Pasaron más de cinco décadas desde que Jorge Bogo, junto a su hijo Guillermo y el cuñado de él, Rafael Uranga, dieron inicio a un proyecto que, con el paso del tiempo, creció hasta convertirse en una empresa modelo a nivel nacional. La primera unidad de negocios de Dimagraf fue la venta de insumos para la industria gráfica (cauchos, planchas, tintas). Luego se agregaron representaciones de compañías internacionales para la venta de papel, lo que le otorgó una mayor capacidad de crecimiento.
La cotidianeidad de la empresa fue también parte del día a día de la familia Bogo-Uranga. Mateo, hijo de Guillermo y actual Presidente de Dimagraf, creció en ese contexto, y la compañía fue su trabajo de verano en la juventud, aquel con el que ganó experiencia y recorrido.
– Viviste todo el crecimiento de la empresa…
– Sí, antes estábamos en un edificio a la vuelta de donde nos encontramos hoy. No vendíamos papel en ese momento. El papel nos dio ese salto necesario de facturación para poder abrir sucursales en el interior del país y expandirnos territorialmente. Comenzamos con una representación de papel estucado, de una empresa española, y fuimos incorporando otras marcas, como International Paper, Sappi, e Ibema entre otras. Luego incorporamos el negocio de Comunicación Visual.
– Junto al crecimiento de la empresa, creció la conciencia ambiental. ¿Tuvieron que modificar ciertos procesos para adecuarse a las exigencias actuales?
– Los talleres gráficos tuvieron que adecuarse, muchos obtuvieron la certificación Forest Stewardship Council (FSC), y Dimagraf también lo hizo, ya que somos cadena de custodia. Esto fue parte de la responsabilidad social que empezamos a incorporar cuando se tomó conciencia social de la ecología. Certificamos hace doce años, lo que implicó varios cambios, porque el papel que viene con certificación FSC tiene que estar en el depósito stockeado de una forma diferente. Debimos hacer varios cambios internos para certificar.
– La solución de empaque Dimapack ¿es parte de esta visión nueva que contempla el cuidado ambiental?
– Sí, nos dio la posibilidad de crecer y nos permitió abrir esta nueva unidad de negocios. Entendemos que el papel, como soporte de comunicación, tiene una vida corta, porque está siendo reemplazado por la tecnología. Dimapack, que es una solución de embalaje ecosustentable, llega gracias a que tomamos la representación en la Argentina de Ranpak, una compañía que tiene más de 50 años de experiencia en el mundo, cuenta con presencia en más de 50 países y tiene más de 100 mil máquinas instaladas, con más de 30 mil clientes activos. Es una solución muy innovadora y sustentable por la variedad de alternativas que ofrece, con materiales cien por ciento renovables, reciclables y biodegradables.
– ¿Qué productos incorporan al mercado?
– Soluciones de relleno, de protección y amortiguación, envoltorio, cadena de frío y automatización. Son las cinco patas en las que se apoya Ranpak. La solución de relleno es para rellenar espacios vacíos en embalajes secundarios o primarios. Sobre todo, está destinada al e-commerce. Ofrece una solución sustentable porque en lugar de rellenar con plástico, lo hace con papel. Es muy positivo porque eliminamos el uso de plástico, que es altamente contaminante, en la cadena de distribución. También tiene una solución para protección y amortiguación en piezas más pesadas y grandes. En autopartes, por ejemplo, se usa el telgopor y plástico como protección, a esto lo reemplaza un papel reciclable que la máquina lo estruja y se ubica en la caja, ofreciendo una amortiguación inclusive mejor que la del telgopor o el plástico. Y, por supuesto, mucho más sustentable. En envoltorio, este producto está orientado al mercado de bazar, y reemplaza a las burbujas de aire. Es un papel panal que se estira y actúa como protección y decoración. Ranpak trae una máquina que hace más fácil todo el proceso.
– La solución de cadena de frío es muy novedosa también.
– Sí, es un papel cosido con un colchón de aire en el medio, que produce una barrera para mantener el frio o el calor. Esta solución reemplaza al telgopor y además preserva mejor la temperatura. Produce un efecto aislante muy confiable. Eso no está en la Argentina todavía, pero sí en Europa. En Brasil hay una empresa muy grande de chocolates que lo utiliza para mantener cierta temperatura, y evita usar el telgopor que es contaminante.
– ¿Cómo se dio esta sociedad con Ranpak?
– Ranpak buscó un socio con cobertura nacional. En una feria en el exterior tomé contacto con ellos y luego de varias reuniones y conversaciones llegamos a un acuerdo para representarlos en nuestro país. Ellos eligieron a Dimagraf por la seriedad y profesionalidad con la que trabajamos. Tenemos exclusividad por diez años, que puede extenderse. Para nosotros también fue una muy buena oportunidad para abrir una nueva unidad de negocios. Todas las marcas comenzaron a entender que la ecología es un tema muy importante en el consumidor final, quien empieza a priorizar a aquellas marcas que cuidan el medio ambiente y que están interesadas en proteger el ecosistema. Los consumidores están tomando conciencia del calentamiento global y reclaman acciones efectivas, castigando a aquellas marcas que no se preocupen por esto. La UE, más de 60 países e innumerables gobiernos estatales y locales han implementado reglamentaciones, prohibiciones o gravámenes para reducir los residuos de plásticos de un solo uso.
– ¿Perciben esa exigencia?
– No nosotros, pero si las empresas a las que les venderíamos esta solución. Sobre todo, las grandes marcas. Entienden que deben llevar el liderazgo de cuidar el planeta, y van por ese camino. El papel toma de tres a seis meses en descomponerse en la naturaleza, mientras que el plástico tarda más de 400 años. Si no hay un cambio rotundo en el planeta, se espera que para el año 2050 haya más plástico que peces en el océano.
– Por fuera de lo ambiental, tienen diversas acciones de RSE, como la relación con el Hogar San Ignacio.
– Soy parte del staff que preside el Hogar San Ignacio que está ubicado en Rincón de Milberg, localidad de Tigre. Es una organización cuya herramienta principal es brindar una estructura de contención para jóvenes con problemas de abuso de drogas. Ofrece a los residentes tratamiento y contención para las adicciones ayudándolos a rehabilitarse y a reinsertarse socialmente. Está destinado a chicos de muy bajos recursos con adicciones y problemas sociales. El hogar pertenecía, en un principio al obispado de San Isidro, y luego decidió dárselo a grupos laicos que fundamos la Asociación Civil Hogar San Ignacio hace diez años aproximadamente.
– ¿De qué forma colabora Dimagraf?
– No solo aportamos económicamente, sino que también le damos trabajo a chicos egresados que estén recuperados. Actualmente tenemos dos personas trabajando en el depósito que son del Hogar. Asímismo, yo personalmente colaboro haciendo un taller por semana junto a ellos, además de presidir la Asociación. Es un cable a tierra que me hace muy bien.
– ¿Cómo es la relación con TECHO?
Formé parte de la Comisión del Consejo Familiar de TECHO. Todos los fines de año, con mis hijos y amigos construíamos una casa o dos. Se me ocurrió hacer esto mismo con la gente de Dimagraf, así que propuse que la empresa pagara dos casas e involucramos al personal. Construimos dos veces y fue una experiencia espectacular y única. Es un fin de semana entero en el que uno arranca desde cero y construye junto a la familia que va a recibir esa casa donada. Hay mucha camaradería y vínculo con los empleados ya que se trabaja codo a codo con ellos. Es algo muy lindo y una experiencia única. También colaboramos con el Hospital Garrahan juntando papel y plástico, que les enviamos todos los meses.
¿Son iniciativas que surgen de intereses particulares tuyos?
Hay un directorio que conformamos junto a mi hermano Nicolás y José Uranga, hijo de Rafael. Nos interesa tener esta responsabilidad social como empresa y como personas. De alguna manera, estamos obligados a tratar de dejar un mundo mejor para los que vienen. Lo traslado además a mi familia, que colabora también con TECHO y en el Hogar, donde uno de mis hijos está yendo a hacer un taller. Hablamos con José y Nicolás, y decidimos formar parte de todo esto, que es tan importante en las empresas. Eso marca una línea para toda la gente que trabaja en Dimagraf. Es fundamental que lo vean y que entiendan que es relevante para nosotros la responsabilidad social.
¿Cómo proyectan 2023?
Es un año muy importante para nosotros. Al ser año electoral, es complejo, pero estamos concretando varios proyectos de inversión que teníamos en carpeta. El primero es una mudanza del centro logístico. Pasamos de un depósito de 7.000 metros cuadrados ubicado en el Parque Industrial de Tigre a uno más grande de casi 10.000 metros cuadrados en el Parque Industrial de Garín. Esto nos brindará mayor comodidad y la posibilidad de ofrecer un mejor servicio para todos nuestros clientes. Además, estamos incorporando la tercera cortadora de papel y cartulina sincrónica totalmente automatizada y con seis porta bobinas, y, por último, una cortadora y rebobinadora de papel para el negocio de sublimación, entre otras cosas. Además de, por supuesto, la nueva división de Ranpak que comenzamos este año.
Un año de crecimiento…
Sí, es un desafío muy grande y son muchos proyectos nuevos. También, y aunque esto sería un proyecto para 2024, pensamos mudar nuestras oficinas centrales al Parque Industrial de Garín y hacer aquí un proyecto inmobiliario. Creo que la Argentina es un país que, si bien a los empresarios nos causa mucho estrés, es una fuente de oportunidades y tiene todo por hacer. Cuenta con una de las mayores reservas de gas no convencional, es de los mayores exportadores de granos, tiene pendiente el desarrollo de minería, sobre todo de litio, posee economías regionales muy calificadas que, apoyándolas y con un tipo de cambio más competitivo, pueden impulsarse fuertemente, hay turismo, servicios y mucho más. Es un país que, medianamente bien manejado, tiene un futuro inmenso. Por eso seguimos apostando acá y queremos continuar creciendo. Tenemos mucha esperanza y mucha fe en este país.