La empresaria pasional

Desde 2009 la actriz está al frente de Roses are Roses, su empresa familiar vinculada a la perfumería de autor. Así como ella suele conducir eventos solidarios, su marca también hace donaciones para generar fondos para todo tipo de fundaciones.

Hay algo en la mirada de Andrea Frigerio, un cierto brillo húmedo, que genera la sensación de que estuviese sonriendo cuando habla. Y pareciera que esta condición amable de su naturaleza, ya sea que haya nacido con ella o la haya construido a lo largo de su vida, se pone en estado óptimo cuando el tema de la conversación es Roses and Roses, la empresa familiar con base en la creación de perfumes de autor que nació en 2009 y cuenta ya con tiendas de cuidado diseño en grandes shoppings, como Paseo Alcorta, El Solar, Las Palmas del Pilar, y con otras a la calle, bajo el concepto “exclusive store” en Recoleta, Martínez y pronto Palermo. Tenían la certeza de que había un espacio que prácticamente los esperaba para desarrollar un concepto empresarial que tuviese lo personal como eje, por el cual quien entrara a sus locales no solo sintiera que cada producto estaba generado de forma artesanal, sino que un sentido de la sofisticación y el lujo que estéticamente podrían llevar la percepción a tiempos pasados pudieran volverse cercanos, accesibles. Y en este sentido, la propia imagen pública de Frigerio, con su mezcla sutil de altísimo refinamiento y una simpatía campechana, se ve reflejada sin interferencias al entrar en cualquiera de los locales que la modelo y actriz asegura que están creados para provocar sensaciones hogareñas donde toda preocupación quede afuera, expulsada de la mente al embriagar los sentidos de aromas seductores y productos refinados ligados a la estética personal. Esta idea de lo hogareño, donde lo exclusivo pueda tener una intersección saludable con lo simple, también se verá reflejada en la ética que para la cara visible de Roses are Roses tiene que tener todo emprendimiento empresarial. La idea, dirá en la entrevista, es aplicar en cada paso de la vida, tomando la acción empresarial como una de sus facetas, una actitud vital positiva, donde el buen trato sea cotidiano y la afectividad la base de las acciones.

¿Qué sentiste cuando te propusieron una nota con esta revista?

Me pregunté si estaba a la altura de las circunstancias, si tenía mucho para contar, porque siempre estuve en contra del culto a la personalidad. No me gusta hablar de mí, lo único que puedo contar es lo que hago. Y la temática en sí me interesa mucho, porque siento que hay mucho por hacer y basándose solo en el sentido común, porque para mí no hay muchos secretos, es lo que siempre hay que usar.

En el desarrollo de la empresa, solés mencionar la importancia del trabajo familiar, no solo por ese sentido común que decís que percibís en tus hijos, sino también en la confianza absoluta en la división de tareas, donde volvés a confiar los aspectos comerciales en tu esposo, quien ya había manejado tu carrera.

Sí, los dos somos emprendedores, cada uno en una dirección diferente. Yo soy más artística, él descansa en mí todo lo que es la puesta en escena y yo descanso en él toda la parte empresarial del emprendimiento. Nos complementamos perfecto. Tenemos una historia de trabajo juntos, fui yo quien lo invité cuando tuve algunos inconvenientes con representantes y me pareció que podía encarar el tema de manejarme los contratos, porque es la persona en todo el mundo a la que le tengo la mayor confianza. Y cuando empezamos con la idea de Roses, aceptó inmediatamente. Le encontramos la fórmula a tener como pareja un objetivo en común, más allá de los hijos o llevar adelante una familia.

¿Qué hizo que no pusieras directamente tu nombre como marca?

(Se ríe). De chica, a los 9 años, me gustaba todo lo que tenía que ver con la química, ponía algas que encontraba en la playa en la bañadera de mi mamá junto a litros de crema, después lo embotellaba, me lo ponía yo, e intentaba que otros se lo pusieran. Estudié Biología (cuatro años) en la UBA, para relacionarme directamente con la química y el laboratorio. Y cuando nació mi hijo, dejé la facultad y se inició mi carrera. Tuve muchísima suerte, porque fui muy bien recibida por el mundo de la moda y después el medio artístico, todo fue dándose exitosamente, pero siempre lo vi como algo que me sucedía a pesar mío. Pero ahora esto tuvo que ver con una decisión de toda la vida, que había quedado relegada. Y quise que esto creciera genuinamente, sin darle envión con algo que no tenía nada que ver con la perfumería. Me parecía que no era honesto vender algo porque era hecho por alguien conocido. Y sentía que lo que estaba proponiendo valía en sí mismo. Si mañana no estoy, alguien podrá tomar la posta.

Suele pensarse en el rol social del artista, ¿pero qué dirías de la importancia en este sentido de tu trabajo creativo a nivel empresario?

Esto lo debería contestar desde dos ópticas. Desde mi persona, en cuanto a la actitud responsable hacia la sociedad, mi aporte siempre fue interesante. Mi mamá fue una maestra rural que encaró su carrera docente en una zona despoblada, de bajos recursos. Y así como educó a la gente, también lo hizo conmigo con respecto a la solidaridad; desde siempre me enseñó mucho a ocuparme de los demás y a darme hacia los otros. Gracias a Dios, mi lugar en el mundo del espectáculo me dio la posibilidad de conocer a muchas personas que me necesitaban. Soy como una animadora y presentadora, vinculada a todos los eventos sociales que hacen usualmente para recaudar fondos instituciones como la Fundación Favaloro, Fundación Manantiales (dedicada a la prevención y asistencia de las adicciones), Fundaleu (dedicada a combatir la leucemia), Ema (asociación civil enfocada en la atención de las personas con esclerosis múltiple) o A.E.D.I.N. (Asociación en Defensa del Infante Neurológico). Participar me hace sentir como un eslabón en una cadena, lo hago encantada y me sale bien, porque mucha gente confía en mí cuando le pido que done recursos, saben que si lo llevo adelante es algo confiable. Y a través de estas fiestas, que podrían parecer frívolas, se dan a conocer muchas cosas. Y por otro lado, como responsable de Roses, en muchos de esos eventos nos piden que hagamos aportes de regalos para los sorteos, lo que se convierte en una forma de devolverle a la sociedad muchas de las cosas que recibo como artista. Es muy agradable poder ayudar, hace muy bien.

Al tener tu empresa, ¿se modificó tu concepto de la responsabilidad social?

Yo siento que soy en sí misma una persona responsable en ese sentido. Desde cuestiones simples, como tener un cuidado especial en la calle. Todos deberíamos cuidarnos a todos, todas las mamás deben saber cuidar a todos los niños. Si veo un chico que está por cruzar mal, tengo la responsabilidad de ayudarlo, de decirle que tenga cuidado. Tengo actitud de cuidado, mi familia la tiene, mi marido, mis hijos, lo que habla de una manera de ser que me gustaría transmitir, para que se extendiera.

Los cambios sociales los podemos hacer con actitudes muy accesibles.

No se necesita nada más que querer hacerlo. Si yo hablo de esto, con que tres personas lo tomen, ya está, misión cumplida. Y otra cosa que hago todo el tiempo es tener una buena actitud. Puedo ir en el auto o caminando, y saludo a quien me saluda, trato de hacer cosas que cambien el clima, que a veces es pesado. A veces voy por la calle y sé que pueden preguntarse de qué me río. Y lo hago a propósito, para emitir algo. Voy con esa actitud, sé que el cambio se produce. Esto es inmediato, si sonrío, el que me mira sonríe. Porque los seres humanos derivamos de los monos, imitamos todo. Si quiero pelearte vas a pelear, pero si voy con sonrisa, van a sonreír. Este es mi humilde aporte, en el núcleo familiar y en la familia extendida.

¿Qué importancia tiene la cuestión afectiva al armar equipos de trabajo?

Muchísima, porque lo que das vuelve. Cuando tenés una actitud afectuosa hacia la gente con la que trabajás y la que trabaja con vos, ese cariño vuelve. A veces te equivocás, porque hay gente que tiene mala fe, con vos y con todo el mundo, pero en general, el noventa y nueve por ciento de las personas no son así. Todos queremos querer y que nos quieran. Y con respecto a los equipos de trabajo, a pesar de que tengo empleadas a las que les pago las vacaciones y la obra social, promuevo personalmente la meritocracia. Me encanta ver cómo la gente crece y se desarrolla, por mérito propio y por convicción. Nunca fui una empleada que esperó de parte de su contratante que le regalaran cosas, que le hicieran favores, siempre fui una persona independiente, a la que no le pagaron las vacaciones, nunca me pasó todo eso y me gusta que haya sido así.

¿Lo ves como otra de las formas de generar modificaciones a partir del trabajo propio?

Claro, siempre me pongo a mí como la dueña de mi destino. Si quiero cambios, los hago. Si no quiero, bueno, me doy cuenta de que no quiero. Siempre me hago responsable de lo que me pasa.

Cuando hablamos generalmente de ecología, no siempre se menciona el factor humano.

Y es muy importante. Porque así como el ser humano puede ser amigable con los animales, con las plantas, con el ambiente, con su ecosistema, si tenés esa actitud amigable, desde vos hacia tu ambiente social estás colaborando con el ecosistema, o sea, con la ecología. Y en cuanto lo que hablábamos antes, hay actitudes que transforman; si alguien quiere crecer, yo estoy para ayudarlo; si no quiere, no importa, problema de él, ya aparecerá otro.

Cuando pensás en el crecimiento de tu emprendimiento, ¿planeás o dejás que vaya hasta donde tenga que ir?

Yo hago la plancha sobre el agua y que me lleve la ola a donde me tenga que llevar. Tal vez me lleve a un puerto que no me gusta, pero bueno, me iré a otro. Me gusta que la vida me sorprenda. No tengo esquemas armados ni planes a mediano plazo. Sé lo que voy a hacer de acá a un año. Mi gran ambición es pasarla bien. Sobre planes, te puedo decir que quiero lograr el aroma que tenía mi abuelo en un saco de tweed que usaba. Si me preguntás si me gustaría abrir 500 locales, te diría que se lo preguntes a Lucas. Lo que quiero es hacer blends a medida, para que hables conmigo durante tres meses y yo te haga un perfume. Ese es mi gran plan.

¿Nada hay tan placentero como trabajar en algo que apasione?

No entiendo de otra manera la vida, por eso te dije, nunca fui empleada porque nunca quise estar atada a algo que no quería hacer. Cuando trabajaba en un canal y de repente se terminó el programa que estaba haciendo, me ofrecieron quedar bajo contrato, lo que significaba que podía terminar dando el pronóstico del tiempo a las doce de la noche. Era beneficioso porque me pagaban todos los meses, pero les dije que me avisaran cuando tuvieran un proyecto. Y la verdad es que no me fue nada mal. Lo que hay que tener es coraje y ganas de vivir sin red. Si algo me apasiona, me rompo el alma, trabajo mucho, me levanto muy temprano; pero si algo no me gusta, no lo hago, más ahora que estoy grande. Tengo 51 años y me pregunto cuántos veranos me quedan aún para entrar corriendo al agua. Los que me queden no los voy a gastar en ninguna otra cosa que no sea vivir. Esto es lo que transmito, a los que trabajan conmigo y a los que me quieran escuchar o leer. Es mi filosofía. Y mi aporte.

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Trabajar en comunidad

 Con la experiencia personal de cuatro años de estudios de Biología, además de una infancia plagada de estímulos familiares al juego que incluían el desarrollo prematuro de cremas con algas y pétalos, la empresa de Frigerio, a la hora de concebir la marca, contó desde el principio con el asesoramiento del experto en perfumería Josué Quesada y el consejo de Federico Álvarez Castillo, dueño de la empresa de indumentaria Etiqueta Negra. Y, básicamente, el trabajo administrativo y comercial de Lucas Bocchino, marido de Frigerio, con experiencia no solo empresarial sino en lo relativo al management de su carrera artística.

Infancia, aromas y simpleza

 “Roses are Roses es una manera de recuperar los aromas, sabores y sonidos de mi infancia. Las ceremonias simples pero esenciales, como el five o’ clock tea, la ropa con el perfume lejano del popurrí de rosas, las mañanas con azahares, los veranos con jazmines, la alegría en familia”, escribe Frigerio en el Facebook de su empresa, cuyo nombre viene de un poema de la escritora inglesa Gertrude Stein, y su sentido implica “las cosas son tan simples como son”. El abuelo inglés de Frigerio usaba esa frase cada vez que había una discusión familiar, como para ponerle fin, al tomar la vía resolutiva de lo concreto.

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