Desde 1999, Fundación SES trabaja con organizaciones sociales de la Argentina e Iberoamérica por la inclusión y los derechos de jóvenes y adolescentes fortaleciendo las capacidades locales. La entidad se especializa en temas como educación, trabajo y participación juvenil; promoviendo su inserción social, educativa, económica, laboral y ciudadana; teniendo en cuenta las trayectorias y los contextos particulares. Para conocer más acerca de las iniciativas llevadas a cabo por la entidad, PRESENTE dialogó con Rolando Kandel, Director Adjunto de Fundación SES.
¿Cómo nace la idea de crear una ONG para la inclusión de adolescentes y jóvenes?
Nace hace 22 años. En ese momento no había políticas fuertes para juventudes. Estaban relativamente invisibilizadas como un actor sujeto de derechos específico. Había de niñez y otras poblaciones, cuando, en realidad, históricamente, las juventudes son las que más sufren las problemáticas, como las trayectorias en educación o el desempleo. Empieza, entonces, a construirse una agenda de juventudes. A la vez, los fundadores, Alberto Croce y Alejandra Solla, trabajaban en el Centro Nacional de Organizaciones de la Comunidad (CENOC) intentando construir redes de organizaciones comunitarias para el trabajo con la población y afianzar políticas públicas. De ese modo, surgió la oportunidad de crear SES como una organización que llevara a cabo la idea de trabajar en conjunto con organizaciones sociales de todo el país, a partir de una sede en Buenos Aires, fortaleciendo capacidades locales. En cada lugar donde trabajamos esperamos que haya una organización comunitaria comprometida con el territorio, que será el punto incipiente para generar un trabajo conjunto. De esta manera, nuestra labor es colaborar para que estas organizaciones se fortalezcan y aprendan a desarrollar programas, acompañando a las juventudes en el territorio. Por otro lado, buscamos el fortalecimiento de políticas públicas. Desde un inicio nos enfocamos en cómo apoyar al Estado, que es garante de derechos, para que pueda crear políticas por las juventudes y para ellas.
¿Cuáles son las líneas de acción sobre las que trabajan?
Tenemos un área de educación, que hace todo lo que tiene que ver con el derecho a la educación, acompañando las trayectorias diversas educativas de adolescentes y jóvenes, en el sistema educativo y en la educación no formal. Después el área de trabajo aborda la inserción al mundo laboral, que es muy amplio y diverso, e incluye la empleabilidad y el emprendimiento, que puede contener la idea de economía social. Desde hace unos años, está el área de géneros y diversidades. También tenemos un área de participación y voluntariado, otra de justicia fiscal e integración regional, y una de monitoreo y evaluación. Abordamos todo lo que tiene que ver con prevención de violencia, el consumo problemático, las habilidades socioemocionales, el ambiente, el deporte, la tecnología. Diría que todo lo que podemos abordar en cuanto a adolescencia y juventudes lo abordamos.
¿Cómo se organizan, con qué equipos cuentan y cuántos voluntarios son actualmente?
Fundación SES tiene una sede en Buenos Aires, con unas 35 personas directamente vinculadas. Aparte contratamos docentes, talleristas, investigadores para actividades específicas. Muchas veces, lo que hacemos es vehiculizar fondos, donde la mayor parte la transferimos a otras organizaciones, y ahí se generan un montón de contrataciones. Trabajamos con varios cientos de personas. Además, tenemos voluntarios que cooperan con actividades y un área que cuenta con el programa de voluntariado internacional Subir al Sur.
¿Qué presencia tienen en todo el país?
El despliegue territorial tiene que ver con nuestras alianzas y se da tanto en Argentina como en Iberoamérica. A raíz de su estrategia de construcción de redes, la organización tiene un trabajo muy fuerte con una cantidad de socios que hace que su alcance sea muy grande. Con ellos implementamos programas, pero también tratamos de dialogar con la política pública. Entendemos que es un trabajo conjunto y que la sociedad civil es parte de la construcción de las políticas. Hay centenares de organizaciones en la Argentina con las que actuamos y, después, en cada país contamos con uno o más socios con los que hacemos este trabajo.
“A raíz de su estrategia de construcción de redes, Fundación SES tiene un trabajo muy fuerte con una cantidad de socios que hace que su alcance sea muy grande” Rolando Kandel, Director Adjunto de Fundación SES
¿Qué implica ser una organización con “estatus consultivo” para Naciones Unidas y cómo fue ese recorrido?
Tiene que ver con la construcción de redes y con el aporte a la construcción de políticas públicas. Por ejemplo, si tenemos una preocupación por el mundo del trabajo, nos juntamos con organizaciones de Iberoamérica que tratan estos temas y generamos espacios de debates, congresos, documentos, programas. Con esa información, buscamos llegar a los decisores de políticas públicas, ya sea en los niveles nacionales o multilaterales, como la ONU.
En ese trabajo temático, en algún momento, por tener mucha presencia, nos invitaron a ser parte de algún espacio más institucional. Buscamos que las organizaciones sociales podamos generar un aporte a la construcción de conocimiento. Estamos cerca de los territorios e intentamos que su voz llegue a espacios a los que normalmente no llega. Así, nos encontramos en foros de relevancia internacional.
¿Fue de esa manera que llegaron también al Comité Directivo de Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE)?
Nosotros somos parte de la Campaña Argentina por el Derecho a la Educación. Existe la Campaña Latinoamericana y la global. Son ese tipo de estructuras donde las organizaciones, que venimos trabajando hace años ciertos temas, empezamos a juntarnos de manera sostenida, con algunos compromisos a largo plazo, intentando que se incluyan en la agenda pública las problemáticas de las juventudes. Lo que pretendemos es acompañar a las juventudes en la construcción de autonomía. Y para eso hay que generar un montón de dispositivos, acompañando a todos los actores que interactúan con las juventudes, entendiendo los procesos por los que están pasando y generando propuestas que tiendan una mano. También participamos en la red Encuentro de Entidades no Gubernamentales para el Desarrollo (EENGD), donde me desempeño como Presidente, representando a la fundación. Se trata de un espacio histórico en la Argentina que tiene miembros en diferentes territorios de todo el país y acompaña la coconstrucción de políticas públicas para la efectivización de derechos.
¿Qué importancia tiene hoy el aprendizaje de herramientas digitales?
Muchísima. Son espacios que habitan adolescentes y jóvenes de manera muy desigual; por infraestructura, recursos, servicio, alcance e, incluso, diversidad de formas de participación. Cuando llega la pandemia, ese habitar se multiplica, con todos los problemas. Las escuelas no pudieron llegar a todes ni lograr que todes estuvieran vinculados a través de una propuesta virtual. Aun así, desde Fundación SES, virtualizamos todos nuestros contenidos. Y cuando no se llegaba nos acercábamos, con distanciamiento físico, a donde estuvieran las juventudes, para acompañarlas y seguir generando ese proceso pedagógico. Hoy toda la propuesta la tenemos híbrida: creemos en la presencialidad y la grupalidad, y, a la vez, potenciamos nuestras propuestas con lo virtual, porque enriquece y permite un mayor alcance, y porque son herramientas que se demandan en el mundo del trabajo y en la participación ciudadana.
¿Qué acciones llevan adelante en materia de diversidad y género?
Tenemos un área de géneros y diversidades, y, a la vez, son temas transversales. Trabajamos con diferentes financiadores, como ONU Mujeres. Principalmente, lo que hacemos es acompañar a adolescentes mujeres y diversidades en su proceso de empoderamiento. También trabajamos en reflexión sobre masculinidades. Desde una perspectiva de géneros e igualdad de derechos, intentamos generar talleres, espacios de diálogo y deconstrucción. Tenemos programas específicos (que tocan temáticas como “deporte y géneros” o “tecnología y géneros”) y, principalmente, los espacios de escucha y prevención de violencias que, lamentablemente, siguen muy presentes.
Tienen multiplicidad y diversidad de programas, ¿cuáles son las acciones principales que definen a SES?
Tenemos muchos programas que, quizás, van cambiando el nombre en función del contexto y los territorios. El espíritu que continúa y perdura tiene que ver con las áreas. Pero programas como Sportic, por ejemplo, por su plataforma y concepción didáctica (es presencial y se acompaña de lo virtual), nos permitieron desarrollar un montón de innovaciones, como videojuegos, que llegan a las juventudes de otra manera y entendemos que entusiasman mucho. Sportic toma el deporte y la tecnología para acompañar a las juventudes en la construcción de autonomía, con una metodología que incluye las habilidades socioemocionales. Lo hacemos en Colombia, Ecuador y Argentina. Tiene un alcance de más de 7500 jóvenes. Además, acompañamos adolescentes y jóvenes en conflicto con la ley penal, a nivel territorial, generando talleres donde puedan encontrar alternativas para una futura reinserción laboral. También aportamos a la reflexión sobre leyes. En este sentido, estamos con un diagnóstico sobre la ley penal juvenil.
¿Qué alternativas de participación tienen las empresas que quieren colaborar?
Nosotros diseñamos programas y después buscamos aliados, financiadores, que puedan acompañarnos en las diferentes estrategias. Trabajamos con organismos grandes, como Naciones Unidas; con compañías, como Microsoft e Intel; y, por supuesto, con muchos organismos públicos. Se puede colaborar comunicándose con nosotros, ya sea apoyando programas que existen o diseñando otros. Muchas veces hay empresas u organismos que están en un territorio específico donde se detecta una problemática. Generamos un relevamiento y diagnóstico, y se diseña un programa específico para esa necesidad. La estrategia de donantes individuales no la desarrollamos tanto, pero bienvenidos sean.
¿Presentan evaluaciones y reportes de los trabajos realizados?
Hacemos reportes públicos, tanto anuales como por cada actividad específica. Además, participamos en redes internacionales que trabajan los temas de transparencia, buscando mejores medidas de rendición de cuentas. Somos activos en eso, que la sociedad pueda trabajar de forma transparente, hacer público el trabajo y los recursos, los de las organizaciones, los del Estado, los de las empresas. Buscamos que las prácticas sean legales, éticas y que respondan a los fines que se enuncian, que no haya dobles intenciones.
¿Cómo definirías a la RSE?
Tiene que ver con el compromiso de las empresas, en este caso, con un mundo más justo. No es solamente hacer alguna donación o tener un área específica. Desde ya, mucho mejor tenerla. Pero no se acota a la ayuda que se pueda dar para un programa. Implica la reflexión de todo el impacto que genera la empresa: cómo son sus procesos productivos, cuál es el cuidado con el ambiente y con sus propios trabajadores y trabajadoras, cómo es la relación con su comunidad. Si hay una empresa muy rica en un contexto muy pobre, algo no funciona. La responsabilidad social empresaria es comprender que la compañía es corresponsable de lo que le pasa al entorno. La empresa responsable es la que, por lo menos, reflexiona, se preocupa y lleva a cabo acciones en estos temas. Todas las instituciones tienen cosas para mejorar. Es un camino en construcción.
¿Qué balance hacen de estos más de 20 años de trabajo?
Yo estoy hace 16 años en la fundación. Pensamos en nuestros programas, los creemos buenos, útiles, lindos, y vemos también muy mal a la sociedad y a las juventudes. Las problemáticas siguen existiendo. La respuesta es un poco ambigua. Sabemos que es necesario lo que las organizaciones estamos haciendo y que nos fortalezcamos, porque somos importantes y aportamos. Pero entendemos que los desafíos son cada vez más grandes. El mundo no está siendo más justo. Hay mucha desigualdad, y el acompañamiento que tratamos de dar debe ser cada vez más amplio. Debemos seguir pensando estrategias y sumar para transformar algunas miradas. Aportamos un montón, pero la sensación es que, cada vez, falta más. Y ¿cómo puede ser? La convicción es que realmente se necesita que podamos generar estos procesos de trabajo. Entonces, le damos para adelante.