Las pequeñas manos que nunca se sueltan

Hace casi 15 años que Fundación PUPI, bajo la supervisión de Javier Zanetti, es un espacio donde chicos con necesidades económicas y sociales encuentran un lugar de apoyo y reciben formación educativa. Un proyecto que empezó en el marco de la debacle económica argentina de 2001 hoy trasciende fronteras.

La ciudad de Dock Sud (así nombrada el 16 de octubre de 2014), en el partido de Avellaneda, emergió a principios del siglo XX como una zona de esparcimiento y veraneo que reunía a las familias más prominentes de la sociedad porteña. Poblado por quintas y bañado por las aguas entonces limpias del Río de la Plata, este retiro paradisíaco hacía posible una alta calidad de vida para sus habitantes y visitantes. También fue sede de industrias, talleres, frigoríficos y fábricas de diferentes rubros.

Más tarde se transformó en el puerto donde se realizaban las cargas y descargas de los busques, y donde convergieron diferentes olas de inmigrantes que construyeron los tradicionales conventillos de chapa y madera que se multiplicaron en los barrios más australes de la ciudad de Buenos Aires y la zona sur del conurbano bonaerense. Hacia 1960, la mayoría de los comercios y locales había desaparecido, junto con sus habitantes. Actualmente, el barrio se comunica con la CABA a través de la Autopista Buenos Aires-La Plata y su fisonomía fue mutando gracias a la construcción de edificios modernos y empresas de tecnología.

En el barrio 2a Sección de esa localidad nació Javier Adelmar “Pupi” Zanetti, el 10 de agosto de 1973. Y fue en ese mismo lugar donde no solo aprendió a jugar al fútbol, sino también a trabajar en la construcción junto a su padre. Muy cerca, en la localidad de Remedios de Escalada (partido de Lanús), conoció en 1992 a Paula de la Fuente, el mismo año de su debut como futbolista profesional. Se casaron dos años más tarde, y en 1995 el Pupi fue presentado como jugador del Inter de Milán. Él y Paula construyeron su hogar en Como (Italia), y allí nacieron sus tres hijos: Ignacio, Tomás y Sol. Pero aunque su casa, su trabajo y sus proyectos estaban a más de 10 mil kilómetros de la Argentina, la pareja apostó por el país. En 2001, año de una de las crisis nacionales más grandes, Pupi y Paula idearon la Fundación PUPI (Por Un Piberío Integrado) y la llevaron a Remedios de Escalada, donde sus ojos se habían visto por primera vez.

Los cimientos

“2001 fue un año muy difícil para la Argentina, y por eso con Paula decidimos hacer algo por los chicos de nuestro barrio, que pasaban muchas necesidades –recuerda Zanetti–. Queríamos ofrecer una alternativa válida para su futuro, sobre todo en una zona tan vulnerable como Remedios de Escalada. La idea era entrar en la villa e incorporar al proyecto a chicos que vivieran situaciones de alto riesgo”.

Otra de las razones por las cuales decidieron crear una fundación en la Argentina y no en Italia, donde vivían desde hacía más de cinco años, era como forma de agradecimiento al país donde habían nacido, se habían formado y vivían sus familiares. “Queríamos devolverle a nuestro país gran parte de lo que nos había dado a través de un proyecto educativo. Considero que uno de los grandes problemas de la Argentina es la educación. Aunque otros países también atraviesan problemas económicos que inciden en ella, con el tiempo logran solucionarlos. En la Argentina el tema educativo es fundamental”, sostiene. Es así como Fundación PUPI nació con el fin de colaborar en la protección integral de los derechos de niños y adolescentes, y para promover el desarrollo de los sectores sociales más vulnerables. Y esa vulnerabilidad social hizo que no fuera tan sencilla la tarea. “Al principio chocábamos con la realidad de los chicos, sobre todo cuando alguno de ellos pertenecía a una familia problemática”, explica el exfutbolista. En búsqueda de una solución que tuviera beneficios para todos, desde la fundación encontraron una opción viable: involucrar a la familia entera. De esta manera, un proyecto que comenzó ayudando a 34 menores, en la actualidad incluye a más de 1000 personas entre familiares y amigos que participan tanto en las actividades educativas como en las lúdicas y sociales.

En la actualidad, Fundación PUPI cuenta con un Centro de Atención a la Primera Infancia y un Centro de Educación Complementaria que trabajan con chicos del barrio La Traza, que incluye las villas 1° de Mayo, Tres de Febrero, Los Chaqueños, Villa Talleres y El Tala. La población de este barrio es de unas 5000 personas que se encuentran, en su gran mayoría, por debajo de la línea de indigencia. Algunas de sus problemáticas más comunes son el incremento de la maternidad adolescente, la drogadicción y la violencia familiar, entre otras.

La distancia hizo que Paula y Javier, ideólogos de la fundación, no pudieran estar en el día tras día de la institución. Sin embargo, supieron dejar buenos custodios en un lugar donde, según el Pupi, “todos querían estar”. Los amigos de él participan, el papá de ella es el presidente, la mamá (psicopedagoga) creó el grupo de psicopedagogos, y su hermano Juan también está vinculado a las actividades que se desarrollan. “Tratamos de venir dos veces al año, para Navidad y en julio. Sinceramente es difícil estar lejos y dejar personas de confianza que puedan estar en lo cotidiano”, admite.

Desde su creación en 2001, la fundación logró desarrollar un modelo de intervención desde la primera infancia hasta la adolescencia, a través de la asistencia y la movilización colectiva. Pero siempre bajo la supervisión y el control de profesionales y personas idóneas. “Tenemos un equipo de profesionales integrado por asistentes sociales, psicopedagogos, docentes, voluntarios, médicos, sociólogos, politólogos, personas vinculadas con el deporte, dentistas y oftalmólogos que tratan y se relacionan con los chicos. Nuestro objetivo es involucrarlos siempre y hacerlos partícipes de diferentes proyectos y actividades para que, en el largo plazo, sean personas de bien”, detalla Zanetti. Además, este tipo de trabajo interdisciplinario se articula con las instituciones de salud, escuelas y jardines a los que concurren los chicos y adolescentes de la fundación con el fin de realizar controles y seguimientos en el desempeño académico y de salud de cada uno de ellos.

Trabajo integral

Dado que están custodiados por profesionales de diferentes rubros, los chicos nunca quedan desatendidos. Según relata el Pupi, por la mañana se los acompaña a la escuela, al mediodía almuerzan en la sede de la fundación y a la tarde los estimulan para que participen en actividades complementarias y extracurriculares. En este sentido, se implementan proyectos culturales como talleres de teatro, música, murga y circo para fomentar la inclusión social y la producción artística. También se desarrolla el proyecto “Libros Solidarios”, que ayuda a promover la práctica cotidiana de la lectura a través de la distribución de obras, ciclos de charlas y concursos literarios.

El Núcleo de Acceso al Conocimiento (NAC) es otra de las iniciativas que, según comenta Zanetti, ayuda a los chicos a integrarse y actualizarse en una era digital que crece continuamente. Este espacio de inclusión digital, que funciona en el Centro Cultural Comunitario y Biblioteca Popular “Madre Teresa de Calcuta” de la fundación, brinda conectividad libre y gratuita, y acceso a las nuevas tecnologías de la información y de las comunicaciones (TIC) a todas aquellas personas que no tienen acceso a estos servicios por su situación de vulnerabilidad social, económica o geográfica.

El proyecto “Alternativa de Vida”, que se inició con la fundación en 2001, es uno de sus programas centrales, y dentro de él se llevan a cabo estrategias de intervención para el desarrollo de la primera infancia. Con especial énfasis en niños de 3 a 13 años y en su grupo familiar, sus objetivos principales son el fortalecimiento de cada niño y la prevención de fracasos en sus trayectorias educativas. Dentro de este programa se incluyen también controles pediátricos y odontológicos anuales; derivaciones médicas en casos de detección de problemas en el desarrollo cognitivo; acceso a una dieta balanceada; talleres de juego y recreación; educación sexual y capacitaciones sobre HIV, embarazo adolescente y adicciones; y capacitación en primeros auxilios y RCP.

Desde 2007, la Fundación PUPI también implementa el proyecto “Mamá Amor”, que persigue estrategias de intervención para el desarrollo de la primera infancia. “Con el proyecto Alternativa de Vida desde la fundación nos ocupábamos de chicos de 3 años en adelante, pero nos dimos cuenta de que muchos de ellos venían con un retraso importante porque tenían falencias cognitivas. Por eso decidimos crear el proyecto Mamá Amor, que acompaña a las madres durante el embarazo y luego a sus hijos desde que nacen hasta que cumplen 3 años”, indica Zanetti. De esta manera, los niños están estimulados y fortalecidos durante su primera infancia, lo cual puede prevenir la baja maduración psicomotriz y una desnutrición precoz.

El deporte, en primer plano

Como excapitán del Inter, donde jugó como defensa durante casi 20 años, el actual Vicepresidente de ese club no podía dejar de lado el ámbito deportivo para los chicos de su fundación. Aunque ya retirado, él mismo reconoce reunirse con sus amigos para jugar partidos de fútbol y, en ocasiones, de tenis. Así, su marca de tantos años en la actividad no podía quedar afuera. Con contribuciones tan importantes para el desarrollo y el crecimiento de un niño como la mejora en la calidad de vida, la contención, salud, educación, esparcimiento e integración, los proyectos que se llevan a cabo desde y en la fundación se hacen a través de una perspectiva recreativa-social, con la misión de propiciar la inclusión socioeducativa de todos los niños y adolescentes. En este sentido, se realizan encuentros semanales en los que se desarrollan diversas disciplinas deportivas como el fútbol, la natación y el rugby. Los talleres de fútbol cuentan con el apoyo especial del Inter de Milán. “También tenemos Intercampus, un proyecto social muy lindo que se realiza en más de 27 países. A través de él, instructores del Inter capacitan a los profesores de cada fundación. Y también se desarrollan torneos muy lindos de vóley o básquet. Somos de la idea de que el deporte es una herramienta fundamental para el crecimiento de los chicos”, agrega el Pupi.

Asimismo, el deporte no solo incide en la formación e integración de los chicos, sino que también funciona como medio para la donación y colaboración con el centro. “Hace dos años hicimos el partido de la paz en Roma, donde el Papa quiso que uniéramos todas las religiones. El año pasado organizamos un partido en San Ciro al que vinieron más de 40 mil personas, y lo recaudado se destinó para Fundación PUPI y otras 10 fundaciones en Milán. Y hace unos meses realizamos un partido de fútbol en La Plata para apoyar a la fundación del Hospital de Niños”, resalta. De esta manera, se crean alianzas constantes con otras fundaciones. “Cuantos más somos, más podemos ayudar”, agrega.

Para llevar a cabo todas estas acciones, la distancia parece no ser un obstáculo para Zanetti. “Aunque estamos a más de 15 mil kilómetros, mantenemos un contacto permanente y también hacemos recaudaciones desde Italia. Todos los años tenemos una cena de unas 500 personas que colaboran a través de subastas, ayudas económicas, etc. Participan cantantes, actores, jugadores de fútbol y gente común. Contamos con muchísimos colaboradores que nos dan su confianza”, reconoce.

RSE y más allá

Con una sonrisa cuando piensa en la RSE, Pupi Zanetti relata cómo su suegro recicló todo el material de una casa que estaba arreglando para crear la nueva sede de la fundación. “Si uno la ve, parece toda nueva”, se sincera. Es política de la institución no desperdiciar nada y rescatar todo lo que se pueda. Ese espíritu de preservación se traslada a su personalidad familiera y al cuidado de sus chicos. “Los conozco a casi todos; los veo por fotos y por video. Los vi crecer y fui testigo de los grandes resultados que nos transmiten de la escuela; son aplicados y educados. Muchos vuelven a visitarnos, y a otros los acompañamos, tratamos de darles una mano para hacer alguna carrera universitaria o terciaria. Estamos orgullosos porque vemos que estos chicos pudieron crecer en un país difícil”. Una de las mayores alegrías que tuvieron desde la fundación es que uno de los egresados que ya creció hoy quiere ser voluntario. “Entendió el mensaje y fue creciendo con nosotros. Estuvo desde el comienzo y ahora les quiere dar la posibilidad a otros”, reflexiona.

Javier “Pupi” Zanetti empezó a estudiar para ser manager deportivo en la Universidad de Milán, con el fin de estar a la altura de su cargo en el Inter y poder “presenciar las reuniones del club y encontrarme capacitado para opinar”. Involucrado de lleno en lo que fue siempre su pasión, tiene como proyecto seguir creciendo con la fundación para que los chicos que cobija puedan contar con un futuro. Lo sintetiza en palabras: “Ver a los chicos crecer no tiene precio”.

 

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