos años. Además, durante toda mi vida, a través de mi estudio jurídico, fui abogado de empresas, por lo que conozco desde adentro el tema de la RSE.

¿El trabajo en la política se ha visto enriquecido por esa mirada?

Absolutamente. Creo que la RSE es una parte del concepto de ciudadanía plena. Las democracias se distinguen por varias cosas, una de ellas es si sus ciudadanos se desenvuelven de manera plena o a medias. Los ciudadanos plenos son aquellos que desarrollan una actividad creyendo que no son una individualidad que puede hacer lo que quiera, sino que son parte de un todo. Y ese todo les genera responsabilidades con el entorno. Es lo mismo para un ciudadano común, en el tema cotidiano con sus deberes y derechos; y para una empresa, que no es una topadora que puede arrasar con todo y todos por el solo fin del lucro. Una compañía tiene una responsabilidad en el sistema democrático con la sociedad. Ese es el concepto de responsabilidad empresarial que tengo.

¿Qué pasa si pensamos en la responsabilidad social del político?

No deberíamos hablar de esto, es innato. Esa responsabilidad social ya está dada por su condición de político, porque la política es una herramienta para lograr el bien común, que es el mejor nivel de vida de los ciudadanos en particular, desarrollo de las comunidades, protección de los entornos ambientales, progreso individual y social. Ese es el norte que tiene que buscar un político. Esa es su responsabilidad social. El problema es que en la Argentina estas cosas son muy difíciles de discutir, porque estos conceptos están caídos, cuando debería ser algo de lo que ni siquiera se discute. No se hablaba de la responsabilidad social del político y sí de la del empresario, porque tradicionalmente el político buscaba el bien común y la empresa el bien particular. Pero aquí la política vive mirándose el ombligo, retroalimentándose a sí misma. Por eso vivimos un enorme desafío en este ámbito, esto es de todos los días, no es que hago esta autocrítica y me quedo sentado. Trato diariamente de cambiar la realidad. Se trata de recomponer el sistema de partidos políticos, hay que hacer que las organizaciones políticas sean más importantes que los individuos, que los candidatos. Y en el Estado es lo mismo, las personas no pueden ser más importantes que las instituciones. En el ámbito de la política, lo más importante deben ser los partidos políticos. Esto es una cuestión cultural. Pero lo más probable es que al preguntar a cualquier ciudadano si va a votar un partido o una persona, te diga una persona. Y no es que esté mal, pero hay algo que lo fue llevando hacia ese camino. Y si seguimos ahondando, pueden decirte que votan al candidato que más vean en televisión. Las democracias serias del mundo son aquellas que tienen responsabilidad social empresaria en sus empresas y responsabilidad social política en sus políticos. Funcionan con institucionalidad, con partidos políticos fuertes que puedan generar adoctrinamiento, enseñanza, formación, renovación de cuadros, preparación para la gestión, desarrollo territorial en todo un país. Y los Gobiernos funcionan con instituciones sólidas, jueces independientes, organismos de control.

En esta época el empresario está observando la aparición de un consumidor mucho más consciente, que le pide no solo calidad de producto, sino un compromiso sustentable. ¿Cómo percibe que debería ser este consumidor en relación a la política?

Tiene que ser igual, porque el poder en la democracia lo tiene el ciudadano, el problema es que ese poder se delega, vivimos en una democracia delegativa. Tanto es así que terminamos despojándonos de ese poder y entregándoselo a otras personas. El día que el ciudadano, como el consumidor, recupera su propio espacio de decisión, se genera algo muy bueno, porque podés controlar, exigir. Esto en la Argentina tenemos que trabajarlo mucho. Igualmente, creo que ese círculo de consumidores conscientes es muy pequeño todavía. Es una elite. Ojalá esto se vaya extendiendo, masificando, globalizando, de tal manera que podamos ir encontrando una sociedad de consumidores exigentes y de ciudadanos también exigentes. Hoy estamos lejos y precisamente por eso se da esta devaluación general. En esto tienen mucho que ver los medios de comunicación. En una sociedad democrática, la intermediación entre poder, estado, sociedad, la ejercen los medios. Hoy en términos de formación pública hay mucha subjetividad y arbitrariedad, muchos intereses económicos. Esto afecta la política, porque en el campo de la mediación entre el poder y el ciudadano se produce un desbarajuste.

¿Dónde percibe el lugar más sólido para los cambios necesarios en nuestra sociedad?

Yo creo que en estos procesos tenés que hallar la puerta para salir del círculo vicioso, para fluir hacia un círculo virtuoso. En el caso de la política, considero que más que nunca le falta plantarse en el equilibrio del sistema. Perdimos el equilibrio de tener dos fuerzas fuertes, estables, que te permitan contar con alternancias y controles. Los países que mejor están en el mundo son los que poseen bipartidismo o dos coaliciones de distinto signo ideológico que compiten y se controlan. Donde hay progreso se da este equilibrio. Cuando regresemos, debemos mejorar institucionalmente el país.

¿Qué visión tiene sobre el rol de las ONG en nuestra sociedad?

Las ONG son muy necesarias y han sido muy útiles en todo este proceso de pérdida de valor de los partidos políticos. Hay algunas que han cumplido funciones muy importantes reemplazando el rol de los partidos; por supuesto que no me gusta esa sustitución. Me gustaría una complementariedad, pero no dejo de reconocer que fue en buena hora que aparecieron. Hay algunas vinculadas a lo ambiental que han despertado conciencia en la sociedad, que podría haberse generado desde la política, pero no pasó. Entonces hoy, un debate como la megaminería no es lo mismo con el trabajo de ONG ambientalistas; hace 20 años, en el medio no había nada. Son muy valiosas. Pero, dicho con total respeto, me parece que nunca pueden reemplazar a la política, porque bien entendida, esta tiene una visión global del problema, no sectorial, como una ONG, que ayuda al debate, pero no trae la resolución. No pondría a una ONG ambientalista a solucionar un problema de medio ambiente, aunque creo que ayuda a escuchar una campana. Pero es desde la institucionalidad que se resuelve el tema.

¿En un sistema donde la política diese todas las soluciones requeridas por una sociedad no habría necesidad de ONG?

Siempre son necesarias, porque suponen un sistema de democracia participativa que es muy valioso. La participación democrática no se da solo a partir de los partidos políticos. Solo digo que en la Argentina la proliferación de ONG y la incorporación al mundo de la agenda pública ha tenido mucho que ver con la desvalorización de los partidos políticos. ¿Cuál sería el mundo ideal?: el de la convivencia entre partidos políticos fuertes y ONG que pudiesen ayudar en ese esquema.

¿Qué siente que le dio su trabajo como abogado, su experiencia trabajando con empresas, a su mirada como político?

Me ayudó a no caer en el prejuicio del discurso antiemprendedor y antiempresario, que en la Argentina muchas veces se ha visto como pecado desde algunos partidos políticos que no ven el mundo corporativo como un sujeto del desarrollo, generador de riqueza. Lo suelen ver con reparos, como si detrás de cada emprendedor hubiera un ánimo de lucro, poca responsabilidad social, poca sensibilidad. Y ese mito lo rompí hace mucho tiempo, porque tengo muy claro que en el mundo del desarrollo deben convivir los empresarios que generen riqueza y el Estado que sea capaz de equilibrar las desigualdades. Porque mercado y Estado son los dos elementos del desarrollo. Cuento con mucho contacto con el mundo emprendedor, aliento a los empresarios para que tengan este concepto de responsabilidad social. Me inclino mucho más, eso sí, por el mundo de las pequeñas y medianas empresas, porque es lo que mamé. Vengo de una zona donde no hay latifundios, no hay grandes terratenientes, son todos productores medianos y pequeños.

¿Ese siente que es el esquema ideal?

Sí, sin dudas. Sueño con eso. Por ejemplo, admiro a Italia en su composición económica, porque es el país de las pymes. Adoro el esquema de un pequeño emprendedor, que tiene una idea, la puede llevar a la práctica, a la vez que esa idea va generando empatía, se transforma en una pequeña empresa y al final del camino esa persona, sin necesidad de ser una gran empresaria, termina exportando, dando trabajo, generando innovación. Ese sistema productivo me encanta, me entusiasma. No creo que todas las soluciones vengan del mercado ni del Estado funcionando solos. Las soluciones vienen de la complementariedad. Admiro la filosofía emprendedora, la capacidad de una persona para pensar cómo hacer de cualquier elemento una idea que sea vendible, que genere empleo. Ese es el motor del desarrollo de un país. Y en la Argentina, la política habla muy poco de esto, la costumbre es hablar de la distribución de la riqueza, de cómo generarla. Es complicado encontrar ese punto de equilibrio.

¿Cómo percibe esta época de consolidación y expansión de la RSE?

Creo que el tema de la RSE es aún muy porteño y debería federalizarse, acá en Buenos Aires hay un microclima que termina retroalimentándose a sí mismo. Y pareciera que todo el mundo empresario es como el que está acá. Hay que ir al interior. Hay ejemplos extraordinarios de espíritu emprendedor, con capacidad para incorporar el espíritu de la RSE, que también merecen conocerse. Porque muchas veces la lejanía de la capital hace que permanezcan en el anonimato, pero el interior del país es sumamente rico. Hay lugares como Rafaela, en Santa Fe, que son tremendos, porque el 70 por ciento del PBI es privado, todo a través de pequeñas y medianas empresas. Creo que es muy bueno que haya aparecido el concepto de RSE, porque es lo mismo que cuando surgió el concepto de que los políticos teníamos que presentar nuestra declaración jurada de bienes. Hoy ya es algo cultural, que se convierte en un avance. Y que los empresarios hablen de esto es un cambio. Quizás uno que tenga hoy 70 años no esté muy acostumbrado a esto, pero su hijo ya viene con el tema incorporado. Entonces, cuando debe decidir una inversión, lo hace en relación a la RSE. Y si tiene que tomar una medida en torno a su personal o a un traslado de la fábrica, también piensa en esto. Pero la RSE es un tema de debate en una elite empresaria, que deberá ser socializada.

¿Qué cree que le dio la política a su mirada sobre la empresa?

Creo que, sin ese título, lo que me dio fue incorporar la RSE, la mirada social sobre lo que es el corazón de una empresa. Ahí es donde se produce el matrimonio perfecto entre el acto emprendedor, la búsqueda de una renta, con la responsabilidad del político, para que eso tenga un impacto positivo en lo social.

Skip to content