Pronto en su vida Silvia Carranza supo que iba a tener que vencer barreras cuando con tan solo meses de vida fue diagnosticada con poliomelitis. Sin embargo, las secuelas de la enfermedad, que causó una grave epidemia en el país a mediados del siglo XX, no la frenaron. Por el contrario, sostenida por una madre tenaz que nunca bajó los brazos para que su hija saliera adelante, no solo alcanzó logros personales y profesionales, sino que se convirtió en una referente para aquellos que viven con discapacidad. Hoy lleva adelante su rol como Presidenta de CILSA (Centro de Integración Libre y Solidario de Argentina) con responsabilidad, a veces preocupación por el contexto y siempre con esperanza, buscando que todas las personas tengan igualdad de oportunidades, sin límites físicos ni ideológicos.
¿Cómo fueron los inicios de la organización?
CILSA nació el 14 de mayo de 1966. Cumplió, en 2024, 58 años de vida. Surgió en la provincia de Santa Fe, mediante la intención de un grupo de personas (los llamo “visionarios” y algunos todavía están en la Comisión Directiva) de jugar al básquet en silla de ruedas, que en ese momento y desde ese lugar era todo un desafío. Así se juntaron y empezaron el Club Integral de Lisiados Santafesinos, sigla que luego cambió su nombre. Eran muy humildes. No tenían ni sus sillas de ruedas. Después, se vio la necesidad de que todos pudieran tener trabajo, erradicar la alcancía como modo de recaudación, sobre todo con la premisa de trabajar por la dignidad de la persona con discapacidad.
¿De qué modo se dio su crecimiento y qué cambió desde el comienzo de la ONG a hoy?
Pasados unos años, se vio que era necesario contar con una silla de ruedas primero para salir de la casa, antes que para ir a hacer deporte; como posibilidad para integrarse al mundo. También la organización fue teniendo muchos logros deportivos, luego llegó a Buenos Aires y pudo ir forjando lo que es CILSA hoy, una ONG que trabaja por la inclusión de personas con discapacidad y de sectores vulnerables de la sociedad. Hoy significa Centro de Integración Libre y Solidario de Argentina. La palabra “integración” (que ahora habría que cambiar por “inclusión”) era para incluir todo aquello que corresponde al bienestar de una persona con discapacidad. Nosotros trabajamos por su ser, hacer y crecer. Primero se tiene que empoderar, sobre todo cuando hay muchos con una discapacidad motora que tienen una patología adquirida, quizás por un accidente o un problema médico, como un ACV. Eso es lo más duro para manejar y lo trabajamos mucho con el equipo de concientización, porque parece que se le baja un telón y ya no tiene más mirada sobre su mundo social, laboral, familiar. No es mi caso, yo tengo una secuela de poliomelitis, que hoy casi está erradicada.
¿Sobre qué áreas trabajan actualmente?
Nos focalizamos en cinco programas sociales: el Programa Nacional de Entrega de Elementos Ortopédicos, el Programa Nacional de Becas y Oportunidades (que otorga becas de estudio superior a las personas con discapacidad y aulas de formación profesional con cursos cortos muy inclusivos, porque también entran las personas de sectores vulnerables, que no tienen discapacidad), el Programa Nacional de Recreación y Deportes, el Programa de Concientización (que ofrece charlas en escuelas, empresas, facultades, para hablar de las leyes, los beneficios, lo que falta en forma actitudinal para que la vida sea un poco más fácil) y Un niño Futuro (que brinda un calendario escolar ampliado en contra turno de la escuela, con profesionales especializados). Por suerte, este último ocupa un lugar menor, porque las políticas públicas se han ocupado de ello. Contamos con la participación de gente que nos presta los espacios. Los programas que hoy más estamos potenciando son los tres primeros.
¿En qué lugares de la Argentina tienen presencia?
En ocho lugares del país. Estamos en Santa Fe (que es la casa central), Buenos Aires (con una oficina en el microcentro de la ciudad de Buenos Aires), La Plata, Mar del Plata, Córdoba, Mendoza. También en Tucumán, pero no presencialmente, sino a través de la Fundación León, y en el sur a través de asociaciones con las que hacemos convenio para que se lleguen a entregar las sillas de ruedas.
¿Cómo funciona la entrega de elementos ortopédicos?
Tenemos una acción muy fuerte que se llama “Más lejos para llegar a más”, que recorre, principalmente, el NEA y el NOA. Incluye el relevamiento de las necesidades y los viajes para otorgar los elementos en actos masivos o puerta a puerta cuando la persona no puede trasladarse. Si bien contamos con grandes donantes de sillas de ruedas habituales (que se fabrican en China y nos mandan en barco hasta nuestro depósito, desde donde las distribuimos), en este momento tenemos un tema de recursos (porque no somos ajenos a lo que pasa en el país) que nos impide comprar las sillas posturales, que sí adquirimos nosotros en Buenos Aires. Se nos está haciendo imposible comprarlas, porque aumentó muchísimo su costo desde el año pasado y cada una sale arriba de un millón de pesos. Antes, comprábamos 500 para distribuir en todo el año. Hoy tenemos una lista de espera de 150 sillas.
¿Cuántas personas conforman el equipo de la organización?
CILSA es muy grande. Tiene 250 empleados. Somos una Comisión Directiva de diez personas. Luego, hay directores de diferentes áreas, coordinadores nacionales y coordinadores en cada uno de los lugares, que son los que ven, por ejemplo, cómo funciona el aula, de qué modo se entregan las sillas de ruedas. La expansión que tuvimos los últimos años es muy importante, porque hay muchísima necesidad. Por año entregamos entre 3900 y 4200 sillas de ruedas en todo el país. Los donantes controlan todo esto y nosotros hacemos el reporte.
¿Trabajan también con el Estado?
No. Las veces que prometieron no nos cumplieron. Por ejemplo, empezamos una escuelita deportiva en Villa 20. Al principio, nos dieron un apoyo. Después, nos dijeron que sigamos en la 1-11-14. Y no es nuestra manera de trabajar. Tomamos esto con mucha responsabilidad y no podemos abandonar a las personas que ya participan. Incluso, hay quienes salieron de esa escuelita y hoy están jugando en España, porque además de ser excelentes jugadores, los formamos, los pasamos a primera división. Creemos que la continuidad en la tarea es lo que esperan los socios y lo que queremos hacer.
¿Integran voluntarios en su labor?
Hay voluntarios en las diferentes actividades a lo largo del país, sobre todo en Buenos Aires. Lo que pasa es que hay muchas tareas que requieren personal fijo, pero los voluntarios colaboran en los actos de entrega, sumamos profesionales que colaboran con nosotros haciéndose cargo de estar en la contención. No es solamente darle a una persona una silla de ruedas, sino incluirla en el mundo de la discapacidad.
¿Tienen vínculo y apoyo de empresas?
Sí. Nos apoyan con las sillas de ruedas, pero más en educación. Hay más de 400 personas con discapacidad becadas en todo el país. Se las convoca de modo virtual y se realiza el contrato a través de las universidades para que rindan dos materias por año, como mínimo. La beca es mensual y está, muchas veces, subvencionada por empresas. El resto sale del apoyo de los socios.
¿Realizan campañas de donación para conseguir donantes?
Por un lado, tenemos un call center, también a través de las redes sociales o desde la gestión con las empresas. Por ejemplo ahora estamos tratando con la gente de Parques Industriales para ver si nos conectan con las industrias para conseguir más colaboración. A veces, hay colaboración directa de otros organismos, como bancos, que nos brindan un monto para cubrir una cantidad de becas. El tema que tenemos ahora es la caída de los socios, no porque no quieran, si bien la cuota es mínima (un aporte de 6 mil pesos por mes). En ese sentido, ahora estamos cambiando la modalidad de trabajo híbrida en algunas oficinas para no seguir alquilando, más allá de la presencialidad para charlas, actividades o entregas.
¿Cuáles creés que son los principales desafíos en la construcción de la sociedad inclusiva?
Veo que depende de lo actitudinal. Creo que hay que hacer mucha concientización. Gracias a Dios, en Buenos Aires se trabaja mucho esto y la gente es bastante comprensiva, accede a formarse y colaborar. Lo que no quita que no lo hagan en el interior, lo que pasa es que no tienen los medios: no se pueden trasladar, no hay un colectivo adaptado, todo cuesta mucho. Normalmente, asesoramos sobre el uso de la silla de ruedas y los derechos, pero para sacar un certificado de discapacidad tienen que viajar 250 kilómetros y no cuentan con la conexión a Internet para hacerlo virtual. Y estoy hablando del segundo cordón de Buenos Aires en adelante.
¿Hay conciencia sobre los derechos de las personas con discapacidad?
Cuesta. Estamos mejor, porque ya no es tan mirada una persona cuando sale a la calle. A veces no se hacen las cosas como se debería. Quizás sucede que querés invitar a un amigo con discapacidad a tomar algo y el lugar no está adaptado, porque no pasa por la puerta de entrada o la del baño. Pero hay voluntad, predisposición, que es muy importante. El argentino es solidario. Hoy se habla más de discapacidad desde la infancia, en las escuelas. No es que la sociedad esté en reparo, pero gana, a veces, la vertiginosidad.
¿Qué significa ser la Presidenta de CILSA?
Hace como 40 años que estoy en CILSA y como Presidenta desde 2012. Realmente es un orgullo, pero también es una gran responsabilidad. En lo personal, ha sido el puente que me permitió hacer todo lo que quise en mi vida. Pude realizarme, gracias a mi madre, que siempre me ayudó, que tuvo aquello que llaman resiliencia, pero no en palabras, sino en acciones. Tuve mis novios, me pude casar, tuve a mi hijo, manejo mi auto. Yo lucho mucho para que las personas que tienen una discapacidad y que se acercan a CILSA puedan tener aquello que yo no tuve, pero también lo que tuve y que sé que se puede lograr. Tengo tres amores en mi vida: mi madre (que ya no está), mi hijo y la acción “Más lejos para llegar a más”, aparte de todo CILSA.
¿Cuáles son los objetivos para 2024 y qué proyección hacen de CILSA?
Estuvimos elaborando proyectos a corto plazo, que nos permitan manejarnos de acuerdo con los ingresos que tenemos y regular los egresos para poder cubrir todas las instancias, priorizando los programas de Entrega de Elementos Ortopédicos, Becas y Oportunidades, y Deportes y Recreación. Haciendo un ajuste, pero previendo para llegar bien a fin de año. Dependemos de factores externos que nosotros no manejamos, el bolsillo de los argentinos en este momento está bastante comprometido, pero tenemos esperanza y las empresas también colaboran. Seguiremos, también, haciendo hincapié en las charlas de concientización, que provocan un efecto dominó y logran que la gente entienda que colaborando puede cambiar la vida de las personas, aunque parezca una utopía. Nosotros tenemos la responsabilidad y la felicidad de ser administradores de ello. Lo bueno es que todo lo que hacemos es tangible y se puede ver. Brindar una colaboración a una organización no gubernamental a veces es fundamental en la vida, porque nuestro corazón se ilumina cuando damos por el otro. Tengan la seguridad de que están cambiando la vida de una persona. Te sentís gratificado, aunque no la conozcas. Todo vuelve. La facilidad no es un destino, sino la actitud con la que se viaja por la vida.