Cinthia Fehling es cofundadora del emprendimiento LEAF Social, que ofrece productos de calidad hechos con material reciclado. No solamente reduce la contaminación ambiental, sino que también colabora con distintas ONG destinando a ellas parte de su ganancia.
¿Por qué decidieron desarrollar una empresa de cuádruple impacto?
Al participar en una cena anual de TECHO, Santo Parsons vio las dificultades económicas con las que se encuentran las organizaciones. Las donaciones que reciben alcanzan cada vez menos y la posibilidad se reduce cada vez más. Por eso, la idea fue hacer un producto solidario, del que se destinaría el 50 por ciento de la utilidad a distintas ONG con el fin de que pudieran cumplir con su misión. La pregunta que nos hicimos fue cuál era ese producto solidario que podíamos vender masivamente para hacer una diferencia. La moda es la sexta industria más grande del mundo y la segunda más contaminante, entonces ahí incluimos el concepto ambiental. Además, tiene dos ventajas: el calzado y la costura son oficios muy fáciles de aprender, y en la Argentina hay muchas fábricas que no encuentran la oportunidad laboral. Trabajamos también con madres que necesitan un ingreso extra, desde sus casas. Empezamos a ver muchas oportunidades, además de utilizar materiales reciclados. Cerraba todo el círculo de calidad completo.
¿Cuáles son los productos que producen?
Empezamos con los espadriles, que son las alpargatas, porque, según las investigaciones de mercado, las mujeres son las que hacen más compras, y dentro de los productos que más consumen están las carteras y el calzado. Intentamos hacer algo innovador y notamos que tímidamente se vendió por Facebook. Una vez que compraban un color, adquirían los otros cinco. Pero la dificultad al vender on-line era resolver las consultas. Como no tenemos local propio para cuidar los gastos fijos y poder destinar más dinero a las ONG, nos asociamos con la marca Cristóbal Colón, que nos dio el espacio, pero notamos que no era el target y nos pidieron zapatillas. Después, a medida que nos insertamos en el rubro de la moda sostenible, empezaron a llegarnos materiales que no podíamos aplicar en el calzado, como una lona de banner, y expandimos el porfolio de productos.
¿Las fábricas con las que trabajan también tienen que tener poco impacto ambiental?
Totalmente. Hacemos una auditoría. Lo mismo con TECHO: controlamos qué hacen con la plata que reciben y ellos nos controlan a nosotros. Y así con todas las ONG. En este momento, estamos también trabajando con La Barca, que apoya educacionalmente a niños de 12 a 20 años, y con la Fundación Hampatu, que brinda cursos de oficios gratuitos. Además, con ellos hacemos la moldería, nuevos productos. A su vez, si necesitan una máquina, se la dejamos en consignación.
¿Qué materiales son los que hoy recuperan?
Caucho de neumáticos, velas de barco, bolsas de malta, cinturones de seguridad, banners publicitarios de lona, sachets de leche, tapas de botellas de plástico, packaging de snacks y congelados, textiles, paraguas, cortinas de baño y el nuevo producto es la silobolsa. En el campo se descartan 10 mil toneladas por mes. Después del almacenamiento de granos se tiran, y no hay una reglamentación al respecto. La idea es recolectarlas, limpiarlas y concientizar a quien trabaja con ellas sobre el desperdicio. Además, son muy resistentes, se pueden cortar, imprimir y transformar en bolsas reutilizables, que es un mercado enorme donde tanto la rafia como la friselina son plástico nuevo.
¿Creés que hay mayor conciencia sobre la importancia del consumo responsable?
Sí, pasó de ser una tendencia a ser una necesidad, pero falta mucho recorrido. Yo estoy trabajando con la Asociación de Moda Sostenible, que se creó el año pasado para generar colaboración. Somos casi 100 marcas que trabajan con la parte de upcycling (reutilización y reciclado) o con productos naturales. Muchas veces hay una contradicción, porque obviamente esta moda no incentiva el consumismo, ahora si no incentivamos el consumo no logramos vender lo suficiente. Entonces, nuestro concepto es “Ya que vas a comprar, fijate lo que estás comprando, dónde y cómo se está haciendo, y el impacto que genera”. Tratamos de concientizar a la gente respecto de cómo su decisión de compra puede impactar positivamente en un montón de personas.
¿Considerás que la RSE contribuyó a que las empresas colaboren con iniciativas como la de ustedes?
Es que la gente se da cuenta de que es el poder del mercado y que pueden exigirles a las empresas acciones de responsabilidad social empresaria. Claramente, la empresa escucha al mercado y nota la necesidad. Si lo hace una gran empresa, sus competidoras harán lo mismo, porque si no, se quedan atrás. Reebok es del grupo Adidas, y si funciona la acción que estamos haciendo, la repetirán con esa marca. Están la necesidad, la exigencia del mercado y los valores de quienes trabajan ahí.
¿Qué consejos le darías a alguien que está emprendiendo?
Que tenga paciencia. Confiar muchísimo en uno mismo y en su idea. Hacer mucho networking para nutrirse e inspirarse. Ser organizado, tener pasión.