Sergio Bergman, con la fe puesta en la sustentabilidad

Guiado por sus convicciones, Sergio Bergman se ha convertido en un referente del actual espectro político. Con una vida dedicada al servicio comunitario y religioso, el rabino y Ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación ve en la responsabilidad social el único camino sostenible hacia el verdadero progreso.

“El país invita al crecimiento con sustentabilidad”, decía ante cientos de empresarios el actual Ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable, rabino Sergio Bergman. Estas palabras tuvieron una profunda resonancia en el Foro de Inversiones y Negocios de Argentina, desarrollado recientemente en el CCK, y son consideradas un fiel reflejo de hacia dónde apunta la actual gestión del Gobierno del Presidente Mauricio Macri.

Contrario a lo que muchos puedan pensar, Sergio Bergman no es precisamente un hombre de política. Si bien lo suyo siempre ha estado ligado al servicio comunitario, su participación siempre fue de forma cívica o religiosa a través de la comunidad judía. Sergio Bergman es en realidad un educador, un hombre de fe con fuertes convicciones. Su vocación de servicio lo ha llevado a través de “un largo recorrido”. Y hoy, al igual que millones de argentinos, sueña con construir un país mejor, libre de flagelos y con una mirada sostenible de futuro.

¿Qué opina tu familia sobre tu carrera política y tu actual exposición pública?

Está acostumbrada. Es un largo camino recorrido, de muchos años. Mi tarea en la educación rabínica ya tenía una dimensión pública y comunitaria. Después vino el atentado de la AMIA y con eso Memoria Activa. En adelante, dejé de participar solamente en ámbitos comunitarios. El colapso de 2001 y 2002 también llevó a la creación de Diálogo Argentino. En ese momento, comencé a comprometerme con la política, ya no de una forma cívica, sino más bien partidaria. Esta decisión fue apoyada por mi familia, empezando por mi señora, que siempre me planteó que ser una especia de vocero del “sentido común” era un riesgo personal y familiar desproporcional. Así que primero me tomé un tiempo y después decidimos desde nuestra organización, la Fundación Argentina Ciudadana, armar un partido político, o más bien, un partido de los ciudadanos. Algunos referentes de la justicia nos explicaron que la ley estaba justamente armada para que los que queríamos fundar un partido, no prosperáramos. Sin embargo, en esa instancia dijimos: “No importa, aunque sea testimonial lo vamos a hacer”. Juntamos las fichas de adhesión antes de la afiliación e hicimos una serie actividades de compromiso cívico. Recuerdo que mi slogan era “Me decidí por vos”, con la idea de invitar a los ciudadanos a involucrarse con los problemas de la comunidad. En ese período ya había hablado con absolutamente todos los sectores y referentes políticos. Nada me convencía. Fue ahí donde Mauricio [Macri] me convocó y me dijo: “Mirá, estamos armando un partido…”. Al principio, con el tradicional prejuicio que teníamos, le dije “No… bueno… pero yo no sé lo que es el PRO, lo que ustedes piensan, lo que ustedes hacen”, aunque yo conocía muy bien a Gabriela [Michetti], a María Eugenia [Vidal] y a varios otros de sus referentes. Entonces me dijo: “Vení, fíjate. Entrás como independiente y después vas viendo”. Eso fue en 2011. Ese año me involucré con el PRO y fui el primer candidato a Legislador por la Ciudad de Buenos Aires. Así fue como entré. Mi familia está hoy con la ambivalencia de lo que significa la exposición pública, pero por otro lado saben, sobre todo mis hijos, que posee un costo. Pero que en definitiva mi vocación está relacionada con ellos. De hecho, los que somos nietos de inmigrantes estamos preocupados para que nuestros hijos no pierdan la utopía y los sueños que ellos tuvieron y que nosotros todavía no vimos realizados en plenitud. Tiene que ver con una actividad más trascendente, en mi opinión, de continuidad para que los que sigan estén convencidos de que vamos a tener logros y resultados contundentes.

¿Pensaste que en tan poco tiempo ibas a llegar a ser Ministro de la Nación?

Algo que era difícil de entender y explicar era qué hacía yo metido en política. Sobre todo, teniendo en cuenta esa profecía autocumplida de tantos años en la que los argentinos sosteníamos que la persona que entra en la política va a terminar contaminada y corrompida. Pero que seamos muchos los que nos metamos y nos comprometamos con la sociedad va a terminar resultando en que la política cambie. Porque el recurso más potente que posee la política es el humano, el país. Es la sociedad civil, en definitiva, la que tiene el reservorio de restitución y de renovación. Pero ese camino, o ese recorrido en mi caso, nunca tuvo que ver con un cargo. Para mí siempre estuvo claro que yo tenía un aporte para hacer en la referencia electoral. ¿Por qué? Porque la gente veía a un referente social, un ciudadano que se involucraba y se metía. Y eso agrega valor. Nunca había tenido una función ejecutiva, y el último año y medio –contestando tu pregunta de cómo fue y cómo sucedió– nunca tuve un compromiso del Presidente Macri de tener que asumir una posición ejecutiva. Yo tomé la decisión en el último trayecto de la campaña, como si fuera un candidato, y no lo era. Recorrí todas las provincias, hice mi máxima contribución, porque entendía que necesitábamos un cambio y que Mauricio lo lideraba y lo encarnaba. Y creo que, de alguna manera, por esa fe que yo tenía se cumplió.

¿Cuál es la principal problemática que vive actualmente la Argentina en materia medioambiental?

La Argentina ha carecido en los últimos años de una política de Estado en términos ambientales. Lo que teníamos era una sucesión de acciones muy aisladas, cuerpos técnicos muy calificados, pero nunca articulados en que su ciencia se tradujera en una conciencia de cambio de hábitos y cultural. Y fundamentalmente un doble estándar, como lo tuvimos en tantas otras cosas. De decir cosas que después no cumplís, demagogia y populismo de hablar en nombre de defender recursos que entregaste, malversaste y descuidaste. Y plantear una dicotomía como si esto tuviera que ver con el conservacionismo contra el desarrollo y la producción, cuando en realidad hay articulación. O plantearlo como izquierda y derecha, y fundamentalmente porque estamos afuera del mundo. Vos pensá que nosotros fuimos socios por muchos temas con los peores. Éramos socios de Venezuela, Arabia Saudita, países que tienen posiciones muy radicalizadas sobre el tema ambiental; y ahora la Argentina, después del Protocolo de París al que nos suscribimos, vuelve a una agenda global. Imaginate que lo ambiental y todos los desafíos globales ya no los podés dividir por naciones ni por límites políticos, mucho menos ideológicos. Eso es para mí la visión de tener una política de Estado, donde lo ambiental y el desarrollo sustentable sean un interlocutor simétrico de cualquier otra de las carteras.

¿Cuál es el proyecto más relevante que están llevando adelante en este momento desde el Ministerio?

Sin duda, la creación del Gabinete de Cambio Climático. Eso, te diría, es uno de los puntos más relevantes de nuestra visión estratégica, porque habla de la interconexión que tiene Ambiente y Desarrollo Sustentable con las otras actividades. O sea, no es un Ministerio que pueda por sí mismo desarrollar sus objetivos, sino que requiere asistirse, colegiar y colaborar con otros para lograrlo. Entonces tu mayor potencia no es qué hacés vos con tu agenda, sino cómo lográs que sea la agenda de todos. Te diría que ese es un vector muy relevante y muy importante, es una meta interministerial para trabajar en términos de cómo todas las actividades productivas y económicas se desarrollan, pero con el respeto y el cuidado del ambiente. Plantear que no va a haber ningún desarrollo posible que no sea sustentable ya no es una opción, es un imperativo. Eso requiere una reconversión, y no solo de recursos naturales en términos de cómo preservarlos, sino de que la economía va a ser verde y circular.

¿Habrá cambios en la legislación?

Sí, hay muchos atrasos en varios temas, pero por otro lado tenemos una amplia visión estratégica del tiempo que perdimos. Un tema importantísimo son las energías renovables, que tienen que ver con la agenda. Otro asunto clave es que los residuos sean recursos y no basura. Eso implica una dimensión de saneamiento, en términos de que es un derecho básico que nosotros nos ocupemos del cambio cultural, la separación en origen, las nuevas tecnologías, etc. Que no dilapidemos el recurso que hay en la basura, y al mismo tiempo, no nos enfermemos y vivamos saludablemente. Trabajar, a través de la nueva Ley de Residuos Peligrosos, sobre algunas cosas que no tenían un tratamiento tipificado específico y que, si bien no poseen una gran escala, sí cuentan con un gran impacto en el cambio cultural, como el caso de las pilas, del aceite, de los neumáticos usados, junto con la intención de actualizar tecnologías de punta que hay en el mundo y que en la Argentina aún no las incorporamos, como puede ser el caso de transformar los residuos en energía, que va en la línea también de estas nuevas matrices tecnológicas y de energías limpias. Ahí hay un trabajo para nosotros muy importante, que tiene que ver con fiscalización y monitoreo.

Asimismo, hemos logrado en la interjurisdiccionalidad trabajar Nación con Provincia, Ciudad, AMBA. Que los protocolos de fiscalización, el trabajo inspectivo, tengan una coherencia y un seguimiento, un monitoreo en el tiempo. Porque sin control y fiscalización, no se puede cumplir con este mandato de cuidar el ambiente. Y te diría también volver a instalar un principio que parece a veces abstracto y que en esta agenda es muy concreto: además de que tenemos esta democracia para elegir a nuestros gobernantes, contamos con una república, que es la manera en la que debemos gobernar. Para eso, hay que volver a unir a los argentinos, no hacer la diferencia y mucho menos en esta materia. No importa de qué partido sos ni qué ideología tenés, a la hora de trabajar en esta agenda, las autoridades ejecutivas municipales, provinciales y nacionales tenemos que estar unidas. Recorrer el país fue una de las cosas más importantes en estos meses, suscribiendo acuerdos marco de colaboración con las provincias. A veces, si uno no está involucrado en estos temas, no lo sabe. La Nación lo que fija en términos de ambiente son presupuestos mínimos. Es decir, mínimos umbrales de prácticas a lo largo del país que todos tienen que cumplir. Pero los recursos naturales son soberanos de las provincias. Eso significa que como ministerio de la Nación nosotros no podemos intervenir en la administración de los recursos naturales, cualquiera que ellos sean, y sus actividades asociadas, sino que es a través del respeto de las autoridades locales soberanas. Nosotros tenemos que construir un puente colaborativo con cada una de estas provincias y llevarlo a programas específicos en función de cada una de estas necesidades. Recorrer el país, ver las provincias y los problemas de los lugares donde están. No es lo mismo que hacerlo desde un expediente, un escritorio y más con el prontuario que tenemos de ser porteños, porque la realidad federal del país vos la tenés que caminar, la tenés que reconocer, hay que estar al tanto de los problemas que tiene la gente y ver cómo los podemos resolver. Este tiempo fue muy intenso y muy útil para responder más proactivamente con aquello que estamos convencidos y que creemos que ayudará a la Argentina a despegar.

¿Cómo es tu agenda con el Presidente y el resto del Gabinete?

Mirá, a veces parece un eslogan, pero es verdad. Es un equipo. Realmente una de las cosas que yo más valoro del Presidente Macri es su habilidad de formar equipos y conducirlos. La Jefatura de Gabinete tiene un sistema en el cual nosotros, regularmente, además de contar con nuestras reuniones quincenales de gabinete, tenemos nuestros tableros de control y de gestión, que significa una permanente supervisión, y en donde no solo podemos obviamente opinar, sino también rectificar. Este es un espacio en donde no siempre hacemos todo bien todo el tiempo, uno puede aprender y equivocarse. Pero nos dan siempre la oportunidad y el imperativo de “Hacé, no dejes de hacer por temor a equivocarte”. Hay que hacer, y hay que avanzar. Es una manera totalmente diferente de gestionar. Te diría que hay una gran impronta, y para resumirlo en una frase, “es un cambio paradigmático de los argentinos, no de un Gobierno”. Yo creo en este Gobierno. Más allá de mi vocación rabínica y teológica, creo en los milagros; y ha quedado demostrado en la política también, que tiene que ver con cosas que nadie podía imaginarse que iban a suceder y sucedieron.

¿Cómo ves el actual momento del sector privado en materia medioambiental, notás un mayor compromiso?

Creo que sí. Yo te diría que la agenda ambiental también sirve para diferenciar hombres de negocios de empresarios. A veces, los primeros quieren hacer rápido los negocios, en corto plazo, sin reglas de juego, para ver de qué manera se llevan todo lo que pueden sin dejar nada. Los empresarios, en cambio, nunca tienen esa visión. Obviamente, quieren hacer los negocios para obtener rentabilidad, pero cuidan el capital, el trabajo. Son emprendedores, su mayor vocación es emprender y trascender. Los principios son reglas de juego que los hacen sustentables. No hablo solo en términos ambientales, sino que vos dejás toda una vida, toda una vocación, toda la energía en una empresa, y vos querés que después de vos eso continúe. Está claro que hay una conciencia de que vos no podés ser trascendente si no sos sustentable y si no incluís esta agenda en tu práctica empresarial. Pero no como RSE, que está muy bien. También es viabilidad y sustentabilidad de tu continuidad en un acto de conciencia que no te hace perder rentabilidad. Este cambio de paradigma nos hace a nosotros socios. En vez de ser controladores, auditores y policías, somos socios colaborativos para que certifiquemos esas buenas prácticas, asociemos Estado y sector privado, que no es una asociación ilícita. Es bien lícita. Y eso le agrega valor sustentable a una sociedad, que es diferente a ser contratista de la patria y tener de alguna manera empresarios amigos. Uno lo que dice es que el empresario tiene que encontrar en el Estado un interlocutor válido.

Si bien falta mucho en tu gestión, ¿cómo te gustaría ser recordado?

Como empecé, como un ciudadano que tomó la decisión de dar un paso de representar y de servir, y que desde la humildad del servicio aportó a la comunidad. Y fundamentalmente, la aspiración de que cada vez más los jóvenes vuelvan a creer en la política como herramienta de servicio para la comunidad. No en la militancia, porque creo que no es un buen verbo para la política. Sí lo es el servicio, la representación, el bien común. Espero que muchísimos jóvenes se dediquen a sus vocaciones, porque lo mío es vocación. Que no solo preparen su futuro para su bienestar, sino que trabajen profesional y vocacionalmente para el bien común.

¿Hay algo en tu vida que todavía no pudiste hacer y que te gustaría llevar a cabo?

Sí, muchas cosas. ¿Quién no tiene proyectos, quién no tiene ideales y utopías? Siempre hay proyectos para renovar, y yo desde el punto de vista de lo que sigo siendo, que es un educador, diría que sí, que hay todo un tema de cómo traducir todo este recorrido y experiencia en un espacio de formación y multiplicación de liderazgo. Hay una frase de Paul Polman, CEO mundial de Unilever, que me pareció espectacular. Él dijo: “¿Qué es lo que el mundo más necesita? Árboles y líderes”. Y yo creo que sí. Si me preguntás a mí, me gustaría ser recordado por multiplicar muchos árboles en el sentido literal y también metafórico de lo que eso significa en términos verdes, y también de poder inspirar a futuros líderes.

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