Argentina Cibersegura nació en medio de un gran silencio. Antes de 2011 muy pocos hablaban sobre malware, violencia digital, sexting, secuelas de la hiperconectividad, ciberbullying o grooming, y mucho menos había organizaciones dedicadas a divulgar información sólida y respaldada. La ONG Argentina Cibersegura, que hoy reúne 300 voluntarios y un grupo apasionado de mentores, es una institución sin fines de lucro que trabaja para crear un espacio digital seguro a través de actividades de concientización y educación destinadas a distintos públicos de interés. Federico Pérez Acquisto, su Presidente, destaca numerosos logros que la ONG pudo concretar, entre ellos impulsar la sanción de la Ley de Grooming en 2013 que tipifica a esta problemática como un delito penal.
¿Es la Argentina un país ciberseguro?
Se están haciendo esfuerzos para que sea cada vez más seguro. Además de tener una solución de seguridad y herramientas tecnológicas de avanzada para estar protegido, es fundamental la educación. Un usuario educado muchas veces previene más que la tecnología. Si cuento con la mejor tecnología, pero no tengo un usuario educado, probablemente mi seguridad no sea tan robusta como si tuviera las dos cosas. La Argentina es cada vez más cibersegura, lo vemos en las charlas que damos a padres, educadores, niños, adolescentes y empresas: cada vez hay mayor interés en concientizar sobre esos temas. Cuando arrancamos en 2011, éramos unas de las pocas ONG que hablábamos de estas cuestiones. Hoy en día hay cada vez más, y eso me parece bueno, nosotros tenemos contacto con muchas de ellas porque eso genera más conciencia. Es nuestra misión
concientizar y educar acerca de los riesgos de Internet para crear un espacio digital más seguro. Desde mi rol en ESET como Gerente General para América Latina tengo la ventaja de poder ver cómo cada país se desarrolla en cuanto a estas materias. Si bien estamos
menos maduros que otros mercados como los Estados Unidos o Europa (que tienen el Reglamento General de Protección de Datos –RGPD–), lo bueno es que la Argentina está avanzando cada vez con más acciones en ciberseguridad. Sin ir más lejos, hace un par de semanas se sancionó la Ley Micaela Ortega, que tiene como fin prevenir sobre grooming y varios peligros que nosotros tratamos en Argentina Cibersegura.
¿Cómo definiría a Argentina Cibersegura?
La definiría como una ONG que persigue su fin, que es crear un espacio digital más seguro a través de sus voluntarios, gente muy apasionada. Tenemos en nuestro ADN la pasión de buscar que nuestros contenidos lleguen. Hablamos de tecnología, y muchas veces es difícil hablar de eso a alguien de siete u ocho años de edad. Tratamos de que nuestros mensajes sean muy masticables, es algo que nos define como ONG. Para ello nos basamos en determinados valores desde que fundamos la organización; esos valores los mantenemos independientemente de todos los vaivenes de la Argentina y no claudicamos, siempre nos enfocamos en la misión que tenemos.
¿Cómo surge en 2011 Argentina Cibersegura?
General de ESET Latinoamérica, quien vio que había que hablarles a las nuevas generaciones sobre los peligros que corrían niños, adolescentes y adultos en Internet y en todas las nuevas tecnologías que venían. Con un grupo de gente del medio de seguridad informática se gestó Argentina Cibersegura tomando como modelo Secure in our City, una ONG iniciativa de ESET en San Diego que obtuvo diversos premios. En la fundación participé en el estatuto de la ONG. Empezamos a aplicar el modelo de San Diego en la Argentina cuando no era habitual hablar de estas temáticas. Encontramos que había un interés, y el ambiente de la seguridad informática nos apoyó muchísimo. Si bien ESET es el
sponsor principal de Argentina Cibersegura, en nuestra comisión directiva hay miembros de otras organizaciones: Argentina Cibersegura es diversa y está focalizada en el fin, no en quién se encuentra detrás de eso. Comenzamos con algunas charlas, después le fuimos
dando más forma… yo estuve en el primer estatuto y la verdad que a partir de ahí tuvimos un crecimiento impresionante. En aquel momento, contábamos con unos pocos voluntarios y los fundadores daban las charlas, hoy en día hay 300 voluntarios en todo el país.
¿Cuáles son los delitos y las temáticas que combaten y abordan?
Tenemos un equipo interdisciplinario que analiza las distintas temáticas focalizándose en niños y adolescentes. Hoy en día se conoce más el grooming –celebro muchísimo la reciente promulgación de la Ley Micaela Ortega–, pero también hay otras cuestiones sobre las que nosotros hablamos y de las que la comunidad no es tan consciente. El concepto de “privacidad” es importantísimo. En nuestras charlas con los chicos les decimos que tienen el derecho de controlar el uso de su información. También hablamos de identidad digital, es decir todo lo que hago en Internet. La identidad se conforma activa –lo que yo publico– y pasivamente, es decir lo que ponemos en redes sociales, lo que cargo en las web, uno tal vez no se fija cuando está cargando datos en formularios. Estas bases de información se terminan vendiendo en la dark web, hay un montón de peligros. También abordamos el concepto de “violencia digital”. Con la pandemia, la conectividad aumentó muchísimo, y también la violencia en los distintos intercambios que se dan en la red, y eso nos está preocupando. A veces es un usuario anónimo o con pocos seguidores, y entonces parece como que no pasara nada, como si uno pudiera decir cualquier cosa y lastimar. Nosotros
generamos conciencia en los chicos. Estuve pensando distintos mecanismos para que ellos puedan valorar a aquel que no incite a la violencia. Los violentos que se expresan en la calle son más visibles, pero en la red social son más impunes. Hay muchos chicos que traen ideas y experiencias vividas. Es importante tener embajadores de bienestar digital, la buena intención digital. Se habla mucho de los haters, pero no de los líderes positivos. En estos tiempos de hiperconectividad, se necesita de alguna manera que alguien esté trabajando en bienestar digital y que no sea solo una ONG como nosotros, sino un par de la escuela o del trabajo. La idea es nombrar a estas personas como embajadoras digitales para crear un espacio digital más seguro. Porque la violencia también es inseguridad.
De la toma de conciencia al cambio actitudinal, ¿cómo es ese camino y cuáles son los logros?
Pensando en lo actitudinal, los chicos nos sorprenden, ellos la tienen más clara que nosotros. Actitudinalmente cuentan con más fuerza para buscar o detectar casos y problemas. Ir a las escuelas a dar las charlas es una experiencia muy buena, porque es algo que ellos viven en el día a día, nos prestan mucha atención y a veces confían más en nosotros que en el mismo docente que conocen hace años. Confían porque nos comunicamos con ellos de una manera empática, no buscando el tecnicismo, sino hablando de lo que están viviendo. Se acercan y nos cuentan cosas que tal vez no les dicen a sus docentes o a sus padres.
Los destinatarios de sus charlas son los docentes, los chicos y los padres. ¿Cómo describe la interacción con ellos?
Efectivamente damos charlas para distintos públicos. Niños en edades tempranas, adolescentes y después adultos. A los adultos, en escuelas, son charlas para padres y madres; y también hemos dado capacitaciones en empresas, en un contexto más corporativo. A ellos les mostramos estos mismos conceptos que hablamos con los chicos y tratamos de hacerles entender que cuando los chicos agarran cualquier dispositivo, no están en un ámbito seguro. Así como cuando nuestros padres nos daban indicaciones si teníamos que salir a la calle, eso mismo hay que generar en relación con Internet. Hay padres que les dan la tablet a sus hijos pequeños y no saben si están en YouTube o YouTube Kids. El grooming le puede pasar a cualquiera, el tema es qué hacemos los padres. Realizamos una encuesta hace un año: el 60 por ciento de los chicos no tienen
a los padres como amigos en sus redes sociales, y el 37 por ciento cuenta con perfiles que los padres ni conocen. No alcanza con saber todas las contraseñas de los hijos ni tiene que ver con el control exhaustivo, sino que se trata del diálogo, de estar cerca, acompañarlos, compartir, preguntar. En el caso de Micaela Ortega, la madre contaba con acceso a las cuentas, pero Micaela tenía una tercera cuenta falsa que la madre desconocía. Hay que esforzarse por conocer las redes sociales que usan los hijos, los padres pueden zambullirse en ese espacio, es un modo de compartir algo y acompañar a los hijos para que estén más seguros.
¿Cómo es la receptividad del adulto, de los jóvenes y de los niños en materia de ciberseguridad?
El 98 por ciento de los asistentes a nuestras charlas quedan contentos y conformes con el contenido. Es buenísima la recepción, entienden que se tienen que aflojar, porque los padres se resisten mucho, tienen el concepto de control y con el control no se puede evitar todo. Para nosotros la llave es el diálogo. Por el lado de los niños, nosotros damos charlas para distintas edades con contenidos adecuados a cada una. Con los adolescentes también hablamos de sexting por los videos o las fotos de índole sexual que se viralizan, es más común de lo que creemos. Ellos piensan que se filman o sacan fotos, y no pasa nada. Lo hacen en un ámbito de confianza, pero después eso se viraliza y se vulnera al que terminó confiando. Las recomendaciones que les damos es que se cuiden –por ejemplo no mostrar la cara ni el lugar para que no pueda reconocerse que es la casa de uno–. Los ayudamos a entender que hay que tener cuidado en ese intercambio y a ser conscientes de que una vez que mandaste las imágenes, ya perdiste el control. Es algo que está muy de moda lamentablemente, y detrás de eso hay mucho dolor. Hoy en día es muy difícil que se penalice por viralizar algún contenido. Así que además de privacidad, hablamos de identidad digital, grooming, sexting, violencia en redes. Además, un grupo de mentores detectó que, a raíz de la pandemia, todo el tiempo se está con un celular o dispositivos en red, entonces sumamos el tema del bienestar digital, un nuevo contenido. Empezamos a
ver la importancia de establecer momentos para dejar dispositivos, poner horarios, socializar con la familia también con juegos en la red.
¿Tienen algún proyecto en común con otras ONG o con el gobierno?
Estuvimos en contacto con Mamá en Línea, la ONG de la mamá de Micaela Ortega, también trabajamos con el Ministerio de Educación. Nos invitaron a dar una devolución por lo que estaban armando. Tenemos distintas acciones, capacitación a educadores formales y no formales de todo el país. En octubre hicimos una semana de capacitaciones para educadores. Fueron dos charlas gratuitas todos los días sobre distintas temáticas. Trabajamos con el Ministerio de Educación de la ciudad de Buenos Aires. Esa semana
fue declarada de interés por la Cámara de Senadores de la provincia de Buenos Aires. También juntamos firmas para que se pudiera tratar en Diputados la Ley de Grooming– que se sancionó en 2013–, para que en aquel momento se promulgara y se considerara al grooming un delito. Además, trabajamos con organizaciones como Turner. En 2016 hicimos con La Nación una campaña de #NoAlGrooming y con Turner un spot de TV que salió en las pausas de la entrega de los premios Óscar. El 13 de noviembre celebramos el Día de la Lucha contra el Grooming y llegamos a más de 4000 personas en un ciclo de entrevistas a distintos especialistas para difundir información sobre el tema. Cuantas más personas estemos empujando este mensaje de concientización mejor será. Nosotros creemos que hay que usar la tecnología responsablemente y sin miedo. Por otra parte, desde 2016 venimos organizando anualmente el concurso Mi Red Segura, para que chicos de secundaria generen videos y contenidos relacionados con las temáticas de nuestras charlas. Hay un jurado y les damos un premio para los tres primeros. La capacitación a educadores, Mi Red Segura y la campaña de #NoAlGrooming son acciones anuales, además de las charlas en escuelas que son parte de nuestro core. Todos los años nos vamos superando. Con la pandemia las charlas presenciales se cortaron y tuvimos que adaptarnos a un modelo on-line. Brindamos muchísimas y pudimos llegar a más de 4000 personas en todo el país. Nos apalancamos sobre esta nueva realidad, y entonces en vez de hacer una capacitación de un día fue una semana de capacitaciones llegando a todo el país. Lo mismo ocurrió con las charlas. Es un momento muy difícil para todos, pero pudimos adaptarnos y encontrar la veta en este contexto para ayudarnos a ampliar la tarea de concientización.
Si tenemos en cuenta que la red es global, ¿los contenidos sobre ciberseguridad son extrapolables?
Totalmente, aunque no linealmente en todos lados. En ESET fundamos México Ciberseguro. Hay cuestiones culturales que hay que considerar para los contenidos. Hemos tenido gente de Uruguay, de México, la conectividad te permite que el mensaje pueda llegar a todos lados. Dentro de la Argentina también hay diferencias, no encaramos las charlas de la misma forma, porque hay cuestiones locales que siempre se pueden respetar. Hay que adaptar los contenidos, pero el mensaje es poderoso y extrapolable.
¿Qué actividades hacen los 300 voluntarios que actualmente colaboran en Argentina Cibersegura?
La calidad de nuestras charlas es nuestro ADN. Los voluntarios son el corazón de la ONG, sin ellos no podríamos dar todas las charlas que damos, y de alguna manera su pasión y su impronta es lo que termina haciéndonos lo que somos. Nosotros los capacitamos, tenemos un equipo excelente de ocho mentores que vienen de distintas disciplinas, tales como docencia, seguridad informática o marketing on-line. Hacemos mucho foco en la capacitación y después realizamos pruebas con los voluntarios, los acompañamos en todo el proceso.
¿Qué le queda por hacer en materia de ciberseguridad?
Los desafíos son muchísimos. Tenemos que seguir consolidándonos como una iniciativa federal. Hoy contamos con seis referentes locales, me gustaría tener 20 coordinaciones en todo el país. No es algo fácil, porque somos una ONG cuyo principal respaldo es de ESET y de las actividades aranceladas, es un desafío muy grande y cumplible. También me gustaría lograr la autonomía económica de la ONG, que sea autosustentable por las actividades aranceladas. La comisión directiva en su mayoría no es gente de
ESET, es un desafío que sea cada vez más plural y más autosustentable. De cara a los chicos, me gustaría llegar a todas las escuelas del país, que las que hoy no tienen conectividad la tengan, y poder dar una capacitación anual a todos. Para mí sería genial.
Cuando hablamos con organismos gubernamentales, les digo “Avisame, yo voy y te doy 300 charlas gratis, tengo los voluntarios”. Creo que lo más importante es cada vez hacer más charlas y concientizar sobre esto. Siendo más federales vamos a llegar a más escuelas. Confío en la calidad de esas capacitaciones y que ahora, con la Ley Micaela Ortega, esto ayude para ver cómo se ejecuta el hecho de que el concepto de grooming vaya a estar en la currícula de educación a nivel nacional.