La era de la integración

Para Fabricia Degiovanni, Directora General para Microsoft Argentina y Uruguay, las acciones de RSE en una empresa deben estar integradas a su lógica de negocios. Además, asegura que solo con empleados satisfechos se logran éxitos comerciales duraderos.

Hay una energía de acción inmediata que puede percibirse en la manera firme en que Fabricia Degiovanni, Directora General para Microsoft Argentina y Uruguay, habla de las acciones sociales que desarrolla en la empresa en la que se desempeña desde hace más de una década. Pero también en la manera en que, durante toda la entrevista, se nota ocupada en que cada uno de los puntos que siente importante comunicar estén implicados en sus respuestas. Lo notable, teniendo en cuenta tal vez viejos paradigmas del ejecutivo empresario, es que también se percibe afectividad en el tono de su voz, un detalle que dará un sentido mayor a un punto central de toda la conversación: la importancia de cuidar la emocionalidad de los empleados, como signo esencial no solo de una política interna más humana, signo de estos tiempos para la ejecutiva con formación en la Facultad de Ciencias Económicas, sino del centro mismo del planteo de negocios de la empresa.

En ese sentido, para ella es tan importante estar atenta a cómo logran integrar lo humano y lo laboral sus empleados a cargo como trabajar en la estrategia de negocios y operaciones de Microsoft en ambas orillas del Río de la Plata, donde opera en la relación con clientes y socios de negocios, además de impulsar nuevos productos o atraer el talento profesional para que se desarrollen en la compañía. Lo que la entusiasma fuertemente, asegura, es la posibilidad que desde la sede central se le da a que se invierta sin tope económico previo en programas sociales que mejoren la calidad de vida de las personas. En ese aspecto, Degiovanni sabrá resumir en un gran objetivo las distintas acciones sociales de la compañía líder en desarrollos informáticos para hacer cada vez menor la brecha digital en nuestra sociedad.

 

Tengo entendido que en Microsoft se les da tanta importancia a las acciones para la comunidad como el cuidado al empleado.

En Microsoft tenemos una filosofía. Así como queremos impactar en el mercado, en los clientes, en la comunidad, ese impacto positivo debe estar también en las personas que trabajan en la empresa. Creemos que los empleados satisfechos generan clientes satisfechos. Es muy difícil que un cliente esté satisfecho cuando la persona de Microsoft que lo atiente no lo está con su trabajo, si no está feliz y motivado. A mí, como Gerente General, a todo el equipo de producción, a todos los gerentes, nos miden en cuanto a logro de objetivos. Y entre lo que determina nuestra calificación anual está ese nivel de satisfacción de empleados y clientes. Además, la teoría se cumple, porque cuando tenemos un problema de satisfacción con algún segmento de clientes, eso coincide con que justo había un empleado o un grupo que no estaba tan contento. Y al revés, cuando tenés un equipo de gente positiva, contenta con el trabajo y la carrera que tiene en la compañía, se generan clientes satisfechos.

¿Y con las políticas de RSE cómo se manejan en este sentido?

Aplicamos el mismo principio. Nosotros hacemos internamente lo mismo que en el resto del mercado, porque creemos

¿Cuál de los programas que están aplicando vinculados a la comunidad le está dando más satisfacción a la empresa?

En RSE hay muchas cosas para hacer. Lo que generalmente te permite impactar más son aquellas cosas en las que uno es especialista. Nuestra misión es hacer que nuestra tecnología llegue a más y más gente, lo que en la industria se conoce como cerrar la brecha digital. Con el advenimiento de Internet y las nuevas tecnologías de la era de las comunicaciones, nace el analfabeto digital, alguien que no tiene contacto con una computadora o con Internet, lo que pone a esa persona en una condición de desventaja enorme. Entonces, los programas que más satisfacción nos dan son los que ayudan a cerrar esa brecha. Son la mayoría. Y apuntan a personas desde los 5 años de edad hasta 35, por un lado. Y tenemos también otros para adultos y hasta ancianos. Todo esto nos da gran satisfacción.

Arrancan con los nativos digitales y cierran con los inmigrantes digitales.

Tal cual. Tenemos programas vinculados a educación, para que la tecnología se incorpore al aula. En la Argentina capacitamos 200 mil maestros, muchos de ellos ni sabían qué hacer con la computadora. A través del programa Alianza por la Educación, brindamos propuestas de capacitación docente, pero también estimulamos el desarrollo de proyectos educativos innovadores y acercamos herramientas tecnológicas para que se enriquezcan las actividades de clase. En los últimos años, esto tuvo impacto en millones de estudiantes y más de 150 mil docentes. Además, tenemos un programa por el cual cualquier persona que haya terminado la secundaria puede tomar los cursos de Microsoft, obtener un certificado de nuestras herramientas y hasta contar con la posibilidad de que empiece su propio negocio, al regalarle todas las herramientas de software.

El tema de generar empleo parece un objetivo primordial…

Es así. Por eso, también tenemos bolsas de trabajo con nuestros más de 3500 partners en la Argentina, con quienes trabajamos para que la gente que está ya capacitada pueda conseguir su primer empleo. En el país tenemos un programa de abuelos, se llama “PC abuelos”, donde a través del Banco Nación se les financia a estas personas la adquisición de una PC. Descubrimos que, en el mundo, los abuelos no podían entrar en contacto con los nietos, porque como ellos son nativos digitales, les piden que tengan Facebook o que usen el e-mail. Entonces los entrenamos y en algunos casos los propios nietos lo hacen. Fundamentalmente, lo que queremos lograr es que haya vínculos entre un nativo digital y una persona que conoció de grande la tecnología. Todos estos programas son los que más satisfacción nos dan, porque vemos el nivel de impacto que causamos.

¿Algún programa les ha demandado una energía especial?

Hoy puedo decir que le estamos poniendo mucha energía al tema de formación de jóvenes, porque hay mucha deserción en la escuela secundaria y en los primeros años de universidad. Estamos trabajando con muchas instituciones educativas, universidades públicas y privadas, para que un programa de certificación de Microsoft les vaya dando salida laboral más concreta a los jóvenes, para que puedan conseguir trabajo. Le estamos poniendo muchísimo foco a eso, porque es una acción de impacto importante. Porque se trata de incorporar a los jóvenes a la fuerza laboral, a que consigan su primer trabajo. Este es un problema del mundo, porque la tasa de desempleo entre jóvenes de entre 18 y 30 años es del doble de la que se da entre adultos. Les cuesta mucho a los jóvenes tener su primer trabajo.

Hay una tendencia actual, a nivel empresarial, que habla de ver la actividad de RSE de manera integrada y no separada del esquema de negocios. ¿Cuál es su opinión al respecto?

Nosotros lo vemos exactamente así. Todo lo que hacemos es a través de nuestros partners, los socios de negocios. Cuando queremos que los jóvenes consigan su primer empleo es a través de estos socios, que vienen a nosotros diciéndonos que no pueden vender más porque no consiguen personal. Entonces estas acciones tienen mucho sentido. O cuando trabajamos con el Gobierno con el programa Conectar Igualdad, lo hacemos también a través de nuestros partners fabricantes de PC, para que puedan armarlas con nuestras herramientas informáticas. Eso forma parte de nuestros negocios. Y tiene la mirada de RSE por todos los programas que aplicamos de brindar herramientas gratuitas a ONG o capacitar docentes, entre tantos otros. En resumen, va junto, hay una pata comercial y otra de RSE, totalmente integrada al negocio.

¿Hay algo que le dé gratificación especial en estas tareas sociales y comerciales integradas?

Sí. Hay algo que es maravilloso: no contamos con un límite de inversión en la Argentina. No nos dicen que en RSE tenemos un tope para invertir. Más bien el límite está en nuestras posibilidades de encontrar proyectos. Esto es claro que no pasa con los negocios, donde debo cumplir un objetivo preciso, pero en todas las iniciativas de responsabilidad social y ciudadanía, como lo llamamos aquí, depende todo de nosotros. Por eso involucramos a la gente, para que nos traiga proyectos. Uno de los trabajos que hacemos es donar software a organizaciones sin fines de lucro, las que a veces no tienen la cantidad de dinero como para instalar tecnología. Empezamos pensando que donaríamos a 15 ONG, pero terminamos haciéndolo a más de 300. Y no pasó nada, no nos llamaron para decirnos que nos habíamos pasado. Entonces estamos superentusiasmados, porque podemos contar con infinitas posibilidades de tener gente tomando los cursos. Esta es mi responsabilidad número uno, más allá de cumplir con los negocios, porque se trata de causar un impacto de otras características. Es trabajar para evitar al máximo posible la generación de esta brecha digital en los chicos y jóvenes.

¿Qué opina de la idea que suele circular en esta época sobre el valor extra de la mujer en puestos gerenciales, sobre todo en tareas sociales, por su manejo natural de la inteligencia emocional?

Creo que la incorporación de la mujer es la estrategia más inteligente que cualquier empresa puede tomar. Porque la sociedad está formada por hombres y mujeres, en determinada proporción. Todas las empresas que vendemos algo nos enfrentamos a un mercado de hombres y mujeres, y si querés tener éxito, es condición necesaria que en tu empresa tengas una mezcla de género parecida a la que hay afuera, que haya una diversidad similar. En mis equipos trato de tener esa representación variada.

¿Cree en la necesidad de cuotas de género?

Solo en el comienzo. A veces hay que forzar ciertas cosas. Las cuotas ayudan a que se dé el cambio, al principio, pero después de que generaste esa dinámica, ya hay que dejarlas. Igualmente, el punto es ese: tener adentro de la compañía la misma representación que existe en tu mercado objetivo.

Y ustedes, además, tienen algunos programas dirigidos especialmente a la mujer.

Eso lo hacemos porque históricamente el mundo de la tecnología ha sido un mundo de hombres, para quienes ha sido natural estudiar en una facultad de Ingeniería, pero no para una mujer. Es algo cultural, está en la memoria genética. Entonces, nos encontramos con ese limitante: queremos incorporar mujeres, pero la cantidad que tenemos no es la suficiente, porque no la encontramos. Una vez que descubrimos ese problema, pensamos en lo que teníamos que hacer para que haya más mujeres que pudieran trabajar en el mundo de la tecnología. Teníamos que construir ese lugar, atraerlas a que estudien carreras técnicas, por ejemplo. Aunque aquí no es preciso que seas técnico, porque no desarrollamos el software desde aquí. Pero las mujeres directamente no se ven trabajando en empresas de tecnología. Ahí fue que desarrollamos el programa Mujeres Digitales. Fuimos a las universidades, les mostramos a las mujeres lo que significa realmente trabajar en esta área. Y ya queremos ir a las escuelas secundarias. Al mismo tiempo, nos dimos cuenta de que el ambiente de trabajo flexible, algo que siempre tuvimos, es clave para la mujer. Hoy todas las personas aquí tienen el derecho a teletrabajar. Se ponen de acuerdo con su gerente en qué días y en qué horarios van a trabajar fuera de la oficina. Eso ha ayudado muchísimo a que la mujer vea que acá no debe tener un divorcio entre la vida laboral y la personal. Todo esto es clave para que sienta que puede ingresar en esta industria.

¿Y no está en la misma línea de prácticas como la de hacer sentir bien al empleado para incrementar los negocios de la empresa?

Sí, porque hoy tenemos mujeres que traen a trabajar a otras mujeres. Les dicen que todo lo que pensaban en torno a lo femenino y la tecnología no tiene que ser necesariamente así. Acá sienten que pueden trabajar y atender a su bebé, ir a la fiesta del colegio de los chicos o llegar más temprano para ayudar a su hijo en las tareas. Eso pasa de verdad, porque el ambiente de trabajo es flexible. Nosotros hicimos un día de trabajo fuera de la oficina en noviembre y fue espectacular. Yo trabajé desde el Buquebús, en viaje a Uruguay. Hicimos con eso una movida en redes sociales, para mostrar que las herramientas de comunicación y la tecnología de hoy permiten trabajar desde donde quieras. Y es un derecho, que depende de cada uno.

¿La libertad no está entonces alejada del negocio?

Claro que no. Y lo hemos detectado como un factor sumamente importante en la satisfacción de los empleados. No me gusta el concepto de balance entre la vida personal y la laboral, porque implica un poco de cada cosa. Me es imposible pensar en eso tan estructurado, de que determinado porcentaje de tiempo es para la familia y otro para el trabajo. El mundo no es tan estricto.

Es una imagen poco dinámica.

Exacto. Pero esto antiguamente se manejaba de otra manera, con horarios muy estrictos. Y por ahí ese orden hacía que un empleado se perdiera la fiesta del colegio de su hijo. Y para uno, lo más importante puede ser eso, porque al llegar a casa te enfrentarás con tu hijo, que vio que estaban los padres de sus compañeros, pero no los suyos. Y eso va a doler en el alma. Yo prefiero pensar en la integración entre vida personal y profesional.

¿Estamos hablando de una empresa más humana, que tiene en cuenta la emotividad del empleado como nunca antes?

Eso cambió totalmente. Cuando uno debía plantear un tema personal a un jefe, no sabía cómo hacerlo. No era un derecho, era un favor que se pedía muy esporádicamente. Definitivamente hay una mirada más humana de las empresas hacia las personas, que me parece muy valiosa. Y es que el mundo cambió, se globalizó, y tal vez un día, a las siete de la tarde, leés en una red social algo ligado al trabajo que te lleva a hacer algo laboral en ese momento. Y es, además, tu forma más efectiva de hacerlo. De la misma manera que un día, para ir a la fiesta de tu hijo, podés llegar a la oficina cerca del mediodía, porque eso es lo que te da satisfacción.

Lo humano está, como lo venimos conversando, dentro de los parámetros del negocio.

Definitivamente. Los negocios no se hacen entre empresas, sino entre personas. En la parte emotiva, todos tenemos reacciones similares. Esa integración es fantástica.

 

Empleo para jóvenes

Microsoft definió como eje global de sus iniciativas de ciudadanía responsable a hombres y mujeres de entre 16 y 35 años, respondiendo así al hecho de que la juventud tiene como uno de sus mayores problemas el acceder al empleo. Por eso tiene estos programas:

– Empleartec. Iniciativa en conjunto con el Ministerio de Trabajo y la Cessi. Capacita a más de 4000 jóvenes por año en 200 centros de tecnología. Vincula a jóvenes con oportunidades laborales o pasantías de empresas.

– Microsoft Virtual Academy. Brinda cursos on-line de capacitación para aprender lo básico en diversas tecnologías para prepararlos para cursos de certificación. Más de 200.000 participantes.

Workshops de desarrollo de software. Capacitaciones gratuitas en más de 10 provincias y 17 universidades.

 

Liderazgo

Microsoft, empresa líder de la industria de tecnología, lleva 22 años en la Argentina desarrollando negocios y contribuyendo a la industria de software a partir del trabajo en conjunto con empresas locales, en su mayoría pymes, como socios. La misión declarada de la empresa es lograr que personas y empresas alcancen su máximo potencial. Por eso, expresan un compromiso de continuar trabajando para contribuir a la inclusión y al desarrollo del país a través de la educación, la generación de empleo, la innovación y la competitividad de las empresas a través del programa Argentina Avanza.

 

* Entrevista publicada en la edición 23 de PRESENTE (marzo/abril).

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