Fundación Bomberos Argentina: “Querer es poder”

La Fundación Bomberos de Argentina nació para generar un sistema de apoyo a todos los bomberos del país. Creado hace solo un par de años, este organismo origina programas y acciones tendientes a mejorar las condiciones de estos servidores públicos.

“¿Qué querés ser cuando seas grande?” es la pregunta que todo ser humano respondió de chico. Y la mayoría de las veces los más pequeños dieron la misma respuesta: “bombero”. Es que de pequeños se intuye como una profesión noble y de entrega hacia el otro. Un trabajo que, como su propio nombre lo indica, es voluntario y solo se conforma con dar más que con recibir. Y todos estos hombres y mujeres necesitaban ser representados de alguna manera para ser escuchados o asistidos, y es por eso que nació la Fundación Bomberos de Argentina. Creación de programas, campañas de concientización, asistencia emocional y física a los bomberos, trabajo en conjunto con la comunidad para prevención de accidentes… de estas y muchas otras cosas más se encarga este organismo. Javier Ferlise, el actual y flamante presidente, es el principal encargado de llevar este proyecto a buen puerto.

Tu familia está muy ligada a los bomberos voluntarios.

Sí, mi abuelo lo fue más de 50 años y mi viejo ingresó a los 13 en los de Bernal. Fue bombero voluntario activo, de ir a incendios, accidentes hasta los 26 años, que fue cuando nací yo, de esto hace ya 42. En aquel entonces abrió lo que era un comercio de sanitarios que a la fecha es su empresa, su trabajo. Y la necesidad de mantener una familia, tener dos hijos y demás hizo que no pudiera atender todas las horas que implicaba formarse, estar las horas mínimas por mes que se deben cumplir en un cuartel y salir a las intervenciones. Tenía que salir a trabajar para generar recursos y eso hizo que dejara de ser bombero activo y pasara a integrar una comisión directiva.

Pero pasó a involucrarse de otra manera.

Desde aquel entonces ha integrado siempre comisiones directivas hasta llegar a presidir el Consejo Nacional de Federaciones de Bomberos Voluntarios, lo cual realiza desde hace casi 20 años. También es miembro fundador y preside desde sus inicios la Organización de Bomberos Americanos; y fue el primer presidente y fundador de la Fundación Bomberos de Argentina, entidad que hace más de seis meses tengo el honor de presidir y que viene a integrarse junto con las 900 asociaciones civiles que prestan el servicio, las 26 federaciones provinciales que los agrupan y ejercen la representación de intereses sectoriales en cada una de las provincias.

¿Desde qué lado se integra la fundación?

Trabajando, por un lado, en el desarrollo del bombero voluntario como persona física con necesidades, y por otro, trabajando hacia afuera en la generación y toma de conciencia respecto de que en la propia comunidad podemos llegar a vivir de manera más segura. El cambio nuestro de paradigma interno ha sido dejar de mirarnos solamente como un servicio de bomberos voluntarios que acude en la emergencia y posicionarnos como un referente a la hora de tratar de evitarlas. Tratamos de generar una cultura de resiliencia comunitaria.

La idea fundamental es tuya, ¿no?

Yo hice mi aporte desde la fundación. La Organización de Bomberos Americanos y la posibilidad de integrarse con organismos de bomberos y de respuesta a emergencias de todo el continente a uno le abre la cabeza, en el sentido de la importancia de trabajar más en la prevención y también en la respuesta. Hasta hace cuatro o cinco años trabajábamos solamente en el servicio de respuesta a emergencias y ahora hemos empezado a trabajar en que nuestros mismos bomberos se vean como referentes en cada una de sus comunidades para generar una reducción del riesgo en esos lugares.

Nunca ejerciste como bombero. Más allá de un tema familiar, ¿qué te lleva a involucrarte tanto?

Efectivamente no soy bombero, soy abogado de profesión. Y desde hace más de 15 años trabajo exclusivamente para el Consejo Nacional. Primero lo que me lleva a abrazar la causa es el haber nacido en un cuartel, el ser hijo y nieto de bomberos voluntarios. Creo que me metí en esto porque consideraba que era necesario, para lograr un mayor desarrollo, hacerlo como un todo, no desde cada uno de los cuerpos de los distintos pueblos. Había que trabajar en el armado de una red de representación más fuerte porque estaba faltando que esa voz llamada Consejo Nacional se fortaleciera en cuanto a la representación con el Gobierno nacional.

¿Y qué sucedió?

Y así fue como en los últimos diez años, de manera muy fuerte y sostenida, se vieron una serie de avances en materia de reconocimiento legislativo que terminan reflejándose en un crecimiento de la actividad a nivel nacional y un fortalecimiento desde lo económico que trae aparejado después el fortalecimiento desde el tipo de respuesta que se puede dar. Porque podés adquirir mejores equipos, tener mejores instalaciones y formarte más. Hoy la formación del bombero voluntario de la República Argentina, y estamos hablando de 50 mil –como nos gusta decir a nosotros– “profesionales voluntarios de la emergencia”, no tiene nada que envidiarle a la formación de un bombero de cualquier parte del mundo. Quizás en algunos casos no tenemos todo el equipamiento porque es muy costoso, pero a través de la Academia Nacional hemos abierto las puertas al mundo y permanentemente vienen instructores extranjeros de todos los países, y nuestros instructores también viajan para formarse. Eso nos pone muy orgullosos.

¿Te costó mucho convencerlos de que era necesario este cambio?

La verdad que no. El fortalecimiento de la representación nacional de bomberos del Consejo Nacional y de las Federaciones Provinciales se ha ido dando; y en la medida que se obtuvieron beneficios impositivos, aduaneros, de financiamiento, de capacitación, el nivel de aceptación ha sido y sé que es muy alto. Sí quizás cuesta terminar de insertar dentro de la misma organización a la fundación, por este nuevo concepto de trabajar en la prestación de servicios de capacitación, de formación, de prevención en el mundo privado y no exclusivamente por el fortalecimiento hacia adentro del servicio de bomberos. Esto de trabajar para generar conciencia de la seguridad en la ciudadanía no es algo que parezca propio de la profesión, pero termina siendo terriblemente efectivo por varias razones: primero, porque el bombero está preparado técnicamente para impartir estos conocimientos; y en segundo lugar, porque en cada una de las comunidades suele tener un altísimo nivel de aceptación. Hay encuestas hechas a nivel global en las que la actividad de bombero –sea voluntario o rentado–da en todos los países arriba del 90 por ciento de aceptación en las comunidades.

La fundación es bastante nueva. ¿Cuáles son los objetivos principales que cumplieron?

El primero fue lograr la aceptación entre todas las federaciones, y eso se ha cumplido. La totalidad de ellas acompañaron este proceso, siendo todas fundadoras. Un segundo objetivo fue poder contar con los mejores instructores de cada lugar del país para generarles la posibilidad de tener un ingreso económico por dictar cursos a empresas. También se cumplió, porque hoy todos los miembros del staff de la fundación que da los cursos son instructores certificados por la Academia Nacional. Hemos logrado de manera muy rápida ser reconocidos por empresas muy importantes que ya están tomando nuestros servicios de capacitación para sus brigadas de incendio, su personal.

¿Y cuáles les faltan cumplir?

Hay un objetivo dando vueltas que es lograr financiamiento para el desarrollo de los programas internos, uno de ellos es colaborar con la Academia en la más pronta construcción de su centro de entrenamiento. Todavía no se pudieron generar recursos como para asistir a la fundación. Tenemos también en varios organismos internacionales la idea de presentar proyectos específicos que beneficien a los bomberos como personas. Y nos falta como objetivo poder financiar un programa llamado “Héroes” que apunta a brindar asistencia no solo desde el punto de vista emocional y de asesoramiento legal, que es lo que estamos haciendo ahora, a los bomberos y las bomberas que sufran accidentes en actos de servicio como a sus familiares en el supuesto de que el accidente sea fatal. Lógicamente se trata de recursos, y vale aclarar que la fundación no tiene financiamiento del Estado. Los ingresos que hay no son suficientes, porque también hay que sostener una estructura de recursos humanos.

¿Cómo se financia la organización?

Funcionamos en las oficinas del Consejo Nacional, que le presta a la fundación todo un sector para trabajar. Los sueldos están siendo absorbidos por los servicios de capacitación, y también hemos tenido algunos excedentes como para poder hacer algunas acciones, como pagar pasajes a algún bombero que necesitara venir, comprar alguna silla de ruedas especial… Sí hemos brindado mucho asesoramiento. A veces el hecho de estar acá en Buenos Aires permite poder asesorar mucho a la gente del interior y tener más facilidad para poder resolver problemas.

Es interesante que puedan dar cursos y capacitación a empresas privadas.

En la Argentina, a pesar de que tuvimos un Cromañón, hay muy poca cultura de la seguridad contra incendios. Muy poca. Cromañón ha hecho, fundamentalmente en Buenos Aires y las ciudades más grandes, que se adopten medidas importantes tendientes a estar más protegidos contra los incendios. Pero tampoco en los estándares deseados. No se modificaron los códigos de construcción ni se hizo obligatoria la instalación de sprinklers o rociadores en determinados lugares donde ya no hay discusión a nivel mundial: hospitales, geriátricos, cárceles, discotecas, restaurantes. Y muchas empresas privadas tienen brigadas de incendio, o barrios privados, o supermercados, o shoppings, pero resulta que esa brigada no es más que una persona de seguridad con un curso de ocho horas sobre cómo usar un matafuegos. Es cultural. Mi padre me cuenta que hace 20 o 30 años los bomberos tenían muy poca capacitación y usaban equipos de baja calidad en cuanto a la protección. Hay ciudades en las que se hace mucho hincapié en el tema de la prevención y la seguridad, y en otras se llega de manera más paulatina. Nosotros con la fundación tenemos muy avanzado junto con el Instituto Argentino de Normalización y Certificación (IRAM) algo que se llama “organismo de inspección”. Esto es que la fundación le va a solicitar al Organismo Argentino de Acreditación (OAA) que la habilite como inspector de seguridad contra incendios. Eso nos va a dar una especie de matrícula que hoy no tiene nadie, y con la fundación y la red de bomberos licenciados en Seguridad e Higiene del Trabajo, o licenciados en carreras afines que hay en todo cuerpo de bomberos voluntarios, vamos a ofrecer en municipios y en empresas como una especie de tercerización de lo que es la inspección de seguridad contra incendios. Ese es el proyecto más grande que tenemos y creo que el que le va a permitir a la fundación financiarse de por vida.

En pocas palabras, voy a necesitar de ustedes para que inspeccionen la parte de seguridad contra incendios.

Lo que no tienen los municipios, por ejemplo, es inspectores que sepan de seguridad contra incendios. La fundación va a ofrecerles que, a través de una ordenanza, digan que toda obra nueva, comercio a habilitar y demás deberá traer el certificado de seguridad contra incendio de la Fundación Bomberos de Argentina, organismo acreditado ante la OAA. Entonces voy a habilitar una oficina en cada cuerpo de cada localidad y todo el que quiera habilitar algo va a tener que pedirnos que lo controlemos. Eso creo que va a terminar de ser la principal fuente de ingresos que tendremos, y permitirá que muchísimos bomberos que trabajan en higiene y seguridad del trabajo puedan ser los inspectores y que se desempeñen en sus propias comunidades.

Ustedes pretenden trabajar mucho con la comunidad, ¿qué tal responde ante esta nueva faceta?

Es muy interesante, porque hoy hay muchos dadores de cursos de, por ejemplo, RCP, uso de matafuegos, rescate vehicular, en altura, evacuación, pero el que toma ese curso sabe que se lo está dando un tipo con décadas de experiencia como bombero. Y que también instruye a sus propios colegas, y que atrás tiene el aval de la Academia. La comunidad sabe que, por lo menos, malo no puede ser. Por eso es tan bien tomado. Y de paso, si es una empresa o algún privado, sabe que está colaborando con una causa justa. De alguna manera está ayudando a que se desarrolle más este movimiento voluntario.

¿Creés que al bombero se lo reconoce socialmente?

Sí, para mí el nivel de reconocimiento es alto. En cada lugar del país en donde uno va se encuentra con que sus bomberos y su cuerpo –y la Asociación Bombero Voluntario– generalmente son la ONG más reconocida del lugar. Lógicamente hay excepciones, como todo. Y además es un reconocimiento que como movimiento nos hemos sabido ganar.

Vamos a suponer que cumplís con los objetivos que te faltan, ¿cómo ves a la fundación en el futuro?

La veo muy fuerte, de la mano de ya estar funcionando plenamente como organismo de inspección. Esto definitivamente es parte de cumplir el objetivo de generar sociedades más seguras y contribuir a la prevención de incendios. Eso hacia afuera. Y hacia la mirada interna, hacia el bombero, también la veo mucho más fuerte. Porque el ala de la generación de recursos de la fundación va a ser primero para darles trabajo a muchísimos bomberos que van a ser los propios inspectores, y segundo para poder fomentar más los programas que tenemos.

La fundación tiene muchísimos objetivos por cumplir, pero allanó bastante el camino. No caben dudas de que ser bombero es una de las profesiones más nobles que existen, y seguramente nos falta darles el reconocimiento que se merecen. Con suerte, en algunos años más, gracias al trabajo de esta ONG, los hombres y las mujeres dedicados a esta labor tendrán el lugar que se merecen, estarán protegidos y cuidados como se debe, y, si la ecuación es perfecta, tendrán mucho menos trabajo. Ojalá así sea.

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