La brisa marina que apunta hacia el futuro

A Miramar se la conoció durante años como “la playa de la familia” o “la ciudad de las bicicletas”. Rescatando ese espíritu, el municipio ejecuta un plan de obras y capacitaciones de turismo sustentable con plazos de diez años.

Es una de las ciudades balnearias más clásicas de la costa atlántica bonaerense. Está unos 50 kilómetros al sur de Mar del Plata y tiene, durante el año, unos 30 mil habitantes. Miramar fue, tradicionalmente, un destino de vacaciones en familia. Y precisamente sobre ese aspecto trabajó y trabaja el municipio de General Alvarado su Plan 12M de Desarrollo e Innovación Turística Sustentable. “Es un proyecto participativo para los próximos diez años, lo llamamos ‘12M’ porque la intención es distribuir la demanda turística a lo largo de los doce meses del año y fue elaborado con el apoyo del Consejo Federal de Inversiones, la Secretaría de Turismo de la Provincia de Buenos Aires y un equipo de expertos, además de que se puso en juego la opinión de toda la comunidad”, dijo Carlos Pagliardi, Director de Turismo del municipio. La intención de convertir el partido en un destino sustentable busca revertir la degradación de la costa y promover la puesta en valor del patrimonio natural y cultural de Miramar y de las demás localidades de General Alvarado a través de la reinversión en conservación con un aprovechamiento turístico responsable.

Según datos de la secretaría local, el perfil del turista que arriba a Miramar tiene hijos en edad escolar y buena parte es gente de la región (Miramar convoca mucho púbico de Mar del Plata, Tandil, Olavarría y Azul), de modo que la búsqueda de extender la temporada media hacia septiembre, octubre y noviembre, por un lado, y marzo, abril y mayo, por otro, demanda cuestiones específicas como el sostenimiento de la limpieza de las playas, el énfasis en la gastronomía durante todo el año y el cuidado en las construcciones y el aspecto general de la ciudad fuera de los meses de temporada alta.

Poner la mirada

“La propuesta de Miramar es bajar los decibeles –dice Gonzalo Auriti Primavera–, es venir a caminar, a andar en bici y a recorrer playas casi desiertas”. Gonzalo es el responsable de la empresa La Marítima 4×4, que se dedica fundamentalmente a organizar travesías y paseos por la zona de los médanos del sur de la ciudad en vehículos históricos o a trasladar a quienes desean practicar sandboard (algo así como skate sobre la arena con una tabla, similar al surf) en el Médano Blanco, un espacio casi despoblado de la costa entre Miramar y Mar del Sur. Sin embargo, Gonzalo es más conocido por ser el que rescata a las camionetas y los coches que se aventuran por las arenas sin precauciones. “Cada vez que saco a alguien de los médanos, le doy una especie de decálogo con instrucciones para que entienda que no es lo mismo manejar en una playa como esta que en Gessell, por ejemplo, y que a cada lugar que van tienen que asesorarse”, explica. Y cuenta que en el transcurso de la charla sobre manejo desliza sugerencias de comportamiento responsable. Porque si bien reconoce que el auge de los vehículos todoterreno tuvo un impacto económico muy positivo para el turismo de Miramar, el deterioro ecológico que suponen es muy alto. “Con las 4×4 está un poco más tranquilo porque es muy caro repararlas –cuenta Auriti–, pero el vértigo se trasladó a los cuatriciclos, que tienen un impacto muy grande en el lugar cuando están mal usados”. ¿Y qué es usarlos mal? Auriti le dedicó mucho tiempo a pensar sobre el asunto: “Hay muchas maneras de manejar: si vas como espectador de la naturaleza, el impacto siempre será mínimo, el vehículo te permite llegar a lugares a los que difícilmente llegarías caminando. Pero si tu mundo termina en el parabrisas y usás la naturaleza como pista para tu camioneta, el impacto es tremendo. Es una cuestión de concepto, de dónde se pone la mirada”.

Vivero y feria

El Vivero Dunícola Florentino Ameghino es uno de los paseos más tradicionales de la ciudad. Tiene más de 500 hectáreas forestadas con eucaliptos y coníferas. También hay muchos aromos que florecen en primavera y verano para brindar un aroma a monte inigualable. Entre los árboles, y subiendo y bajando las lomadas, los senderos invitan al paseo relajado a pie o en bicicleta. Hay quienes lo hacen practicando mountain bike entre sus senderos (aquí se desarrolló esa disciplina durante los Juegos Panamericanos que tuvieron sede en la ciudad de Mar del Plata), otros pasean a caballo o en cuatriciclos, motos y diversas clases de vehículos todoterreno.

Dentro de las bellezas que presenta el vivero, se encuentra el llamado “Bosque Energético”, una forestación con la particularidad de ser siempre fresca y más bien oscura. Quienes creen en la vida en otros planetas aseguran que el lugar posee una energía similar a la del cerro Uritorco, en Córdoba. Pero más allá de las creencias, el lugar tiene un silencio y una luz tan especiales que nadie quiere dejar de visitarlo.

La idea del municipio de que se considere a Miramar como una opción de paseo para todo el año se sostiene, entonces, en esta propuesta de tranquilidad y silencio. Durante años se la llamó “la ciudad de las bicicletas”. Porque la playa, poderosa y natural como es, no siempre coincide con la necesidad del turista, pero la ciudad ofrece uno y mil rincones verdes y amplios para el paseo. Los sábados por la mañana, por ejemplo, suelen verse multitud de ciclistas que se acercan a la Plaza de La Paz para comprar alimentos orgánicos en la Feria Verde. María Inés es una de las feriantes que vende brotes de alfalfa o de lentejas listos para usar. “Trato de utilizar las semillas orgánicas de la zona, aprendí a hacer el remojo y el enjuagado hasta que germina, le crece el brotecito y está lista para consumir”. Como es un alimento ideal para el verano, porque se usa para ensaladas, muchos veraneantes aprovechan para tener una opción de alimentación sana incluso durante las vacaciones. Pero la feria funciona todo el año. Sol es otra de las feriantes, es agricultora y vende allí desde hace cuatro años, cuando arrancó. “Vendo todos productos derivados de mi trabajo –cuenta Sol–: hierbas aromáticas, sales marinas saborizadas y cosmética natural”. En la feria pueden comprarse, además, plantines, panadería artesanal, dulces, verdura y encurtidos.

Comer en Miramar

A las ciudades atlánticas bonaerenses siempre les faltó desarrollar una gastronomía distintiva. Por supuesto están el clásico paseo por las cantinas del puerto de Mar del Plata o los alfajores de la zona, e incluso los barquillos y los choclos, que se convirtieron en un clásico de las playas. Pero claramente eso no alcanza para definir una cocina costera, y el sector gastronómico tiene mucho para decir en el planteo de un turismo sustentable de todo el año. Porque productos alimenticios de la zona no escasean. El partido de General Alvarado (que además de Miramar incluye a Mar del Sur, Centinela del Mar, Otamendi y Mechongué) tiene uno de los campos más fértiles de la provincia de Buenos Aires. Este sector compite en la producción de papas con la tradicional zona de Balcarce, y su producción agrícola es de una calidad singular. Desde hace pocos años se instaló, además, la fábrica de quesos de vaca jersey de Daniel, en la ruta 11, a mitad de camino hacia Mar del Plata.

Aunque hay en Miramar cerca de 30 restaurantes abiertos todo el año que buscan el detalle local (en Van Dyke, por ejemplo, sirven una tabla de mariscos inolvidable y en Brujas se ofrece en temporada un delicioso escabeche de pejerrey local), una de las características que tuvo durante años la comida costera fue la abundancia. El turista siente que lo estafan si no le sirven un plato rebosante. Y uno de los locales de comidas tradicionales de Miramar, el Círculo de Amigos, es una fonda elegante con una carta enorme para todos los gustos y porciones abundantes y de excelente calidad.

Hay también, en la periferia de la ciudad, propuestas que buscan diferenciarse basándose en la calidad y la especialización. El Chalet Suisse, atendido por Mireille y Marcelo Krembs –yendo hacia el oeste de la ciudad–, propone un menú de base suiza, al lado del local donde funcionó, durante años, una casa de comidas de ese origen que regenteaba la madre de Marcelo. Un clásico para comer en grupo es la excelente fondue de queso. Sobre la Costanera, pero yendo hacia el sur, antes de llegar al vivero, está el restaurante Lotus dentro de la Hostería Villasol. Carla Prieto presenta allí su propuesta crudivegana “y de transición hacia lo vegano”, porque su intención es difundir esta filosofía que excede en mucho a la forma de alimentarse. “Mi idea es utilizar productos locales, que deba hacer un mínimo esfuerzo para conseguirlos, porque con eso se mejora la ecología del lugar y se evitan costos monetarios y para el ambiente, como los que se derivan de la logística, el combustible o la refrigeración. Si uno está acá, corresponden los alimentos que crecen en este lugar y en esta época”. Y en la calle 37, ya en la zona de chacras y estancias, se encuentra el restó La Criolla, un espacio lleno de árboles de todo el mundo, con un laberinto verde y el canto de los pájaros omnipresente. El lugar es atendido por Bernard, quien conoce todas las maneras de hacer sentir en casa al visitante, y por Silvia, que cocina exquisiteces de la cocina criolla con una vuelta de tuerca para que cada plato tenga esa impronta única y personal tan necesaria.

En definitiva, Miramar reúne todas las condiciones para el desarrollo de una propuesta de turismo responsable que ya está en marcha. Las últimas noticias al respecto hablan de la protección del vivero por parte de la justicia –había una intención de construir cabañas en su interior, pero fue denegada–. Y a diferencia de la mayoría de las ciudades balnearias, Miramar cuenta con una moderna planta de tratamiento de efluentes. El edificio se construyó dos años atrás a la vera de la ruta 11 y a mitad de camino entre este balneario y Mar del Sur, frente a la cara oeste del Vivero Dunícola Florentino Ameghino. Con esta medida, que evita arrojar al mar el producto de la urbanización, la ciudad se afirma en ese destino de tranquilidad y confort tan reclamado por operadores turísticos y público.

Bienal de arte mural

Para sostener la afluencia de turistas durante todo el año, el municipio pensó en diversas actividades deportivas y culturales (concursos de natación, encuentros de skateboard) que convocan cada fin de semana a los visitantes de la región o de más lejos. Una de las más convocantes es la Bienal de Arte Mural. “El Anfiteatro José Hernández, ubicado en la entrada de la ciudad, estaba muy pelado, y la idea fue rodearlo de obras perdurables”, explica la Secretaria de Turismo, Cultura y Deportes, María Eugenia Bove. Las paredes sobre las que trabajan los artistas de todo el mundo convocados cada dos años son específicamente construidas para ser sostén de las obras. “Se hace con materiales donados por la comunidad, porque más allá del presupuesto oficial de cada bienal buscábamos que la gente se apropiara de las obras y resultó: la Cámara de Comercio, el Colegio de Martilleros, las instituciones educativas, todos colaboraron con algo para que la bienal sea de todos”, concluye Bove.

Mar, pampa y vino

Desde hace dos años, la zona de la costa bonaerense tiene sus propios vinos. El clima –muy diferente al de las zonas viñateras tradicionales– da como resultado un vino menos alcohólico y más aromático. Ezequiel Ortega, enólogo de la flamante bodega Mar y Pampa, que pertenece a la firma Trapiche, cuenta: “Fue un desafío muy grande salir de la zona tradicional de elaboración de vino y vid, acá estamos a 40 metros de altura, cerca del mar, es cambiar el paradigma”. Pero no se asusta, porque según sabe, “en la mayoría de las zonas vitivinícolas tradicionales del mundo hay vino costero, marítimo, como California, la champaña francesa, Italia, España o Australia”. La bodega, ubicada en la avenida Antártida Argentina km 16, a la altura de Chapadmalal, propone a los visitantes un recorrido por las viñas y una degustación comparativa de vinos mendocinos y costeros. Una opción de paseo bodeguero lejos de Mendoza, cerca del mar.

 

INFORMACIÓN ÚTIL

Cómo llegar:

Aerolíneas Argentinas tiene vuelos diarios a Mar del Plata, otra opción es el transporte de pasajeros Plusmar, que también ofrece servicios diarios a Miramar.

Visitas y excursiones:

Mar y Pampa

Lunes a domingo de 10 a 19 (Se requiere reserva previa)

Info@myptrapiche.com.ar

Tel.: (0223) 464-4312/4313/4316

Av. Antártida Argentina km 16 Chapadmalal

 

La Marítima 4×4

www.lamaritima4x4.com.ar

lamaritima4x4@hotmail.com

Tel.: (02291) 43-4349. Cel.: (0223) 155-276273

 

Feria Verde

Sábados de 9 a 13

Plaza de la Paz, Av. 37 esquina 40

 

Dónde Comer:

Café Restó Van Dyke

9 de Julio esq. Diag F. de la Plaza

 

Brujas Restó Bar

9 de Julio esquina 28

 

Círculo de Amigos (Restaurante)

9 de julio Nº 1426

(02291) 42-2226

 

La Criolla Restó

facebook.com/LaCriolla.Resto

Calle 37 N° 2611 (entre 52 y 54)

(02291) 43-0633 / (011) 15-5697-7700

 

Chalet Suisse

facebook.com/chaletsuissemiramar

Calle 11 N° 2463

(02291) 43-0141

 

Lotus Cocina Viva/Hostería Villasol

facebook.com/lotus.cocinaviva

Calle 6 N° 1701

(02266) 47-5970

 

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