María Cristina Isoba trabaja desde 1990 en Luchemos por la Vida para desarrollar una nueva y mejor realidad en el tránsito. Explica por qué es tan difícil cambiar los malos hábitos y cuenta cuál fue la receta de los países con menor índice de hechos viales.
¿Cuáles fueron los primeros pasos que dio Luchemos por la Vida?
Nos decidimos a visibilizar el tema de los accidentes de tránsito cuando supimos que, por entonces, se cobraban 16 vidas al día. Con mucho voluntarismo, fuimos procurando estudiar por qué sucedían y contagiar la preocupación. Nos parecía que en la sociedad había una suerte de resignación, como si las muertes en el tránsito fueran hechos de la fatalidad; cuando en realidad son completamente evitables, ya que el principal problema lo representan las decisiones que toma quien se mueve en el sistema de tránsito. Entonces formamos la ONG para, además de peticionar a las autoridades, trabajar en la educación y la toma de conciencia del problema. Comenzamos a hacerlo ad honorem, manteniendo nuestras otras actividades.
Siendo psicóloga, ¿cómo te involucraste con esta temática?
Surgió como un interés que nos movió a un grupo de amigos con inquietud social. Si bien no hay ningún familiar de víctimas directo en el grupo, decidimos comprometernos con esta causa. Casi el 90 por ciento de los casos son producto de fallas humanas, y eso es muy interesante para una persona que se dedica a la psicología como yo. Además, la ONG me permitió desarrollar de una manera fantástica todo lo que tiene que ver con la psicología del tránsito y la concientización. Hice una maestría internacional y armé el equipo de investigación para desarrollar estudios observacionales del comportamiento en el tránsito que nos sirvieron para fundamentar pedidos de leyes. Formé un equipo para estudiar los modelos de concientización de los países desarrollados, como Australia, Suecia, Alemania, España; realizamos campañas de radio y TV, programas de educación y actividades en escuelas. También conseguimos el apoyo de algunas empresas para implementar diferentes programas de educación vial en escuelas primarias y secundarias en CABA y en la provincia de Buenos Aires.
Son esponsoreados por distintas empresas. ¿Tuvieron una buena y rápida recepción o les costó abrir puertas?
No resulta fácil obtener apoyo, inclusive siendo nuestra temática la prevención de accidentes o siniestros de tránsito, algo que afecta a todos y cada uno de los ciudadanos y que constituye la primera causa de mortalidad para el mundo empresarial por los siniestros in itinere, es decir, en los viajes de ida y vuelta al trabajo. Tal vez reducir la mortalidad en el tránsito parece ser una causa menos emotiva que combatir el hambre o los problemas de vivienda o salud de la población. De todos modos, al tiempo de comenzar con Luchemos por la Vida, se nos acercaron algunas empresas interesadas en colaborar porque habían conocido de nuestra existencia a través de las campañas masivas de concientización que hicimos desde el principio en radio y televisión.
¿Por qué es tan difícil entender cosas básicas como que no hay que beber al conducir?
Porque a los seres humanos nos cuesta modificar hábitos adquiridos y porque está la creencia de “a mí no me va a pasar”, creemos que tenemos la situación bajo control. Nosotros decimos que en el tránsito dependemos unos de otros, formamos parte de un todo en movimiento en donde lo que yo hago de alguna manera condiciona lo que les pasa a los demás y a la inversa. Entonces yo puedo ser el mejor conductor y tener mucha experiencia, pero nunca podés tener certeza de lo que pase con los demás. Es muy difícil cambiar este sistema de creencias, hacen falta mucha concientización y educación.
En ese sentido debe ser un trabajo clave el que ustedes hacen con las nuevas generaciones.
Sí, pero también son clave los padres, porque el comportamiento de ellos modela en gran medida lo que los hijos harán de adultos. Hay que trabajar con todos.
¿Cómo se reeduca a los adultos?
Las personas nos movemos en función del costo-beneficio. Cuando le preguntás a un peatón por qué cruza a mitad de cuadra, dice que es para hacer más rápido, siempre hay un motivo que lleva a las personas a moverse de una manera, y cuando hiciste algo que te pone en riesgo pero nunca te dijeron que es inseguro, seguís haciéndolo. Tal vez escuchás que lo es, pero como a vos no te pasó nada, creés que nunca te va a pasar. Ese es el sistema de creencias que dificulta el hacer cambios. ¿Y cómo torcieron ese comportamiento en los países de tránsito seguro? Para quien no comprende los mensajes de concientización, tienen la legislación; si no la cumple, hay multas o se le saca la licencia. Incluso, los reincidentes en comportamientos que pueden matar pueden llegar a ir presos, justamente para evitar que lleguen a matar. Entonces la legislación tuerce la balanza de costo-beneficio. La multa no debe tener un fin recaudatorio, sino de presionar y desalentar ciertos hábitos.
¿Cuánto podemos hacer como ciudadanos comprometiéndonos con causas solidarias?
Los ciudadanos podemos hacer mucho aportando algo de nuestro tiempo. Trabajar para el bien común, en cualquier área, es una tarea muy enriquecedora a nivel espiritual y en experiencias y relaciones humanas. Gratifica enormemente sentir que uno puede aportar algo, aunque sea muy pequeño, para mejorar el mundo que nos toca vivir.
¿Cómo te impactó a nivel personal el poner manos a la obra en una causa social?
Me enriqueció muchísimo y viví cantidad de experiencias en campos que nunca imaginé, como la opinión pública y la comunicación. En las ONG somos pocos y todos hacemos un poco de todo, y como no tenemos dueño, podemos experimentar y seguir la línea que nos corresponda o accionar más rápidamente que los estamentos estatales. A mí el trabajo en Luchemos por la Vida me ha dado mucho más de lo que yo puedo dar.
¿Qué es para vos la responsabilidad social empresarial?
La responsabilidad social empresaria se entiende como el compromiso que deben tener las empresas con la comunidad, haciendo aportes a actividades para el bien común, ya sea para el desarrollo de acciones de la propia empresa, como para apoyar iniciativas exitosas para el mejoramiento de la calidad de vida y el medio ambiente, como puede ser el accionar y los objetivos de Luchemos por la Vida, que busca concientizar, educar y proponer legislación para un cambio de actitudes y comportamientos responsables y solidarios en el espacio compartido de la vía pública.