Fundación Arcor: La educación como derecho

Fundación Arcor lleva dos décadas cooperando en la educación de los niños. En los últimos 20 años, apoyó más de 2000 proyectos en los que participaron más de 2 millones de chicos de todo el país, trabajó con más de 36.000 organizaciones y editó más de 100 publicaciones.

Santos Lío, director de Fundación Arcor, sostiene que la oferta educativa en la Argentina para niños de entre 2 y 4 años aún no es suficiente a nivel estatal y gratuito. Explica que esto es algo que complica a las madres que tienen que trabajar o a los hermanos que cuidan de los más pequeños, a la vez que desatienden la escuela. Por eso comenta que se cree que al ayudar a los niños con la educación, haga lo que se haga va a estar bien hecho, porque siempre se va a aportar: “Eso es un defecto”, asegura.

“Nosotros, desde nuestra concepción original, creemos que no es lo mismo generar condiciones para que haya una oportunidad para los niños. La educación le corresponde por derecho, no es que se la damos”, dice el también licenciado en Trabajo Social de la Universidad Nacional de Córdoba.

La Fundación Arcor, que cumplió 20 años de vida en 2012, orienta su accionar en contribuir para que la educación sea una herramienta de igualdad de oportunidades para la niñez. Así, destina un fondo de financiamiento o donaciones para entidades que se dedican a atender las necesidades de la infancia. “Promovemos y apoyamos los proyectos con foco en la educación, trabajando en conjunto con organizaciones comunitarias que atienden al desarrollo integral de la niñez. Esto permite generar procesos de capacitación, instalando el tema en la agenda social y movilizando y comprometiendo a múltiples actores”, dice Lío, que ingresó en la fundación en 2002 y desde 2007 es director.

En las últimas dos décadas, la Fundación Arcor apoyó más de 2000 proyectos en los que participaron más de 2 millones de chicos de todo el país, trabajó con más de 36.000 organizaciones y editó más de 100 publicaciones sobre la infancia. “Estamos convencidos de nuestra mirada de la educación como un derecho y de los niños como una parte de la sociedad que requiere más cuidados. La educación es una llave hacia otros derechos”, señala el director.

¿A qué se refiere?

Alguien que está educado puede acceder a trabajo, a inclusión. Te va permitiendo hacer un mejor uso de la salud. Es un derecho que abre la posibilidad del acceso a otros. Esa sería la concepción más originaria. Porque la oportunidad educativa no se da casualmente, hay que generarla. Pareciera que es producto del azar, pero nuestra definición en este sentido pasa por generar condiciones para que las oportunidades educativas se den.

¿Cómo lo hacen?

El profesionalismo tiene que ver con no quedarse solamente con la financiación de proyectos, sino además trabajar en asuntos relacionados con la movilización en torno a un tema. En eso también hay cuestiones de comunicación. Desde la educación, nuestra causa es la revalorización del lugar de la infancia en la sociedad.

El Grupo Arcor, por sus características, siempre tuvo una amplia relación con las comunidades, porque las plantas se ubican en poblaciones pequeñas del interior del país. Cuando se fue haciendo más grande, esto cambió un poco. De todos modos, en general sigue presente en ciudades chicas. De esta manera, la relación con la comunidad constantemente fue muy fuerte: “La vinculación de la planta con los pobladores siempre fue muy cercana”, dice Lío.

En 1991 se decidió formalizar la relación, dándole un marco profesional. De ahí surgió la fundación, que sigue algunos ejes de trabajo que ha mantenido en el tiempo, fundamentalmente en lo que se refiere a infancia y educación. “Hace unos años definimos como foco prioritario el rango de 0 a 8 años, algo que no es excluyente”, comenta el director.

¿Por qué se eligió esa franja etaria?

Porque creemos que es el grupo que más posibilidades tiene. Hablamos mucho de las oportunidades educativas. Consideramos que es muy importante la estimulación en chicos de 3, 4 o 5 años. Tanto que, si en esa etapa no la recibieron, su futuro ya está medio condicionado. Eso no quiere decir que esté determinado, pero después son más las cosas que hay que superar cuando de niños no han tenido una buena socialización, participación en espacios para ellos, estimulación.

La fundación trabaja con un criterio profesional y una visión a largo plazo apoyándose en cuatro líneas de acción. Cada una de ellas es atravesada por una dinámica que promueve la difusión de sus actividades y la publicación de sus experiencias y aprendizajes. De esta manera, se intenta sensibilizar a la sociedad e incidir en prácticas y políticas a favor de la infancia.

En primer lugar, puede hablarse de “iniciativas territoriales”, que consiste en apoyar y promocionar proyectos educativos llevados adelante por organizaciones articuladas en comunidades de todo el país, contribuyendo a hacer efectivo el derecho a la educación de sus niños: “Tiene que ver con proyectos financiados a ONG, también relacionadas con el Estado”, dice Lío.

Otra línea de trabajo es “capacitación y formación”. Es decir, ejecución y apoyo a propuestas en este sentido, que buscan fortalecer a las personas y organizaciones que abordan la temática de la infancia. “Dentro de nuestras definiciones institucionales, nosotros decimos que somos no operativos, o sea, que no trabajamos nosotros directamente con los niños, sino que lo hacemos a través de organizaciones sociales, escuelas o municipios. Ahí entran las capacitaciones a adultos que trabajan con chicos, desde la perspectiva de derecho –qué mirada se tiene de la infancia– hasta unas cuestiones más específicas que pueden ser trabajar en lo lúdico, lo recreativo o diferentes lenguajes artísticos”, apunta el director.

El tercer concepto es de “estudios e investigación”. Se trata de desarrollos en forma individual o en alianza con centros de estudios y unidades académicas, y también de investigaciones vinculadas a la niñez que generen conocimiento, tanto para su tarea como para la de otras organizaciones. Entre las acciones más conocidas, se encuentra la participación en el Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, que hacen en conjunto con la Universidad Católica Argentina (UCA) y las fundaciones Minetti y Telefónica. A su vez, la Fundación Arcor está trabajando con IPE Unesco en el SIP (Sistema de Información de la Primera Infancia). En 2012, con motivo de los 20 años, se hizo un informe de la situación en la Argentina. “Hay otras investigaciones que también se apoyan, como una revista que se llama Por escrito”, comenta Lío.

Por último, se encuentra la línea de trabajo “movilización social y pública”. Se enfoca en actores públicos y privados de la sociedad para recrear el espacio de la niñez como responsabilidad de todos a través de estudios, seminarios, talleres y convenios con empresas y municipios. “La idea es poner los temas en agenda pública. Entonces tratamos de movilizar a entidades pares, como fundaciones, en torno a un tema. Así, se organiza una conferencia o discusiones con invitados. Sería algo como hacer lobby para la infancia. De alguna forma, es intentar posicionar el tema”, explica.

Esfuerzos por la infancia

“Vale aclarar que la Fundación Arcor no trabaja solo donde están las plantas de la empresa, al contrario, lo hacemos en muchos otros lugares”, indica Lío, y remarca que el vigésimo aniversario le sirvió a su organización, entre otras cosas, para hacer un repaso histórico: “Volvimos a ver proyectos viejos con los que hacía mucho que no teníamos relación. La devolución es que, en general, los proyectos continuaron. Hubo gran reconocimiento hacia el aporte que significó la acción realizada”.

Al momento de destacar las virtudes de la fundación, Lío dice: “No me gusta hablar de adjetivos calificativos. Sí creo que es para destacar la fuerza de las relaciones con las instituciones con las que trabajamos. Esta es una conclusión que hemos podido pensar después de los 20 años. Es importante haber sostenido de manera sistemática la labor con la infancia y en el tema educativo en un sentido amplio”.

 Al cumplir 20 años, ¿la fundación hizo algún balance?

Sí, pudimos evaluar la trayectoria y lo que venimos haciendo. Teníamos gente a la que no veíamos tal vez hace 15 años, pero aún tenía muy presente el proyecto que habíamos hecho e, incluso, muchas de las cosas las seguía haciendo. Trabajar con otros siempre ha sido algo muy importante, porque te suma el conocimiento de los demás.

 ¿Cómo ve la educación en la Argentina?

Ha habido mucho buenos cambios en el marco legal, por la sanción de la Ley de Infancia (26.061), la Ley de Educación en 2006 (26.206), la Ley de Financiamiento Educativo para llevar el presupuesto de educación al 6% del PBI. Se ha ampliado mucho el jardín de 5, que tiene una cobertura del 97%; o sea, casi todos los chicos del país van al jardín de infantes. Y está habiendo una ampliación a las salas de 4 años.

 ¿Cuáles son los pendientes, lo que resta por hacer?

Hay algunos puntos más complicados, como el principio de la escuela secundaria, donde sigue habiendo mucho abandono. Casi un 30% no termina el secundario, eso significa miles de chicos.

 ¿Cómo se trabaja en esto?

En el tema educativo, hacés algo hoy y la solución no la tenés mañana. Las cosas malas que se llevaron a cabo unos años atrás sí trajeron mucho perjuicio en el sentido de que se privatizó mucho la educación. Hay que trabajar a mediano y largo plazo.

A lo largo de su historia, la Fundación Arcor trabajó en la mejora de las posibilidades de enseñanza-aprendizaje en las aulas de todo el país. Por ejemplo, reforzó el espacio escolar con equipamiento como libros, materiales didácticos, útiles, entre muchos otros recursos. Además, desarrolló propuestas socioeducativas a través de las cuales se potenció el protagonismo docente y el apoyo pedagógico e institucional. También fue un eslabón importante en el acompañamiento a las escuelas en la gestión de sus propios proyectos sociales, abriendo las puertas a los padres para que se involucraran ellos en las propuestas.

De esta manera, la Fundación Arcor está convencida de que protagonizó dos décadas de compromiso, vocación, aprendizaje, acción, profesionalismo, articulación y movilización de esfuerzos por la infancia. Si bien es mucho lo que se hizo, Lío advierte: “El desafío es seguir trabajando para que cada chico acceda a la educación y se desarrolle en igualdad de oportunidades para todos”.

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