De una crisis social y personal surgió una posibilidad diferente. Ante una situación compleja, Milo Lockett se decidió a darle una oportunidad a su arte, ya no solo como espacio de recreación y expresión, sino como una profesión y un medio de sustento. Fue en 2001, luego de cerrar la fábrica textil que llevaba hasta el momento, cuando finalmente ganó terreno esa pasión por el dibujo y la pintura que lo acompañó desde siempre.
Ya desde pequeño, habitaban en él tanto una pulsión artística y creativa como una vocación de servicio. Todo se combina y amalgama, son colores que se entremezclan y conviven en su propia obra vital.
-¿Qué entendés por responsabilidad social?
-Me parece que es algo que debemos tener todos los que contamos con diferentes posibilidades, ya sea por poseer un buen trabajo o una buena remuneración. Los que estamos viviendo una situación mejor que un montón de gente tenemos que ayudar, colaborar socialmente, con la comunidad. Yo tengo una pyme y trato de tener responsabilidad sobre eso y colaborar desde mi lugar de artista. Primero, con mi entorno, mis empleados, mi familia, mis amigos, mis vecinos, y después con la comunidad en general. Siempre hago cosas para la comunidad.
-¿Sentís que tu rol te da más responsabilidad?
-No lo sé. Creo que tengo responsabilidad porque soy una persona a la que la vida le dio mucho. Hay gente que por ahí no la pasa bien y está bueno que los que entendemos que nos va bien colaboremos. Para que haya equilibrio.
-¿Creés que la nuestra es una sociedad responsable?
-Muchas veces, no. Creo que hay más compromiso en la gente que no tiene tanta responsabilidad social como los que deberían. Muchas veces los líderes, quienes conducen la sociedad, o los que nosotros elegimos, como la clase política, no están a la altura de la responsabilidad que reciben.
-Colaborás mucho, hacés cosas para escuelas, hospitales, ¿son los temas que más te convocan?
-Sí, la niñez es un tema que me interesa. Me importa mucho acompañar la enfermedad también. Cuando uno trabaja para un hospital, está colaborando con los trabajadores de la salud, que se encuentran al servicio de la comunidad. Es un tema que me interesa, porque cumplen un rol importante dentro de la sociedad.
-¿Cuándo te surgieron estos intereses?
-Creo que uno se interesa de chico y después se va formando en la vida. Yo soy una persona muy agradecida, miro para atrás, con mis 55 años, y tuve una vida que realmente ha sido muy linda. Me interesa mejorar el mundo. No creo que sea una obligación, sino una vocación de servicio que uno tiene o no tiene. Yo crecí en una familia de clase media. Nunca tuvimos de más, siempre lo justo, pero en el contexto de un barrio en el que mucha gente no tenía. Siempre tuve contacto con la necesidad, digamos. Empecé a darme cuenta de la desigualdad. Y después fui eligiendo ayudar, hacer cosas, colaborar. Cuando te das cuenta de que estamos de paso, que no vamos a acumular nada y no tiene sentido intentarlo en esta vida, hacés algo. Yo por eso vivo la vida intensamente. Me parece que cuando te das cuenta de que la vida no es tan larga como parece, no tiene sentido acumular y está bueno poder compartir. Puede ser tu tiempo, tu dinero, tu bienestar, tus alegrías.
-¿Cómo diste ese paso?
-Tuve muchos amigos con muchas necesidades, entonces era muy obvio el contacto. Eso te va curtiendo y te va enseñando. Vos tenés una cama calentita y otro no la tiene, por ejemplo. Es una construcción, no algo con lo que uno nace. Uno elige de qué lado quiere estar, si colaborar o hacer la suya y que no le importe nadie. Empecé ayudando en los clubes, cuando todos juntamos plata para que viaje alguien que no puede pagarlo. Después, van apareciendo cosas, oportunidades. La visibilidad te da la chance de colaborar con instituciones y llegar a más gente.
-De chico pintabas, pero no se te ocurrió inicialmente dedicarte al arte, ¿por qué?
-Sí, desde chico me gustó muchísimo el arte. Creo que a todos los chicos les gusta dibujar y pintar. Después, de más grande, tenía la idea de que no se podía vivir del arte. Era una profesión que, supuestamente, no tenía remuneración. Por eso me incliné hacia otras inquietudes que también me gustaban mucho. Seguí pintando, como hobby, y recién con la crisis de 2001 le di mayor importancia al arte. Cuando uno pierde todo, no tiene más nada que perder. La crisis te lleva a pensar de otra manera. No tenía ganas de hacer otra cosa que dibujar y pintar.
-Antes de tomar la decisión, ¿hubo un estado de angustia?
-Sí. Había puesto una fábrica, había apostado a trabajar, generaba empleo, pagaba los impuestos. Pensaba que había hecho todo bien y que igual algo había salido mal. Estaba enojado, pero con el tiempo se me pasó, lo convertí en una experiencia buena de vida. Hoy, cuando lo miro a la distancia, estoy agradecido de haber pasado esa crisis. Sin ella, no hubiese tomado la decisión de pintar. Mi vida cambió.
-¿Qué hacías hasta ese momento con lo que pintabas?
-Pintaba en mis tiempos libres. No lo mostraba. A veces regalaba algo. En un momento, hice mi primera muestra. Todo el mundo me felicitaba. Me decían “No sabía que pintabas”. Eso me hizo ruido en la cabeza y pensé que era el momento de realizar un cambio. Me encontraba muy agobiado por la economía en esa época, tenía mucha gente a mi cargo, mucha responsabilidad, y estaba agotado, no veía la salida. Era pérdida, pérdida, pérdida, esfuerzo, trabajo… Me levantaba muy temprano, me acostaba muy tarde, estaba todo el día estresado. Era muy difícil. Me decidí a cerrar la fábrica y dedicarme a pintar y dibujar.
En ese momento, se puso en marcha una rueda que sigue girando, cada vez con una estructura mayor: un equipo de trabajo que lo rodea, una rutina establecida y un mercado que lo aceptó y sigue ávido de su producción.
-¿Cómo es tu método de trabajo?
-Todos los días me levanto, desayuno y vengo al taller. Me establezco un horario laboral y lo cumplo, porque, si no, soy muy caótico y disperso. Me obligo a ordenarme. Por eso tengo empleados, porque no podría sostener nada, me costaría mucho más estar solo. Así, tenés responsabilidad sobre la gente que trabaja con vos.
-Cuando te levantás, ¿de dónde vienen esos primeros trazos?
-A veces son solo para liberar la mano, empiezo simplemente para hacer el ejercicio de la pintura, pero no tengo la fantasía de la inspiración. No necesito de eso. No digo que no exista, ojalá algún día me pueda inspirar, pero yo soy un trabajador del arte: vengo a trabajar y a plantear problemas todo el tiempo, dibujar y pintar porque sí. Después, van apareciendo cosas y trabajo sobre esas ideas. Me gusta el ejercicio de todos los días venir a pintar, porque eso te estimula y te hace ejercitar la creatividad. No es una cosa que aparece y desaparece, sino que uno la ejercita, la practica, la busca. A lo mejor, hay otra persona a la que le viene la creatividad y lo hace. Yo creo todo, no tengo una sola idea, estoy muy abierto a escuchar, pero me pasa que tengo que trabajar para que venga esa idea.
-¿Cómo se la busca?
-Trabajando. Empezás a hacer una cosa, después viene otra. Ahora, antes de charlar con vos, estaba pintando un cuadro, haciendo la base para trabajar arriba. No sé lo que voy a hacer todavía, pero lo estoy haciendo. Arranco y después aparecen las cosas, uno se va dando cuenta de que es por acá o por allá, te gusta un color, vas con una paleta, un día tenés una idea, otro día tenés otra. Soy muy permeable, voy para todos lados, me escucho la intuición, dejo que fluya. No reniego de eso. Antes renegaba de ser disperso, porque tenía una idea y hacía otra. Hoy lo disfruto, porque gracias a eso tengo una variedad de obras, una diversidad.
-Los trazos de la mañana no suelen ser los que quedan, entonces.
-Hay veces que una obra se define en los primeros cinco minutos y todo el resto es proceso de realización. A veces la obra aparece ahí, ¡tuc!, y listo. Después, componés alrededor de esa idea. Siempre aparece algo y sobre ese algo trabajo. Soy muy ecléctico, me permito los errores. Si aparece una mancha, la dejo y trabajo sobre ella. A lo mejor, tumbé sin querer un tarro de pintura sobre un cuadro, manché, y a partir de ahí salió algo, aparece otra cosa. No tengo tanto conflicto con eso.
Autodidacta, su ingreso al arte se dio de forma lateral, con puertas que abrió por sí mismo. Outsider del ambiente, siente que de alguna manera refrescó cierta forma de consumir el arte: “El hecho de estar por fuera de academias te hace más humano. A veces las academias son tan exigentes, tienen la vara tan alta, que se pierden la parte humana”, reflexiona.
-Te interesa que sea accesible el arte, ¿no?
-Sí, para mí tiene que ser accesible, porque es la primera manifestación de las personas. Mirás un chico de dos años y lo primero que hace es rayar, manchar, jugar, antes incluso que el uso de la palabra. El arte es muy importante, nos ayuda a tener otra sensibilidad. No quiere decir que sea mejor, sino que nos ayuda a mejorar nuestra sensibilidad humana, sobre lo que miramos, hacemos y sentimos.
-¿Qué considerás que permite la conexión entre tu arte y la gente?
-Que es simple. El mundo es muy complejo, y el mundo que viene va a ser más complejo aún. Por eso tenemos que volver a la esencia, mirar más la naturaleza, cuidar el planeta.
-¿Esa simpleza es una propuesta?
-Me salió así. Hoy, a lo mejor, es una propuesta que sostengo.
-¿Buscás transmitir algún mensaje a través de tu obra?
-No siempre uno tiene que decir algo en los cuadros. Eso es una cosa que empecé a defender, porque no es que cada vez que pintamos tenemos que decir algo con la pintura. A veces no sé si tengo ganas de decir cosas. Me gusta pintar simplemente porque me gustan los colores, las formas. A veces uno tiene un estado de ánimo y pinta oscuro, o pinta con mucho color y alegría, o con una paleta oscura porque le gustó, sin que esa obra tenga dolor. Hay que darle la oportunidad de que sea de otra manera, sin un mensaje permanentemente. Puede estar solo el disfrute, la felicidad, el no decir nada, el no pensar. Es buenísimo no pensar por un minuto. Quedarte en blanco y hacer algo porque salió.
-Más allá de tu trabajo cotidiano en el taller, ¿tenés algún otro proyecto en mente?
-Estoy trabajando mucho en la obra, estoy mucho con mi obra. Tengo algunos talleres, cosas con empresas. Y me encuentro con ganas de recorrer la Argentina el próximo año, atravesarla pintando. Me encantaría hacer un recorrido geográfico, parando en distintos lugares. Cuando veo la naturaleza, me siento atraído por viajar por el país, hacer un recorrido visual de la pintura de cada lugar, trabajando en cada lugar, con gente de ahí. Me gustaría poder llevar a cabo un documental de eso. Lo estoy armando en mi cabeza, pero necesito hacerme el tiempo. Estoy con mucho trabajo, y lo quiero poner en agenda. Le estoy buscando la vuelta.