Recircular toda la ropa del mundo puede ser una meta ambiciosa. Sin embargo, hacia allá se dirige Galpón de Ropa en su recorrido, que ya lleva unas 2.400.000 prendas recirculadas.
Si bien se dedican a la compra y venta de ropa nueva y usada, el concepto de Galpón está lejos de una feria americana tradicional. Si no, no habrían participado del BAF WEEK con una performance de bailarines para difundir el concepto de conexión colectiva como fuerza creadora.
Con la colaboración de artistas e influencers para dar a conocer la marca y difundir el mensaje, Galpón de Ropa se posiciona en el mercado argentino desde un concepto diferente, poniendo el foco en el impacto ambiental.
PRESENTE conversó con su flamante CEO, Luciano Arrighi, sobre el perfil del nuevo consumidor, la comunidad que lograron crear, sus proyectos de expansión por la región y cómo lograron evitar que más de 2,3 toneladas de recursos terminaran en la basura.
¿Cómo surgió Galpón de Ropa?
Los fundadores son Gonzalo Posse y Juan Ezequiel Báez. En el 2012, con 22 años, arrancaron a armar ferias con ropa de la familia, detectando la necesidad del mercado. Empezaron literalmente en un galpón. Y también vendían en Facebook: contaba con una web muy básica y tuvieron mucho éxito. Encontraron una necesidad del mercado de ropa que quedaba. La idea es “Démosle toda la vida útil que tiene una prenda”, esta posibilidad de que siga viva, de que no termine en la basura. De una manera natural, Gonzalo toma la parte de reposición; y Juan, la caja. El primer local fue en la calle Loyola, en Villa Crespo. El desarrollo fuerte se dio en los últimos años. Hoy por hoy, estamos ya con ocho puntos de venta y el local del Alto Palermo, que es de toma solamente. Yo llegué a la compañía hace poco en una decisión de los fundadores de salir de la operación y estar como directores.
¿Cómo llegaste a Galpón?
Tengo 44 años, así que he recorrido un camino largo. Soy contador, hice un posgrado en Marketing y un máster ejecutivo en Management para la industria del lujo en Europa por el que una semana cada dos meses cursé de manera presencial en París, Milán, Dubái. Viví ocho años en Luxemburgo y dos años en México. Fui director de un joint venture de Ternium, la empresa de acero plano, con Nippon Steel, y dije “No quiero más esto. Este no es mi mundo. Amo la moda”. Era mi segunda vuelta en Luxemburgo, estaba trabajando en private equity y decidí empezar con una plataforma de moda que reuniera todas las marcas de la Argentina, pero no me fue bien. Hacía tiempo que tenía relación con el dueño de la marca de indumentaria Burgués. Nos pusimos de acuerdo y fui a ver si acomodábamos un proyecto en Brasil. Y cuando volví, el CEO anterior decidió irse de la compañía, así que asumí la posición de CEO. Estuve 18 meses, hasta fin de mayo de este año. Y apareció la posibilidad de entrar a Galpón, que me interpela desde el propósito, principalmente. El propósito de Galpón para mí es el motivo principal por el cual estoy acá sentado. Creo que poder ser agentes de cambio en los hábitos de consumo y al mismo tiempo una propuesta de moda dentro de una industria tan rica y atractiva desde un lugar diferente es un propósito muy lindo; dejar un legado, de alguna manera.
¿Cómo se conforma el equipo hoy?
Hoy somos 115 personas: 82 en locales y 33 en back office. Es un equipo chico, apasionado, con formación en moda. Tenés el equipo de toma, que es el que selecciona los productos que nos traen los clientes. Después los “cajas”, supervisores, líderes, todo el equipo grande de locales; y una estructura gerencial muy consolidada. Estamos conformando este C level: ya teníamos un CTO y ahora un CEO. El 75 por ciento del equipo son mujeres, y de los 22 roles de liderazgo fundamentales, 16 los ocupan mujeres también. Estamos todos muy orgullosos del equipazo que tenemos.
¿El modelo de negocio lo fueron construyendo?
Sí, todavía no estaba tan desarrollada en Buenos Aires una oferta así. Entonces fueron recogiendo distintas herramientas y contactándose con una empresa de Brasil, con algunos modelos más tradicionales de Europa, pero hicieron un sistema bastante propio. Y también el foco fue hacer un sistema serio y transparente donde las personas no se sintieran como en una feria donde dejás tu ropa a la deriva, sino que hubiera un control, un chequeo o una responsabilidad en lo que seleccionábamos. Tenemos un software propio que se fue mejorando mucho con los años que nos permite hacer escalable este modelo, en él la gente tiene un panel de control y ve lo que vendió. Es un modelo bastante único el de Galpón.
¿Cuáles son los criterios que usan para seleccionar la ropa?
En general, es una combinación de criterios. Consideramos muy importante la calidad de la ropa, el estado en el que está. También queremos que sea una experiencia del público. La curaduría que hacemos es muy importante. O sea, llegás al local y te encontrás con cosas que están buenas. No decís: “Tengo que revolver un montón”. Galpón tiene algo lúdico del encuentro de esa pieza perdida. Vas a comprar y te estás divirtiendo, de alguna manera. Y querés algo que te sirva, algo que te guste y algo que puedas llegar a usar y que te dure. Por ende, hacemos mucho foco en la calidad y en el estado. Obviamente, hay momentos del año en los cuales les damos privilegio a determinados productos. Eso también lo manejamos con una estrategia de precio de compra.
“Nuestro Proyecto ANDO se enfoca en gestionar los descartes aprovechables que genera la empresa para reciclarlos y transformarlos en recursos a través de alianzas con entidades que se ocupan de eso”
¿Venden y reciben solo ropa de adultos?
Sí, se hizo una experiencia con ropa de niños hace años y estamos volviendo a barajar esa posibilidad. Entendemos que en los primeros años de los niños los padres no están muy abiertos a la compra de ropa usada. Sí se encuentra una oportunidad de dos años en adelante, pero la verdad que es mejor cuando te concentrás en hacer algo bien que hacer muchas cosas más o menos. Y nos sentimos los expertos realmente en ropa usada de adultos.
¿Cómo es la respuesta que reciben del usuario?
Desde las primeras ferias, esos primeros momentos más informales, fue clave que la gente volvía. Se acordaba de Galpón como marca y no solo como una feria más. Siempre hubo mucho cuidado en cómo están mostradas las prendas, en la música, en que te sientas cómodo. Y desde el principio muy orgánicamente se generó un grupo muy fiel de clientes que se nota en todos los locales. Hay quienes vuelven constantemente, que siguen eligiendo Galpón, que tienen ya vínculos incluso con los equipos de los locales. Así es como nos fuimos expandiendo y tenemos un ingreso nuevo de clientes cada vez más alto, y también muchos que nos siguen eligiendo. Hay una comunidad bastante fiel.
¿Cómo fijan el precio de la ropa que uno deja?
El modelo de compra abarca opciones diferentes, que son pago en efectivo o transferencia, o tenés la posibilidad de dejarlo en consignación, y otra opción es llevarte el crédito. La tabla es muy transparente, es pública. En el sitio web tenés expuesto cuál es el precio que estamos pagando por distintas prendas, obviamente en función de la calidad y la familia de producto.
¿Qué hacen con lo que no se vende?
Las prendas tienen un ciclo de vida. Si no se están vendiendo, pasan a nuestro programa de donaciones cuando están en buen estado y en condiciones de uso para que puedan ser entregadas a algunas de las entidades con las que estamos trabajando. Ahora son la Escuela Tambor de Tacuarí y la Escuela Número 22, ambas de Tucumán. Este año tomamos el compromiso de trabajar con estas dos particularmente y hacer un trabajo un poco más profundo, conocer un poco más al equipo. También vos, además de vender, podés donar directamente tus prendas. Todos los locales tienen su módulo que las recibe. Esas prendas también pasan por un proceso interno que separa lo que está en un estado aceptable. Y lo que no, igualmente pasa como descarte textil: estamos trabajando con aliados que les dan distintos usos, ya como materia prima.
“Galpón tiene algo lúdico, del encuentro de esa pieza perdida”
¿Qué organizaciones participan en este proyecto?
Nuestro Proyecto ANDO se enfoca en gestionar los descartes aprovechables que genera la empresa para reciclarlos y transformarlos en recursos a través de alianzas con entidades que se ocupan de eso. Los aliados con los que estamos colaborando actualmente para lograrlo son la Cooperativa Recuperadores Urbanos del Oeste, Doctor Ahorro, Fundación Garrahan y Reciqlo. Este mes llevamos más de 2000 kilos de material recuperado. En total, logramos evitar que más de 2,3 toneladas de recursos aprovechables terminen en la basura.
Galpón de ropa certificó como empresa B. ¿Cuándo fue y qué implica para ustedes?
En 2022 hicimos el proceso y en 2023 fue la certificación. Ahora estamos en un proceso de recertificación. La verdad, para nosotros es una validación muy importante. Realmente somos una compañía de triple impacto, lo sabemos, es parte de nuestra búsqueda, del ADN de la compañía. Tiene un valor muy importante para nosotros poder decirlo, nos enorgullece.
¿Miden la reducción de impacto ambiental que logran en el ambiente?
En este momento, no. Es un próximo paso. Estamos trabajando en una tabla de equivalencias, porque en función del tipo de prenda es el impacto de dióxido de carbono que ahorramos. En todos nuestros locales y en nuestro centro de operaciones estamos educados en ese sentido. Eso también es parte de la certificación de empresa B. Además, tenemos en cuenta el impacto de la construcción de los espacios: que los materiales que se usan para construirlos sean amigables, qué equipos se usan, preservar la mano de obra, siempre tomando conciencia desde el lado de la arquitectura sostenible.
¿Cuáles son los próximos proyectos de Galpón de Ropa?
Siempre lo que prima es nuestro propósito de recircular toda la ropa del mundo. A eso apuntamos. Y eso obviamente implica que cada vez estemos más sólidos en la estructura, tengamos una operación cada vez más robusta. Esa operación robusta que sea sostenible y que sea además escalable. Queremos crecer en puntos de venta en los próximos meses y la idea también es pensar en un sistema de franquicias para poder tener mayor impacto a más velocidad. Y trascender las fronteras es el ideal. Queremos llegar a otros países. Nos encantaría ser los primeros en Latinoamérica, pero bueno, hay un camino por construir.
Para terminar, ¿cómo ves al usuario? ¿Es permeable a usar estos sistemas o sigue todavía prefiriendo comprar la última tendencia?
Creo que hay un mix de hábitos y que estamos ante un consumidor cada vez más educado. Notamos en los consumidores que hay un interés. Nuestro sueño es que todo el mundo pase primero por Galpón antes de comprarse algo nuevo. Ese sería el objetivo. No es que pensamos que lo nuevo va a dejar de existir, pero sí estaría bueno que cada vez veamos más gente subiéndose a este movimiento. Somos agentes de cambio y creo que es cuestión de tiempo. De hecho, todos los reportes que vemos de la industria hablan de que el crecimiento de la moda circular va a ser mucho más grande que el de la moda tradicional. Galpón, estando hace tanto tiempo, ayudó mucho a cambiar este prejuicio que había con la ropa usada. Ya no es solo una alternativa económica, sino que tiene un valor agregado, porque la gente también lo elige porque estás eligiendo moda, estás eligiendo tu estilo y lo que te gusta, y también estás generando impacto positivo. Creo que está bueno darle ese valor agregado y no que sea una oferta lateral.