Secretaría de Industria, Economía del Conocimiento y Gestión Comercial Externa: Orgullo por la industria nacional

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Ariel Schale, Secretario de Industria, Economía del Conocimiento y Gestión Comercial Externa de la Nación, habla de la labor de la Secretaría para el desarrollo industrial en tiempos de pandemia.

Amable y dispuesto, el Secretario nos recibió en su despacho, nos ofreció café y esperó pacientemente a que PRESENTE desplegara el equipo audiovisual. Ariel Schale fue Subsecretario de Política y Gestión Comercial de la Nación entre 2007 y 2008, Subsecretario de Industria con rango de Viceministro en la provincia de Buenos Aires entre 2008 y 2010, y Subsecretario de Comercio Internacional de la Nación, con rango de Embajador Plenipotenciario, entre 2010 y 2011. Este economista que al asumir su cargo actual juró “por la industria nacional”, transmitió durante toda la entrevista su convicción y entusiasmo por el papel central de la industria en el desarrollo de nuestro país.

¿Cómo encara la Secretaría los desafíos que plantea esta pandemia en la Argentina y especialmente en el sector industrial?

Entendemos que hay que preservar la vida de los argentinos y también la vida del entramado productivo nacional. En principio, cuando se decretó la cuarentena, identificamos 24 productos esenciales para que nuestra política sanitaria tuviera la posibilidad de ayudar a combatir la pandemia. La industria nacional contaba con capacidad para producir 21 de esos 24 productos. Así que, desde el inicio, desplegamos todo para que las plataformas productivas estuvieran de pie, en condiciones de poder satisfacer todos los requerimientos de la política sanitaria. Poseer una industria con capacidades muy notables para responder en una crisis sin precedentes como la del COVID-19 es una característica distintiva de la Argentina, algo que no tienen todos los países.

Pusimos de pie la industria de tejido no tejido, de producción de elementos de protección para todo el personal sanitario del país, en los niveles tanto nacional como provincial y municipal, y también ayudamos a que nuestra salud atendida por el sector privado tenga todos los insumos necesarios para enfrentar este entorno tan crítico: cofias, cubrebotas, camisolines, barbijos y también instrumentos más sofisticados, como los respiradores con intrusivos. Siempre decimos que la mayor posibilidad de éxito para luchar en el contexto pandémico reside en la industria nacional, que nos permite garantizar la provisión de los insumos.

¿Firmaron un convenio para incorporar hisopos para testeos de COVID-19?

Sí, establecimos convenios con distintas organizaciones para fortalecer nuestra cadena de proveedores: con la Universidad Nacional de San Martín, la Comisión Nacional de Energía Atómica y el PAMI para ampliar la cantidad de testeos en grupos de riesgo, mediante la incorporación de hisopos; con una empresa estatal de vehículos de nueva generación (VENG), que pertenece a la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae); hemos provisto de bancos de prueba, de tecnología, de recicladores a las dos empresas productoras de respiradores en nuestro país para que puedan aumentar la capacidad de producción mensual. En enero y febrero, antes de la pandemia, producían 400 respiradores por mes. Gracias a la articulación de este Ministerio, hoy producen más de 3000. También hicimos convenios con empresas del sector privado, líderes del sector electrónica, que han permitido expandir la capacidad de producción. Siempre decimos que el COVID-19 nos trajo desafíos importantes, pero también reflexiones que creo que hay que poner en valor, relacionadas con que la industria nos permite tener soberanía, independencia, capacidades para enfrentar en un país como la Argentina una crisis sin precedentes. Nuestro país ha atravesado procesos de desindustrialización que vienen acompañados por la destrucción material de la industria, pero también por un proceso cultural que le habla a la sociedad en forma nociva, con mitos, falsedades. La sociedad ha atacado a su propia industria, diciendo que es mala, que no tiene calidad, una serie de falsedades que en estas crisis se difuman. Hay que aprovechar este momento para recuperar el orgullo por nuestra industria.

¿Cómo ves a la industria con respecto a la responsabilidad social empresaria?

La Secretaría tiene un compromiso fuerte con la responsabilidad social. En principio, por un interés puntual. La industria es una de las usinas, uno de los reservorios de trabajo humano más importantes que tiene hoy todo el sistema económico mundial –inclusive en esta etapa de producción 4.0, tan sustitutiva del trabajo humano–, sobre todo en los sectores de comercio y de servicios. En este entorno de pandemia, la Secretaría ha redoblado el compromiso de la industria con los procesos de capacitación, de asistencia social, a pesar de que el COVID-19 ha sido de un impacto muy negativo para la industria en términos de nivel de actividad. Hemos recibido todos los días donaciones de industriales, muestras de compromiso, de asistencia (“En qué se puede ayudar”, “Cómo puedo ayudar”), una participación muy activa de su parte que da fe de un fuerte compromiso con la sociedad, amén de que ya tienen programas específicos de responsabilidad social, dirigidos a la asistencia, a provisión de comida. Esto se ve también muy fuertemente en las empresas multinacionales que operan en el país, como un vector de actividad, pero muy especialmente en nuestra industria nacional, en los industriales pymes, muy comprometidos con el entorno social y económico en el que operan.

¿Cómo se fortalece la industria nacional?

Tenemos una política industrial muy fuerte. Estuvimos trabajando en una agenda de asistencia del entramado industrial durante toda la pandemia, y en septiembre empezamos ya con la política orientada a la activación del ciclo económico. En el entorno pandémico asistimos a las industrias con el Programa de Asistencia al Trabajo y a la Producción, un programa sin precedentes en una crisis tan grande. La decisión política del Presidente de la Nación y del Ministro de Producción Matías Kulfas fue cubrir buena parte del salario del sector privado, una medida que ya lleva cinco ediciones. En las primeras cuatro, hemos desenvuelto un presupuesto de más de 150.000 millones de pesos, que alcanzó a más de 340.000 pymes, 3 millones de trabajadores, que es casi el 60 por ciento del mercado asalariado privado. Hay una clara decisión de acompañar el entramado productivo nacional, para que pueda atravesar este momento de la mejor manera posible. Estas medidas han sido acompañadas con las decisiones de crédito: dimos créditos al 24 por ciento, de tasa subsidiada; basta pensar que hace ocho meses nuestras pymes estaban tomando financiamiento a más del 90 por ciento. En esta línea de crédito hemos desplegado más de 400.000 millones de pesos, que alcanzan a más de 100.000 pymes argentinas, un trabajo muy importante para dar asistencia a nuestras industrias. También hay una serie de programas que apuntan a su fortalecimiento. Destinamos más de 455.000 millones de pesos a un fondeo para capital de trabajo, incorporación de bienes de capital, de inversiones, de acompañamiento del trabajo exportador de nuestras pymes.

¿Qué medidas tomaron con respecto a los parques industriales?

Mediante un flamante decreto del Presidente de la Nación, hemos dado un nuevo marco normativo para ofrecer aportes no reembolsables que fortalezcan a las provincias y los municipios que tengan parques industriales. De esta manera, los ayudamos en todas las obras intramuros (asfalto, iluminación, conexiones de servicios públicos). Es un programa muy fuerte que destina más de 3000 millones de pesos que alcanzan a todo el universo de los parques industriales, y también un amplio programa de desarrollo de proveedores. Hemos encontrado cadenas de valor muy desintegradas, como es el caso automotor. En 2011 se produjeron más de 850.000 vehículos, y nos encontramos en 2019 con un mercado que apenas supera los 300.000 vehículos producidos. No solamente se da esta notable disminución de producción, sino que cada vez los autos son “menos argentinos” que antes, con un nivel de integración de autopartes nacionales muy debilitado. Queremos también llegar a nuestras pymes para fortalecer nuestro entramado autopartista, de petróleo y gas, de nuestra industria aeroespacial, aeronáutica, de la metalmecánica, una serie de cadenas que necesitamos fortalecer para volver a poner de pie a la Argentina, que para nosotros es básicamente poner de pie la industria nacional.

Con respecto a los parques industriales, ¿hay un apoyo especial para la sustentabilidad?

Una de las características que tiene el nuevo marco normativo es incorporar nuevas figuras de parques industriales. Al tradicional se le suman dos figuras: la de los parques tecnológicos, donde queremos que se instalen las empresas que forman parte de la economía del conocimiento (software, biotecnología, industria de medicamentos) y, por otro lado, los parques sustentables. La sustentabilidad hoy es inmanente al producto que se fabrica porque allí se juega también buena parte del comercio internacional. Es muy difícil salir al comercio internacional con productos que no certifiquen buenas prácticas ambientales, por tanto la política industrial del gobierno tiene a las políticas ambientales como parte inmanente de la propia política industrial. No obstante, hay que entender que la Argentina enfrenta problemas medioambientales importantes, pero básicamente los principales son la pobreza y la desocupación. Y allí debemos desplegar sin fundamentalismos plataformas de inversión, de producción y de consumo que obviamente deben respetar el medioambiente, entendiendo que no hay actividades contaminantes, no hay actividades que estén enfrentadas con el medioambiente. Sí hay tecnologías que contaminan, y el rol de la política industrial es auditar, controlar, orientar que los procesos de producción se lleven adelante con tecnología no contaminante.

Además de la política industrial hacia la oferta, ¿cuáles son las políticas que están pensando para alentar el consumo?

Activar la función del consumo en esta etapa de pandemia también es sumamente importante. La población mundial, no solamente la Argentina, ha entrado en una fase de habitualidad de no consumo, por eso hay que estimularlo muy fuertemente. Hemos potenciado el plan Ahora 12, que es un plan tradicional de nuestro gobierno, lo hemos llevado a un casi Ahora 15, ya que se puede pagar la primera cuota al cuarto mes de la decisión de la compra. Hoy se puede pagar en 3, 6, 12 y 18 cuotas. Es un fortalecimiento que implica un esfuerzo presupuestario enorme, pero que entendemos importantísimo en buena parte de los sectores de bienes no durables (textil, calzado, etc.). Casi el 70 por ciento de las ventas se realizan a través de este programa fundamental para mantener el nivel de nuestras industrias. También hay planes de financiamiento específicos al consumo para algunos sectores muy focalmente determinados: el Presidente ha proclamado un plan de 48 cuotas para el sector de la moto, un sector con una cadena de valor motopartista muy importante, ubicado en muchas regiones de nuestro país y con un gran consumo. Es el vehículo de los asalariados, especialmente los asalariados industriales. Si queremos facilitar este proceso de reindustrialización que estamos llevando adelante, tenemos que poner de pie la industria de la moto. Gracias a un financiamiento del Banco Nación, hay un fondeo de 5000 millones de pesos para comprar una moto con cuotas que no llegan a los 3000 pesos por mes. Así, facilitamos a los trabajadores un bien muy importante sobre todo en el entorno de pandemia, ya que alivia el transporte público, que es uno de los ejes más fuertes de contagio. También lanzamos un financiamiento del consumo de la línea blanca (lavarropas, termotanques, heladeras, estufas), una cadena que es central en términos de economía regional, con plantas grandes en La Rioja, Catamarca, Rosario, Córdoba, Tierra del Fuego y, por supuesto, la provincia de Buenos Aires. Estimular el consumo de bienes durables es parte de la política industrial de la Argentina.

¿Qué lugar ocupa la economía del conocimiento?

Soy Secretario de Industria, Economía del Conocimiento y Gestión Comercial Externa. La economía del conocimiento es el único sector que tiene categoría de Secretaría de Estado, y eso en política pública habla mucho de la centralidad que ocupa en el desarrollo económico y social del país. Su factor estratégico es la dotación de recursos humanos que tiene el país. No solo se trata de software, sino también de biotecnología, nanotecnología, farmacéutica, contenidos visuales. Además, no solo genera puestos de trabajo bien remunerados y formales, sino también divisas. Es un sector de mucho valor agregado y de una gran inserción internacional. Por eso, vamos a desplegar las exportaciones en forma categórica, como lo hicimos en 2005 con el sector del software, y repotenciaremos con un nuevo marco normativo. Estamos a la espera de la proclamación de una nueva ley que da amplios beneficios en términos fiscales básicamente y que ubica a la Argentina como una de las plataformas más importantes para desarrollar economía del conocimiento en el mundo.