“Si gana el ciudadano, gana la empresa”

La senadora María Laura Leguizamón trabaja sobre un proyecto de ley que tiene como fin exigir que la Responsabilidad Social sea protagonista en las empresas y sociedades del Estado. Beneficios de una medida pensada para toda la comunidad.

Leguizamón desborda de energía y pasión por su trabajo. Al mismo tiempo que, desde su despacho en el Congreso de la Nación, se despide telefónicamente de Juana, su única hija, de 6 años de edad, se prepara para una larga jornada en su rol de senadora. Le espera un largo día de trabajo: la grabación de su programa dedicado a la Responsabilidad Social Empresarial, 40 minutos RSE, que se emite por América 24; y varias reuniones, entre ellas una de Comisión y otra con sus asesores. Allí Leguizamón explicará con precisión el proyecto de ley que puede cambiar la mentalidad de empresas, empleados y consumidores. La abogada y escribana sueña con que la RSE sea protagonista en las empresas y sociedades del Estado, implicando con ello un buen gobierno, el cuidado del medio ambiente, cero tolerancia a la discriminación, buen trato al personal, salarios dignos y posibilidades de desarrollo sostenible.

Para lograrlo, en el proyecto –que ya tiene dictamen de la Comisión de Acuerdos por unanimidad– propone, entre otros, que “las empresas que cuenten con más de trescientos trabajadores deberán elaborar un balance social. También están obligadas a hacerlo aquellas empresas o grupo de empresas que acudan a la financiación de los mercados financieros organizados. Asimismo deberán contar con un balance social aquellas empresas o grupo de empresas que pretendan participar en licitaciones públicas u obtener créditos públicos. Los balances sociales de las empresas descriptas en este inciso deberán ser validados por una auditoría social externa”.

¿Por qué le interesó el tema de la RSE?

Empezó como uno de los tantos que se debaten en reuniones de asesores. Ya estoy en una etapa en la que yo marco tendencia. ¡Qué fea frase me quedó! Pero el concepto no está mal. Cuando vos estudiás mucho y aprendés, también cambiás y te das cuenta. Cuando vos hiciste un proyecto de ley y lo debatiste en el Congreso, en universidades y con el sector público, lo que vas decantando son conclusiones que me exceden a mí. Sintetizo lo que decanta en diferentes sectores. Eso que decanta es una tendencia. Por ejemplo, la tendencia en RSE es dejar de hablar de filantropía. Las universidades ya empezaron a armar cátedras de RSE, y los sectores privados buscan a los chicos de esas universidades para sus espacios laborales. Estos espacios de debate fueron marcando tendencia de la que ya no hay vuelta atrás. Cuando planteamos este proyecto de ley fue porque la RSE tiene que estar alineada al modelo de país, tanto en el sector académico, como en el público y el privado. De esta manera, la RSE se transforma en una construcción social. Cuando conseguís que, por ejemplo, las actividades de RSE de una compañía que hace agua estén relacionadas con actividades para proteger el medio ambiente, estás logrando que ese producto esté alineado en la RSE en un modelo de país que cuida sus recursos.

¿Qué plantea la ley?

La ley plantea que los estándares de calidad serán dados por la SIGEN, que es el organismo natural de control del Estado. La ley pide un balance social para empresas y sociedad con participación del Estado. Yo empecé con un proyecto de ley en el 2005 abierto para todo el sector privado. Hicieron cola en la puerta de la oficina para expresar su antipatía profunda. Las grandes empresas internacionales creían que planteaba una intervención estatal en sus compañías. Me advirtieron que ellos la iban a hacer pasar por sus departamentos jurídicos. Yo intentaba construir un espacio de articulación público y privado, pero se transformó en una amenaza. Entonces pensamos en las compañías del Estado como una punta de lanza en el proceso sociocultural profundo alineado a una sociedad inclusiva a la que todos pertenecemos. Creo que la empresa es un ciudadano más que tiene responsabilidades, compromisos y posibilidades de crecimiento. Yo quiero que las empresas ganen mucho dinero, pero si se comprometen con sus pares van a ganar más. Si gana el ciudadano, gana la empresa; si gana el empleado, gana la empresa.

¿Qué beneficios obtienen los usuarios con la RSE?

Les da el derecho de decidir si comprar Villavicencio o no, comprar Coca Cola o no hacerlo, por ejemplo. Cuando el consumidor lo tenga incorporado, poseerá un gran poder. Esto sucede en otras partes del mundo que deciden no usar tal producto porque está hecho con mano de obra infantil o con mujeres explotadas. La idea es encontrarle el mensaje positivo, que el producto sea socialmente responsable, que no haya sido elaborado con salarios indignos o con materiales que contaminan. La cadena de valor viene a colaborar y a autocontrolar que sea así. Porque si el que fabrica la tapita de una gaseosa lo hace con los chiquitos de la selva jujeña, no sirve. El mayor valuarte es la sociedad instruida. Lo veo en otras partes del mundo: en las góndolas de los supermercados los productos tienen inscripta una leyenda que dice “producto hecho con recursos naturales”. El consumidor se toma tiempo para ver qué producto va a comprar. Acá, todavía no pasa. Yo voy al supermercado y si tengo que comprar la cortina para el baño, compro una nacional. Quizás no es tan buena ni está reforzada, pero me gusta el concepto. Mi hija me dice: “Mamá, la rosa me gusta más”. Yo le respondo que prefiero que la gente de mi país tenga trabajo. Mi mamá me hizo tomar conciencia de algunas cosas, y yo tengo la obligación de hacerle tomar a mi hija conciencia de otras.

¿Descarta que esta ley se pueda aplicar al sector privado?

En el 2005 el sector privado pensaba que esta ley se estaba construyendo para pedirles más papeluchos para controlarlos. Y no se daban cuenta de que estaban cumpliendo con los balances sociales que les mandaban hacer las casas matrices para otras ciudades, para otras comunidades, para otros paradigmas de vida. Por ejemplo, en 2001, una empresa que tiene su casa matriz en Holanda le pedía a la filial de la Argentina que confeccionara el balance de nuestra sociedad. En aquel entonces, estábamos saliendo del corralito, y el 50% de la población no tenía trabajo. Las cosas fueron cambiando. Acabo de brindar una disertación en la Cámara Española de Comercio y ya no sospechan si soy el enemigo agazapado, me ven con respeto. Hace 12 años que estoy con este tema, ¡si no me respetan, se arma! Siento a los empresarios más aliviados. Hay un mutuo respeto. Comprendo los procesos que hicieron en el sector privado. Los empresarios argentinos se han envalentonado.

¿Cómo hizo para promover un proyecto que en sus comienzos generó tanta reticencia?

Mi posición fue presentar un proyecto de ley que fuera una provocación. Primero, para que las agendas de discusión del sector privado tuvieran este tema en prioridad. Entonces planteé un tema muy provocador. Yo no presioné para que saliera la ley, presioné para que el tema estuviera en la agenda. Entonces la RSE dejó de sonar como el nombre de un remedio. Se metió en la agenda de una forma continua y se profundizó el debate. Los mismos que hacían cola para decirme que era una barbaridad, después, cuando no presionamos con la ley, comenzaron a sentir que estaba bueno unificar criterios y ponernos todos de acuerdo en cómo le planteábamos al Estado lo que para nosotros era RSE. Como tantas otras leyes, se está debatiendo desde el 2005. La Argentina tardó más de diez años para votar su Ley de Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes. Ese cambio de paradigma en la niñez lo pongo de ejemplo para que vean que si los argentinos estuvimos diez años para dejar de decir “estos objetos menores de edad” y comenzar a decir que son niños y niñas, ciudadanos de pleno derecho, ¿cómo no vamos a tardar tantos años para la ley de RSE?

¿En qué instancia se encuentra el proyecto?

Ya tiene dictamen de la Comisión por unanimidad. Esto habla de que todos los partidos políticos la van a apoyar. De ahí en más, ya es una agenda común entre los sectores políticos sobre cuándo los temas bajan al recinto. Lo que se logró este año ya es un triunfo. Uno tiene que agradecer –por supuesto ser ambicioso y apasionado–, pero también ver la mitad del vaso lleno. El proyecto de ley viene con una recomendación escrita de la Facultad de Ciencias Económicas, de una cátedra de Alberto Barbieri, el vicerrector de la UBA. Al Congreso ya vinieron académicos como Bernardo Kliksberg, el pionero de la RSE. Fue un impacto para los senadores. El Congreso de la Nación interactuó con la universidad pública. Trabajamos con la UBA porque creemos que la academia tiene que estar involucrada en estos temas y que toda su sapiencia sirve para maximizar un proyecto de ley. Me enorgullece sentir que vamos por buen camino.

Por un país mejor

La senadora Leguizamón tiene otros proyectos que prometen realizar cambios en la vida de los argentinos:

  • Proyecto de ley que otorga fuerza de ley a la Resolución N.° 392/05 de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, por la que se creará el sello de calidad “Alimentos argentinos, una elección natural” (tiene Dictamen de Comisión Agricultura, Ganadería y Pesca. OD 679/12). Facilita la identificación de alimentos elaborados con una calidad diferenciada. La propuesta plasma en un sello de calidad las acciones de RSE de las empresas y posiciona a la “MARCA PAÍS” en el exterior, proveyendo un alto estándar de calidad, entre otros.
  • La infertilidad como enfermedad y la incorporación de su tratamiento en el Programa Médico Obligatorio (PMO) en el Nomenclador Nacional de Prácticas Médicas.

El Congreso cerró el período legislativo 2011 y el dictamen de infertilidad aprobado en general cayó, y no pudo tener sanción definitiva. El dictamen en consideración incorpora al PMO las técnicas de reproducción asistida como prestaciones obligatorias.

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