En Argentina, según la Ley 25916 (que establece los Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental para la Gestión Integral de los Residuos Domiciliarios), los residuos domiciliarios son “aquellos elementos, objetos o sustancias que, como consecuencia de los procesos de consumo y desarrollo de actividades humanas, son desechados y/o abandonados.”
Por lo general, asociamos el término “residuo” con todo lo que ya no nos sirve, se rompe o que simplemente perdió valor a nivel social porque pasó de moda o encontramos una opción más novedosa. Sin embargo, técnicamente existe la posibilidad de aprovechar total o parcialmente muchos de estos desechos. Son susceptibles de ser transformados en un nuevo producto o insumo si los clasificamos y tratamos de la manera adecuada.
La clasificación que hagamos de nuestros residuos, va a depender de las posibilidades que existan para cada material a separar en mi municipio. Por eso, lo primero que debemos hacer es verificar si existe un sistema de recolección diferenciada en mi zona. Si es así, vamos a depositar los materiales reciclables, como el papel, el cartón, los plásticos, metales y vidrios, en los contenedores correspondientes.
En general los municipios ponen a disposición en las calles y/o plazas contenedores para todos los reciclables juntos, pero hoy en día muchos acuden a diferentes clasificaciones, como por ejemplo los plásticos por separado en su propio contenedor, o los papeles y cartones por un lado y el resto de los reciclables por otro. Esto va a depender de las posibilidades de valorización que estos materiales tengan en cada localidad y las condiciones en que necesiten llegar esos recursos para poder ser recuperados.
En caso de que no exista un programa formal de recolección y tratamiento de reciclables por parte del municipio, podemos acudir a cooperativas de la zona o empresas privadas que se dediquen al reciclaje de estos materiales. También existen muchas propuestas alternativas de emprendedores y artesanos que reutilizan los materiales alargando su vida útil.
Es importante tener en cuenta que los reciclables deben separarse siempre limpios y secos, sobre todo los envases de plástico o de cartón. Cuanto mejores son las condiciones de los materiales, más fáciles de recuperar serán y mayor valor tendrán para la industria recicladora, lo que se traduce en mayores posibilidades de que efectivamente sea reciclado. Además, detrás de todos los procesos de clasificación, sobre todo en nuestro país, hay personas trabajando y por lo tanto, no es lo mismo que trabajen con materiales reciclables limpios, y por ende, en condiciones salubres que con residuos con restos de alimentos. ¿Qué tan limpio y que tan seco? Eso dependerá del tipo de material que sea y si se trata de restos de residuos líquidos o sólidos. Por ej, una bandeja de plástico con restos de comida, ya no se puede recuperar, en cambio una botella de plástico con algo de gaseosa se puede aprovechar. Esto depende también de las tecnologías con las que contamos en nuestro país para el reciclado. Lo ideal es que siempre puedas darle una rápida enjuagada a todos los materiales antes de disponerlos de forma diferenciada, pero tampoco enjuagarlos exhaustivamente porque el agua es un recurso no renovable que debemos cuidar.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que dentro de los residuos domiciliarios puede existir también una cierta cantidad de residuos peligrosos, como pilas y baterías, lámparas fluorescentes, lacas y pinturas, pesticidas, entre otros; residuos de construcción e incluso patogénicos (remedios, pañales y otros apósitos, por ejemplo) que deben ser gestionados de manera especial. Para estos casos, la mejor opción es comunicarte con tu municipio y consultar si tiene algún programa específico de recepción de este tipo de residuos. Muchas veces cuentan con puntos verdes (fijos o móviles) o jornadas eventuales de recepción para recibir estos materiales.
Resulta esencial recordar siempre que el mejor residuo es el que no se genera. Por eso, antes de descartar cualquier producto o envase, hacé una pausa y preguntate si se puede reutilizar, donar, reparar o hasta vender para alargar su vida útil y evitar la generación innecesario de residuos.