La comunidad que protege a las tortugas en Costa Rica

Desde tiempos ancestrales, en la antigüedad clásica e incluso antes, las tortugas han estado presentes en el universo real y simbólico de los hombres, poblando la mitología de distintas culturas.

Para los hindúes, este animal era la forma del segundo avatar del dios Vishnu, llamado Kurma, que era la base sobre la que se apoyaban tres o cuatro elefantes para sostener el mundo.

Para la cultura china la tortuga también aparece vinculada a deidades: durante la creación del mundo, la diosa Nuwa (creadora de la humanidad), para evitar que el cielo cayera sobre los hombres luego de haber sido dañado por otro dios, decidió apuntalarlo cortando las cuatro patas de la tortuga gigante Ao, y por eso el cielo no se cae sobre la tierra.

Según los griegos, Quelona, la primera de todas las tortugas, era una ninfa que recibió como castigo cargar sobre sus espaldas eternamente su casa tras rechazar asistir a la boda de Zeus y Hera.

Más acá en el tiempo, en la película Buscando a Nemo, Crush, una tortuga verde adulta, ayuda a Marlin y a Dory a llegar hasta Sídney. Hablando con propiedad, Crush es una Chelonia mydas, especie que habita en aguas tropicales alrededor del mundo.

Uno de esos lugares clave para las Chelonia mydas y para otras especies de tortugas marinas como las Lepidochelys olivacea, las Dermochelys coriácea o las Caretta caretta es el Parque Nacional Tortuguero (Costa Rica), que cumple la función de santuario para estos animales que llegan hasta sus playas para anidar y dejar sus huevos.

El Tortuguero, también conocido como el Amazonas de Costa Rica, es un imponente parque nacional de selva tropical, que es posible recorrer a través de su red de canales navegables.

A medida que uno se aproxima a la zona, comienza a maravillarse por tanta exuberancia, con mil tonos de verde, por un entorno que se vislumbra paradisíaco y místico.

Se trata de una de las áreas más silvestres del país, con once hábitats identificados, al igual que más de 2000 especies de plantas y 400 de árboles. El parque se encuentra ubicado en la costa caribeña, en la provincia de Limón, unos 80 kilómetros al noroeste de la ciudad de Limón.

Con una extensión de casi 19 mil hectáreas en la parte terrestre –más de 52 mil en la parte marina–, fue creado por el Decreto de Ley 5680, el 17 de noviembre de 1975.

Además del equilibrio ecológico que proporciona, el parque es considerado el área más importante del lado occidental del Caribe, debido a que es el lugar escogido por las tortugas verdes (especie en peligro de extinción) para desovar.

Los guardianes de las tortugas

Observar desde el agua a las tortugas verdes anidar es una experiencia única, irrepetible e inolvidable para el que la vive. Desde las embarcaciones se puede ser testigo de ese momento en el que el animal marino avanza hacia la tierra –abandonada por sus antepasados hace millones de años– para procurar dejar una descendencia.

El primer contacto se da cuando algún turista más atento o avispado detecta a la primera tortuga en el oleaje. Las miradas entonces se dirigen hacia ese punto y poco y nada tarda en descubrirse que junto a ella hay otras decenas de tortugas, subiendo y bajando con las olas hasta llegar a la arena.

Perseguidas y cazadas por otros animales, aunque también por el hombre, instintivamente en su ser prima la desconfianza. Por eso tarda en decidirse a abandonar por completo el mar para ganar la playa; casi como un peatón, gira su cuello hacia ambos costados antes de avanzar, y resulta difícil determinar por qué o cuándo se decidirá a lanzarse a suelo firme.

No son pocos quienes relatan sorprendidos que una repentina tos o el mecánico sonido del clic de una cámara analógica resultan suficientes para que la tortuga deje la arena negra y regrese al agua. Esa desconfianza o instinto termina de comprenderse cuando los guías cuentan que durante siglos las tortugas verdes han sido (y son) perseguidas por su carne y sus huevos (se les atribuye poder afrodisíaco), que se consideran delicatessen gourmet.

También, como en el caso de las baulas (Dermochelys coriácea), la única tortuga marina sin caparazón duro, aparecen otros intereses: se las mata para extraer el aceite de su cuerpo y utilizarlo como combustible o con propósitos medicinales. Esa es la amenaza y la acción directa del hombre sobre esta criatura, a lo que hay que sumarle las acciones indirectas.

Estas tortugas también sufren por la contaminación marina. Así, es frecuente que mueran después de ingerir bolsas de plástico que flotan en el océano, a las que confunden con su comida favorita: las medusas. Y otras veces son asesinadas de manera accidental tras caer en las redes malla que buscan recoger camarones.

Por todas estas razones, además de la destrucción de sus hábitats, las especies de tortugas marinas están reduciéndose.

De las siete especies de tortugas inscriptas en las listas de CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres), seis figuran como especies en peligro y la otra como amenazada de extinción.

Gracias a la colaboración de investigadores de todo el mundo y la participación de la población local, se ha logrado revertir el porcentaje de daño ambiental en el parque.

Costa Rica ha sido líder en el desarrollo de prácticas sostenibles y ha hecho de la educación y la divulgación dos pilares fundamentales para involucrar a la comunidad, especialmente a los jóvenes, en la protección del medio ambiente. Este compromiso es claramente visible en Tortuguero, donde los murales coloridos de tortugas y la gente involucrada en la protección de estos animales son un testimonio del éxito de estas prácticas.

Hábitats, especies y otras diversidades

Además de tratarse de un santuario de tortugas, el Parque Nacional Tortuguero es un verdadero paraíso para la investigación y el ecoturismo, ya que los ecosistemas de la zona son tan complejos como diversos, pasando de la tranquilidad a encontrarse con cualquiera de las especies de flora y fauna características del caribe costarricense.

La fauna es muy rica en diversidad en el área. Se puede identificar fácilmente a la danta, el jaguar, congos, pizotes, mapaches, murciélagos pescadores, ranas venenosas y decenas de aves protegidas, como la lapa verde (en peligro de extinción), el pavón, el zopilote cabecirrojo, el gavilán cangrejero, el trogón violáceo y la oropéndola de Montezuma.

En cuanto a la flora, las especies más características son el cedro macho, el javillo negro, la fruta dorada, el manú, el maría, el alcanfor, el canfín, el cativo, la palma yolillo, la palma suita, la palma real y la choreja o lirio de agua.

Senderos para perderse… y encontrarse

Este maravilloso entorno natural también invita a ser recorrido, y para ello el Parque Nacional Tortuguero ofrece dos alternativas: una terrestre y otra acuática.

Si se elige la primera de las opciones, entonces hay que desandar el sendero El Jaguar, que de manera lineal y paralela a la playa del parque se extiende a lo largo de 2,5 kilómetros. Es el sendero preferido durante la temporada de tortugas. Se encuentra claramente demarcado con entradas a la playa cada cien metros y numeradas del 37 al 60.

En época de desove se ven rastros y nidos de tortugas, y, durante el recorrido, el visitante puede encontrarse con distintas especies como gavilanes, monos, pavones, libélulas y mariposas.

Si el turista además desea recorrer el parque a través del agua, cuenta con cuatro senderos. El primero de ellos es el Caño Chiquero-Mora, que solo puede recorrerse en embarcaciones no contaminantes (canoa, motor eléctrico o kayak) y tiene un recorrido de algo más de dos kilómetros rodeado de vegetación densa y alta, donde ocasionalmente puede observarse al tolomuco. Casi al final del recorrido, el sendero se divide y por eso se lo conoce como Caño Chiquero y Caño Mora.

Los otros tres senderos pueden recorrerse con lanchas a motor de mayor tamaño. El sendero Río Tortuguero tiene un recorrido de 4,3 kilómetros y es la puerta de entrada al sector de canales del parque nacional. Durante el paseo es posible observar variedad de aves acuáticas, anfibios y reptiles, así como la gran cantidad de árboles de poponjoche, llamativos por sus grandes flores y frutos.

En esta zona, la población local, las instituciones y el Gobierno de Costa Rica trabajan en colaboración para proteger el entorno natural. Para ello, han creado una organización compuesta por guías, especialistas y rastreadores que no solo supervisan el número de visitantes al lugar, sino también los momentos óptimos para observar a las tortugas, uno de los principales atractivos junto con los canales.

CÓMO LLEGAR

Al tratarse de un destino entre canales, acceder con transporte público no es fácil. El primer paso es tomar un colectivo en la terminal de San José hacia Cariari (dos horas de recorrido y un costo de 3 dólares). Y desde allí debe tomarse otro hasta La Pavona, donde se encuentra el embarcadero de lanchas hacia Tortuguero (el costo del colectivo y de la lancha es de otros 3 dólares en total).

CONEXIONES

El Parque Nacional Tortuguero, con sus selvas tropicales, canales naturales y mar Caribe, es un destino imperdible. Desde él se puede conectar de manera fácil con el Caribe Sur y lugares como Cahuita y Puerto Viejo o Arenal (La Fortuna).

CUÁNDO VIAJAR

Si se desea ser testigo del inigualable espectáculo del desove de tortugas, se debe tener en cuenta que esto sucede entre junio y octubre, aunque los lugareños aconsejan consultar previamente, ya que es posible que la dinámica ecológica sufra modificaciones.

BOSQUES TROPICALES

En este parque nacional predominan el bosque tropical húmedo y el bosque tropical muy húmedo. La precipitación promedio anual alcanza los 6000 milímetros. Los meses de mayor precipitación corresponden a julio y diciembre. Los menos lluviosos son marzo, abril y octubre. La temperatura promedio anual oscila entre los 25 y los 30 °C. El calor, la humedad y la lluvia son acompañantes en el recorrido.

MÁS INFO

El pueblo de Tortuguero es una pequeña comunidad ubicada en una de las isletas entre el mar y las lagunas del parque. Se trata de una calle que solo puede transitarse a pie o en bicicleta, en la que hay algunos bares, restaurantes y tiendas de regalos para turistas, en donde la gran estrella de los suvenires es la tortuga verde. Parada obligada durante el paseo para acercarse a la vida, cultura y costumbre de la zona.

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