Creada en 1975 por Paul Allen y Bill Gates para desarrollar y comercializar intérpretes del lenguaje BASIC para una computadora basada en el procesador Intel 8800, la compañía Microsoft dominaba cinco años después el mercado de sistemas operativos y computadoras. Luego de su entrada en la bolsa de valores en 1986, actualmente es la mayor fabricante de software del mundo por ingresos y una de las cinco grandes empresas multinacionales de tecnología de la información.
Hoy, la línea de sistemas operativos Windows, el conjunto de aplicaciones Microsoft 365, el navegador Edge o la consola de juegos Xbox son utilizados por millones de usuarios de todo el mundo. En la actualidad, la inteligencia artificial (IA) plantea un nuevo paradigma que Microsoft ha incorporado para ofrecer productos como Copilot, que maximizan la eficacia y aumentan, y mucho, la productividad.
De este tema, entre otros, habló con PRESENTE Fernando López Iervasi, actual Presidente de Microsoft Sudamérica Hispana, cargo que asumió en 2023, luego de tres años como Gerente General de Microsoft Argentina y otros tres como Director de Negocios y Grandes Empresas para Argentina.
“Es un desafío grande, son ocho países de una región amplia geográficamente, diversa culturalmente, con una agenda particular de la región hacia el mundo, pero es un desafío muy divertido”, dice López Iervasi en el piso 23 de las oficinas centrales de la compañía, con vista al puerto de Buenos Aires. Amable y distendido, se tomó el tiempo para explicar con ejemplos claros cada concepto.
-¿Cómo fue tu formación?
Soy técnico electrónico e ingeniero industrial egresado de la Universidad de Buenos Aires. Después hice un MBA en París y luego el Advance Management Program en Harvard Business School. Fui a Europa por un par de años y terminé quedándome nueve. En España nació mi primer hijo, en Países Bajos el segundo. En el medio viví en Francia, después fui a Irlanda. Trabajé en Unilever, Carrefour, Philips. En Irlanda ingresé en Google y hace más de seis años que estoy en Microsoft.
-¿Cómo fue pasar de consumo masivo a tecnología? Me imagino que son dos mundos diferentes.
Ah, ese es un gran capítulo para abrir. Hay una sugerencia que dice que en tres aspectos hay que cambiar progresivamente: función, país y negocio. Yo cambié las tres cosas al mismo tiempo: me fui de Países Bajos a Irlanda, cambié de negocio, cambié de industria y de función, porque pasé de marketing a ventas. No fue difícil, lo que pasa es que consumo masivo tiene una lógica donde la innovación sigue un proceso más largo. Te doy un ejemplo: la creación de una lámpara led de colores es el resultado de cinco años de desarrollo. Artistas, escritores, ingenieros imaginan cómo va a ser el mundo, de ahí surgen tendencias, de ahí researchs en 6000 departamentos y surgen cinco ideas que van a terminar en un producto cinco años después.
Es un proyecto de innovación secuencial. En tecnología, en cambio, la innovación es acerca de iteración y de prueba y error, es todo mucho más rápido. Y hay que tener la capacidad de terminar con una idea que no tracciona rápidamente, de eso se trata. Este año, el ChatGPT llegó en cinco días a un millón de usuarios, y en un mes, a cien millones de usuarios, cuando el predecesor más cercano había sido Netflix, que tardó dos meses y medio en llegar a esa cantidad de gente. Eso es tecnología: velocidad y moverse rápidamente a otro concepto si este no tracciona. No es un método secuencial.
Sin embargo, hay una cosa que es común siempre a todas las industrias, independientemente de que sea B2C o B2B: es que el foco final está en el consumidor o el usuario. Eso es un aprendizaje que me dio consumo masivo y lo tengo hasta hoy. El cambio es enorme, sí, pero hay puntos en común.
-¿Qué cambió respecto de la tecnología digital después de la pandemia?
-Cambió todo. Después de la pandemia nadie se cuestiona el hecho de usar tecnología. Antes de la pandemia se pensaba si había que invertir en tecnología, qué ventajas podía tener. Lo cierto es que las empresas que venían adoptando tecnología se adaptaron y fueron más resilientes en pandemia. Este fue el gran cambio cultural en las empresas. Y lo otro que cambió es que hoy se trabaja desde cualquier lado, con el horario que a cada uno le conviene. Hay un mejor balance entre la vida personal y la laboral. La mayoría de las personas ya no lo cuestionan, lo que es un salto de calidad
-Hablemos del gran tema de hoy: la inteligencia artificial. ¿Nos podés explicar sencillamente de qué se trata?
-La IA nació en los años 50 y tiene que ver con desarrollar tecnología que esté inspirada en la biología humana. El hombre siempre buscó entender cómo pensamos y generar tecnología para emular este proceso. No sé si viste la película El código enigma [The Imitation Game, de Morten Tyldum, 2014]. Cuenta la historia de Alan Turing, el primer creador de la IA, que era una máquina para descifrar un código, en 1953. En 1997 nació lo que se llama machine learning, que significa que el algoritmo aprende por sí solo respecto de los datos que va incorporando. Es decir, se genera un algoritmo para algo puntual, pero a medida que este genera más datos, va aprendiendo. Ese fue un hito importante. Y otro hito clave, que es la piedra fundacional que nos trae hoy a la era generativa, es el deep learning, en 2017. Este aprendizaje profundo marca un cambio de paradigma en cómo se computan los datos. Básicamente, la computa[1]dora empieza a usar una lógica muy parecida a la del cerebro humano. Esto crea las bases para empezar a pensar en que la máquina desarrolle habilidades cognitivas, que es lo que pasa hoy.
En 2018 Microsoft invirtió en OpenAI y llegó a desarrollar ChatGPT. En 2019 invirtió nuevamente y este año aún más. Se empezó a entrenar un modelo de forma generalista. Antes, la IA se usaba para resolver problemas puntuales. Por ejemplo, yo quería ahorrar energía en un edificio, entonces hacía un algoritmo para eso. Con la era generativa, lo que cambió es que se crea un algoritmo para ser generalista, con toda la Internet.
-¿De eso se trata la IA generativa?
-Así es. Hace poco, en una entrevista a nuestro CEO, Satya Nadella, le preguntaron cuándo se dio cuenta de que esto era realmente un salto técnico de altísimo nivel. Él contestó que fue cuando pasamos de GPT-3 a GPT-3.5 [hoy ya está el GPT-4], porque el 3.5 era un modelo que no entrenamos para traducir, pero traducía bien; no entrenamos para programar, pero programaba bien. No lo entrenamos para temas específicos que nos daban las respuestas precisas, era generalista, y empezó a dar respuestas específicas. Ese es el gran salto de este año. Pensá que el ChatGPT salió en noviembre del año pasado, hace un año, y hoy vemos saltos de productividad enormes. Lo que nos llevaba tres meses, hoy nos lleva tres horas. Te doy un ejemplo: yo estoy hablando con vos, vemos el río. No nos damos cuenta, pero mi cerebro y el tuyo están captando un montón de información. Son muchos parámetros que se procesan en tiempo real. Ahora, para ponerlo en números, un modelo generalista como el ChatGPT-3 fue entrenado para procesar 175 billones de parámetros al mismo tiempo. Eso te da la idea de que está entrenado con mucha información y la capacidad cognitiva de entender el lenguaje natural y devolver una respuesta en lenguaje natural. Eso es la IA generativa.
-¿De qué manera se puede aplicar la IA para ayudar a la preservación del medio ambiente?
-Te doy un caso puntual de uso. Hace seis semanas firmamos un acuerdo con la academia, fundaciones y la Universidad de los Andes, en Colombia, para ayudar a salvar la Amazonia. Había ya tecnología para prevenir la deforestación, para entender cuándo iba a ocurrir. Se ponían cámaras trampa para entender cambios en la biodiversidad. Otra fuente de datos es la información que proviene de imágenes meteorológicas. Lo que hicimos nosotros fue tomar esas fuentes de datos y generar otros nuevos. Con este convenio público-privado-académico se podrán mejorar y crear políticas públicas para prevenir la deforestación y actuar frente a cambios rápidos de variaciones en la biodiversidad.
Por otro lado, se ve con este ejemplo cómo la IA transforma profesiones. En el mundo hay 1,2 millones de biólogos. En este tema, trabajaban biólogos que pasaban la mayor parte de su tiempo entendiendo si la data era correcta o no, es decir, curando data, cuando podían estar pensando en políticas para crear soluciones. A través de la IA, podemos mejorar el valor agregado de ciertas profesiones que son muy importantes para el planeta. Lo mismo ocurre con otras profesiones.
-¿En qué consiste el metaverso? ¿Para qué se utiliza?
-Hace un tiempo hubo un high, como decimos en la jerga, de discusión sobre el metaverso. Hoy nos focalizamos más en lo que llamamos “metaverso industrial”, donde, por ejemplo, con un dispositivo, unos anteojos con la tecnología HoloLens, vos podés tener lo que llamamos un digital twin, un gemelo digital. Alguien que debía administrar una planta de producción probablemente tenía toda su mano dura más calificada de ingeniería en el lugar, que observaba parámetros a través de máquinas reales con medidores. Hoy en día, con la tecnología de gemelo digital, se crea una réplica digital no solo para ver lo que está pasando, sino para simular cosas a futuro en un ambiente digital sin afectar la planta. Este es un ejemplo concreto, es el caso de aplicación más utilizado. Su gran ventaja es que, por ejemplo, una refinería tiene un componente específico que se fabrica en un país y hay cinco personas que saben de ese componente en el mundo. Esas personas pueden estar en el país de origen, pero con esta tecnología guían al técnico que está a miles de kilómetros de distancia, con los lentes, observando distintos parámetros para mejorar un producto industrial.
Hay un gran incremento de productividad, acceso a una expertise ultracalificada, es un salto inigualable. Es parte de lo que hacemos a nivel mundial y de lo que estamos impulsando.
-Hace poco lanzaron Microsoft Copilot. ¿De qué se trata?
-Desde noviembre todas nuestras plataformas tienen incorporada esta herramienta para quien la desee. Por ejemplo, cuando se hace una presentación de PowerPoint, hay que generar slides, buscar información, todo lo cual lleva un tiempo determinado.
Hoy, en el programa, aparece la función Copiloto y le ponés en lenguaje natural: “Quiero crear una presentación con slides sobre el puerto de Buenos Aires, que incluya la información del barco quemado que está acá enfrente, que luzca con el estilo de los años 50 y que tenga datos de tal o cual cosa”. Apretás enter, procesa y en un minuto tenés una presentación bastante parecida a lo que querías hacer. En el ambiente de la compañía, por ejemplo, en Teams, que es nuestra plataforma de colaboración, ayer tuve una reunión de cuatro horas en la que entraban speakers, la gente interactuaba. Al final, la tecnología me dijo: “¿Querés un resumen de esta reunión?” y salió una página con el resumen de los temas más importantes de una reunión hablada de cuatro horas y 20 personas. Decía: “Este speaker dijo tal tema relevante”.
También se puede usar esta tecnología para hacer seguimiento de los asuntos y te genera contenido específico para seguir determinados temas, hasta verbalmente, no hace falta que sea por escrito. Se puede visualizar que el incremento de productividad es enorme. Y todas nuestras plataformas tienen el componente Copiloto.
-¿Cuáles son los riesgos? ¿Puede la tecnología reemplazar a los creadores?
-No creemos en eso. Parte de lo que buscamos como compañía es generar tecnología que sirva para que las personas amplifiquen su capacidad, no que se reemplacen. Si no, lo llamaríamos Piloto, no Copiloto. Nuestra idea es que tengas a alguien que está al lado, llámese tecnología o persona, que te ayude a tomar mejores decisiones. Lo que hace el algoritmo es aprender de lo ya creado.
-¿Qué ocurre con la regulación?
-Un gran capítulo es cuál es la ética detrás de la IA. Me gusta ver todos los cambios con tres lentes: el ético, el legal y el económico. En general, en la historia, los problemas éticos de hoy son los problemas legales de mañana y los de negocios de pasado mañana. Hoy se está creando mucha regulación. Mientras tanto, nos movemos con principios éticos superestrictos como compañía. No se puede programar cualquier cosa, no creemos que la tecnología reemplace el trabajo.
-¿Cuáles son las acciones de responsabilidad social empresaria que tiene la compañía?
-A nivel regional, nos ocupamos de la huella de carbono, somos carbononegativo; tenemos un compromiso público con el uso del agua y con el manejo de desperdicios; la economía circular, el impacto en el ecosistema son parte central de nuestra agenda.
Además, tenemos programas de voluntariado porque queremos que nuestros empleados vivan esta cultura. Este mes tenemos una campaña que se llama Give (dar). Hay acciones públicas y capacitaciones. El voluntario no solo va a pintar una escuela o reconstruir un techo. También, si pasa tiempo entrenándose en algo que tenga que ver con mejorar el medio ambiente o la vida de las personas, puede cargar esos minutos en una plataforma y la compañía va a aportar dinero contra esos minutos.
-¿Qué política tienen respecto de la inclusión?
-Cada año evolucionamos. Antes teníamos comunidades específicas de minorías, hoy creemos más en la interpersonalidad. La diversidad e inclusión están en nuestro ADN. Tenemos iniciativas de accesibilidad. Este año firmamos un convenio con el hospital privado Fleni, que utiliza nuestras consolas Xbox para que se rehabilite por ejemplo gente que perdió movilidad en las manos. Además, todos somos evaluados en cuanto a cuál es nuestra impronta en diversidad e inclusión cada trimestre y cada año. Tenemos que vivirlo como compañía y hacer buen uso de la inteligencia artificial.
-¿Cuáles son los proyectos para el año que viene?
-Copilot traerá una nueva ola de innovación para todas las sociedades, una superproductividad. Creemos que mucho de lo que nos toca ahora es evangelizar en el buen uso de la tecnología y que todo el mundo pueda acceder, porque hay un interés concreto de toda la sociedad.