Julieta Cortijo, Directora ejecutiva de la Casa Ronald McDonald: “Trabajamos bajo la filosofía del cuidado centrado en la familia”

Hace nueve años, cuando todavía trabajaba en una agencia de prensa, Julieta Cortijo recibió un llamado de parte de la Casa Ronald McDonald para la organización en conjunto de un evento de golf a beneficio. En cuanto conoció más en profundidad el trabajo de la entidad, se sintió convocada a ser parte de ella. “En ese momento estaba buscando un cambio a nivel profesional, atenta a diferentes oportunidades. Así me acerqué a Guillermina Lazzaro, quien era la directora en ese momento, y le manifesté mi interés en ser parte del equipo”, recuerda la actual directora ejecutiva de la entidad sin fines de lucro que cumple treinta años en Argentina.

– Una vez que comenzaste a formar parte del equipo de la Casa Ronald McDonald, ¿con qué desafíos te encontraste?

– Fue mucho más de lo que esperaba. Nosotros antes teníamos las oficinas en las de Arcos Dorados, en Olivos. A partir de 2015, las oficinas cambiaron a la Casa Ronald, lo que te permite conectar con las historias que por allí pasan mucho más de cerca. Lo que más me apasiona de Casa Ronald, lo que me fue seduciendo a lo largo de los años, fueron las historias de las familias que por allí pasan, cómo la casa las acompaña en un momento tan difícil, y cómo genera un diferencial. Poder hacer algo para que esas familias, esos chicos, la pasen mejor mientras dure su tratamiento es una satisfacción muy grande.

– ¿Cómo llegan las familias y los chicos a la Casa?

– Trabajamos en alianza con siete hospitales de referencia del país. Las casas siempre están ubicadas a una cuadra, cuadra y media, del hospital con el que trabajamos. En el caso de las salas, están dentro de los mismos. A través del servicio social es que las familias llegan a Casa Ronald. Nosotros no decidimos quién ingresa o no. Las casas están hechas con una capacidad que se hizo pensando en la demanda que tiene el hospital con el que trabajamos en alianza. Hay un trabajo diario muy aceitado, permanente, con el servicio social del hospital, que está al tanto de quiénes se van de alta y liberan una habitación para que ingrese otra familia. Es una relación que se cultiva permanentemente.

Sala de juegos en la Casa Ronald McDonald de Almagro, Ciudad de Buenos Aires.

– ¿Cuántas casas tienen actualmente?

– Tenemos cuatro casas, cuatro salas, una unidad pediátrica móvil, la unidad de promoción de hábitos saludables y la unidad de bienestar. La UPM es un camión de trece metros de largo que tiene consultorios médicos dentro, donde brindamos atención pediátrica, odontológica y oftalmológica de calidad a niños que no tienen acceso al sistema de salud. Recorremos y trabajamos muy fuertemente en alianza con diferentes municipios a los que llegamos. En los últimos años, recorrimos principalmente el conurbano de la provincia de Buenos Aires.

– ¿Cuántas familias hay alojadas?

– Cada casa tiene su capacidad y es acorde a la demanda del hospital con el que trabajamos en alianza. La ocupación full de todos nuestros programas es de 753 y se da, obviamente, en diferentes permanencias. Algunos están un tiempo más largo y otros más corto, y hay quienes vienen a controles por tres días y se van nuevamente. Pero todos los días tenemos 753 familias.

– Cruzaron el umbral de las trescientas mil familias, ¿no?

– Sí, desde la apertura de nuestra primera casa, que fue la de Buenos Aires, en el barrio de Almagro, en 1998. Han pasado más de 309 mil familias por todos nuestros programas que, en su mayoría, funcionan 7×24/365. Entonces, este número aumenta y aumenta, porque la demanda está y el trabajo es permanente e ininterrumpido.

– ¿Qué se les brinda, además de alojamiento?

– Lo que hacemos en nuestras casas y en nuestras salas es generar el momento más lindo posible a pesar de la situación que las familias están viviendo. En las Casas Ronald los chicos continúan con su escolaridad, porque vienen las maestras de las escuelas domiciliarias u hospitalarias, hacemos actividades a través de jornadas de voluntariado, visitas, talleres, salidas. Hay grandes cocinas y comedores donde las familias comparten momentos: se festejan el Día de la madre, del padre, del niño, Navidad, Año nuevo. Hacemos que esas familias tengan momentos donde puedan distenderse y pensar en otra cosa que no sea la enfermedad del chico.

– Con lo que cuesta y hace falta…

– Sí, todo lo que eso implica. Las familias que llegan a Casa Ronald no deben pagar absolutamente nada. Y nosotros, a través de la gestión buscamos sostener la operación en lo que tiene que ver con los gastos fijos de cualquier casa, pero además pensando en diferentes actividades para que el momento sea realmente lindo. Muchas veces pasa que una familia llega pensando “¿Por qué a mí?”, porque se tienen que trasladar desde sus casas, desde muy lejos en muchos casos, para llegar a las grandes ciudades buscando un tratamiento médico, con muchas preguntas y pocas respuestas. Pero atraviesan la puerta de Casa Ronald y se encuentran con otra familia que está atravesando lo mismo. Se genera como una red de contención muy potente, donde se forman vínculos, lazos, que perduran y trascienden la permanencia en Casa Ronald. Ese me parece que es uno de los diferenciales más importantes que tiene la casa.

– Es el management basado en que la familia es parte de la curación

– Es así, estamos convencidos y está científicamente probado que el acompañamiento de una familia favorece el proceso de recuperación del niño. Nosotros trabajamos bajo la filosofía del cuidado centrado en la familia, que consiste en esto. Favorece el estar cerquita, en una sala pegada a la terapia intensiva, que ese papá o esa mamá pueda acceder a la terapia cuando el bebé lo necesita. Lo mismo en las casas: tener una habitación para que esté el grupo familiar, que pueda acompañar a ese niño en el colegio, en su tratamiento y demás, tiene un impacto súper positivo.

– ¿En función de qué analizan resultados o aplican estándares de calidad?

– Trabajamos bajo un modelo de indicadores. Dependemos de Ronald McDonald House Charities, que es una organización global que nos audita y nos marca objetivos y estándares muy altos. Eso se mide a través de diferentes indicadores: cantidad de familias, porcentaje de ocupación en las casas y las salas, cantidad de niños atendidos a través de la UPM. También tenemos nuestros indicadores vinculados a lo financiero, de donantes individuales que queremos alcanzar a mediano y largo plazo. Está todo muy medido, tenemos un modelo de gestión bastante similar a lo que es una empresa.

Casa Ronald McDonald en Guaymallén, Mendoza.

– Además de los vínculos con los hospitales, ¿realizan alianzas con otras compañías?

– Sí, una de nuestras fuentes de ingresos más importante viene de la mano del apoyo corporativo. Esto se da a través de diferentes iniciativas, desde un evento de recaudación de fondos y la participación como sponsors, a jornadas de voluntariado, pensando en actividades para las familias. También hay auspicio de proyectos determinados, como un operativo de la UPM patrocinado por determinada empresa. Nosotros buscamos generar con las empresas vínculos que sean de largo plazo. Entendemos que el apoyo económico es fundamental, pero también creemos que es importante que conozcan la misión de cerca. Por eso, para nosotros las jornadas de voluntariado son tan importantes, porque permiten a quienes colaboran con nosotros conocer en primera persona las historias que por allí pasan. Buscamos diferentes actividades, iniciativas, acciones de marketing con causa, muy variado, para poder trabajar en alianza con el mundo corporativo.

– ¿Con qué compañías vienen trabajando habitualmente?

– Por suerte son muchas, pero sólo para mencionar algunas: Arcos Dorados, Coca-Cola, muchos bancos, Bloomberg, McCain, Simplot. Son un montón. Por ejemplo, ahora estamos haciendo nuestro evento anual de recaudación, el 5 de octubre, y tenemos más de 38 empresas confirmadas. Estamos muy contentos. Hace más de veinticinco años que hacemos la cena anual de recaudación de fondos. Desde 2019 cambiamos un poquito el formato para que no sea una cena tradicional, sino una experiencia un poco más divertida. Lo hacemos en el Faena Art Center y ahí tenemos conductores, participan las empresas que vienen a comer, hay sorteos, shows. Es un evento que todos los años tiene algún diferencial para que los que participan tengan ganas de volver al año siguiente.

– ¿Tienen alguna otra campaña cercana?

– En noviembre tenemos el Gran Día, en el que McDonald’s vende el Big Mac a beneficio de la Casa Ronald y de Fundación Sí. Ya nos estamos preparando, porque no falta demasiado. Acabamos de cerrar una campaña con Mercado Pago, a través del botón Donar, durante todo el mes de agosto. Siempre buscamos la manera de estar haciendo algo que no sólo nos permita recaudar fondos sino posicionar Casa Ronald por lo que hace, por su función y por su impacto en los niños y sus familias.

– ¿Cómo está conformado el equipo de la Casa?

– Somos 24 personas de staff. El resto son voluntarios, más de doscientos, que nos ayudan y son fundamentales para el trabajo diario de las casas y salas. Están muy pendientes de las necesidades de las familias, de hacer el relevamiento de los espacios para que todo esté en orden y en condiciones, como debe estar. De equipo rentado somos 24, divididos en una oficina central y luego los equipos por programa.

– ¿De qué manera vuelve el tiempo y esfuerzo dedicado a la casa?

– Siento que no estoy trabajando nunca, en realidad. Es mucho más lo que la casa me da que lo que siento que le doy yo. Estoy muy agradecida, es un privilegio poder ser parte de este equipo. En estos casi diez años nunca me levanté diciendo “Uy, qué fiaca, tengo que ir a trabajar”. Casa Ronald viene conmigo donde voy, es parte de mi vida y para mí tiene un valor fundamental esto de poder ayudar a tantas familias que la están pasando mal. No tiene precio. Hace poquito se me acercó una mamá, mientras buscábamos hacer actividades, y me dijo “Ustedes son las chicas de las noticias lindas”. Eso me quedó marcado y no necesito más. Nadie que llega a Casa Ronald llega porque quiere. Todos llegan por una situación de salud compleja. Saben cuándo entran, pero muchas veces no saben cuándo se van a ir, entonces poder abrazarlos en ese momento, brindarles la contención que necesitan y ese espacio seguro es reconfortante.

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