“Me da satisfacción que mis imágenes puedan transmitir un mensaje”

Con sus fotos ha despertado conciencia en muchos temas tan dispares como el sida y el cuidado del medio ambiente. La necesidad imperiosa de reciclar y pensar en un futuro mejor para todos. La cámara como un objeto de denuncia y también de esperanza.

Detrás de una imagen propia que es etérea, cándida, pequeña, la fotógrafa Gaby Herbstein esconde un carácter y convicciones fuertes, que se muestran en sus fotos: allí se pueden ver a un Charly García montado en un escenario caótico, un Ricardo Darín asfixiante y un Mike Amigorena que sostiene, sin problemas, su propia cabeza en una mano. No hay espacio para la calma o la indiferencia, como ella misma lo expresa: “Una foto te tiene que hacer parar, que no sigas de largo”.

Un día pueden ser las aves; otro, los pueblos indígenas; o simplemente, el deseo de reflejar momentos íntimos. Para Gaby Herbstein, el disparador para pensar nuevas imágenes puede ser variable, pero siempre tiene un objetivo común: generar conciencia.

Así lo hizo con los calendarios para la Fundación Huésped y su lucha contra el sida, en donde posaron desde Fernando Peña hasta la Mona Jiménez. Luego, con la campaña Huella Ecológica junto a la Fundación Azara, en donde las imágenes denunciaban nuestro uso abusivo del medio ambiente, con una Luciana Salazar hiperconsumista y un Marcelo Zlotogwiazda al borde de la inundación. La parte 2 de Huella Ecológica trajo esperanza, mostraba a los niños y las bondades del reciclaje. El mensaje es claro: reutilizar y no tirar.

En su gigantesco estudio, usina de sus ideas y refugio de escenografías de alto impacto, Gaby se sienta en su blanca e inmaculada oficina y, mate en mano, cuenta sus inicios…

¿Cómo nace tu interés por sacar fotos? ¿Cuál es el primer recuerdo que tenés relacionado con la fotografía?

“Mi primer recuerdo es de cuando tenía 18 años y una amiga me pide que la acompañe a un curso de fotografía, para que nos anotemos juntas. Yo quería ser antropóloga, en realidad, egiptóloga, y tenía la cabeza en eso, ni pensaba en la fotografía. Me anoté en un curso, sin cámara ni nada, y ese fue mi primer acercamiento a las fotos, me fui enganchando cada vez más, me compré una cámara, les empecé a sacar fotos a mis compañeros de curso y a mi novio, al que volví loco, le sacaba muchas fotos, lo disfrazaba. Le sacaba a todo lo que veía. Fue un descubrimiento, fue una luz. Me di cuenta de que me quería dedicar a eso. Me topé con la fotografía, no es que me regalaron la primera cámara cuando tenía 6 años; no era tampoco un tema familiar, mi papá es contador y mi mamá, administradora de empresas. Nada que ver”.

En las paredes de la oficina, hay muchas fotos: modelos famosos, gente común y corriente; todas nos miran como niños revoltosos, pidiendo atención para ser mirados. La pregunta es: ¿qué tiene que tener una foto para destacarse, para ser una “buena” foto?. La fotógrafa de las mil imágenes contesta: “Transmitir una sensación, que no sigas de largo, que te haga parar, que te haga pensar algo, que te detengas un segundo porque te interesó, porque te hizo pensar y te sugirió algo”.

¿Y cuáles fueron esas primeras fotos que te impactaron?

“Cuando estudiaba, me gustaba mucho Cartier Bresson, como fotoperiodista, me encantaban sus imágenes, luego me interesó Bruce Weber, Irving Penn; Helmut Newton me rompía la cabeza, Annie Leibovitz. Ahora, miro fotógrafos. pero también artistas de todo tipo, artistas plásticos, ilustraciones, instalaciones, me interesa todo lo visual, no solo la fotografía, todo es un buen disparador. Observo lo que me llama la atención, luego lo que uno transmite es consecuencia de lo que uno ve. Me gusta mucho el arte moderno y el contemporáneo, el Renacimiento me fascina, el arte pop con Andy Warhol también”.

La preocupación por un mundo mejor siempre estuvo en la cabeza de Gaby, y como ella misma lo expresa, el objetivo es siempre el de despertar conciencias…

“Me di cuenta de que me generaba mucha satisfacción que mis imágenes puedieran transmitir un mensaje y ayudar a tomar conciencia, el medio ambiente es una preocupación que me tortura todos los días, voy a seguir hablando de esto porque es algo a lo que todavía no le encuentro una solución. Creo que cada uno de nosotros, desde nuestro lugar, podemos aportar nuestro granito de arena, si tomamos conciencia (o “si reflexionamos”). La situación es grave, hay que hacer algo. Con la ayuda de todos vamos a generar un cambio, no es verdad que ya nada se puede hacer, el cambio está en cada uno. El otro día fui a una conferencia de un rabino y decía que si 23 personas hicieron un atentado como el de las torres gemelas y cambió el mundo, solo 23 personas haciendo el mal pudieron hacer tanto daño, imagínense 23 personas haciendo el bien, ¡cuánto bien se podría hacer!”.

Gaby tiene dos hijas de cinco y siete años, ellas fueron la clave para ver todo con un poco más de esperanza y para seguir adelante con sus ganas de generar un cambio. “Durante muchos años no quería saber nada con tener hijos –confiesa–, porque veía todo tan apocalíptico que no tenía ganas. Pero después la naturaleza humana pudo más y llegó un momento en que quería tener hijos, y ahora quiero luchar para dejarles un planeta digno. Que ellas sepan que algo hice, que no me quedé en la comodidad de pensar ’y, no, si total yo no puedo hacer nada’. Estoy convencida de que sí se puede hacer, y lo hago por mis hijas y por todos. Creo que mucha gente no piensa en el futuro, todo es ahora y me parece una posición muy egoísta”.

¿Qué opinión tenés de los programas de responsabilidad social de las empresas como generadores de cambio?

“Creo que hoy todas las empresas deberían tener un programa que se adapte a la nueva visión del mundo, a lo que está sucediendo. Una empresa que no se adapte y no ponga manos a la obra para ayudar al cambio va a estar muy mal vista. Por eso hay una comunidad ambientalista tan grande, y las empresas más serias se preocupan por el medio ambiente y tratan de generar acciones que ayudan a cuidarlo. Realmente, si no cuidamos el planeta, ¿de qué estamos hablando? No existirían las empresas si los recursos naturales se agotaran; si no hubiera agua, la gente empezaría a migrar y se producirían desastres naturales, ¿qué empresas?, nada tiene sentido. Entonces las empresas tienen que ubicarse en la situación que está viviendo hoy el mundo y adaptarse a los cambios que están sucediendo. No lo inventé yo, es una movida mundial en pro de generar un cambio, ya que esa va a ser la única forma de que el planeta siga existiendo, o sea, el planeta va a seguir estando, pero nosotros vamos a desaparecer un día. La idea es que la empresa le diga al consumidor: “Yo soy consciente y soy parte del cambio que va a generar que el planeta siga vivo por muchos años más”.

Hay muchas voces que critican esa postura de las empresas, porque pueden ser a la vez protagonistas del daño al planeta e intentan quedar bien con sus acciones de RSE (responsabilidad social empresarial), ¿cómo ves esa dualidad?

“Sea maquillaje, o sea como sea, que lo hagan; no me importa, que lo hagan de todas maneras. Si la empresa lo hace por maquillaje o lo hace conscientemente no importa, están haciendo una acción, yo creo que de todas maneras sirve. No me pongo a plantear (o no me planteo) si realmente son ecologistas, no me importa, que lo hagan. Muchas empresas lo ven como negocio y me parece genial, que vean un negocio en la sustentabilidad. De hecho, es un negocio a futuro: la energía eólica, las energías renovables, ni hablar”.

¿Cómo elegís a los personajes para los calendarios y las campañas?

“Depende de lo que quiero transmitir, no hago la foto del famoso porque es famoso, sino que lo tomo como personaje-puente que me sirve para transmitir un mensaje. Lo que tiene la celebrity, el famoso, es mucha más llegada, entonces refuerza el impacto del mensaje. Pero tampoco me gusta abusar de eso y me gusta que no sea necesario el famoso para que miren la foto, que la foto en sí te llame. Me parece que siempre el mensaje es más fuerte que quien aparece”.
Luego de muchos años de trabajo y esfuerzo, la fotógrafa se encuentra en la posición de poder concretar sus ideas, como ella misma lo explica: “Lo que sueño lo trato de concretar, el sueño solo queda ahí, nunca existió, las ideas hay que concretarlas. Hay mucho trabajo detrás, mucho, hay inspiración, pero lo mayor parte es transpiración. Para lograr las cosas no basta con las ideas, hay que estar detrás para concretarlas”.

Gaby muestra una foto que sacó en la mañana con su celular a unos hongos silvestres en el Tigre. Su vocación por retratar imágenes es innata, natural. “No estoy todo el día con la cámara encima –confiesa–, pero le saco fotos a mis hijas, saco con el teléfono, no puedo evitarlo”.

¿Qué otras cosas te gustan hacer?

“Todo lo que sea actividades manuales me encanta: la jardinería, la cocina, pintar, no puedo estar sin hacer algo y tiene que ser con cosas que tengan que ver con lo visual. Me gusta hacer, poner manos a la obra, siempre estoy haciendo algo; en casa, con la jardinería, un curso de cocina, ver películas; correr me ayuda a la mente”.
Luego de varias campañas y calendarios relacionados con temas como el sida, el medio ambiente y la valoración de las aves, Gaby piensa en el próximo paso.

¿Cuál es tu proyecto actual?

“Estoy en un proyecto que se llama UNO –cuenta–, que tiene que ver con una nueva adaptación, la fusión del hombre con la naturaleza, el tomar conciencia de que somos uno con la naturaleza, parece una pavada, pero es real. Viviendo en una ciudad, a veces no nos damos cuenta de que estamos rodeados por la naturaleza y tenemos que convivir con ella. Entonces la idea es poder tomar de ella, pero sin devastarla, respetar el planeta, ser uno con él, no es que sos superior a los demás seres vivos con los que estás compartiendo. Es el nuevo proyecto que se va a plasmar en un libro, calendarios, muestras, en diferentes acciones. Son fotos que tienen un mensaje muy fuerte, estoy trabajando con artistas, gente, de todo un poco. Seguimos con lo mismo, que las imágenes te hagan pensar, generar conciencia, poner nuestro granito de arena”.

 

 

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