Melania Lenoir: “Intento tener un impacto responsable y constructivo en el mundo en el que vivo”

Coleccionista de experiencias, Melania Lenoir tiene la convicción de transitar la vida dejando lo mejor de sí e impulsando, a su manera, el cambio que quiere ver en el mundo. Protagonista de varios de los musicales más exitosos de la escena local en los últimos años (Shrek, Come from Away, Forever Young, Jekyll and Hyde, The Rocky Horror Show, Chicago y Avenida Q, entre otros), también se destacó en obras de texto, como El curioso incidente del perro a medianoche o Dos pícaros sinvergüenzas, y en producciones audiovisuales nacionales e internacionales.

¿Cómo definirías la responsabilidad social?

Es tener una conciencia del entorno donde vivimos, con quién habitamos, de qué forma, en qué lugares nos vinculamos y cómo lo hacemos. Pienso que la responsabilidad social tiene que ver con buscar que nuestras formas de incidir, de impactar en el mundo, sean las más apropiadas y lo menos dañinas posible. Yo veo en qué entorno estoy y cuál es la mejor forma de vincularme con ese medio.

¿Sentís que esa responsabilidad está extendida en nuestra sociedad?

Creo que cada vez hay más conciencia sobre nuestra responsabilidad social. Es mi sensación. En los años que llevo viva, que son cuarenta, va ganando preponderancia. Por ejemplo, cada vez se pone más sobre la mesa el tema del bullying. O integrar a familias con chicos y adultos con TEA, por decir algo. El mundo se adapta más a personas con otro tipo de necesidades. Que se hable del bullying está buenísimo. ¿Eso hace que deje de suceder? No. Lamentablemente, creo que estas cosas van a seguir pasando, pero hay que echarles luz y hablar para que sucedan menos. Te doy un ejemplo brutal: antes metían a personas adentro de una arena a luchar por sus vidas con un tigre y era un divertimento. Hubo un avance, una evolución, porque hubo una reflexión al respecto. Alguno habrá pensado que era divertido matar a un señor con un tigre, pero en un momento otro le hizo entender que no. Charlando, alguien puede tomar conciencia de que algo que hacía de forma cotidiana no está bueno.

¿Sos de participar en campañas? ¿Cuáles son los temas que más te interpelan?

Durante más de diez años di clases de yoga en un geriátrico. La tercera edad es un tema que me ocupa mucho y que siento que está muy invisibilizado. No hablamos tanto de los adultos mayores, y cada vez hay más temas complejos que trae la adultez, como que la gente va a vivir más tiempo y no se sabe de qué forma se va a sostener, con qué medios, recursos y salud. Di esas clases hasta la pandemia, cuando cambiaron algunas reglas dentro de los geriátricos y se complicó volver. Arrancamos laburando ad honorem, después el geriátrico quiso pagarnos y lo que hicimos con el dinero fue donarlo a un proyecto de unas amigas, que se llama “Moksha, Yoga en la cárcel”. Empezó en el penal de San Martín, en el pabellón 8, que es el de Los Espartanos, y hoy tienen 14 pabellones. Estas actividades cambian la convivencia adentro y reducen el nivel de reincidencia. También colaboro con Solidaire, la fundación de Enrique Piñeyro y Carla Calabrese. Tienen un Boeing 787 que usan para fines solidarios. Soy tripulante y he hecho vuelos de refugiados de Ucrania para relocalizarlos en Europa. Siempre que tengo la posibilidad de dar una mano, estoy. Hago eventos a beneficio, donaciones. Después de El curioso incidente del perro a medianoche quedé muy vinculada con padres con chicos TEA y cada tanto me piden difundir algo o que hagamos un vivo para hablar de un tema puntual.

Shrek y Come from Away, producidas por The Stage Company, ofrecen una función distendida, con luces encendidas, sonidos más tenues y otro ritmo.

Exactamente, y fueron declaradas de interés cultural por el Ministerio de Cultura. Con el tiempo, de lo que me voy dando cuenta es de que la mejor forma de ayudar es usando mis dones y mis talentos. El impacto más grande lo tengo cuando los uso a favor de causas sociales.

¿Sentís que, por tu rol y visibilidad, tenés una mayor responsabilidad?

La responsabilidad debemos tenerla todos. Obviamente, una persona con más visibilidad está bueno que sea responsable con sus actos, porque en algún lugar puede servir de ejemplo. Ahora estoy grabando una serie infantojuvenil para una plataforma y, probablemente, como me pasó cuando hice Go!, me sigan chicos de primaria. Cuido qué es lo que subo, cuál es el mensaje que quiero comunicar, pero me parece que en realidad todos debemos tener esa responsabilidad. Mi vida me la transformaron en mi infancia maestros de escuela, y vecinos o vecinas que me decían algo que me cambiaba la forma de ver la vida. Yo no creo ser tan masiva. Personalmente, me gusta seguir una regla de mi vida, que es intentar tener el impacto más responsable y constructivo en el mundo en que vivo. Hay una frase de Ghandi que es “Convertite en el cambio que querés ver en el mundo”. Yo intento eso. Después, uno se puede quedar en la sensación de ¿qué va a cambiar mi pequeña persona en este mundo?, pero para mí hay algo que es como un efecto mariposa: esa pequeña acción nunca tenés idea de si, de repente, inspiró a un chiquito que el día de mañana es un magnate. Los veo mucho a Enrique y a Carla, que son personas que tengo cerca y hacen acciones tremendas, con un impacto masivo. Hubo alguien en la vida que los inspiró, porque podrían elegir hacer otra cosa con el dinero. Y eligen impactar de la mejor forma posible. Ver eso también impacta en mi forma de relacionarme con el mundo que habito. En un momento hubo algo que me explotó en la cabeza: nos quejamos del mundo en que vivimos, pero ¿qué hacemos dentro de nuestros paradigmas para que esto esté un poco mejor? Creo en estas miniacciones que tienen un impacto y no son en vano. Generan una impresión mental y eso impacta en un montón de aspectos de tu vida.

Hablabas de los adultos mayores, y es un tema que tocaste durante los diez años en los que protagonizaste Forever Young, ¿te ayudó a pensar al respecto?

Cien por ciento. Es una obra que a mí me enseñó, y creo que al público también, a pensar qué tipo de presente estás construyendo para el adulto que vas a ser. Nosotros vivimos en una época en la que hay mucha más libertad, y eso me hace pensar mucho en cómo quiero llegar. Hoy construyo esa adulta que voy a ser.

¿Pensás en eso?

Un montón, me tortura mucho. Está buenísimo y también lo sufro. Forever Young y trabajar en hogares me hacen tener el tema muy presente. Tengo un montón de miedos: soy actriz, me cuesta pagar el alquiler, decidí no tener hijos, ¿dónde voy a estar cuando sea grande? ¿Voy a tener el dinero para sostenerme? ¿Y si no lo tengo? ¿Y si me enfermo? Son preguntas que mucha gente tal vez no se las hace, pero yo las tengo muy presentes. Por un lado, está bueno, porque puedo ir planificando y pensando. Si bien no tenemos idea de qué va a pasar mañana y si sigo acá, las vejeces se pueden planificar y es lo más indicado. Pero a veces me abruma y me angustia un poco.

¿Y las decisiones que ya tomaste se ponen en jaque?

Sí, a veces me da mucho vértigo. En ocasiones pienso en cambiar de profesión y juntar dinero, pero después me doy cuenta de que me moriría en vida. El yoga me enseña a estar en el presente y me tironea para acá para decirme “Cuando suceda, sucederá”. No podés controlar casi nada, en realidad. Y también la vida en la pandemia, por un par de circunstancias, me hizo ver que todo cambia de un momento para el otro y mejor entregarse y aceptar lo que va viniendo. Después veré. Estoy en ese vaivén.

 

“La tercera edad es un tema que me ocupa mucho y que siento que está muy invisibilizado”

 

Además de la serie infantojuvenil Sé tú misma, producida por Media Hub, Yellow Kingdom y FAM Contenidos para una plataforma que aún no se reveló, en marzo Melania estrenará como directora, junto a Carla Calabrese, la obra de teatro Consent.

¿De qué se trata Consent?

Hablando de impacto social y responsabilidad, es una obra que echa mucha luz sobre temas incómodos para poner en la mesa. Es una obra que no te dice “Esta es la verdad”, sino que te plantea diferentes verdades y genera una charla. Imagino que va a haber debates entre la gente cuando salga del teatro. Eso es lo que está bueno, que nos repreguntemos, que pensemos, que veamos qué hizo cada personaje y por qué. Hay un lugar en el que la obra plantea ciertas éticas encontradas y no toma partido. No porque se quede en un lugar tibio, sino porque expone todas las ver[1]dades de forma superpotente y cruda. En líneas generales, habla sobre la poca capacidad que tenemos de hacernos cargo de nuestras acciones y las consecuencias que eso trae, tocando temas como el consentimiento sexual marital y por fuera de la pareja, la infidelidad o los pactos que hay dentro de los vínculos y cómo se rompen, la traición, la mentira, el sistema judicial corrupto por intereses personales, el aborto, el derecho sobre nuestros cuerpos. Es una obra muy jugosa. La verdad que me emociona mucho que Carla haya tenido la valentía de traer un texto así, que es incómodo. Cuando lo leí, hace unos años, me explotó la cabeza, me hizo entender un montón de cosas muy disfuncionales de mi vida, y para mí está buenísimo que eso pase, que el arte nos haga repreguntarnos y debatir, echar luz.

Cuando se abren canales nuevos como el yoga o ser tripulante de cabina, ¿corren en paralelo a la actuación? ¿O la idea es que, de algún modo, terminen alimentando a la actriz?

Creo que toda experiencia de vida alimenta a la actriz. En Come from Away tengo que hacer de piloto. Lo podría haber hecho bien, creo, sin haber estado en la industria aeronáutica, porque no hay nada técnico. Pero hay una información que yo tengo sobre cómo es ser piloto, estar en un avión, la templanza que tienen, y eso suma un montón. Todas estas experiencias por fuera de la actuación, que yo siempre busco, me nutren. Cuanto más me nutro como persona, mejor actriz me vuelvo.

¿Siempre estás buscando?

Sí. No sé si soy inagotable o insoportable, pero soy muy curiosa. Me apasionan las oportunidades, también la vida. Las situaciones de mi vida me llevaron a estar en un barco de una milicia de un país cercano transportando a unos belgas a la Antártida. Si me hubiese asustado en ese momento en que me lo propusieron, me habría perdido una oportunidad increíble. Fui a un lugar al que va muy poca gente. Estas cosas que tienen que ver con aventuras y con probar cosas nuevas me estimulan un montón.

Entre tantas opciones, ¿por qué la actuación?

A los 18, cuando uno elige su profesión, tenía el mandato social de estudiar una carrera más tradicional, pero fui muy honesta conmigo. Cuando en el colegio teníamos teatro, yo era muy feliz. Sentía que el tiempo se disolvía y como que entraba en un fluir increíble. De todas las cosas que conocí hasta ese momento, era lo que más me divertía, algo que amaba y que, al mismo tiempo, me aterraba profundamente: los primeros dos años en el conservatorio tenía tanto pánico que me enfermaba para no pasar al frente. Por suerte, escuché el impulso de mi corazón, porque soy muy feliz actuando.

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