Por un mundo mejor

La Fundación Temaikèn trabaja sobre seis pilares para lograr su misión de proteger la naturaleza.

Todo empezó en 1997. María Carmen Sundblad Beccar Varela de Pérez Companc, pionera de la raza Jersey de ganado vacuno en la Argentina, pensaba qué hacer con la leche y decidió ir detrás de un sueño: hacer una heladería. Así nació Munchi’s, en un terreno de unas cinco hectáreas en el partido de Escobar, en la zona norte del Gran Buenos Aires. Ahí, además, se construyó un parque de aves y un lago. La atracción turística y los helados convivieron de manera exitosa. Tanta era la gente que llegaba, que los Pérez Companc decidieron expandirse, y así nació la Fundación Temaikèn, en el año 2000. La idea era bien clara: “Darles un lugar a las familias para el esparcimiento y, fundamentalmente, la educación. Para que se lleven un mensaje de cómo colaborar con la naturaleza”, explica el gerente general de la Fundación Temaikèn, Damián Pelandini.

Desde entonces, la misión de la organización es proteger la naturaleza, y lo hace a través de la educación, la conservación y la investigación, priorizando siempre las especies autóctonas. Para esto, trabaja alrededor de seis pilares bien diferenciados.

1) El más conocido es el Bioparque Temaikèn, un ambiente donde las personas descubren y se conectan con la naturaleza a través de una experiencia transformadora. Entre los animales que se pueden ver hay cebras, cóndores, flamencos, hipopótamos, pelícanos, pumas, suricatas, tiburones, ardillas, loros, antílopes y tigres. “Recibimos casi 900 mil visitantes por año. La gente viene a ver animales, pero nuestro objetivo es que se lleven un mensaje de educación, sobre todo si pueden cambiar actitudes y comportamientos. La idea es que la visita sea inspiradora para ellos, de modo que cuando vuelvan a sus casas puedan colaborar en proteger la naturaleza”, explica Pelandini.

2) El Centro de Reproducción de Especies Temaikèn (CRET) es donde se trabaja en la reproducción y rehabilitación de especies en peligro de extinción. Cuando se estaba construyendo el parque, no había lugar para alojar a los animales que llegaban de otros zoológicos. A un tigre, por ejemplo, no se lo puede dejar en cualquier lado. Ese lugar, que fue muy importante en un inicio, actualmente cumple un rol fundamental en la reproducción de especies: “Tenemos muchísimas aves que alimentan nuestra colección, pero también las utilizamos para canjes o ventas”, cuenta el gerente general de la fundación. El CRET, a su vez, tiene otra función medular: “Trabajamos junto a las autoridades de Fauna Nación en todo lo que es el tráfico de animales. Si ellos hacen alguna incautación, nosotros les proveemos alojamiento y alimentos, además de la atención de nuestros veterinarios”.

3) Osununú es una reserva natural en la provincia de Misiones. Allí se preservan 174 hectáreas de selva misionera, refugio de flora y fauna únicas en el país. “Hay altísimo valor de conservación donde se trabaja en investigación y en difundir la importancia que tiene el lugar, en especial en la ciudad de San Ignacio”, señala Pelandini.

4) Programas de conservación: se enfocan en la recuperación y protección de especies autóctonas amenazadas y ambientes naturales en diferentes provincias, como Chaco, Misiones, Córdoba y Formosa, entre otras.

5) Programas de educación: divulga y sensibiliza a la sociedad para comprometerla en el cuidado de la naturaleza. “Recibimos 120 mil chicos en visitas educativas de colegios públicos y privados, de los cuales 20 mil son becados. Los alumnos realizan un recorrido por el bioparque, y les entregamos material para trabajar en clase con los docentes. Se les enseña por qué algunos animales están en peligro de extinción, entre otras cosas. A los chicos les encanta saber de dónde vienen las diferentes especies y qué comen”, agrega el gerente general.

6) Proyectos de investigación: se genera información valiosa para aportar a la conservación de especies y ecosistemas. “Constantemente hay trabajos nuestros que se publican en congresos por problemáticas que puedan surgir con los animales”, dice.

Queda mucho por hacer

La Argentina presenta una gran riqueza de hábitats y recursos naturales, al punto de que está en el puesto 17 entre los países con mayor diversidad de especies en el mundo. Sin embargo, año tras año, las áreas naturales se reducen de manera drástica y, como consecuencia, la constante degradación de hábitats hace que las especies que habitan en ellas disminuyan progresivamente.

Esto ocurre por el avance irresponsable del ser humano con actividades como la tala desmedida, el aumento de tráfico y comercio ilegal de flora y fauna, la caza indiscriminada, la continua sobreexplotación pesquera del mar Argentino y los efectos de la urbanización creciente, entre muchas otras causas.

A su vez, cuatro de cada diez especies se encuentran amenazadas en América del Sur. Sin escapar al contexto, en la Argentina hay 194 especies amenazadas y 12 en peligro de crítico, entre las que está el yaguareté, una de las más conocidas. “Junto a diversas ONG, intendencias y organismos, Temaikèn trabaja a nivel nacional, fundamentalmente, para salvar el tapir, el aguará guazú y el ciervo de los pantanos. Es un trabajo en conjunto y de hormiga, con mucha paciencia. Hay que ir sumando el granito de arena. Se necesita muchísimo esfuerzo para preservar una especie o un ecosistema”, dice Pelandini.

En la actualidad, se vive como si hubiera un planeta extra a nuestra disposición: se utiliza un 50 por ciento más de recursos de los que la Tierra puede proveer y, si se continúa con la misma conducta, este porcentaje seguirá aumentando. En la mayoría de los casos, la velocidad a la cual el hombre utiliza y extrae los recursos naturales es muchísimo mayor a la velocidad en que estos pueden recuperarse naturalmente. En la Argentina se desforestan 300 mil hectáreas por año, lo que equivale a 34 manzanas o a la superficie de Temaikèn Bioparque (29 hectáreas) cada 50 minutos. “Aún estamos a tiempo. Tenemos la opción de construir un futuro próspero para las nuevas generaciones, desarrollando actividades que respeten el equilibrio natural del planeta”, alienta la fundación mediante un folleto en el que anuncia que trabaja para proteger la naturaleza.

Temaikèn es una organización sin fines de lucro que, desde su creación, se propuso proteger la naturaleza. El trabajo es mucho, pero la fundación se enorgullece de haber hecho varias cosas. ¿Cuáles? Por ejemplo, 1750 animales provenientes del tráfico ilegal han sido rehabilitados en el CRET; 174 hectáreas de la reserva Osununú, en Misiones, refugian especies de flora y fauna únicas en la Argentina; más de 300 guardaparques y 850 docentes fueron capacitados en la provincia de Misiones bajo el programa de Áreas Protegidas; más de 1720 animales son atendidos cada año en el Hospital Veterinario, de los cuales la mayoría son recibidos de incautaciones de la Dirección de Fauna; y fueron rescatados más de 1500 ejemplares de 78 especies de plantas de la Reserva Natural Osununú debido al aumento del nivel del río Paraná.

¿Cuál es la diferencia entre bioparque y zoológico?

Acá no están los animales clásicos (jirafas, leones, elefantes…), porque cuando se armó Temaikèn se hizo con un plan de colección distinto, para poder mostrar especies en peligro de extinción, exóticas y, sobre todo, lo autóctono. Un bioparque tiene los objetivos de los zoológicos, de los jardines botánicos, de los acuarios, de los museos de antropología y ciencias naturales. Temaikèn tiene un poco de cada una de esas cosas.

Hay quienes critican la existencia de los zoológicos, ¿qué piensa?

El zoológico debe tener un fin educativo, de lo contrario no tiene sentido mantener un animal encerrado. La idea es entender la problemática y poder cambiar actitudes y comportamientos. Saber qué se puede hacer y cómo se colabora para salvar una especie. La gente ha logrado entender que en Temaikèn hay mucho respeto por la salud y el bienestar animal. Para nosotros es fundamental mostrar nuestra colección en un buen estado, en ambientes amplios. Explicamos cómo se entrena a los animales a diario y la manera en la que trabajan nuestros cuidadores, que no solo limpian el recinto y les dan de comer, sino que tienen una función importantísima que es la de la observación y el entrenamiento.

¿En qué consiste eso?

Se observa si el animal tiene algún inconveniente. Por ejemplo, pérdida de piel. O si muestra algún comportamiento estereotipado, o sea, que siempre repite lo mismo. Ahí es donde el cuidador tiene que ver por qué pasa eso. Habla con el veterinario, con el que trabaja mucho en conjunto. No es fácil ocuparse de animales peligrosos, como los tigres. En las visitas, la gente ve cómo es la labor en este sentido y sale sensibilizada, porque ve la importancia de mantener al animal en condiciones activas, similares a las de su hábitat natural.

¿Cuál es el mensaje de la Fundación Temaikèn?

Quisiera recalcar la importancia que tiene nuestra misión, que es proteger la naturaleza. Pero esto no lo hacemos solos, lo hacemos con otras organizaciones. Cada uno lo hace desde donde le toca o puede. Nuestro mensaje es muy amplio. Los que quieran dar un paso más adelante pueden participar en una ONG o colaborar con nosotros, que tenemos un grupo de voluntarios trabajando. Lo que hay que hacer es sumar entre todos para proteger la naturaleza.

La Fundación Temaikèn, apoyada en el compromiso y la pasión por la naturaleza, tiene en su horizonte de valores la excelencia en lo que hace, la ética, la experiencia transformadora, la actitud positiva, la calidez humana, la honestidad y la transparencia. Todas sus acciones están orientadas a la protección de la naturaleza. Para eso es esencial vivir con una ética organizacional basada en el respeto a todos los seres vivos. Por eso, promueve comportamientos personales que no sacrifiquen su misión en pos de oportunismos, procurando establecer relaciones justas y transparentes, siempre teniendo respeto por las normas. “La gente tiene que cambiar actitudes y comportamientos, desde lo más sencillo, como cuidar el agua, hasta participar con iniciativas para cuidar el planeta”, dice Pelandini, convencido de que “entre todos se puede hacer un mundo mejor”.

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