En 2012, Andrea Grobocopatel creó Fundación Liderazgos y Organizaciones Responsables (FLOR), donde Giselle Petraglia es actualmente Directora Ejecutiva. En los cinco años de trabajo junto a Grobocopatel (comenzó como asistente personal de la presidenta de FLOR) y la fundación, Petraglia pudo finalmente cumplir un anhelo que tenía desde chica: “Sabía que quería hacer la diferencia. Cambiar el mundo, de alguna manera. En la facultad vi que iría por el lado de lo social, por ayudar a las personas”, explica.
¿Cuál es el objetivo de Fundación FLOR?
Buscamos ser una red que impulsa la transformación de líderes que quieren conformar organizaciones más justas, equitativas, diversas, inclusivas y ser el puente hacia el cambio positivo que queremos ver en el mundo. La idea inicial de Andrea Grobocopatel era poder plasmar eso. Las acciones comenzaron en un pequeño campo de acción, con programas para la comunidad rural, en Carlos Casares, de donde es ella.
¿Cuáles fueron los primeros programas?
El primero de todos fue Cosas de Mujeres, dirigido a emprendedoras. Al poco tiempo, empezó Mujeres en Decisión. Andrea comenzó a participar en círculos de mujeres emprendedoras, empresarias, ejecutivas, y notaba que no todas, a pesar de estar superformadas, lograban generar una carrera que les permitiera llegar a los lugares donde querían estar, para ser presidentas o CEO. Había algo, a pesar de que ellas tuvieran todo, que hacía que no lo pudieran lograr. El famoso techo de cristal. En ese entonces, Andrea lo observó y, después, lo pudo conceptualizar. Ella formó parte del directorio del Grupo Los Grobo, pero siempre supo que su caso era parte de un pequeño porcentaje. Quiso apoyar a otras mujeres para que pudieran seguir avanzando en sus carreras, con la premisa de formarlas para el día en que estuvieran sentadas en el directorio, y apoyarlas para que ello suceda. Hoy llevamos 700 mujeres formadas en este programa, de todos los sectores, tanto empresarias como ejecutivas. Eventualmente, Andrea vendió sus acciones en su organización y ya no está vinculada al grupo. Hoy vive del campo, pero el 90 por ciento del tiempo se lo dedica a Fundación FLOR.
Toda esta visión coincidió con el clima de época.
Totalmente. De a poco comenzó a hacerse cada vez más fuerte la voz de las mujeres públicamente, aunque la historia del feminismo lleva décadas y décadas. Pero las ganancias y los avances son muy pocos y progresivos. A veces la gente piensa que ya llegamos, porque uno entra a una oficina y la mitad son mujeres. Primero, no es así en todos los sectores; tampoco en todas las carreras. Y si vas más arriba en una organización, no son las que toman las decisiones en la mayoría de los casos. Incluso en industrias feminizadas, como se les dicen a aquellas donde la mayoría de las personas que trabajan en ese rubro son mujeres, sigue habiendo diferencia. El 30 por ciento en promedio, en general, de quienes llegan a puestos de decisión son mujeres. Si analizás los directorios, estamos hablando de un diez por ciento. Si hablás de CEO, el porcentaje es menor todavía.
¿De qué manera la fundación colabora para que ese porcentaje aumente?
El trabajo es 360. Lo que queremos es que haya más diversidad en general: sexual, etaria, de género, étnica, etcétera. Tenemos varios programas que versan sobre mujeres emprendedoras, empresarias. Empezamos con Cosas de Mujeres, que es para emprendedoras superincipientes que tienen un sueño o un emprendimiento que está en los primeros estadios. Es una formación gratuita, corta, que va a la acción. La idea es que de ahí se vayan con un plan de trabajo. Hay una mentoría, también, para que puedan mejorar su proyecto o empezarlo. Tenemos otro programa, que comenzó este año, que se llama De Emprendedoras a Empresarias, para que aquellas que ya tienen su emprendimiento andando puedan hacerlo crecer y llegar a ser empresarias. Es un programa que brinda herramientas concretas sobre temas legales, contables y administrativos, sobre cómo exportar. También trabaja sobre ellas mismas como líderes, en su marca personal. Tiene perspectiva de género, como todos los programas. Después, tenemos el programa Mujeres en Decisión, que apunta a personas que se desempeñan en una organización y tienen un nivel de decisión, personas a cargo, manejan presupuestos. Ese programa trabaja al nivel del buen gobierno de las organizaciones. El objetivo es que sepan todo lo que deben saber a la hora de sentarse en un directorio. Es salir de la operatoria, de la gerencia y ser parte de la estrategia. Además, se trabaja sobre ellas para que sean líderes con un impacto positivo. Queremos cambiar las estadísticas llegando con un propósito, generando un impacto positivo en sus organizaciones y en su comunidad. El objetivo es que lleguen para beneficiar a más personas.
¿Qué entienden por liderazgos y organizaciones responsables?
Hay un término que está muy de moda y resume bastante bien lo que es la responsabilidad, que es la sigla en inglés ESG: environmental, social and governance. Por un lado, es la responsabilidad medioambiental en términos de gobierno corporativo y social. Todos esos elementos conforman este concepto. Implica ser responsable para con el entorno en el que estamos inmersos, en el que nuestra organización opera. Mitigar las emisiones de carbono, generar procesos que utilicen de forma eficiente los recursos, no contaminar y tratar de mitigar el impacto ambiental que tengamos al operar.
Después, la responsabilidad social, que está muy relacionada con los temas de diversidad, porque tiene que ver con fomentarla a través de nuestra cadena de proveedores, de nuestros productos, hacia adentro, ser responsables para con nuestros stakeholders. Por último, está la responsabilidad en términos de gobierno corporativo, que no es ni más ni menos que respetar las reglas de juego, que sean claras para que haya una mayor transparencia en las organizaciones. Cuando las reglas de juego son claras y se respetan, la previsibilidad es mayor y no depende tanto de las personas. Es aplicar hacia adentro, a nivel sector privado o tercer sector, lo que esperamos del sector público. Tenemos que hacer lo propio.
¿Con qué organizaciones suelen trabajar, nacionales e internacionales?
Nos gusta articular, no es que tenemos un solo partner, sino múltiples. Trabajamos con cámaras, nos acercamos a ellas para difundir lo que hacemos mutuamente y también para acercarnos hacia las organizaciones que queremos transformar. Trabajamos con otras ONG, participamos de círculos de ONG o de instituciones que las conglomeran.
Hacemos alianzas para llevar nuestros programas al interior o a otras ciudades, con organizaciones locales o que tengan contacto con la población a la que queremos llegar. También trabajamos con empresas, no solo porque entienden esta visión y envían personas a cursar nuestros programas, sino también porque nos eligen como aliados y aliadas para generar esta transformación que buscan en su entorno. No recibimos financiamiento público, nuestros ingresos son ciento por ciento generados por nuestras actividades, por los programas, talleres o consultorías que hacemos en las organizaciones. No obstante, tenemos diálogo con el sector público y siempre que podamos aportar y dialogar, lo haremos. No con los partidos, a quienes respetamos, pero queremos mantener la neutralidad en ese sentido. A nivel internacional, participamos en distintos foros. A través de Andrea, participamos en foros dirigidos a mujeres, como el W20 y Empower, que es una unidad que se generó en el marco del G20, dirigida a empoderar a las mujeres dentro del sector privado, como líderes. Después, estamos trabajando en generar una agenda para Davos, el foro económico mundial donde Andrea viaja todos los años.
¿Cómo está integrado el equipo de la fundación?
Tenemos una estructura muy chica, somos pocas personas en el staff permanente. Hay un área de programas, que es la que más tiempo lleva en la fundación, con una persona que coordina y un asistente de programas. Implica, además, un montón de personas, que son los profesores y facilitadores, y la dirección académica. Tenemos una parte de comunicación, que tiene su pata de asistencia y también se encarga del desarrollo institucional.
Después, la parte de comunicación de presidencia, la parte administrativa y el área de In Company, que trabaja con empresas. Ahora, todo lo que hacemos es posible no solo porque damos todo de nosotros, sino porque contamos con una gran red de personas que contribuyen. Estas personas pasaron por nuestros programas, en su mayoría son mujeres, y donan de forma desinteresada sus conocimientos y su tiempo para llevar adelante los distintos proyectos que se nos ocurren y que quizás escapan de nuestras manos y nuestro conocimiento. En el equipo operativo, que está full time, no seremos tantos, pero sí somos muy grandes en red. Participan a través de comités, asisten a eventos o representan institucionalmente a la fundación, con el cargo de embajadoras.
Anualmente entregan los premios FLOR a la Diversidad, ¿cómo es el proceso de selección?
Luego de un trabajo previo interno, se abren las postulaciones, con el jurado ya conformado. Hay una parte que rota y otra que se mantiene estable, y son profesionales conocedores a nivel organizacional, totalmente objetivos a la hora de evaluar, expertos en el ámbito de la consultoría. Las organizaciones que se postulan tienen que brindar un montón de información, requiere un trabajo que tratamos de acompañar y apoyar. Se les piden datos cuantitativos, por ejemplo, de cuántas mujeres tienen en su nómina, cuántas personas mayores de 45 años, cuántas personas con discapacidad, cuántas de ellas están en posiciones de liderazgo, cómo está formado su directorio en términos de diversidad. Hay datos más cualitativos, como su política de promoción de la diversidad, si tienen licencias, políticas de contratación, protocolos ante denuncias de acoso o violencia. Dependiendo de la categoría, preguntamos si gestionan la diversidad en su cadena de valor, con sus proveedores y clientes. En cuanto a las ONG, evaluamos el impacto que tienen en las comunidades. Los jurados evalúan todo y eligen a los ganadores.
¿Qué desafíos tienen para 2023?
Un montón. Justo estamos en un proceso de ideación estratégica, estamos estableciendo los objetivos estratégicos para el año que viene. Siempre lo hacemos y se van manteniendo, porque la idea no es hacer borrón y cuenta nueva a cada rato. El que está precocinado y ya calendarizado es el programa Agentes de Cambio, para formar líderes que puedan generar impacto en materia de diversidad y sustentabilidad en sus organizaciones. Nuestro desafío principal es internacionalizarnos cada vez más. Tenemos algunos proyectos, como un programa para que se conecten emprendedoras argentinas con emprendedoras keniatas y que eso culmine con una visita de negocios. Vamos a hacer actividades para conectar líderes y responsables del sur global a través de una serie de masterclasses. Estamos volviendo a la presencialidad de a poco en otras ciudades de nuestro país y nos encontramos en tratativas de hacerlo físicamente en Madrid, España. Estamos intentando hacer cada vez más grande lo que ya tenemos. Pero lo más importante, el mensaje que queremos transmitir, es que todas las personas podemos generar un impacto positivo en nuestro entorno, sea más grande o más pequeño. A eso apuntamos, a empoderar o acompañar, a través de la formación o de la conexión, a aquellos líderes para que puedan hacer sus organizaciones, instituciones o su campo de acción más responsables. Nuestro lema termina con “Cultivemos la transformación positiva en el mundo”. Tuve la oportunidad de compartir cinco de estos diez años y quiero ver cómo podemos seguir escalando y diversificando. Invitamos a todas las personas a generar la transformación positiva en su espacio.