La importancia de las certificaciones sustentables

La sustentabilidad se ha convertido en un factor fundamental para garantizar el éxito a largo plazo de las empresas, y las certificaciones son una herramienta clave para lograrlo, porque establecen estándares y permiten diferenciar a las compañías, dándoles valor agregado y mayor preferencia de los consumidores.

Asimismo, para las empresas conlleva el mejoramiento del desempeño ambiental, social y económico, ya que al aplicar a las normativas también deben medirse, estandarizar sus prácticas e implementar las indicaciones adecuadas. De esta manera, una compañía que funciona mejor es más eficiente, ahorrando en costos operativos y logrando atraer y retener a su público.

En este contexto, existen diversas certificaciones: algunas vinculadas con producción regenerativa, certificaciones orgánicas; otras de eficiencia energética, construcciones ecológicas o materiales reciclados; mientras que otras apuntan a lo social, como el empleo justo o el triple impacto.

Ante la diversidad de certificaciones, PepsiCo, Arcos Dorados y Telecom nos cuentan sobre las certificaciones elegidas y sus procesos de implementación. Mientras que, desde el lado de las certificadoras, Sistema B y Ecoplas nos detallan sobre su proceso, la importancia de estos sellos y cómo las empresas pueden acceder a ellos.

 

“En PepsiCo Argentina les damos una gran relevancia a las certificaciones, porque son un respaldo de calidad, seguridad y reconocimiento”, afirma Guillermo Cascardo, Gerente Asociado de Agronegocios para PepsiCo Argentina.

¿Con qué certificaciones cuentan?

Los agricultores proveedores de papa en la Argentina son los únicos en el mundo PepsiCo que están ciento por ciento certificados con normas Global-GAP de buenas prácticas agrícolas, que permiten abastecernos de materias primas (papas) producidas bajo dichas normas, asegurando la inocuidad del producto. También reflejan la trazabilidad de los productos, el cuidado del ambiente y de la salud, la seguridad y el bienestar de los trabajadores.

A su vez, los productores también están certificados por SFP (Sustainable Farming Program), una norma propia de PepsiCo que incluye más pruebas sobre el cuidado del ambiente (cuidado del suelo y de la vida silvestre, reducción del consumo de agua y de desechos, uso regulado y controlado de agroquímicos, entre otros) y el cuidado y la mejora de las condiciones de los trabajadores del campo (no solo de las condiciones de trabajo, sino también de vida: la vivienda para sus familias, el acceso a la escuela y al sistema de salud, etc.). Esta norma fue designada para ayudar a incrementar la resiliencia de la agricultura y ampliar la disponibilidad de abasto con cultivos sustentables, mientras se contribuye a la transformación a largo plazo del sistema agroalimentario, con agricultores entrenados en agricultura regenerativa, uso eficiente de agua y fertilizantes, protección de cultivos y respeto por el trabajador.

¿Cómo fue el proceso para implementarlas?

Fue un proceso desafiante que se inició hace más de diez años con GlobalGAP, con mucha capacitación hacia los productores y sus equipos: conocimos la norma, visitamos productores de otros cultivos que tenían las certificaciones y desmitificamos y rompimos paradigmas. Además, hubo que hacer algunas inversiones, pero principalmente los cambios más importantes se vieron reflejados en las conductas y en el establecimiento de procedimientos. El mayor desafío fue cómo demostrarles a los productores que estas normas no solo les servirían para continuar haciendo las cosas de manera correcta, sino que también les valdrían para optimizar los resultados de sus empresas, y así controlar costos y stocks, reducir riesgos y mejorar las capacidades y el ambiente laboral de sus equipos.

¿Qué beneficios obtuvieron?

Los productores notaron una mejora en sus resultados, con mayores controles sobre la producción y los insumos utilizados. La gente se vio mucho más comprometida al notar que los productores ahora se ocupaban más de su bienestar, los capacitaban y proveían de sus elementos de protección personal.

Es notoriamente visible el triple impacto de las normas: social, ambiental y económicamente se percibe en los campos donde las normas son aplicadas. Se promueve la salud y seguridad de la gente, mitigando riesgos, y trabajando bajo condiciones e instalaciones adecuadas. Existe compromiso del agricultor y sus equipos por el cuidado del ambiente, y esto fomenta la implementación de muchas iniciativas para mejorar la sustentabilidad económica de la producción, con conciencia sobre productividad, uso eficiente de los recursos, monitores y relaciones comerciales claras y transparentes.

Un beneficio muy importante por destacar es el ambiental: se percibe una clara conciencia sobre la importancia del cuidado del suelo, el uso eficiente del agua y de recursos, y la creación de áreas protegidas que promueven la biodiversidad y preservación de las especies.

 

Arcos Dorados, por su parte, cuenta con certificación Rainforest Alliance Certified en los locales de la marca con McCafé; los embalajes a base de fibras provienen de fuentes de madera certificada, controlada por FSC® con certificación completa de cadena de custodia.

Asimismo, McDonald’s, junto con Food Animal Initiative (FAI), ha desarrollado el programa Granjas Insignia para estimular la puesta en común de prácticas agrícolas y ganaderas innovadoras y sostenibles, y para demostrar su compromiso a largo plazo con el sector primario.

“Entre otras acciones, asumimos el compromiso de abastecernos con un ciento por ciento de huevos de gallinas libres de jaulas para 2025. En 2023 dimos un gran paso, logrando un sistema ciento por ciento Cage-Free en los mercados de Brasil, Costa Rica, Colombia y Perú, mientras que el resto de los países se encuentran en un proceso de transición”, cuenta Daniel Arenas, Sustainability Manager de Arcos Dorados. Actualmente, el 10,8 por ciento del consumo total de huevos procede ya de gallinas libres de jaula.

La compañía también cuenta con el Sello Verde otorgado por el Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana de la Ciudad de Buenos Aires. “Esta certificación evalúa a las instituciones en función de su gestión de residuos, condiciones de infraestructura, equipamiento y protocolos”, detalla Daniel Arenas.

¿Por qué decidieron aplicar para esas certificaciones?

Porque son todas certificaciones vinculadas a la calidad de nuestra materia prima y el cuidado del medio ambiente, dos pilares fundamentales en nuestra estrategia de ESG. Fuimos tras reválidas de nuestros productos, su origen, el respeto por los procesos que manejan nuestros proveedores y la seguridad e inocuidad de nuestros alimentos.

¿Alguna fue más difícil?

Nosotros confiamos en nuestra materia prima, nuestros procesos y la calidad del producto, por eso creemos que fuimos tras certificaciones que revalorizan nuestra cadena de valor.

 

“Mediante la certificación de empresa B, otorgada por B Lab, promovemos que las empresas ya no busquen ser las mejores del mundo, sino que busquen ser mejores para el mundo”, asegura Marina Arias, Directora Ejecutiva de Sistema B Argentina, y agrega: “Desde Sistema B acompañamos a empresas en la medición y gestión de su impacto, a través de distintas propuestas y programas, utilizando como herramienta la Evaluación de Impacto B”.

¿Cómo es el proceso de certificación de Sistema B?

El proceso comienza con la medición de su impacto. El primer paso consiste en completar la Evaluación de Impacto B, una herramienta integral que fue diseñada como una hoja de ruta para activar la transformación hacia modelos de negocio de impacto. Proporciona información sobre dónde está parada la compañía desde la perspectiva social y ambiental del negocio, y, a la vez, es una herramienta de gestión que le permite evolucionar a partir de indicadores concretos, sin perder de vista los resultados del negocio. Para certificar como empresa B es necesario alcanzar un puntaje mínimo antes de empezar un riguroso proceso de evaluación. Sin embargo, alcanzar el puntaje no garantiza la certificación, sino que implica iniciar el proceso de verificación llevado adelante por B Lab, el único ente a nivel global que otorga la certificación, una entidad sin fines de lucro en losEstados Unidos.

¿Cuáles son los principales beneficios de la certificación B?

Mediante la certificación B, la empresa activa un proceso de transformación real hacia modelos de negocio de impacto a partir de indicadores concretos. Por otro lado, las empresas B pasan a ser parte de una comunidad mundial de empresas que trabajan proactiva y colectivamente por el cambio de los sistemas económicos demostrando que es posible hacer negocios desde un nuevo paradigma: generando impacto positivo. La “B” da lugar a una identidad compartida y fortalece el sentido de pertenencia a la comunidad, siendo ese su mayor beneficio, así como también el networking que se genera entre empresas con intereses y filosofías afines. A su vez, ser una empresa B tiene múltiples beneficios indirectos: son atractivas para inversionistas de impacto, atraen a nuevos talentos profesionales que, cada vez más, buscan trabajar en empresas con propósito y se destacan en medios de comunicación, eventos y ante oportunidades de alianzas con otras organizaciones.

¿Cuáles son las dudas de las empresas que quieran certificar B?

Las principales dudas son acerca de cuáles son los requisitos para poder serlo. El primer requisito fundamental es convicción, la convicción de empresarias y empresarios de seguir este camino de convertir a sus empresas en actores de cambio que contribuyan con el bien común. La certificación B es un camino voluntario, donde la empresa se compromete legal (a través de la modificación de su estatuto) y públicamente a medir y gestionar su impacto social y ambiental en un camino de mejora continua.

Las empresas B se comprometen a ser líderes en la transición hacia el nuevo paradigma económico y demuestran que este camino es tan posible como necesario. Y tienen tres características principales: en primer lugar, definen un propósito, la huella que quieren dejar en la sociedad y el mundo. Segundo, modifican sus estatutos para proteger ese propósito y comprometerse legalmente a beneficiar no solo a los accionistas, sino a todas las partes interesadas de la empresa: los trabajadores, los clientes, las comunidades y el medio ambiente. Y, por último, miden y gestionan su impacto en un proceso de mejora continua.

Desde el comienzo de Sistema B en la Argentina, ¿cómo fue el crecimiento?

Sistema B nace en el año 2012. Desde entonces hemos crecido cada vez más como movimiento en todo el mundo. En la Argentina, la urgencia planetaria y la pandemia aceleraron el crecimiento de la comunidad de empresas B. Desde la fundación de Sistema B en 2012 hasta el 2020, en el país había 100 empresas B. Hoy, a menos de tres años, el número se duplicó de 100 a 200. Y solo en lo que va del año, más de 100 empresas del país empezaron a medir su impacto con la Evaluación de Impacto B. En la actualidad, hay 7600 empresas B en el mundo. Específicamente en la Argentina, hay 208 empresas B, pertenecientes a 29 industrias y sectores diferentes, desde cosmética y moda hasta ganadería y todo tipo de servicios profesionales.

 

Con respecto al reciclado, la asociación civil sin fines de lucro especializada en plásticos y medio ambiente Ecoplas desarrolló las certificaciones Plásticos Reciclables e INTI–ECOPLAS  (Contenido de Material Plástico Reciclado en Productos).

La certificación Plásticos Reciclables fue la primera que se desarrolló con el objetivo de impulsar y beneficiar el reciclado de plásticos monomateriales; y que actualmente está en productos de uso diario. “El incipiente desarrollo de una industria recicladora fue clave para realizar esta certificación, así como también la creciente conciencia de los consumidores sobre separar y reciclar”, explica Verónica Ramos, Directora Ejecutiva de Ecoplas. Así, primero surgió la Manito PE y se incorporaron cinco materias primas plásticas, que culminó con el lanzamiento de la Manito PET –polietileno tereftalato–, la última en sumarse a Manitos Polietileno, Polipropileno, PVC y Poliestireno, y Poliestireno Expandido Reciclable. “Hoy hay más de 200 empresas que incorporaron las Manitos a sus envases”, afirma.

Por otro lado, la certificación Contenido de Material Plástico Reciclado en Productos surgió porque detectaron que cada vez más empresas estaban incorporando plástico reciclado a sus productos dentro de un modelo de economía circular, en el contexto de una industria recicladora creciente. Sin embargo, no contaban con una certificación que lo avalara. “A partir de ello, comenzamos a trabajar con el Organismo de Certificación y la Dirección Técnica de Plásticos del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) para desarrollar un protocolo, y como resultado se obtuvo esta certificación, la primera en su tipo en la Argentina y la segunda en la región en avalar la trazabilidad y la proporción de un mínimo del 15 por ciento de contenido de plástico reciclado en los productos finales”, informa Ramos.

En cuanto al proceso de desarrollo, Ramos manifiesta que fue un intenso trabajo de un año entre Ecoplas y el Organismo de Certificación y la Dirección Técnica de Plásticos del INTI. “Se revisaron los antecedentes internacionales, se contemplaron las necesidades y realidades locales. Se logró un protocolo de certificación que tiene en cuenta la evaluación de los sistemas de gestión aplicados a la fabricación del producto, los estándares operativos, ambientales y de seguridad, y el cumplimiento de la normativa vigente en la materia”, relata la Directora Ejecutiva. Todo el proceso de certificación está a cargo del INTI.

Para finalizar, indica que la certificación es importante para la transición hacia una economía circular. “Hay un cambio muy visible en la industria y una preocupación creciente por ser más sustentable. También los consumidores son cada vez más conscientes del consumo responsable. Las certificaciones generan confianza en el sector con información veraz para el consumo. Representan una oportunidad que avala el compromiso ambiental de las empresas que están incorporando plástico reciclado en sus productos”.

 

Por su parte, “Telecom construye una estrategia de sustentabilidad basada en un modelo de negocio que minimiza la huella ambiental de los servicios y mejora constantemente su desempeño económico, social y ambiental”, comunican desde la compañía. Así, realizan una gestión ambiental responsable de todas las corrientes de residuos generadas. “Tenemos más de 50 edificios con campaña de separación en origen de residuos sólidos urbanos en diferentes lugares del país y fuimos la primera empresa tecnológica en adherir a la Red de Economía Circular del GCBA”, añaden. Asimismo, realizan la incorporación de criterios de sustentabilidad en las Condiciones Generales de Compra (documento de consulta de toda la base de proveedores de Telecom) y Due Diligence, y en las Condiciones Particulares para la compra de bienes y servicios de tecnología. Además, promueven la recuperación de equipamiento en desuso (módems y decos) para favorecer su reinserción en el mercado. Por último, cuentan con el Sello Verde para tres de los edificios de la compañía ubicados en CABA.

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